Nunca te olvidaré.
La batalla final acababá de terminar. Todos buscaban impacientes a Harry, esperandole verle vivo y a Voldemor muerto. Había demasiado humo y costaba ver, así que esperaron a que el humo se esparciera.
El humo poco a poco se fue alejando y distinguieron dos figuras en el suelo. Primero fueron a mirar el pulso de Voldemort. Estaba muerto. Lo gritaron y estallarón de la emoción. Harry había vencido. Fueron a intentar despertarle. Cual fue su sorpresa al ver que este no despertaba.
Hermione Granger, temerosa, le tomó el pulso. Cero, nada. Harry había muerto. Hubo un rotundo silencio, solo se oía el viento que provenía de fuera.
Poco a poco, la gente empezó a derrumbarse. Hermione se arrodilló junto al cuerpo de Harry y empezó a llorar, igual que su novio Ronald Weasley.
La familia Weasley se fue acercando, rotos de dolor. En el aire se respiraba tristeza y miedo. ¿De verdad era así como tenía que acabar todo? No era justo.
En una esquina se encontraba un pálido Draco Malfoy. Su rostro era el reflejo de la perdición, un rostro tan lleno de dolor como el de los mejores amigos de Harry. Intentaba contener las lágrimas. ¿Por qué lloraba? Sus mayores deseos se habían hecho realidad. Potter y Volvemort estaban muertos.
Poco a poco, se sentó en el suelo. Nunca imaginó ese destino para Potter. Se suponía que el acabaría con el señor tenebroso y saldría victorioso. Pero estaba muerto. Muerto. Sin poder evitarlo, unas pocas lágrimas empezaron a salir. En su mente habían imagines en las que salían ellos dos discutiendo, humillandose. Eran sus únicos recuerdos.
La familia Weasley tapó el cuerpo de Harry, lanzaron un hechizo levitador y lo llevaron al bosque, seguidos de todos los demás.
Llegaron a donde estaba la tumba de Dumbledore. Sabían que el mayor deseo de Harry sería estar junto a la tumba de Dumbledore, que había sido un segundo padre para él.
Guardaron un minuto de silencio, aunque hacía rato que nadie hablaba. Draco se fijó en todos. En como Luna Lovegood no tenía aquella sonrisa rara, sino una expreción de tristeza que a cualquiera le hubiera roto un poco más el corazón. Neville Longbotton lloraba en silencio, cogido de la mano de Luna.
De todos, los que peor estaban eran sin duda Hermione y Ron. Parecían haber envejecido de golpe. Tenían los rostros pálidos y los ojos rojos de tanto llorar.
Después del entierro, les dijeron a todos que durmieran en sus habitaciones. Que Hogwarts seguiría abierto hasta fin de curso por Harry, pero no habrían exámenes.
Todo el mundo subío hasta el castillo e silencio. El héroe del mundo mágico había muerto, esa era la cruda y dura realidad.
Draco bajó a las mazmorras corriendo. No quería que nadie le viera llorar. Se encerró en su cuarto durante horas, sin comer ni beber, solo lloraba. Sus amigos habían intentado entrar, pero Draco había hechado un conjuro a la puerta para que nadie le molestará. Necesitaba estar solo.
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Habían pasado 2 meses desde aquel desgraciado día y la gente iba superando su dolor. Todos menos Ron, Hermione y Draco.
Después de aquel día las cosas cambiaron y Draco se hizo amigo de Hermione. De Ron era imposible ya que le tenía bastante rencor. Draco y Hermione se hicieron amigos al día siguiente de lo de Harry. Hermione había visto a Draco llorar y se acercó a él. Se intentaron consolar mutuamente pero era imposible. A Hermione le extrañana el comportamiento de Draco, que había dejado de ser aquel crío egoísta que se sentía superior a todos a convertirse en un chico sensible y asustadizo.
Desayunaron el Gran Comedor juntos, a pesar de las quejas de Ron.
- Feliz cumpleaños, Draco. - le dijo sonriendo Hermione. - toma, te he comprado un detallido en Hogsmade. - le dijo dandole un pequeño paquete de color morado.
- Gracias Hermione, aunque no hacía falta.
Draco abrió lentamente el regalo. Era una pluma de color morado también, el color favorito de Draco. Draco sonrió por el regalo y abrazó a Hermione.
En ese momento, empezarón a llegar las lechuzas que traían el correo. La lechuza de Draco fue corriendo a donde estaba este y le dejo un gran paquete blanco y un sobre. Miró primero el paquete, llevaba una pegatina que ponía " Primero abre el sobre". Draco hizo caso y abrió el sobre, pensando que sería de su madre.
Derrepente, se quedó paralizado. Las manos le temblaban y sus ojos empezaron a ponerse humedos, empezando a llorar. Hermione, extrañada, se acercó y leyó el nombre. Draco se levantó irritado y lleno de ira.
- ¿QUIEN COJONES ME HA GASTADO ESTA BROMA DE MAL GUSTO? ¡¿OS PARECE GRACIOSO?! ¡NO TIENE NI PUTA GRACIA, IMBECILES. ¿COMO OS HACEIS PASAR POR POTTER?
Dicho esto salió corriendo del Gran Comedor, dejando a todo el mundo con la boca abierta. Hermione y Ron cogierón el regalo y el sobre y siguieron corriendo a Draco.
Despues de media hora le encontraron enfrente del lago, llorando.
- Ron, será mejor que te vayas. Hablamos luego, cariño.
Le dió un beso y fue corriendo hacía Draco con el regalo y el sobre en las manos.
- Draco, se que te afecta, pero leelo porfavor. A lo mejor lo planeó Harry o nose.
Draco la miró irritado. Es cierto que había pensando en eso, pero le parecía demasiado absurdo. ¿Harry dejandole un regalo? En verdad se moría de ganas de saber lo que había escrito, pero le daba miedo.
- Esta bien...
Draco cogió el sobre que le dió Hermione y poco a poco lo abrió, lleno de miedo. Cogió el papel de la carta y empezó a leer en voz alta.
"Hola Draco, se que te parecerá raro que yo te escriba una carta para felicitarte y más aún que te haiga comprado un regalo. No, no es ninguna broma, el regalo no te hará daño ni es venenoso ni nada. Bueno... antes que nada, ¡Felicidades! Y... he esperado a este momento para confesarte algo. Algo que llevo cayandome demasiado tiempo. Me cuesta demasiado pero hayá va. Te quiero. Sí, riete pero es verdad. Siempre te he querido, a pesar de tus bromas crueles, de las humillaciones, de todo. Siempre me han gustado tus brillantes ojos grises y tu piel pálida. Sí por algún casual (que lo dudo) sientes lo mismo, reuneté conmigo enfrente de la laguna del bosque a las 5 de la tarde. Te amo, Draco Malfoy."
Draco empezó a llorar otra vez. Sentía una alegría y un dolor muy fuertes, tanto que creía que su corazón iba a explotar. Hermione le abrazó. Ella lo sabía todo. Harry lo había planeado, ella era la única que lo sabía.
- Nose que me pasa, Hermione. A mi él no me gusta. ¿Por que me siento tan raro?
- Si que le quieres, Draco. Y lo sabes. Lo supe desde el día en que te vi llorando por su muerte. Por eso te sientes así. Pero no llores, tienes que estar feliz. Él te quería.
Draco sonrió tristemente. Era verdad que últimamente cada vez que pensaba en Potter lloraba o se ponía triste. Todos estos años ha intentando ocultar algo que sabía desde el principio. Maldito orgullo Malfoy. Tal vez podrían haber estado juntos, sí él hubiera dejado a un lado su despreciable orgullo.
- Aún te queda el regalo, Draco. Se que te va a doler, pero abreló. Debes verlo todo.
Draco miró el paquete com miedo. No quería sufrir más, pero Harry lo compró aposta para él. Despacio, empezó a deshacer el nudo del regalo y lo abrió. Era una camiseta de manga corta de color verde con el dibujo de una snitch. Draco empezó a reirse y a llorar al mismo tiempo. Menudo idiota que era Potter.
- Aunque ahora es inútil que vaya a las 5, ¿no?
- Supongo que sí, pero si quieres ir para seguir la ilusión de Harry, adelante. Venga, vamonos al castillo a celebrar tu cumpleaños como es debido.
Y riendose bajito, caminaron hacía el castillo. Fueron a la sala de menesteres, donde estaban los amigos de Draco, Pansy y Blaise. También estaban Luna, Ron y Neville. Celebraron la fiesta por todo lo alto, a pesar de que Draco no estaba para celebraciones, precisamente.
Poco a poco, se hicieron las 5 y Draco miró sonriendo a Hermione.
- Voy a ir, se que es una estupidez, pero quiero ir.
- Vale, Draco y no, no es una estupidez.
Se abrazaron y Draco fue corriendo al bosque. Que idiota era. Iba a una cita con un chico que estaba muerto. Pero quería ir, sabía que en algún lugar Harry estaría riendose o sonriendo con esa cara de niño pequeño.
Llegó a la laguna a las 5 justas. Se sentó en una roca y esperó a que pasara algo. Cualquier cosa. Pero no pasó nada. Desilusionado, se levantó para irse pero notó que alguien le cogía del brazo.
- Has venido. - dijo una voz familiar.
- Tenía que venir, tú me has citado aquí, Potter.
Oyó una risa y sintió como Potter le abrazaba.