La imponente imagen de Lucius Malfoy se alzó frente a nosotros en el comedor donde nos encontramos sentados en el sofá, sobre mis piernas la cabeza de Draco, que todavía se encontraba llorando. Nos miró a ambos alzando una ceja en el proceso, y yo me encogí de hombros dándole a entender que no sabía el porque de aquel estado de su hijo. Se acercó a nosotros y se arrodillo delante de mí, para poder coger la cara de Draco entre sus manos y alzarla hasta que quedara a la altura de la suya. Mientras lo que veía Harry era la dedicación de un hombre para con su hijo, no tenía que cuestionar el amor que sentía Lucius Malfoy por su hijo, más de una vez le lo demostró.
Primero cuando le dijeron que se estaban de novios, Draco temía la reacción de sus padre, puestos que no era secreto de nadie que este no tenía en muy buena estima a Harry, pero cuan grande no fue su sorpresa cuando fueron a la Mansión Malfoy.
Nos encontrábamos los dos muy nerviosos en la entrada de la “pequeña” casa mientras que nos mirábamos a la cara, nos sentíamos nerviosos, por fin íbamos a dar el gran paso de decirles a padre de Draco que estábamos saliendo desde hacía ya 3 años. Teníamos miedo, y no era para menos. Toque el timbre que sonó retumbando en nuestros oídos, a la entrada llegó uno de los elfos domésticos de la mansión haciéndonos pasar, a reconociéndonos a ambos como amos de aquella casa, cosa que nos pareció extraña. Draco se encogió de hombros cuando dirigí mi mirada hacia él para pedirle explicaciones. Teníamos que esperar a poderle preguntar a su padre. Esperábamos que no se lo tomara mal.
El elfo que nos abrió nos dirigió al jardín trasero donde tenían todos esos pavo reales albinos y todos esos animales exóticos que tanto amaba cuidar mi suegro, a veces pensaba que quería más a esos animales que a su propio hijo, pero aquel día me hizo saber que era todo lo contrario. Draco era la la luna que veía todas las noches lluviosas.
Tan solo nos vio a lo lejos y ya estaba sonriendo, como si supiera lo que íbamos a decirle. Y era así como más tarde nos explico. Pero en ese momento no dijo nada, tan solo se acercó con unos patos negros andando detrás de él como si este fuera su mamá. Eso me pareció muy gracioso, ver a ese gran y temido hombre de negocios cuidar de unos patitos tan tiernos y pequeñitos, vestido con un pantalón de lino blanco y una camisa del mismo tono, y todo manchado de tierra. Mientras que toda esa imagen tan bizarra caminaba hacia ellos una mesa apareció de la nada juntó a unas sillas que ocuparon cuando la imagen terminó de llegar a su altura.
-¿Que haces aquí Draco?- no me lo podía creer como podía hablar a su hijo con ese tono, tan frío tan hiriente. Pero parece que mi querido ahora esposo nunca le importo el tono con el que le hablara su padre.- Sentaos no quedaros de pie. ¿A qué debo su visita Señor Potter?
-Bueno padre, verá... nosotros- Draco estaba dudando, y si el dudaba, yo no sabía que hacer delante de aquel hombre, la verdad que antes le tenía mucho miedo al padre de mi marido.
-¿Vosotros?- lo presionó, y el más que nadie sabía que un Draco presionado era igual que un Draco con un bajón de tensión por los nervios, y eso significaba que en esos momentos estaba solo, porque el que iba a ser mi futuro marido se desmayo ante mis ojos. Lo más irónico de todo es que era como si lo hubiera preparado así Lucius. Como si fuera un plan urgido para quedarse conmigo a solas, porque en ese momento una sonrisa macabra apareció en su rostro para decorar aquella imagen tan bizarra, ya que tenía a los patitos al rededor suyo e incluso había cogido uno en sus manos. Esa no fue la única imagen en la que vi a Malfoy padre en situaciones muy bizarras.
-Es que... hemos venido a decirle que... somos novios desde hace 3 años.- hablé, si hablé porque en ese momento sabía que no saldríamos de esa casa sin decir la verdad, no es que nos diera igual que Draco estuviera desmayado a nuestros pies, pero es que en ese momento el patriarca no me quitaba la vista de encima, como si supiera lo que pensaba.
-Menos mal que os habéis decidido a decírmelo, después de 3 años.- me miro con una sonrisa extraña en la cara, mientras que con una floritura de su varita levitaba a Draco hasta dentro de la casa con el siguiendo al cuerpo y conmigo andando detrás con la cabeza gacha.- Pensaba que nunca me diríais, y que apareceríais con un bebe en brazos ya casados diciéndome que iba a ser abuelo.
Cuando levante la cabeza tan solo pude ver las anchas espaldas de aquel hombre. Que sabía muchas cosas sin que nadie se las dijera, la verdad que habíamos sido muy cuidadosos con eso de nuestro romance, ademas sabíamos que el padre de Draco debía enterarse antes que la prensa, e incluso antes que nuestro amigos. Aunque no sabía la reacción total de aquel hombre, a mi parecer se la había tomado demasiado bien. Caminamos por un largo pasillo que nos llevo a unas escaleras de caracol. Nunca había estado en aquella casa pero sabía que aquellas escaleras llevaban al cuarto de mi futuro esposo en aquella mansión. Y a día de hoy aquella habitación seguía tal cual la encontré por primera vez, o mejor dicho entré por primera vez.
Todo era de los colores blanco y negro, todo no quedaba un rincón sin un detalle, todo estaba en su sitio, la verdad que no me extrañó siempre ha sido un maniático de la limpieza, y con los años me ha pegado esa costumbre a mi también. Cuando entramos lo dejó en la superenorme cama con doseles, era la primera que había visto de ese tamaño creo que cogerían 5 personas como Hagrid y no se tocarían, era brutal.
Pero lo que fue brutal de verdad fue la sonrisa de felicidad que me envió Lucius cuando se giró después de dejar con cuidado a su hijo sobre la mullida cama.- Gracias por cuidar de mi hijo Potter, nunca podré agradecértelo.
-No... no se preocupe, la verdad que yo quiero mucho a Draco, y solo quiero su felicidad.- me acuerdo que solo podía ver el suelo, se que aquel hombre nunca mostraba sus emociones con gente de fuera de su familia, pero que las mostrara así de esa manera tan abierta conmigo, como si siempre hubiera sido así, como si hasta hace pocos años no nos hubiéramos lanzado maldiciones con tan solo olernos, me sorprendía y me sentía en su entonces nervioso, pero con el paso del tiempo comprendí su forma de pensar, su método de tratar a la gente, era una protección para que solo llegaran a él los que de verdad se interesaban por su bien y los que hacían felices a los suyos.
Cuando Draco despertó nos dio su bendición y nos aconsejó en como teníamos que presentar nuestra relación al mundo, que no tuviéramos miedo de lo que nos deparaba el futuro. Esa fue la primera vez que vi a ese hombre como lo que era de verdad el hombre más cariño y bueno de los que había conocido, pero tan escondido estaba que no lo había podido ver antes.
Cuando levanto la cara de Draco que reposaba sobre mis piernas hasta la altura de la suya la soltó y le metió una ostia en toda la extensión de la palabra, el sonido de la mano de Lucius rebotó en las paredes que retenían el silencio que se posicionó. Draco había dejado de llorar, pero ahora no emitía sonido alguno, solo miraba de hito en hito a su padre, el que le había propinado tal ostia, la verdad que quería carcajearme en ese momento y no pude contenerme por mucho tiempo mi risa resonó por toda la estancia, fue supercómico ver la cara que se le quedo a mi esposo cuando su padre le cruzó la cara.
-¿Se puede saber el por qué de tu estado? Que yo vea Harry esta de una pieza y respirando- su padre nunca dejó el tono de burla en la voz, pero aun así Draco no terminaba de reaccionar.
-Es.. que...- parecía que había reaccionado pero no se quedo ahí parado, era como si su disco duro, como dicen los muggels, se hubiera parado y este no girara. Solo rezábamos para que no le diera el sincope que le suele dar en estas situaciones, pero para nuestra desgracia, al igual que el día que fuimos a decirle que eramos pareja a su padre se desmayó.