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Like Pierrot the clown por Mad Alice

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Notas del fanfic:

Hello! Primero que nada, me gustaría que leyera mis datos, ahí está explicado todo, pero porsiacaso lo digo otra vez: soy la autora "bou chan", si, la misma XD Mucho tiempo, no? les pido que lean mis datos porque ahí explico todo lo que pasó con mi cuenta anterior y mis otros fics...y también mis disculpas a quienes me leían.

Bueno, ahora si. Me inspiré para este fic con varias canciones de la banda Placebo, por eso el título y por eso es que incluyo varias de las letras en los capítulos.

No digo nada más. solo que espero que lo disfruten, es muy distinto a mis otras publicaciones :3

Saludos!

Notas del capitulo:

Aquí esta incluido el prólogo y el capítulo 1, disfruten :3

 

Prólogo

Yacía sobre la alfombra, fascinado observando sus manos, que ahora le parecían extrañas, y cómo las cosas a su alrededor cobraban formas increíbles y los colores cambiaban frente a sus ojos. La música estridente que había puesto antes de caer en ese estado ahora sonaba cómo si tuviese sabor, olor y textura. Podía sentirla…era deliciosa.

 El efecto ya se había vuelto débil, y volvía poco a poco a su conciencia normal, solo disfrutaba sus últimos momentos de dicha y los saboreaba, como un tesoro invaluable que estaba a punto de serle arrebatado.

 La puerta se abrió y su paz acabó tan pronto como procesó el rostro de quién se paraba en el umbral. Su corazón se aceleró, a la misma vez en que le parecía que se había detenido. El miedo le hizo incorporarse.

 -Aoi… -susurró, y se le escapó una risa tonta. Generalmente lo hacía estando así, no entendía muy bien por qué- Mi amor… -esa risa otra vez-

 -“Mi amor” –repitió el otro y rió también, pero no igual, sino de una forma extraña…-

 

Cuando volvió en sí, inmediatamente cayó sobre su cuerpo y mente un dolor como cientos de latigazos. Gimió y abrió los ojos lentamente, como si temiera encontrarse en su compañía. Pensó en levantarse pero no tenía caso, volvería a caer. Llevó sus manos frente a sus ojos, las observó, pero ya no le parecían tan fascinantes, en cambio estaban llenas de yagas y dolían al flectar sus dedos.

Se sentó y abrazó sus rodillas a pesar del dolor que moverse le suponía y apretó los dientes, odiándose por no poder dejar esa mierda que lo hacía por ratos tan feliz, y por no poder dejar tampoco a ese quien le ponía las manos encima cada vez que lo veía, y a quién, sin embargo…

Sollozó.  

Su rostro fue alzado con suavidad por unos dedos que antes lo habían tocado cruelmente. Había entrado sin que lo oyera. Se asustó al ver esos ojos negros y fríos, ahora enrojecidos y fatigados, había llorado, igual cómo él lo hacía ahora.

Quizás había llorado mucho más.

 

 

Capitulo I

Bostezó y se estiró entre los fuertes brazos del mayor, sonriendo luego como un niño.

Habían almorzado tranquilamente y ahora despertaban de una larga siesta.

-Sigo teniendo sueño…

-Ya es tarde, Ruki.

-Mh…pero no tenemos mucho que hacer hoy, ¿verdad? -gimió cómodo mientras se volvía a acurrucar-

-Verdad.

-Entonces… ¿qué problema hay si queremos ser unos parásitos en la cama todo el día?

Rió divertido. Él también podría quedarse en cama abrazando a su amante por horas. Lo miró con ternura, cuando un súbito malestar en el pecho y el estómago, que creía olvidado, le hizo endurecer su mirada pocos segundos después.

-No…Tú quédate aquí si quieres, yo…iré a ensayar unos acordes.

Se levantó, luciendo un tanto perturbado, dejando al rubio vocalista entre las almohadas y con un puchero en sus carnosos labios, ignorante de la expresión en el rostro del moreno.

-Hey… -se agarró a su manga antes de que se alejara demasiado, volteándolo- ¿No hay nada que pueda ofrecerte para hacerte cambiar de parecer? –tornando aquel puchero en una sonrisa pícara-

Se volvió lentamente hacia él y apoyó una mano en la orilla de la suave superficie, acercando su rostro al del más bajo.

- Dije que no, ¿Está bien? -lo besó con un dejo de frialdad y se fue sin más-

Lo miró salir mientras su sonrisa se desvanecía en su rostro.Suspiró pesadamente y se incorporó con dificultad. Después de unos días, los dolores se mitigaban y las marcas comenzaban a desaparecer de su piel, pero no le permitían moverse aún con libertad.

Con cuidado se colocó un sombrero y un abrigo. Se detuvo en el umbral de la puerta,  reconsiderando su idea un momento, asomándose para ver a Aoi sentado en el sofá.

 

 

Tarareaba mientras sus dedos se deslizaban suavemente por las cuerdas. Estaba fastidiado. Hace unos cuatro días que, nuevamente, no lograba tocar una sola sencilla canción cómo él deseaba, ni con la intensidad y poder que esperaba. Suponía que se debía a esa incomodidad que sentía en el estómago, día y noche, cada vez que se acordaba sin quererlo. Iba a sacar de su bolsillo su celular, yendo rápidamente a sus videos, a uno especialmente, uno nuevo, cuando un sonido lo alertó de la presencia del otro.

-Ruki… -dijo casi sin aire, deteniéndose luego a mirarlo de arriba abajo por un momento, recobrando la calma- Mh… ¿vas a algún lado?

-Si…pensé en ir a ver a Reita… Pero volveré temprano, y cenamos juntos –esbozó una tímida sonrisa-

-Te acompaño.

Habló decidido y dejó a un lado su adorado instrumento. Pasó junto al rubio para buscar su abrigo cuando éste lo tomó de la mano.

-No…No es necesario.

-¿Algo que esconder, entonces? –lo miró duramente, mientras ahora era él quien lo retenía tomándolo del brazo-

Se zafó. Sintiendo en su interior ese creciente miedo efecto de los oscuros ojos que lo miraban, escudriñando en su interior. Buscando algo que, por desgracia, siempre encontraban.

-Vuelvo más tarde.

Salió apresurado sin darle tiempo de decir nada más y entró en el ascensor, ahogando un grito una vez que se vio a salvo tras las puertas metálicas. Temblaba de pies a cabeza, sudaba frío y no sabía si era por el reciente episodio o por necesidad, esa insana necesidad acechándolo cada vez que tenía un momento a solas, cada vez que su mente no sabía en qué ocuparse, o, claramente, cada vez que se hallaba bajo la intensamente fría mirada de su amante.

Hace unos cuatro días que no había podido salir del departamento.

 

Aferraba sus dedos a los cabellos de su nuca, sujetando el móvil junto a su oído y sus manos temblaban. Estaba enfermo de los nervios.

-Ruki, es la quinta vez que te llamo…¿Dónde estás?...

Eran aproximadamente las 11:30 PM.

Nuevamente se encontraba dejando un mensaje en el buzón de voz del rubio, pero el tono cansado de su voz no denotaba la real preocupación que ahora formaba un nudo en su garganta, forzándolo a finalizar la llamada, pero llevándolo a realizar otra.

-¿Reita?

-Aoi, ¿Cómo estás?

-No importa. Ruki está contigo, ¿cierto? –hablaba atropelladamente-

-Disculpa…No… ¿Debería estarlo?

Se le oprimió el corazón.

-Él dijo…dijo que iría contigo… -la voz se le iba apagando conforme hablaba- ¿No ha estado ahí en todo el día?...

Se produjo un incómodo silencio.

-…No te preocupes, él debe estar bien…tu sabes que siempre aparece.

-Salió hace más de 6 horas, no tengo idea de dónde puede estar ni qué puede estar haciendo, no me pidas que no me preocupe –comenzaba a alterarse-

-Calma, iré a buscarlo y tú quédate ahí esperándolo…Yo te llamaré en cuanto sepa algo.

-Gracias…

Lanzó el móvil a algún lugar y se sentó con la cabeza entre sus manos. Volvió a alcanzar el aparato, casi desesperado, y abrió el último video que había grabado, pero los 15 segundos no pudieron ser reproducidos por completo, al ser interrumpidos por una risa y ruidos tras la puerta. Sin necesidad de preguntarse de quién se trataba, corrió hacia ella y la abrió, encontrando al más bajo sentado en el suelo con la espalda contra la pared.

-¿Tienes idea de… -calló, no tenía caso siquiera dirigirse a él en ese estado. Se inclinó junto a aquel débil cuerpo, escuchando su respiración irregular-

-Aoi…te prometo que…

No pudo concluir la frase. Se sobresaltó al ser alzado por el otro, quien lo llevó adentro cargándolo sin mucho esfuerzo y lo arrojó a la cama.

-¿Más promesas, Ruki? –parado frente a la cama con su fría mirada de siempre-

-Aoi, yo…

-¡No, cállate! –tomando brutalmente uno de los brazos del menor, para mantenerlo quieto- ¿Dónde estuviste?

Estaba mareado, le costaba articular palabra y no tenía respuestas para la pregunta que se le había formulado. En ese momento, varias imágenes bailaban por su mente, lo confundían, mostrándole rostros de personas que no creía conocer y con quienes, al parecer, había pasado un muy buen rato.

-¡¿Dónde estuviste?!

La ensordecedora voz del moreno tan cerca de su rostro lo llevó nuevamente a la realidad, sin dejar espacio en su confundida cabeza para nada más.

-Con Reita… -tartamudeó, haciendo obvia su mentira-

-¿Con Reita? ¿Ese que en este momento esta buscándote por quién sabe dónde? –lo tomó del mentón con brusquedad- ¿Ves…lo que nos provocas a todos consumiendo esa mierda? ¿Siquiera tienes idea de con quiénes estuviste hoy? ¿De qué hacías con ellos?

-Yo no hice nada con nadie…no insinúes que…

-¿Insinuar qué? ¡¿Qué puedo estar insinuando si ni siquiera tú sabes si acaso te acostaste con alguien para conseguir de esa—

No terminó de hablar. Solo resonó en la habitación la bofetada que recibió de parte de aquel rubio con mirada desafiante y voz quebrada, con lágrimas desbordando por sus ojos fatigados.

Volvió a arrojarlo contra el colchón. Lo recorrió entero con la mirada, sintiendo ese conocido impulso adueñarse de su voluntad otra vez. No sabía si ese cuerpo había sido tocado por alguien más ese día, pero lo haría suyo, aunque fuese a la fuerza, porque de una forma enfermizamente posesiva, no podía soportar la idea de perderlo.

 

Fue rápido. Pronto ya se encontraba solo en la cama, que de pronto le parecía tan grande como un terreno desolado, sin poder ver más allá de los limites de ella.

Déjame soñando en la cama,

Nos vemos justo aquí, otra vez, mañana,

Para la siguiente ronda.

Sus parpados le pesaban y su garganta dolía, ardía. Todo por dentro de él ardía, como si lo quemaran desde el interior; su garganta, sus ojos, su corazón, su orgullo y su casi nula autoestima.

No sabía cuántas horas habían pasado desde que el moreno lo había dejado en paz, y, seguramente, se había ido. Lo más probable es que al regresar, encontrara al menor en la misma posición que cuando lo vio la última vez.

Conserva esta escena en tu mente.

Mientras los moretones se vuelven amarillos,

La hinchazón baja.

Caminaba alrededor de la manzana, una y otra vez. No quería alejarse mucho del edificio. Le aterraba pensar que Ruki podría salir y quizás no volver jamás, aunque el menor nunca había hecho tal cosa. Con sus manos en sus bolsillos y una expresión vacía, ocultaba su rostro bajo los mechones de cabello negro que se pegaban a su frente por el sudor frío, con la mirada tras sus gafas oscuras.

Y si alguna vez estás por aquí,

En la cuidad o los suburbios

De este lugar,

Asegúrate de venir,

Estaré hundiéndome en mi tristeza,

Con el ceño fruncido

Como el payaso Pierrot.

-¿Reita?

-¡Ruki! ¿Cómo estás?...Espera…¿Dónde…?

-Ya estoy en casa…No te preocupes.

-Dile a Aoi que le partiré la cara en cuanto lo vea, nunca llamó para avisarme que habías llegado.

Dibujó en su rostro una mínima sonrisa, por alguna razón le causaba gracia la preocupación de su amigo.

-Lo lamento mucho…Por eso te llamo yo, y también para agradecerte que hayas salido a…

-No, no, está bien… -calló un momento, dudando- Ruki…¿Dónde estabas?¿Por qué te vas así?

No se sentía capaz de decepcionar a alguien más.

-Aoi exagera…

Se formó un silencio extraño, una complicidad, cómo si las mentiras fueran una confesión camuflada para ambos. Sintió que Reita ya no necesitaba más explicaciones.

-Nos vemos…Adiós.  

Dejó el teléfono en su lugar, en la pequeña mesita junto a la almohada de Aoi, y él también volvió al suyo, a su sitio en esa gran y solitaria cama. Se acurrucó mirando hacia el exterior por la ventana, cómo lentamente comenzaban a aparecer en el cielo los destellos del amanecer. Inevitablemente acudieron a su mente recuerdos dolorosamente alegres, desde el comienzo de esa relación hasta el enfermizo presente.

Cuando sueño…yo sueño…

Con tus labios.

Cuando sueño…yo sueño…

Con tus besos.

Cuando sueño…yo sueño…

 

Con tus puños…

 

Tus puños...

 

Notas finales:

Muchas gracias!


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