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Rich people por Lawlie

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Notas del fanfic:

Resumen: Uchiha Sasuke está acostumbrado a la buena vida y a un ritmo inquebrantable, guiado siempre por sus prejuicios ha logrado construir una reputación liderada por elementos superfluos. Sin embargo, su mundo perfecto y aquel ritmo al cual estuvo acostumbrado se verán afectados por alguien que busca más de lo que aparenta.


Entre ricos, jóvenes emprendedores, astucia, maña, mórbido sexo, drogas, dinero y prostitución se desarrollará una historia donde una decisión puede afectar el rumbo de vida de más de una persona.


.:.SasuNaru.:.


SaiGaara, NegiKiba, SaiNaru (leve)

Notas del capitulo:

Hola, me llamo Monica =)

Bueno, este es el primer fic que subo bajo el nombre de esta cuenta. También es la primera vez que trato con un trama similar, es todo un reto para mí ;)

Aquí les dejo el Prólogo y el primer capítulo, espero sea de su agrado.

Rich People

 

By: Lawlie

 

 

 

Prólogo

 

 

 

Un claxon, luna llena, un semáforo malogrado y una hilera de autos haciendo cola por llegar a su destino. En Tokio todas las noches son iguales. Olor a sexo desenfrenado, pandillas marcando territorio y jóvenes enamorados planeando un ardiente encuentro nocturno entre otras trivialidades.

 

En una esquina poco iluminada se hallaba parado un joven rubio de brillantes ojos azules. Llevaba puesto unos pantalones de cuero ceñidos al cuerpo,  unas botas negras y un chaleco negro con numerosos bolsillos. Paseaba la mirada azulina por todo el territorio, observando y tratando de escoger entre la penumbra a su próxima presa. Un destello azulino y una sonrisa carnívora se posó en sus delgados labios, la noche recién comenzaba para la gente de su índole.

 

 

 

Uchiha Sasuke, estudiante de preparatoria,  alumno número uno en su clase, deportista estrella, el galán de toda chica y el estereotipo de chico perfecto que todos quisieran igualar. Así era él, algo arrogante, presumido, perseverante, refinado y con un ojo especial para lograr ver lo que le gusta. Entre sus metas se hallaba el sueño escondido de superar a su hermano, tomar el mando de la empresa y expandir todo un legado de bastardos por el mundo. No lo malinterpreten, no le gustaba meterse con cualquiera; sólo con gente bien parecida y de buen estatus. No soportaba lo fácil, detestaba el vulgarismo, nunca usaba preservativos y creía que la prostitución era lo más denigrante que el ser humano podía cometer por un par de billetes.

 

Su cabello azabache con reflejos azulados contrastaban armoniosamente con su tez pálida y tersa a la vista, sus ojos carbón penetraba los corazones de muchas sin piedad, sus labios bien delineados eran el más exquisito manjar que la gente soñaba con probar y su cuerpo de modelo masculino parecía tallado por los mismos dioses. Todo un sex simbol, tan inalcanzable como indomable. Gustaba de compartir tórridas noche con múltiples amantes: hermosas chicas (y uno que otro chico) de familias prestigiosas dispuestas a compartir sus encantos con un hombre tan perfecto como solo él puede ser.

 

Contaba con un número reducido de amigos cercanos, no tenía novia y actualmente se preparaba para el concurso internacional de atletismo. A pesar de ser alguien de refinados modales, no sabía en sí como tratar a la gente. Su carácter era frío, distante y siempre trataba de marcar la diferencia entre sí y su acompañante. Eso lo sabían perfectamente sus únicos cuatro amigos: Hyuuga Negi, Sabaku no Gaara, Uchiha Sai y Nara Shikamaru. Cada uno con un futuro prometedor, herederos de grandes empresas de gran renombre mundial y con una reputación de mujeriegos digna de él.

 

 

 

Capítulo uno: Entre semejantes nos comprendemos.

 

 

 

Habían pasado ya las cuatro de la tarde y todos los alumnos de la preparatoria Tomoheda se dirigían aburridos a sus casas a continuar con los deberes del día. Todos los lunes eran lo mismo: aburridos y tediosos. La figura de un albino alto destacaba de entre la multitud de estudiantes, su porte de buen mozo destilaba elegancia; sin embargo, sus palabras y la situación desencajaban con la imagen que se presentaba.

 

-          Ya te lo he dicho, Sakura. Lo que pasó esa noche no se volverá a repetir. – Dijo inmutable mientras rebuscaba con cuidado en su morral.

 

-          ¡¿Por qué?! ¡Yo sé que si tan solo me dieras una oportunidad…! – Exclamaba frustrada una chica de baja estatura y de cabellos teñidos de rosa chicle.

 

-          Tú sabes muy bien la respuesta: nunca repito una sesión de sexo con nadie.- Respondía tranquilo mientras sacaba con algo de dificultad el celular de su morral. – Disculpe – Le dijo a un transeúnte que chocó con él al pasar apurado por su lado. – Ahora si me disculpas tengo cosas que hacer. – Y trató de irse, pero una mano se aferró a su brazo derecho.

 

-          Por favor Sasuke,  solo lo diré una vez más: ¿Quieres salir conmigo? – Preguntó mientras seductora daba un paso al frente y con su otro brazo lo atraía más hacia sí.

 

-          Haruno, creo que no entiendes tu posición. – Dijo mientras se deshacía con elegancia del agarre del cual era preso. – No hay razón para salir, solo eres una más del montón. – Y con esas palabras soltadas se alejó de ella.

 

Una vez se hubo alejado de su pequeña molestia entró en un pequeño café cuyo nombre no se molestó en averiguar. Se sentó en una pequeña mesa apartada que justo daba para el gran ventanal y observó su reloj con detalles de oro: 4:45 p.m. Frunció el ceño ligeramente, se le hacía tarde. Sacó de nueva cuenta su celular y comenzó a rebuscar entre sus contactos el número de su mayordomo.

 

-          Buenas tardes, ¿qué va a pedir? – Un joven mesero de cabellos rubios rebeldes y ojos azul zafiro se acercó a su mesa.

 

-          Un café, por favor – Respondió Sasuke sin alzar la vista del celular.

 

-          Enseguida se lo traigo – Y dicho esto el joven mesero se retiró.

 

-          ¿Kakashi? – Preguntó el moreno al sentir que contestaban al otro lado de la línea. – Necesito que vengas, estoy en el café frente a la preparatoria… Gracias, te veo en quince minutos. – Y colgó.

 

-          Aquí está su café, señor.- Dijo el mismo mesero mientras depositaba sobre la pequeña mesa una taza de café y a su lado una cucharilla plateada envuelta en una servilleta. – Si necesita algo más, solo pídalo. Con permiso. – Y sin más se retiró.

 

Sasuke se quedó mirando distraídamente al mesero rubio y sonrió para sí mismo. Ahora que lo pensaba bien, ya hace un par de noches que no se divertía. Consideró que tal vez sería buena idea asistir a esa fiesta que su primo y amigo Sai estaba organizando esa noche. Echó un par de cucharadas de azúcar a su café humeante, removió un poco y dio un ligero sorbo.

 

La gente al otro lado del ventanal pasaba sumida en sus problemas, cada quien en su propio mundo. Una que otra pareja de enamorados, varios ejecutivos en traje y por lo demás gente joven que regresaba de un arduo día de trabajo. Por un momento Sasuke pensó en sentir envidia, tal  vez todo sería más fácil si fuese alguien normal. Ante ese pensamiento sacudió su cabeza, tratando así de deshacerse de la vaga y mediocre idea. No se echaría para atrás, ya había avanzado bastante como para echarlo a perder. Lo tenía decidido: terminaría la preparatoria, iría a Inglaterra a estudiar leyes en la misma universidad en la que estudió su hermano, se graduaría con honores y se haría cargo de la empresa. Demostraría que él, a pesar de no ser el grandioso Uchiha Itachi, podía hacer frente tan bien-hasta incluso mejor- como lo hubiera hecho su hermano mayor de no haber escogido una vida tan libertina como la que llevaba ahora.

 

-          Sasuke- Un hombre de cabellos platinados irrumpió en sus pensamientos, llevaba puesto ropa holgada y una bufanda cubría la mitad de su rostro.

 

-          Es bueno saber que ya llegaste, Kakashi. – Sonrió Sasuke. –Ahora, por favor, necesito que me lleves a la casa de Gaara. – Dijo mientras dejaba el dinero del café más una generosa propina al lado de la taza medio llena.

 

-          Muy bien, la limosina está aparcada al frente. Vamos – Y dicho esto ambos se retiraron del café.

 

 

 

La mansión perteneciente a la familia de Sabaku no Gaara poseía un estilo árabe muy propio de sus habitantes. La propiedad cubría casi una manzana entera, y sus terrenos eran predominantemente áreas verdes. Era cuidadosamente vigilada por la policía local gracias a un pequeño tributo mensual, aparte de eso contaba con la tecnología más avanzada en seguridad para vigilar cada muro que rodeaba la ostentosa propiedad. Sasuke más de una vez se preguntó qué era lo que la familia Sabaku no protegía con tanto recelo; pues estaba más que claro para él que todo bien que yacía ahí dentro era de poco valor a comparación de lo que guardaban en sus múltiples bóvedas ubicadas por el resto del mundo.

 

La limosina negra que habitualmente se ocupaba de transportar al heredero más joven de la familia Uchiha se estacionó frente a los altos muros de la mansión Sabaku no. El joven Uchiha Sasuke de 17 años de edad se bajó y con paso majestuoso se dirigió a la puerta de entrada.

 

-          Buenas noches ¿Puedo ayudarlo en algo? – Preguntó la voz desconocida de un guardia detrás de la ventanilla polarizada de la caseta.

 

-          Sí, podría avisarle a Sabaku no Gaara que Uchiha Sasuke ha llegado. – Dijo mientras se recargaba en la pared más cercana.

 

-          Aguarde un segundo señor.

 

No había pasado ni siquiera medio minuto cuando las grandes puertas se abrieron delante de un acostumbrado Sasuke a la rígida vigilancia que siempre se reservaba en esa familia. Y con paso lento, pero certero, se dirigió a su punto de encuentro: el cuarto de estudio de Gaara. Se paseó por los conocidos pasillos ignorando todo a su paso, desde las múltiples pinturas de reconocidos pintores japoneses, hasta una que otra estatuilla de estilo gótico. Una vez hubo encontrado el par de puertas de caoba con decorados de oro, tocó suavemente y aguardó la respuesta de su anfitrión.

 

-          Pasa- Dijo una varonil voz desde adentro.

 

Un pelirrojo de piel blanca y ojos aguamarina se hallaba sentado en un cómodo sillón de cuero negro, un libro de la segunda guerra mundial se hallaba abierto sobre sus piernas y unas gafas de aspecto frágil descansaban sobre el. Sus ojos, remarcados con delineador negro, se posaron en la persona que ingresaba y que-con toda la confianza del mundo- se sentaba al frente suyo sin más.

 

-          ¿Y los demás? – Preguntó Sasuke mientras observaba aburrido las columnas de libros que yacían en el suelo.

 

-          Supongo que no tardan en llegar.- Dijo poniéndose las gafas a la par que retomaba su lectura.

 

-          El nuevo vigilante me cae mejor que el anterior – Expresó aburrido el de cabellos azabaches mientras jugaba con un mechón de su cabello.

 

-          No se quedará por más de una semana aquí. – Comentó sin prestar realmente atención.

 

-          Lo sé.

 

Una de las medidas drásticas de vigilancia era justo aquella, la familia de Gaara se tomaba el lujo de cambiar a su personal de vigilancia cada semana. De tal manera que aquel que trabajaba para ellos tenía menos oportunidades de hacer algo que la familia de estilo árabe considerase peligroso.

 

 

 

Bastaron quince minutos más para que los cinco chicos con mayor fama de mujeriegos se hallaran reunidos en la sala de estudios del más sensato entre ellos. Cada quien ocupaba un sillón personal, intercambiando ideas y Sai-el de cabellos cortos color negro, de piel pálida y ojos inexpresivos- haciendo uno que otro comentario fuera de lugar.

 

- Entonces… ¿Puedo contar con esos papeles para el próximo mes?- Preguntó Sasuke a Negi.

 

-Sí, el abogado del que te hablé ha trabajado innumerables veces para mi familia y siempre ha sabido desenvolverse en ese aspecto. – Contestó el susodicho, un chico de piel blanquecina, largo cabello castaño y ojos color perla.

 

-Es bueno saber eso – Comentó el de cabellos azabaches fijando su vista color noche en la fogata.

 

- Pero de nada te sirve tener esos papeles, por lo menos hasta que cumplas la mayoría de edad. – Observó Shikamaru, un joven de piel morena, cabellos castaños atados en una alta coleta y ojos negros.

 

- Lo sé, pero tú sabes cómo me gusta anticiparme. Ya no veo la hora en que mi padre vea todo lo que pude hacer en tan poco tiempo… Será un golpe duro para él. – Contestó.

 

- Bueno, cambiando de tema… ¿Asistirán a mi fiesta esta noche? – Preguntó un animado Sai que ya no esperaba la hora de que la diversión comenzara.

 

- Yo no, tengo cosas más importantes que hacer que perder mi tiempo en un burdel barato. – Respondió Gaara que a pesar de ser del tipo mujeriego, prefería muchas veces abstenerse.

 

- ¡Oh, por favor! ¡Apuesto que no has follado desde esa vez que esa rubia te pilló tomado! – Exclamó Sai en tono juguetón y sugerente. – Si quieres yo puedo ayudarte en ese tema. – Se acercó con aire seductor y bromista a la butaca del pelirrojo, quien simplemente se limitó a alejarlo de una patada.

 

- No estoy de bromas, Sai – Amenazó el de orbes aguamarinas.

 

- Puff…  que ánimos los tuyos… - Se quejó incorporándose de su penosa caída. – ¿Y ustedes? –Preguntó girándose a observar a sus otros amigos.

 

- Yo sí voy, necesito un par de tragos para bajar el estrés y un par de buenas tetas no me caerían mal. – Contestó Negi con gesto aburrido.

 

- Yo también voy, hoy hay una reunión de negocios en mi casa y me parece muy problemático tener que estar ahí tan cerca. – Contestó Shikamaru.

 

- Perfecto… ¿Y tú, Sasuke? – Preguntó más animado Sai, posando sobre sus pálidos labios una sonrisa falsa.

 

- Sí. No tengo nada mejor que hacer. – Contestó escueto mientras comenzaba a planear su próximo paso.

 

- ¡Muy bien, así me gusta, hoy nos divertiremos a lo grande! – Exclamó feliz el anfitrión, quien luego se giró para quedar frente a su amigo el pelirrojo. – No olvides Gaa-chan que si te animas las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti… al igual que las de mi habitación. – Comentó coqueto arrebatándole al menor del grupo su libro.

 

- Sai, solo lo pediré una vez: Devuélveme mi libro – Ordenó el pelirrojo ignorando la anterior sugerencia.

 

- Y si no lo hago qué… - Lo retó Sai. Sus otros amigos suspiraron, siempre era lo mismo.

 

-… -

 

 

 

Los cuatro amigos se dirigían a la casa de Sai en la limosina del mismo. Habían llevado una muda de ropa más informal y atrevida para la ocasión. Entre ellos se miraban mientras silenciosamente planeaban su jugada de esa noche, les gustaba probar cosas nuevas. Sasuke sacó su celular al sentirlo vibrar y se fijó que un número desconocido le había mandado un mensaje de texto:

 

Te veré esta noche. No escaparás.

 

Se extrañó ante el mensaje recibido, se fijó una vez más y no pudo encontrar alguna señal que le pudiera indicar el remitente de dicho mensaje. Se le pasó por la cabeza, como una vaga idea, que era una de sus muchas conquistas, que a fin de repetir una sesión de sexo se hacía pasar por incógnita; pero tuvo que descartar esa idea, pues él nunca daba su número. Tal vez habían hallado el modo de conseguirlo.

 

-          ¿Mandándole mensajes a tu nueva novia? – Preguntó curioso Sai al ver la divertida expresión de desconcierto de su primo.

 

-          Calla idiota, es solo otra loca obsesionada. – Dijo mientras esbozaba una sonrisa y borraba el mensaje.

 

-          Jum, sí, el grandioso Uchiha Sasuke no está al alcance de nadie. – Comentó su primo posando una sonrisa falsa sobre sus labios.

 

-          Yo que tú me preocupo por borrar ese moretón en rostro, no creo que puedas conseguir diversión esta noche  con una marca tan fea como esa. – Picó el mayor Uchiha, refiriéndose al golpe que le había hecho Gaara minutos antes de abandonar su casa.

 

-          Maldición… Gaara no tenía que ser tan brusco, sólo era un juego… - Se lamentó Sai mientras se fijaba por el espejo del ostentoso automóvil y trataba de que bajara la hinchazón.

 

-          Sabes que no le gusta que te metas con sus cosas. – Alegó Negi viendo los inútiles intentos del paliducho chico por disimular el moretón, que ahora tenía un color medio verduzco.

 

-          Nah, ustedes son bien problemáticos; tal vez hubiese sido mejor que me quedara en mi casa. – Dijo Shikamaru posando su cabeza sobre el respaldo del asiento en gesto aburrido.

 

El resto del viaje se la pasaron en silencio, cada quien sumergidos en sus propias ideas. La noche por las calles parecía tranquila. Muy diferente a lo que se daba dentro de la mansión de Uchiha Sai; la fiesta ya había empezado, la música sonaba estridente, las luces especiales ya habían sido encendidas y la gente ya estaba en la pista de baile, que casualmente resultaba ser la gran sala que sus padres usaban para reprenderle-una vez al año- su falta de madurez y su indisciplina.

 

El grupo de chicos más cotizados de toda la preparatoria Tomeheda había hecho por fin acto de presencia. Ingresaron entre la muchedumbre de adolescentes alocados, un aire a alcohol y de sexo ya comenzaba a percibirse por el amplio salón. Se dirigieron en silencio a la mesa que siempre usaban para las alocadas fiestas de Sai y sin más se sentaron a beber lo que un grupo de chicas voluptuosas les trajeron entre risitas coquetas.

 

Bebieron en silencio inspeccionando cada uno el ambiente, no necesitaron palabras para comprender que a partir de ahora-como siempre lo han hecho- seguiría cada uno su camino. Sai fue el primero en levantarse, al parecer una chica pelirroja que iba en su clase de arte le había hecho un guiño provocador. Le siguió Negi, que al ver como una morena bailaba sola sensualmente en la pista de baile, decidió que necesitaba compañía. Sasuke se quedó sentado con Shikamaru, tomándose su tiempo para escoger cuál de las bellas señoritas que le pasaban la voz con uno que otro piropo fuera la siguiente en revolcarse con él.

 

-          ¿Quién es ella? – Preguntó de repente a un distraído Shikamaru que se entretenía besando a una rubia bien proporcionada.

 

-          ¿Mm?... ¡Oh! Ella es Natalie Sproud, es alumna de intercambio. Su padre es dueño de una línea de supermercados muy famosa… - Comentó antes de perderse nuevamente en la boca de la rubia.

 

-          Interesante. – Dijo mientras terminaba su trago y se paraba para dirigirse a Natalie.

 

Natalie Sproud era alta, delgada con una retaguardia que  compensaba su carencia de pechos, lindo rostro y cabello ondulado, largo y castaño; justamente su tipo de chica. Caminó directamente hacia ella ignorando un par de ojos claros que no lo perdían de vista desde que entró a la gran mansión. Las luces centelleaban, la música alta lo aturdía, pero eso no bastó para que sus ojos negros captaran por una milésima de segundo un destello dorado y una esbelta figura que yacía sentada solitaria en el bar del salón apenas a unos metros de Natalie. Sonrió de nueva cuenta y redirigió su camino hacia el bar.

 

El joven que yacía sentado ahora a su lado era un rubio de piel tostada, ojos azul zafiro, con unas raras marquitas al lado de sus mejillas que le daban un aire provocador, delgado-tal vez un poco frágil-, un poco más bajo que él y su sonrisa traviesa rápidamente lo cautivó. Nunca lo había visto en la preparatoria más su rostro se le hacía vagamente familiar, pero no era algo de lo cual asombrarse, no solía fijarse en la gente que lo rodea a diario; sin embargo, contaba con la idea de que Sai solo invitaba a gente de su mismo entorno social. Por lo cual supuso que aquel joven de extraordinaria y encantadora belleza solo era un niño rico más extraviado entre tanta gente.

 

-          Hola. – Saludó con aires seductores, esperando que con solo una mirada ya tuviera al rubio rogando por él.

 

-          … - El rubio lo miró desinteresado y no pareció inmutarse por su presencia, por lo cual decidió centrar su vista a la pista de baile.

 

-          Soy Uchiha Sasuke – Se presentó, al pensar que tal vez el niñato no sabía quién era él.

 

-          Disculpa, pero no captas la indirecta ¿Verdad? – Dijo este mismo al ver que Sasuke seguía con sus planes de conquista. – No quiero nada con un niñato mimado como tú.

 

Sus palabras, aunque simples, calaron en lo hondo de su orgullo e hicieron hueco en su ego. Nadie, jamás, lo había rechazado de una manera tan simple como aquella. A él siempre le tocaba decir aquellas palabras. Pero lejos de resignarse, sonrió divertido, disfrutaba de los retos. Sería entretenido ver cómo, luego de esa imagen imperturbable del rubio, gemía descontrolado bajo sus sábanas y mordiendo una almohada.

 

-          ¿Qué te hace pensar que yo quiero algo contigo? – Preguntó esbozando una sonrisa de superioridad, acercándose de paso un poco más.

 

-          No te gastes, ya he pasado por esto millones de veces. – Dijo divertido ahora centrando su mirada azulina en su mirada de color carbón. – Y créeme, no siempre funciona.

 

-          Ja, ja, eres divertido, me agradas. – Dijo tratando de no estrangular al mocoso que hace un par de minutos había osado llamarlo niñato mimado. –Y para tu información dudo que estés en la condición de llamarme niñato mimado.

 

-          Cómo sea, solo vine para ver a una persona, ahora que ya le he visto no tengo nada más que hacer aquí. – Respondió tranquilo a lo que se levantaba y dejaba en el bar el vaso del cual hace un rato estaba bebiendo. – Nos vemos… Sasuke. – Se despidió esbozando una sonrisa que el Uchiha no supo si catalogar como coqueta o divertida, aunque cualquiera de las dos estaba bien para él.

 

Una vez hubo visto como el rubio desaparecía entre la muchedumbre se paró y esbozando una sonrisa él también se dirigió hacia Natalie. La noche aún era joven y a pesar de que el rubio en verdad le había atraído, no por eso iba a desperdiciar una buena sesión de sexo anti-estresante.

Notas finales:

Espero realmente que haya sido de su agrado, cualquier comentario será siempre bien recibido.

Ojalá que pueda subir el siguiente capítulo en lo que va esta semana, pues mis vacaciones solo durarán hasta abril T^T!!

Bueno, muchas gracias por darle una oportunidad a mi historia. Nos leemos pronto ;)


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