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Una Enfermera Para Reita por Amnessia

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Notas del capitulo:

Nuevo fanfic XD no me maten

Había una cosa, solo una cosa de la que Reita estaba realmente asustado y esa era, estar enfermo. Claro que a nadie le agrada caer en cama, una semana… quizás dos, en fin, el miedo de Reita no era considerado ‘normal’, de hecho, era tan desmesuradamente grande que a la mas mínima mención de ‘gripe’ o aparición de algún síntoma extraño, como una tos o un simple estornudo Reita corría al médico. Se ocultaba debajo de sus gafas negras y corría al medico. Lo que pasaba dentro de aquel consultorio, era la típica historia que se repetía siempre y cuando Reita creyera que su vida peligraba y vaya que era conocido en ese centro asistencial.

 

A veces podía llegar a las tres de la mañana, su mirada lo decía todo, pupilas dilatadas, ojos horriblemente ojerosos, sudor y el típico temblequeo del labio inferior que le indicaba a la recepcionista de turno que el paciente estaba al borde de la locura. A veces también podía aparecerse por la tarde, después de los ensayos claro, empujaba a cualquier persona en su camino y solía gritar cosas como ¡ayúdenme tengo taquicardia!, como de costumbre eran varias y no una, las personas que se le quedaban mirando como preguntándose ¿por qué no lo internan en un psiquiátrico?, otras personas a veces murmuraban cosas como ¿no es el bajista de…? y unas, muy pocas, pero algunas se le acercaban pidiéndole un autógrafo y apuntando la camarita del móvil a su perturbada cara.

 

Si, Reita tenía un historial dentro de aquel centro asistencial, era tan conocido que no era necesario pedirle que llene la fichita de siempre. No, el era casi un interno, de hecho, pensar en eso, lo hizo darse cuenta de que desgraciado era. Pero lo más importante de todo acá, no son los miedos irracionales de Reita, no porque eso es algo con lo que ha tenido que vivir toda su vida, sino, el esconderlo de los demás. Claro que el no podía mostrarse como una persona débil y hasta necesitada del cuidado ajeno, no, eso acabaría rotundamente con su imagen de ‘rudo, macho y… ¿rudo?’, ajá. Reita tenía un secreto grande, y nadie podía descubrirlo. De lo contrario… el rubio se llevo una mano al pecho e inhaló profundamente del aire contaminado de la capital nipona, exacto… nadie podría descubrirlo.

 

Pero la vida le jugo una mala pasada, Reita entro al edificio de la compañía ese día soleado y caluroso del mes de noviembre con tos y esa tos a medida que la tarde avanzaba se transformo en estornudos, lo que consecuentemente derivo en que el rubio tuviera que pedir pañuelitos descartables que igualo la ecuación a que el baterista tuviera que finalizar el ensayo porque ¡Achu! era todo lo que podían escuchar y obviamente, Reita entro en pánico una vez mas y una vez mas, no lo demostró. Apenas puso un pie dentro de su coche último modelo, recién comprado hacia pocos meses, los estornudos resonaron como tambores en su cabeza. Reita estaba seguro de empezar a llorar como un niño perdido en el supermercado si no llegaba al hospital rápido y como Dios no estaba de su lado, sintió como alguien golpeteaba la ventanilla del auto desde el otro lado.

 

— ¡Akira! ¿me abres por favor? — Su cabeza giro mecánicamente hacia el vidrio polarizado, ver a Ruki del otro lado no lo hizo sentirse mejor, ni mas tranquilo, ni seguro… sino, ¡todo lo contario!. El castaño le hacia un extraño gesto con la mano, como si quisiera que bajara el vidrio para poder hablarle cosa que, Reita hizo con una mano sobre el volante y la otra sobre el embriague. — Estoy apurado… ¿necesitas algo? — pregunto tratando de sonar lo mas amablemente posible que podía, teniendo en cuanto que estaba en pleno ataque de locura. — Bueno te iba a pedir ¿si me podías llevar?, deje a Koron en casa, debe de haber destruido mis cojines — Ruki dijo sonriendo tontamente, a ver si entendemos esto como la cabeza aturdida de Reita lo entendió, Ruki le estaba pidiendo un aventón, ¿cuando su salud estaba arruinada? y peor aun, sin saber lo que tenia. — Sube — le dijo abriendo la puerta del co-piloto.

 

Reita tenía un plan. Claro que lo tenía, hay situaciones de la vida en las que uno debe tener un plan y esta era una de ellas. El plan fantástico de Reita era el siguiente, acelerar por la autovía congestionada de autos a esa hora de la tarde, dejar a Ruki en la puerta de su casa, decirle que no podía entrar antipáticamente, después de todo… ¡O sea!, su vida corre peligro, para finalmente estacionar el coche sobre la vereda en el hospital y entrar corriendo gritando para que alguien lo atienda. Aaah si, era perfecto. Era tan perfecto que no podía fallar a no se porque Reita empezó a rociar el tablero del coche con sus gérmenes y sus estornudos no estaban en vías de parar, — Akira, ¿estas enfermo? — Ruki pregunto acomodando su bolso negro sobre sus piernas, — ¿por qué, me ves muy mal? — el rubio dijo mirando al castaño desesperadamente, tal y como hubiera hecho si alguien le hubiera dicho que tenia que internarse.

 

Ruki lo miro desconcertadamente, no muchas veces en la vida uno tiene la oportunidad de ver a Reita en ese estado tan ‘asustado’. Por lo que, Ruki pensó que una oportunidad como esta no estaba buena dejarla pasar, — Bueno, mal no pero te ves un poco fatigado y sudoroso… quizás tengas gripe o algo mas fuerte — dijo haciendo un gran esfuerzo por no reír ante la mirada de total preocupación de Reita que ahora, estaba seguro de llorar. El rubio acerco su rostro al espejo retrovisor del auto y miro su reflejo deplorable en el vidrio empañado. — Tienes razón… — dijo apagadamente. Ruki tenía razón, su enfermedad era grave, tan grave que la lengua la tenia blanca y su rostro brilloso a causa del sudor que caía de su frente. Acelero el auto tanto que Ruki tuvo que colocarse el cinto de seguridad, pero a Reita no le importaba ahora tener un accidente de trafico, nah, eso no era tan importante como llegar al hospital y tenia que llegar ¡ya!.

 

— ¡Akira baja la velocidad! ¿¡a dónde vamos!? — Ruki le pregunto aferrandose con fuerza del cinto de seguridad, Reita serpenteaba los coches como en una película de acción y eso lo que menos le daba era seguridad al castaño. — Al hospital — y eso fue lo último que dijo hasta que se vio en la sala de espera del centro asistencial con Ruki a su lado. El castaño se cruzo de piernas y tomo una revista de chimentos vieja de la mesita baja, aun no sabia como había terminado en un hospital esa tarde  y realmente no quería saberlo. Reita parecía estar pasando por uno de sus peores momentos y Ruki podía estar ayudando a su compañero de banda, a su amigo, a su… pero no, en todo lo que su mente podía pensar ahora mismo, era en como matar al rubio. Para la hora en la que volviera a su casa, Koron habría destruido sus cojines.

 

Suzuki, por favor pase al consultorio la voz femenina del parlante aligero los latidos de su corazón, con una expresión digna de alguien que va al matadero Reita se levanto y se quedo ahí, de pie. — ¿Akira? el doctor te esta esperando — Ruki dijo, despegando su mirada de la revista. Reita giro sobre sus pies lentamente, como si lo que fuera a decir estuviera por destruir su orgullo de cualquier manera — ¿Vienes? — susurro con la esperanza de que Ruki no se riera de él. Pero lo que le respondió termino con su moral, — ¿Disculpa, quieres que entre contigo? — Ruki lo miro incrédulo, mas que incrédulo pretendía no reírse en frente al rubio, el gran Akira Suzuki le estaba pidiendo que entre con él al consultorio. Ah momentos como estos, hay que fotografiarlos.  — ¿Por favor? — Reita pregunto evitando mirar a Ruki directamente, ¿hasta cuando lo iba a humillar?.

 

Una vez dentro del consultorio, Ruki prefirió sentarse en la silla en frente del escritorio del doctor, como haría una buena madre mientras Reita se quitaba su remera y se sentaba sobre la camilla cubierta de cierto papel verdoso. — De esto, ni una palabra a Uruha — dijo temblando como si estuviera por salir corriendo, Ruki apretó los labios fuertemente para no reír. Nunca se imagino que Reita le tuviera terror a las enfermedades y más aun, a un resfriado. Pero el resfriado de Reita resulto ser algo mas serio, una gripe, una gripe que lo retendría en su casa por tres días bajo prescripción medica y lo peor aun no había sido dicho hasta que el doctor estrecho la mano de Ruki. — Seria bueno, Sr. Matsumoto que usted cuidara de Suzuki mientras esta convaleciente, que tengan buenas tardes —.

 

Ruki pudo estrangular al médico y también pudo estrangular a Akira pero en su lugar, se vio cocinando sopa en un cacerola con fuego medio alto en la cocina del apartamento de Reita esa noche y el bajista en su dormitorio quejándose al mejor estilo ¡Voy a morir!, ¿Por qué a mi?, ¡Ruki arrópame!, me siento tan mal… sin dudas, seria una noche complicada para Ruki.  

Notas finales:

¿Y qué tal? XD Nos vemos. 


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