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Five. por sariali

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Notas del fanfic:

Yo!!!

 

    Hola de nuevo a todos. Lamento esta larga ausencia de la página, pero la verdad me entró un golpe de moralidad y me alejé de la escritura...

 

   Y bueno... Ademas pasó lo que finalmente debía de pasar: Mis padres me atraparon escribiendo... Si, fue horrible y me recortaron el dinero muy fuerte. Sólo me dan cinco pesos diarios y tengo que ir y venir caminando de la escuela...

 

   ¡QUE HORROR!

 

   Pero bueno, ya estoy aquí, aunque ahora seré mucho más lenta para subir. 

  En fin, ahora sí, al fic: Este fic se me ocurrió mirando una imagen por allí... jeje.

   Disfruten de una linda orgía de NarutoX Naruto.

    Y por cierto, lamento si es algo dificil de entender, pero hice lo mejor que pude para esclarecer todo.

 

 

    NO LO OLVIDEN!: NARUTO Y TODOS SUS AMIGOS SON PROIEDAD DEL GRAN MASASHI KISHIMOTO, NO ME PERTENECEN (Que haría yo si fueran mios!) Y HAGO ESTO SIN FINES DE LUCRO NI NADA PARECIDO.

Notas del capitulo:

En fin, espero lo disfruten. Seguiré por aquí pero de manera más espaciada. MIL DISCULPAS A TODOS MIS QUERIDOS LECTORES.

 

   DEJEN REVIEWS, por favor... recuerden que cada que leen sin comentar la capa de ozono se reduce medio milimetro (jeje)

 

 Ahora sí, a leer. Si encuentran algun problema con la redacción diganme y la corrijo de inmediato.

 

 SALUDOS!

 

 

 

 

 

          !Demonios! ¿Qué se creía aquel bastardo para dejarlo así? ¡¿Quién demonios se creía Sasuke para dejarlo solo durante toda una semana?! Releyó por cuarta vez consecutiva la nota que el chico de cabello negro le había dejado en la puerta del refrigerador:

 

“Dobe — ¡Incluso en una nota, el bastardo se atrevía a llamarlo así! — Tengo que hacer unos pequeños encargos en algún lugar que no es de tu incumbencia. Te veré  dentro de cinco días. Sasuke.”

 

   Y además de dejarlo solo sin ninguna explicación, Sasuke se atrevía a dejar una nota de despedida de lo más grosera. ¿Cómo sino podía decírsele a una nota en la que le decía que no le incumbía lo que tenía que hacer? La ira que sentía contra él en esos momentos era inmensa, se sentía molesto, irritado, cabreado, encabritado, exasperado y cualquier otra palabra que significara enojado… Pero…  Pero también sentía un atisbo de tristeza.

 

   Sasuke y él vivían juntos desde que éste había vuelto a la aldea apenas seis meses atrás. Seis largos  y maravillosos meses, en los que él no había sentido más que alegría por haber, finalmente, conseguido que su mejor amigo regresara. Habían peleado, de nuevo, y el rubio había hecho todo lo posible para hacer que su compañero entrara en razón… Y de alguna forma lo había conseguido. Y tras eso, el resto había sido de lo más fácil… entre comillas, desde luego, pues el Uchiha había perdido toda la confianza de todos los otros shinobi de la aldea y estos lo miraban de la misma forma en la que hasta hacía poco, lo miraban a él. Era como si los papeles hubieran cambiado radicalmente: Ahora él era el héroe de la aldea, querido por todos los adultos e idolatrado por todos los chicos; mientras que Sasuke Uchiha, el antiguamente respetado, adulado y venerado heredero del poderoso Doujutsu Sharingan había caído en desgracia total: Todos los adultos y Shinobis (Tanto gennin como ANBU), lo despreciaban y odiaban, lo miraban con odio y resentimiento, lo miraban  como si pudieran fulminarlo con la mirada y así purgar todos los crímenes que había realizado, por no mencionar los múltiples insultos y agresiones a los que era sometido por todos. La abuela Tsunade había sellado permanentemente el Sharingan del muchacho, con lo que el clan Uchiha se extinguía para siempre y lo habían confinado a una solitaria celda  durante casi dos meses, mientras él, Uzumaki  Naruto, abogaba por su liberación. Tras lograrlo, el azabache había sido puesto bajo su cuidado y ahora él sería el responsable de todos los actos del ex-shinobi. Si, EX-shinobi pues por decisión unánime del concejo se le había despojado del rango ninja y  nunca podría volver a hacer misiones, o realizar siquiera algún jutsu, jamás. Al principio Sasuke toleraba muy bien las miradas y los comentarios de odio, pero finalmente terminaron por hacerlo sentirse mal. Pero él había estado allí para apoyarlo, diciéndole que no se preocupara, que él sabía lo que se sentía que todos te miraran y te hablaran con odio, y luego le había dicho que siempre estaría allí para él…

 

    Pero al parecer aquel compromiso no había sido mutuo.

 

   Naruto miró el calendario al lado del refrigerador, sobre el fregadero atestado de platos y vasos usados en la última semana. Un claro círculo rojo marcaba un día en especial. El número 10, el 10 de Octubre… Su cumpleaños. Y justamente ése día, en el que Sasuke se había ido, era el 10 de Octubre.

 

   — Maldito bastardo. — Dijo con ira, girando la cabeza para dejar de ver el calendario, como si este fuera el responsable de que se sintiera tan triste. — Prometiste estar conmigo todo el día de hoy.

 

   Naruto caminó despacio hasta su cuarto. Se sentía demasiado deprimido como para salir, así que pasaría su cumpleaños solo, como siempre. Iba semidesnudo, solamente con un delgado bóxer blanco  puesto y que se le ajustaba a la perfección a su cuerpo, por lo que no había nada que dejar a la imaginación. Se sentó sobre su cama, que ahora era matrimonial para poder compartir con Sasuke. No les molestaba dormir juntos, de hecho les gustaba… Y es que ya ambos se habían dado cuenta de que se atraían mutuamente, y aunque lo sabían, ambos eran demasiado orgullosos como para admitirlo frente al otro. Y Naruto se había puesto una regla al enterarse de que ambos se gustaban: No dejar que el moreno le hiciera nada hasta que primero se le declarara. Así que hasta ahora nada había pasado entre ellos, ni una caricia, ni un beso, y por tanto mucho menos “eso” que por cierto, Naruto se pasaba fantaseando.

 

   El rubio se recostó en la cama, dejando que la tenue luz que se colaba por entre las cortinas y se acarició con suavidad su entrepierna por encima de los bóxers. Quizás no lo pareciera, pero a él le gustaba mucho acariciarse él mismo.  No podían recriminarle nada, pues era una buena solución para cuando se encontraba triste, solo y/o deprimido.  Y ahora necesitaba aislar su mente un rato… Después de todo… ¿Quién no estaría deprimido si la persona a la que más amas en el mundo te deja solo el día de tu cumpleaños?

 

   Introdujo su fina mano dentro de la tela de sus calzoncillos y sujeto con firmeza su flácido miembro, que no tardaría en alzarse bajo sus cuidados. Se sentía un poco avergonzado: ¿Quién había escuchado de alguien que se masturbara por estar triste? Además… Hacer eso lo remitía a sus viejos días de joven adolescente; a los días en que se la pasaba solo… Totalmente solo.

 

    Pero desde que se había vuelto un ninja, nunca había vuelto a estar solo: Tenía a sus amigos y amigas, tenía a su sensei, y ahora tenía a Sasuke. Y además… Además se tenía a sí mismo. Cierto… ¡Muy cierto! Él era Naruto Uzumaki, el héroe de Konohagakure, el que venció al líder de la aldea de la lluvia y consiguió la paz con ésta, el que detuvo las ambiciones de la banda de mercenarios más poderosa del mundo Shinobi… Y sobre todo, el que había logrado el reconocimiento de todos por el hecho de usar una de las técnicas más básicas del mudo de maneras casi infinitas: La técnica de los Clones de Sombra. Una técnica de rango Jounnin con la que él podía materializar otro cuerpo sólido idéntico al suyo. Y podía crear más de uno…

 

   “Más de uno”. Esa idea se implantó en su mente. Era cierto: Él ya no tenía que estar solo. Ni siquiera tenía que quedarse allí y pasar un aburrido rato de autocomplacencia él solo… Se sonrojó al pensar en lo que estaba por hacer.  Pero valía la pena. Era su cumpleaños después de todo. Y además… sería su propio cuerpo.

 

   Se levantó de la cama en la que estaba y lentamente llevó sus manos hasta que quedaron frente a él; hizo el sello con ambas manos: Una pequeña cruz con sus dedos índice y medio de cada mano; acumuló lentamente el chakra que necesitaría… no sería mucho, sólo materializaría otros cinco para que le hicieran compañía. Y así, el rubio prosiguió a crear a los que serían sus acompañantes por el resto de la mañana.

 

   — Aquí voy: Kage bunshin no Juutsu.

 

   De inmediato se escucharon cinco pequeñas detonaciones, seguidas de cinco pequeñas esferas de humo que aparecieron frente a él. Cuando éstas se disiparon, el rubio tuvo frente a sí una vista que cualquiera mataría por ver: Era él, cinco Narutos de pie, semidesnudos y con una radiante sonrisa en los labios. Uno tenía la mano sobre la cadera, otro las apoyaba tras la nuca, un tercero las tenía cruzadas frente a su pecho, el cuarto  estaba en posición de firmes y el quinto se estiraba para desperezarse. Una visión de lo más erotizada.

 

   — Bueno, ya estamos todos reunidos. — Dijo uno de los Narutos recién aparecidos. Lo mejor de todo era que el rubio no tenía que explicarles lo que quería hacer pues ellos ya lo sabían, ya que los había creado con esa idea en su mente. El original asintió y dijo a su vez:

 

   — Sí, gracias por aparecer. — Les dijo, como si hubiera olvidado que él los había llamado.

 

   — No hay problema, Maestro. — Le respondieron todos al unísono. — Después de todo nosotros somos usted. (Y tras eso, los seis rubios estallaron en una pequeña carcajada.

 

   — Vale, pues, entonces… ¿Comenzamos? — Preguntó el original un tanto dudoso aún. Pero todas sus dudas se disiparon cuando sus dobles asintieron y comenzaron a quitarse la única prenda que les cubría, revelando casi al mismo tiempo cinco miembros acanelado, de buen tamaño y rodeados por un poco de vello púbico rubio.

 

   El Naruto original tragó saliva mientras su propio miembro comenzaba a alzarse ante la vista. Era como mirarse en un… no, en cinco espejos a la vez. Se ruborizó un poco, pero luego recordó que no tenía porque hacerlo, pues era él mismo… y se excitó al pensar en todas las cosas que podrían hacer entre ellos sin temor de que alguien pudiera hablar mal de él… Porque era él mismo. Así que sonriendo, procedió a sacarse también sus calzoncillos para liberar su semi-erecto pene.

 

    Probablemente ese sería su mejor cumpleaños.

 

   Todos sus clones, que se habían girado para ver a los demás, se giraron para verlo. Y una vez que todos fijaron sus ojos en su cuerpo y lo observaron de arriba abajo, deteniéndose en su pene (cada vez más duro), los cinco dijeron:

 

    — Vaya… ¡Qué bueno estoy! — Y todos se rieron, incluso el original.

 

   Tras esa pequeña risa, los cinco clones se aproximaron hasta el rubio que se hallaba en la cama, con una pierna estirada y una doblada por la rodilla, y se acomodaron todos alrededor de él. Ya que la cama no era tan grande, tuvieron que apretujarse un poco, pero el contacto entre sus pieles y el calor que sintieron hizo de esa pequeña incomodidad una gran comodidad.

 

   — ¿Podemos tocarlo, maestro? — Le preguntaron en un susurro los cinco al mismo tiempo. Naruto sólo asintió y se dispuso a disfrutar de una buena sesión de “autocomplacencia”.

 

   Las manos del primer clon se apoyaron sobre su abdomen y comenzaron a acariciarlo mientras el original sentía un delicioso cosquilleo producido por ése contacto; se estremeció cuando el segundo clon tomo su pierna derecha y comenzó a acariciarle la planta del pie mientras con su lengua le recorría la piel de la pantorrilla y la canilla. El tercer clon hizo lo mismo con la otra pierna, el cuarto se dirigió directamente hasta su pene, que se alzó totalmente en cuanto aquellos familiares dedos lo tocaron y el quinto se reclinó tras su cabeza y comenzó a acariciarle el cabello mientras apoyaba su propio miembro contra la espalda del primer clon.

 

   Naruto comenzó a gemir. Aquellas caricias eran enloquecedoras y sumamente placenteras. Sentía sus propios dedos recorrerle la piel por todas partes al mismo tiempo, algo con lo que él nunca había siquiera fantaseado. Pero aunque se sentía mimado y complacido, la verdad era que no estaba  conforme con sólo quedarse allí recostado mientras sus clones lo ayudaban y complacían. Pero había una imple y pronta solución. Naruto se removió en el colchón y llevó sus manos hasta que cada una topó con lo que buscaba: Su diestra chocó directamente con un caliente y duro cilindro. Sin dudarlo (Pues era suyo, a fin de cuentas) lo tomó con firmeza, arrancándole un suave gemido al clon al que se lo había tomado; mientras su otra mano chocó con algo un poco más suave, con firmeza comenzó a acariciar el trasero del clon más cercano a él, quién tampoco dudo en soltar un suave gemido. Y él, es decir, el original, ni se dijera, pues estaba experimentando algo con lo que cualquiera soñaría; gemía y gemía con profundidad, degustando de todo lo  que sus clones le hacían y de lo que él le hacía a sus clones, quienes también parecían gozar al máximo de eso. Como le gustaba eso. Entonces, mientras gemía, algo comenzó a acariciar su rostro, humedeciendo un poco cada sitio por el que pasaba, eso junto con el familiar aroma, le indico lo que pasaba, pero no le molestó: Uno de sus clones estaba frotando su propio pene contra su rostro. Pero no le molestó, a fin de cuentas ellos también tenían el derecho de hacerle lo que quisieran, pues para eso los había traído. Los dos clones que tenía al lado (Al que masturbaba y al que acariciaba) comenzaron a imitar al otro clon y comenzaron a frotar sus humedecidos penes contra la cadera del original mientras los encargados de las piernas tomaban un brazo de estos y los dirigían hacia sus propios penes, que también clamaban por atención. Los seis rubios gimieron extasiados con el contacto.

 

   El rubio original disfrutaba bastante con el roce de su propio pene por todo su cuerpo, gemía con fuerza, abriendo la boca para dejar salir con toda la nitidez posible sus gemidos; sin embargo, de repente el pene que se frotaba contra su rostro dejó de hacerlo, pero no le prestó importancia, pues seguramente su clon sólo lo hacía para acomodarse mejor. Notó movimiento en la cama y poco después notó como la mano que acariciaba su pecho se detenía y cómo cierta presión, ejercida por algo suave y caliente le hundía su tórax en la parte más cercana al cuello. Abrió los ojos para ver lo que había pasado y se topó con un largo y acanelado miembro apuntándole hacia el rostro; abrió la boca para protestar, pero fue entonces que el clon, sonriente, le introdujo su pene en la boca. Y aunque su primera reacción fue tratar de escupirlo y agitarse por la incomodidad, en cuanto se dio cuenta de que lo que en realidad estaba en su boca era su propio pene, lo dejó estar: Cerró la boca y comenzó a disfrutarlo como si fuera el dulce más delicioso del mundo, succionando y mordisqueando con suavidad, arrancándole fuertes gemidos a su clon mientras con sus manos continuaba acariciando el pene y trasero de los otros dos clones. Y siendo sinceros, el rubio pensó que no sabía nada mal… de hecho, era un sabor realmente delicioso, entre salado, amargo y dulce.

 

    — Buen chico, Naruto. — Gimió el clon que tenía su pene en la boca de Naruto. — Eres muy bueno en esto. ¡Hummmm! — Gimió al sentir su pene mordido por el original, e inmediatamente siendo reconfortado por la lengua y paladar del mismo.

 

   Naruto se sentía en el cielo. Nunca se había puesto a considerar las ventajas “personales” de “tenerse” a su disposición para poder hacer cualquier tipo de travesuras con su propio cuerpo. Incluso llegó a pensar en agradecerle a Sasuke por haberlo dejado solo, pues gracias a eso había descubierto los grandes placeres de la autocomplacencia… Aunque lo que él hacía iba más allá de una simple masturbación.

 

   Sintió como sus clones le separaban un poco las piernas y como un pequeño objeto se deslizaba entre sus nalgas, buscando… y encontrando su ano, mismo que comenzó a acariciar. Naruto se dio cuenta de que era el índice de uno de los clones, y aunque abrió los ojos para ver cuál de los dos lo estaba haciendo, lo único que pudo ver fue su propio abdomen, su pene (el del clon) que se movía de adentro hacia afuera de su boca, sus testículos y su pubis. Por lo que no podía ver quién era el que hacia aquello. Sin embargo, poco después un segundo dedo se unió al festejo, éste estaba húmedo y esparcía por su esfínter externo, lo que él pensaba que era, un poco de saliva. Ambos dedos (Podían ser dos del mismo clon o uno de cada uno) se aventuraban cada vez más y más, separando un poco su esfínter para tantear los primeros milímetros de su interior. Se movían en círculos, de vez en cuando uno de los dedos se retiraba y volvía a la carga con más saliva para esparcir, lo cual le indicó al original que eran los índices de cada clon, quienes además de hacerle eso no paraban de lamerle las piernas. Él gemía de placer, pero sus gemidos se ahogaban con su propio pene. (Que por cierto, nunca se había imaginado que sería tan delicioso). Naruto sintió como el clon al que masturbaba tomaba su mano y lo hacía apretar con más fuerza, además de que le marcó un ritmo diferente al que llevaba, pero aún así notaba claramente como el caliente miembro de éste palpitaba como loco entre sus dedos y como un líquido caliente y espeso se regaba poco a poco desde la punta, lubricando y haciendo más fácil su tarea. También se dio cuenta de que al otro clon al que atendía con su zurda también le hacía falta más contacto, pues tomó su mano y llevó sus dedos hasta su propio ano, pidiéndole en voz baja que le acariciase esa parte. El original lo hizo y comenzó a imitar a los dos clones que estaban igualmente atareados acariciándole esa zona. Y aunque el original no los veía, estos dos clones se besaban apasionadamente, introduciendo su lengua en la boca del otro, luchando por dominarse el uno al otro, y aunque habían dejado de lamer las piernas del Maestro, aún así lo atendían a la perfección, acariciando y humedeciendo otra parte de su anatomía. El clon al que el Naruto original le acariciaba su ano tomó el miembro de éste e inclinándose sobre él, se lo metió a la boca. El original gimió con fuerza, pero su gemido nuevamente se ahogó con su propio pene. Era algo maravilloso, genial, increíble. Eso era lo más placentero que había hecho en toda su vida. Sentía una cálida lengua recorrer cada centímetro de su miembro, acariciando con la punta el pequeño orificio de su pene, mordiéndolo un poco con los incisivos mientras salía y entraba de aquella húmeda cavidad, sentía como  lo succionaba y él hacía lo mismo con el que tenía en su boca.

 

   El rubio se quejó. Y con justa razón, pues los clones que le acariciaban su entrada, impacientes, introdujeron cada uno su dedo índice en el apretado y virginal esfínter del Naruto original. Provocando en éste una sensación de gran ardor e incomodidad. El chico se retorció un poco, agitando sus piernas hasta que una cálida mano se apoyó en su cabello y le acarició con suavidad, reconfortándolo. Entonces escuchó su propia voz, con un tono maduro, varonil y seguro , hablarle al oído:

 

   — Relájate, no vamos a lastimarte. Sólo tranquilízate y afloja un poco, de esa forma te aseguro que te haremos pasar el mejor cumpleaños de tu existencia. Si no te relajas, podría dolerte más.

 

   Naruto asintió, aún con el pene en su boca, y relajó sus glúteos y su esfínter para que los dedos de sus clones (Sus propios dedos) lo exploraran a profundidad. Y aunque es cierto que al principio le dolía, poco a poco fue acostumbrándose a la sensación de estar siendo profanado. Era algo gracioso: Siempre había pensado que el único al que dejaría  hacer algo como eso sería a Sasuke, y a nadie más… Pero… Nunca había pensado que ése “Alguien más” podría ser él mismo. Así que, técnicamente, aunque sus clones se divirtieran con él (y vaya que lo harían) no significaría que hubiese perdido su virginidad, ¿no es cierto?

 

   Sus pensamientos se vieron acallados cuando sintió que sus piernas se separaban un poco más y un par de cosas lánguidas y mojadas comenzaban a recorrer los extremos de la zona invadida, mientras los dedos continuaban moviéndose traviesamente; sintió un par de respiraciones sobre sus glúteos y entonces entendió lo que eran esas cosas. Se excitó por la morbosa imagen que se formó en su mente y sintió como sus propios dedos se introducían en el ano de su clon. Fue una sensación táctil bastante agradable, a decir verdad, pues sus dos dedos se encontraron de repente en un sitio cálido y suave; los movió un poco, siempre en círculos, para tocar bien el interior de su clon (Que realmente era su propio interior) mientras éste gemía con fuerza por la sensación que esos delicados invasores le producían. El calor en el cuarto comenzaba a elevarse  demasiado, pero a ellos no les importaba; los vidrios de la ventana ya estaban totalmente empañados y no podía verse nada de lo que afuera ocurría, a pesar de que hacía una hermosa mañana, con un hermoso cielo azul y un sol radiante.

 

    Cinco soles se agitaban dentro de la habitación. La imagen era realmente algo orgásmico: Un chico rubio, de piel acanelada y cuerpo perfecto, con otros cinco chicos exactamente iguales rodeándolo, todos desnudos, con su hombría en todo su esplendor y todos haciendo una tarea de lo más íntima: Uno de ellos estaba sentado sobre otro, con su pene dentro de la boca de éste, a sus lados estaban otros dos, uno sentado, con una de las manos del chico recostado en la cama sobre su pene, masturbándose mientras se besaba con el que estaba sentado a horcajadas, el otro en una posición de cuatro patas con los dedos del chico recostado dentro de su ano y al mismo tiempo con el pene del mismo en su boca y los otros dos, que se masturbaban entre ellos con una mano mientras que con la otra ahondaban en el ano del chico recostado, acompañando sus dedos con sus lenguas; todos gimiendo y jadeando por el infernal calor que allí se sentía. Francamente algo que sería digno de verse.

 

   El original sintió como su mano derecha se cubría con un cálido líquido, y escuchó un ahogado gemido emitido por el chico al que masturbaba, continuó haciéndolo aún después de que éste se hubiera venido, esparciendo el líquido por toda la extensión. Entonces su boca se llenó con el mismo líquido caliente y espeso, y ahora salado y amargo, pero con un delicioso toque dulzón que el clon había expulsado durante su orgasmo. El chico al que se la estaba chupando soltó bastante de ese líquido, por lo que él pudo disfrutar sin reparos de aquel nuevo sabor que por primera vez experimentaba, aunque aún así, le dio algo de vergüenza saber que era su propio semen lo que estaba probando… Aunque el sentimiento se pasó bastante rápido, pues él también se corrió casi de improvisto, en la boca del clon que lo estaba haciendo la felación. Soltó un fuerte gemido que se volvió a ahogar en el pene, cada vez más flácido, de su clon. 

 

    Pero las cosas no se terminarían allí. A pesar de ya haberse venido, el rubio aún se sentía muy caliente, gracias en gran parte a que los otros clones seguían en su labor de explorar su interior, lo cual lo calentaba mucho. Y estaba seguro de que sus clones no se negarían a otra ronda. Finalmente Naruto extrajo el pene de su clon de su boca, éste salió lentamente, como si fuera una pequeña serpiente y luego se quedó colgando, totalmente flácido y satisfecho. Su clon se levantó de su caja torácica y de esa forma le permitió ver al resto de sus acompañantes: El clon al que había masturbado hasta el orgasmo lucía totalmente satisfecho, tenía los ojos cerrados y respiraba tranquilamente mientras se acariciaba el desnudo abdomen; entre sus piernas vio un par de cabelleras rubias agitándose a la par que él sentía sus lenguas recorrerle y sus dedos entrando y saliendo de su cavidad anal; el otro clon también se notaba bastante contento, pues se encontraba en una cómoda posición e cuatro patas, con la cabeza pegada al colchón mientras el Naruto original movía dentro y fuera de su cuerpo sus propios dedos índice y medio.

 

   — Díganos, Maestro… ¿Le agrada esto? —Le preguntó el clon al que se la había comido, desde atrás de su cabeza.

 

   — S-Si… Es algo totalmente genial. — Cedió el original mientras se veía a sí mismo gimiendo de placer al compás del mete y saca de sus dedos. — Y a ustedes… ¿También les gusta?

 

    Le preguntó a todos los clones. Y uno por uno, fueron respondiéndole:

 

   — A mi me encanta. — Respondió el chico al que Naruto penetraba con sus dedos.

 

   — Si, es muy placentero. — Añadió el chico al que había masturbado, sin abrir los ojos ni dejarse de acariciar a sí mismo.

  

   — Si, me gusta verme retorciéndome de placer —  Dijo riendo uno de los Narutos que se entretenía en la parte más oculta del chico, para luego volver a su trabajo.

 

   — Y que lo digas. ¡No puede haber nada mejor que una orgía contigo mismo! — Respondió el otro Naruto encargado de estimular la entrada del original, y, al igual que el primero, volvió a  su tarea en cuanto terminó de hablar.

  

   — Concuerdo… No puedo imaginar algo mejor que esto.  — Dijo con voz madura el chico que le había preguntado en primer lugar si le había gustado.

 

   —Bueno… La verdad me alivia saberlo. — Dijo el original. — No me habría gustado la idea de violarme a mí mismo cinco veces.

  

    Todos los chicos rieron. Era obvio que a todos les estaba gustando. Y aunque era cierto que todos tenían su propia perspectiva de las sensaciones que sentían y poseían cierta individualidad, también era cierto que todos eran el mismo individuo, y por tanto, si al original le estaba gustando, también a ellos.

 

   — Díganos, Maestro. — Volvió a preguntar el mismo clon — ¿Quiere penetrar a alguno de nosotros? Estoy seguro de que cualquiera estará encantado de dejarle introducir su…

 

   — ¡No, no, no! ¡¿D-De qué estás hablando?! — Alegó el original, claramente alarmado por aquella pregunta. Una cosa era el masturbarse consigo mismo, pero penetrarse a sí mismo era otro nivel, totalmente.

 

   — Vamos, — le replicó el clon mientras le lamía la cara con lascivia. — Le recuerdo que nosotros somos usted, y por tanto tenemos parte de sus ideas. Todos sabemos que usted fantaseó con eso desde que antes de hacernos aparecer.

 

    El chico rubio no pudo hacer anda para negar aquella afirmación, pues era totalmente cierta. De hecho, la idea original había sido esa: Penetrar a uno de sus clones mientras él mismo se dejaba penetrar

 

   — Descuide. Le prometo que mientras usted no hable, nadie se enterara de esto. No tiene de que avergonzarse, es usted, a fin de cuentas, ¿correcto?

 

   Pasaron unos breves momentos de silencio. Luego, el chico sonrió. Cierto, sólo lo sabrían ellos. Bueno, en realidad, sólo lo sabría él. Asintió una vez, y los clones reaccionaron de la msima manera: Sonriendo y asintiendo. El clon que había iniciado toda la discusión fue el primero en apuntarse:

 

   — ¡Bien, entonces vamos a ello! — Y acto seguido comenzó a masajearse un poco para recuperar su erección.

 

   — Yo creo que lo mejor sería turnarnos. — Apuntó uno de los clones que se encargaba de su ano. — Sería muy injusto que sólo dos de nosotros disfrutáramos junto con el original.

 

   Uno un murmullo general de aprobación. A regañadientes, el chico concedió con ellos:

 

   — Por mí está bien. Pero decidan ustedes quien de todos va a… — Tragó saliva, pues no se le hacía fácil decir lo siguiente — Quien de todos va a penetrarme y a… a quién voy a penetrar yo.

 

    Los clones comenzaron con su revuelo, todos diciendo quién era más digno de ser el primero en entrar en el original y en quien entraría primero éste. Tras unos cuantos berrinches, quedó decidido: El primer clon en ser penetrado sería al que Naruto ya había estado dilatando durante un rato, y el primero en penetrarlo sería uno de los dos clones que también lo había estado dilatando durante un rato.

 

    Todos los demás se bajaron de la cama y se quedaron de pie frente a ésta. Todos con su miradas fijas en los tres cuerpos que dentro de poco comenzarían  a moverse frenéticos sobre el colchón. Al Naruto original le daba algo de vergüenza el pensar que se estaría viendo  así mismo cuando lo estuviera haciendo. ¿Lo convertía eso en un voyerista? Pero a pesar de que le daba vergüenza, también le excitaba la idea de que él mismo se mirara teniendo sexo con otros dos idénticos en todo a él: El cuerpo, la cara, el cabello… El pene, las nalgas, la voz…  Todo sería exactamente igual… Sin duda los clones gozarían de una de las vistas más espectaculares del mundo.

 

   Si… Sin duda alguna él tenía tendencias voyeristas.

 

   Los dos chicos tomaron posiciones. Lo harían acostados, para que los clones de pie tuvieran una mejor vista. Uno de los clones le levantó la cadera y Naruto sintió como algo de forma cilíndrica, cálido y húmedo se rozaba contra sus nalgas, además del ligero cosquilleo que el vello púbico del clon le hacía. El otro procedió a sentarse sobre su pubis. Ésta vez sintió como su pene rozaba las nalgas de su clon, éste rió debido a las cosquillas que le causó tanto el roce del pene como el del vello del original.

 

    — ¿Quiere ver mi cara durante la penetración, o prefiere ver como su pene entra y sale de mi ano, Maestro? — Le preguntó el chico sentado sobre él. Naruto tembló al escuchar la pregunta; y es que nunca se hubiera imaginado lo lascivo que podía ser él mismo. Y la verdad, era una pregunta muy difícil…

 

    — La… La cara. — respondió al fin, tragando saliva tras cerrar la boca. El clon sonrió.

 

   — Comencemos, pues.

 

   Se levantó un poco y tomó con su mano el duro miembro del Maestro, estaba muy duro, caliente y húmedo, además de que percibía con el tacto sus buenas dimensiones (Mismas que él tenía, por cierto), y con sumo cuidado, lo llevó hasta su ya preparado ano; mientras tanto el otro clon procedió a imitar al original, y llevó su propio miembro hasta la entrada de éste, rozándose un par de veces con el esfínter antes de meter la punta dentro de sí mismo. Al mismo tiempo, el clon encima de él se dejó caer de golpe, hundiéndose toda la polla del chico rubio en su interior.

 

   Los dos penetrados lanzaron un sonoro gemido de dolor, mientras que el clon que sólo penetraba lanzaba un gemido cargado únicamente de placer.  El rubio original sentía claramente el pene de su clon (Su propio pene) hundiéndose lentamente entre sus paredes anales, abriéndose paso poco a poco, entrando en él despacio, empujado por su dueño; al mismo tiempo sentía su pene, hundido hasta la base en el interior de su clon (De sí mismo, en realidad). Los tres adolescentes tenían los ojos cerrados y una deliciosa expresión en sus rostros: Dos rostros que se debatían entre el dolor y el placer más grande de la vida y uno que sólo mostraba el placer que estaba sintiendo.

 

    Los otros tres clones, que estaban de pie, esperando por su turno, se masturbaban con un ritmo rápido, casi desesperado, disfrutando de aquella vista tan espectacular. Miraban a los otros tres con ojos ansiosos, excitados e impacientes. Aceleraron mas las manos en cuanto notaron que el chico sentado sobre el Maestro se levantaba, apoyándose con sus manos sobre el pecho del original y usando la fuerza de sus  piernas para elevarse poco a poco, dejando que el largo pene saliera de su interior, casi hasta salir completamente de su ano y luego se dejó caer sobre él de nuevo, lanzando un profundo gemido de dolor y placer perfectamente entremezclados. El original gimió a su vez. Eso había sido genial: La sensación de su pene saliendo de aquel apretado lugar y luego volviendo a entrar de golpe, sintiendo el roce de las paredes del chico contra la sensible y húmeda piel de su pene; también sentía el gran pene de su otro clon hundido entre sus paredes; soltó un ronco gemido cuando éste comenzó a salir lentamente de su interior, para luego volver a hundirse en él de una sola estocada, y lo que le hizo ahogar un grito de ardor. El clon sobre él volvió a levantarse, dejándole disfrutar del placer que eso le proporcionaba, mientras que el otro clon volvía a salir de él para luego volverse a meter con fuerza, lastimándolo un poco, haciéndole sentir dolor y ardor en su ano…

 

   Pero eso le excitaba: Estaba experimentando ambos papeles a la vez: El placer del que penetra, y el dolor inicial del penetrado. Y lo más excitante era que lo estaba experimentando solo. Nunca se había imaginado lo útil y práctico que podría resultar la técnica de los Clones de Sombra. Su clon lo volvió a embestir, arrancándole un nuevo grito ahogado de dolor, mientras su otro clon subía nuevamente por su extensión para nuevamente dejarse caer sobre su polla; escuchó el gemido de dolor de éste,  cosa que no había notado hasta ese momento… y la verdad era que le gustaba escucharse gemir. Los otros tres clones, por su parte, estaban ardiendo de calentura. Se masajeaban y acariciaban, primero ellos mismos, luego unos a otros. Y en ese momento uno de ellos ya estaba arrodillado en el piso, con el pene de uno en su boca y otro recorriendo su desnuda espalda, humedeciendo cada centímetro cuadrado por el que la punta pasaba. El clon al que  le estaba haciendo la felación le tomó con fuerza del cabello y lo pegó más a su cuerpo, de tal forma que toda la extensión de su miembro quedara dentro de su boca, pegando su nariz contra su escaza vellosidad púbica. El clon sentía que se ahogaba pero no quería dejar ir aquel delicioso bocado (Porque no era un bocadillo, en realidad, no tenía nada de pequeño). Notó como algo le acariciaba su propio pene y se sorprendió al bajar la vista ver su propia mano acariciándolo… aunque obviamente no era su mano, sino la del clon (Idéntico a él) que estaba tras él y que ahora se encontraba de rodillas a sus espaldas, lamiéndole con lascividad el cuello y el hombro derecho mientras frotaba su propio pene contra la parte externa de su entrada. Disfrutando cada uno del otro, con el otro, consigo mismo.

 

   En la cama los tres chicos seguían con sus cosas. El dolor para ambos penetrados había desaparecido y ahora sólo sentían un delicioso placer cada vez que el pene del otro se hundía entre los pliegues de su cuerpo. Se movían más rápido, más fuerte, con cada vez más confianza. La cama se movía y golpeaba con fuerza la pared, siguiendo el compás de sus movimientos, haciendo un rítmico sonido que pretendía emular el palpitar conjunto de sus corazones, que en esos momentos latían como si estuvieran a mitad de una carrera de seiscientos metros. Los tres gemían con fuerza y placer, y los otros tres, fuera de la cama,  parecían corearlos, haciendo de aquello un delicioso espectáculo no sólo para la vista, sino también para los oídos: Los gemidos, fuertes, suaves, roncos y agudos se entremezclaban con el golpeteo grave y continuo de la cama contra la pared y a la vez con el sutil sonido que los cuerpo hacían al juntarse. Sin duda era algo magnífico.

 

   Naruto gemía con fuerza, disfrutando de lo que sus dos clones le estaban haciendo sentir. ¿Quién pensaría que uno podía explorar al máximo las maravillas del sexo sin necesidad de una pareja? Pues ahora él podía decirlo: ¿¡Quién necesitaba una pareja!? Porque si algo le estaba quedando claro en ese momento era que a él no le hacía falta una. ¿Quién necesitaba de aquel bastardo de cabello y ojos negros como la noche y piel tan blanca como el mármol? Sin duda alguna él no lo necesitaba. Por él, aquel bastardo podía permanecer un mes completo fuera, al fin y al cabo, ahora tenía  a sus clones para que le hicieran compañía, para entretenerlo… y para disfrutar del sexo sólo en compañía de sí mismo. SÓLO DE SÍ MISMO.

 

   Los tres clones de pie también disfrutaban de lo lindo de aquellos grandiosos instantes. El clon que previo estuviera practicando sus artes orales con el pene del otro clon, mientras otro le acariciaba por detrás era ahora sodomizado de rodillas, a posición de cuatro patas, como un perro… no, más bien dicho como un zorro, mientras con su boca engullía con gusto el pene de otro de los clones. Era una vista maravillosa:  Los tres chicos rubios, exactamente iguales en todos los aspectos, con sus deliciosos y firmes cuerpos, sin atisbo de vello en otro sitio que no fuera en su pubis, con tres penes, exactamente del mismo tamaño, color y textura, disfrutando de un delicioso sexo en grupo.

 

   Un pene entraba y salía con violencia del virginal ano del chico, movido por su duelo, quien se hallaba de rodillas tras el uke, con los ojos cerrados, disfrutando… tomando con sus manos la cintura del chico y  usando toda la fuerza de su cadera para embestirlo con fuerza y profundidad, arrancándole gemidos profundos de dolor y placer que se ahogaban con el pene del otro chico, quién igualmente se hallaba de rodillas, con su acanelado miembro entre los labios de su propio reflejo, sintiendo como la saliva le cubría, cálida y espesa, su glande y su tronco; sintiendo como ésta se enfriaba ligeramente al salir de la boca y como era reemplazada por nueva dentro de ella, notando el maravilloso roce de los dientes y los finos labios contra su piel. También tenía los ojos cerrados y se acariciaba a sí mismo, el pecho y el abdomen con una mano mientras con la otra mantenía sujeto el cabellos rubio del chico en el piso para mantenerlo pegado a su pene y que no lo pudiera sacar aunque lo quisiera. Pero era obvio que el chico no lo quería dejar ir. Saboreaba el delicioso y salado pene de su reflejo (Su mismo sabor) mientras sentía como el otro clon le trataba de partir por la mitad con la fuerza de sus penetraciones; pero todo  aquello le encantaba: El dolor y ardor en su ano, generado por tener un pene tan grande en él (Su propio pene), la sensación de asfixia cuando  el otro clon se lo metía hasta atrás de la garganta, el olor, los fuertes gemidos que todos hacían, tanto los de sus amantes como los gemidos de aquellos sobre la cama. No podía masturbarse, pues su cerebro estaba abotagado debido a todo el placer que recibía, y él sentía que si retiraba una mano del piso para llevarla hacia su pene, podría caerse me interrumpir la diversión. Así que prefería torturarse a sí mismo sin acariciarse, a pesar de que su pene estaba que explotaba de ansias por recibir atención. Para su fortuna, uno de los clones tuvo el apego de hacerlo por él, así que un momento sentía dolor por no poder complacer a su miembro, y al otro sentía el alivio que le proporcionó una cálida y familiar mano acariciando toda su longitud.

 

    Sin duda era maravilloso.

 

   El original lo estaba pasando bomba con su dos clones, penetrando a uno y dejándose penetrar por el otro. Miraba a los otros tres clones haciendo su propio trío sobre el piso, lo cual hizo que su pene se endureciera más dentro del ano del chico rubio al que penetraba., quien por cierto también desviaba de vez en cuando la vista para ver a los otros tres.

 

   Poco  apoco, en el original se fue formando una idea… no, más bien un pequeño deseo, una gran fantasía que no sabía si cumplir  o dejar solo como eso, como una fantasía. ¡Pero qué diablos! ¡Si era él mismo! ¡No había absolutamente ningún motivo para tener vergüenza. Así que, arrojando todo su pudor por la borda, les habló a los otros tres clones, quienes se interrumpieron en cuanto escucharon su voz, tornada profunda debido a todo el placer que sentía.

 

    — Oigan… — Les llamó — Quiero que se unan a nosotros.

 

   Los tres rubios abrieron los ojos por la impresión. Pero ésta se desvaneció rápido. Sonrientes se separaron  y el chico a cuatro patas luchó por ponerse de pie.

 

   — Duele muchísimo cuando te dejan vacio — Se quejó el chico recién  incorporado — Pero mientras te lo meten no se siente nada.

 

   Los dos clones a su lado rieron y tras unas pequeñas burlas ligeras, lo ayudaron a caminar hasta la cama.

 

   — ¿Cree que soporte nuestro peso, Maestro? Y no es que vayamos a estar sólo allí echados.

 

   — No importa. Sólo suban y hagan lo que quieran. — Les respondió mientras el chico que lo cabalgaba se dejaba caer sobre él nuevamente, exhalando un nuevo gemido de placer.

 

   Los otros chicos rieron y se subieron a la cama.  Para llevar a cabo la mejor (Y primera) orgía de su vida.

 

   Cinco Narutos, sobre la cama, desnudos, sudados, con sus miembros completamente erectos y dispuestos a penetrar y dejarse penetrar por cualquiera entre ellos. Una cosa simplemente… Perfecta. Sin duda la imagen perfecta para cualquiera que disfrutara de ver algo parecido.

 

   El chico que cabalgaba al Naruto original siguió gimiendo hasta que notó como algo caliente y largo se introducía en su boca. No necesitó abrir los ojos para saber de qué se trataba; a su lengua le llegó un delicioso y salado sabor; por su parte el original tenía ahora ante sí la vista de la parte trasera de su clon, quien se hallaba de  pie frente al chico que lo cabalgaba, con su pene en la boca de éste. Deleitó la vista con las firmes, redonditas y lisas nalgas del chico rubio, eso junto con las finas pero fuertes piernas y su trabajada espalda lo hicieron ponerse más duro aún. Llevó su traviesa diestra hacia el trasero del chico frente a él y comenzó a masajearlo, apretando con fuerza las asentaderas duras pero a la vez suaves del joven rubio, quien sólo podía gemir con fuerza, al sentir tanto su pene, dentro de otra boca, y de la forma tan descarada en la que lo manoseaban.

 

   Los otros dos clones tampoco se dieron a desear por mucho tiempo. Uno se apoyó, a cuatro patas sobre el clon que penetraba al original, colocando su pene en el punto justo sobre su cara, al alcance perfecto de su boca. El chico captó aquella “Indirecta” y atrapó con su boca el pene que colgaba frente a él, duro como una roca, saboreando el salado pero delicioso sabor de la piel del acanelado miembro, sin dejar de moverse lentamente de adentro hacia afuera del ano del Maestro. Y el último de los cinco se colocó detrás del chico a cuatro patas y sin perder tiempo, y tras lubricar con su lengua el rosado orificio del chico, se hundió con despiadada desesperación en el interior de éste, quién gritó con fuerza, haciendo que todos los otros rubios se excitaran más por causa de aquello.

 

   Todos se movían, a un ritmo diferente pero al mismo tiempo sincronizados perfectamente: El primero penetraba con fuerza al clon a cuatro patas, empujándolo adelante y atrás al ritmo en que su pene le entraba y salía; éste, al moverse, hacía que la cabeza del clon bajo él se moviera también, púes su boca no lo soltaba; ése mismo clon movía con dificultad su cadera de arriba hacia abajo, penetrando al original, que se hallaba recostado boca arriba, gozando de las múltiples sensaciones que sus clones le hacían sentir. A su vez, él penetraba a otro clon, quién se movía por su cuenta, cabalgando el pene original, moviéndose despacio, de arriba abajo, clavándose cada vez más y más en aquella carnosa estaca; su boca a su vez se hallaba ocupada por el mismo pene que se hundía entre sus glúteos, de otro clon, desde luego, a quien el original manoseaba, introduciendo sus dedos en su interior, intentando darle placer, y consiguiéndolo; moviendo sus dedos índice y medio dentro y fuera del ano del clon. Todos gemían y gritaban, disfrutando de las abotagantes sensaciones producidas por ellos mismos. Uno de ellos gritaba de dolor y placer, mientras todos los demás de dedicaban a gemir roncamente, denotando todo el placer  que sentían.

 

   La cama rechinaba bajo ellos, acosada por el gran peso de cinco adolescentes teniendo sexo desenfrenado en ella, añadiendo otra tonada a aquel concierto de placer. Los vidrios estaban totalmente empañados y el sudor de los chicos caía sobre la sobrecama, dejando oscuras manchas allí donde cayeran.

 

   Todos se sentía genial: El original sentía su pene apretado entre dos cálidas y acanaladas paredes, mientras un ligero ardor se sentía dentro de su cuerpo, producto del entrar y salir del pene de su clon en su ano, deleitaba su tacto con las firmes nalgas y el cálido interior de otro clon mientras sus oídos escuchaban la sinfonía que creaban sus clones al gemir, gritar y jadear. Los otros clones sentía más o menos lo mismo: Un pene en su interior, en su boca, en el interior de otro… Era genial.

 

    Los chicos se mantuvieron moviéndose durante diez minutos, gozando al máximo, gritando de placer…  Hasta que finalmente pasó lo que debería pasar.

 

   — ¡Me corro! — Gimió el original con fuerza. Y así inició una deliciosa cadena de acontecimientos:

 

    Inmediatamente una gran cantidad de líquido espeso y blanco inundó el interior del primer clon, quien gimió con fuerza y mordió el pene que se encontraba en su boca; al notar aquella dura caricia, el chico se corrió en la boca del clon, éste, al sentirse tan excitado no pudo evitar contraer con fuerza su ano, apretando el pene en su interior, y provocando más placer en el original, quien apretó con más fuerza su ano, lo que a su vez desencadenó el orgasmo del clon encargado de penetrarlo, quién inundó el ano del Maestro con su semen y a su vez chupó con todas sus fuerzas el pene en su boca, ocasionando que, irremediablemente el chico se viniera en su boca, gritando extasiado   y comprimiendo su entrada lo que desembocó en que también el último clon se viniera con fuerza.

 

    Los seis rubios gimieron una última vez y luego se dejaron caer, todos sobre la cama, totalmente agotados y satisfechos. Sus respiraciones, anteriormente tan agitadas comenzaron a relajarse mientras que se removían un poco.

 

   — Fue… Fue magnífico. — Gimió el original. Todos los otros clones gimieron en condescendencia.

 

   — Si, concuerdo con eso. ¿Tan desesperado estabas?

 

   Al escuchar aquella conocida voz, los seis rubios giraron la cabeza hacia la puerta. De inmediato todos se sonrojaron y comenzaron a moverse, para separarse entre ellos.

 

   — Si querías sexo, sólo tenías que pedirlo.

 

   Allí, en el marco de la puerta, sonriendo de medio lado y con una nada disimulada erección bajo los pantalones, estaba Sasuke… En el piso, al lado de él, había un paquete circular y una bolsa negra.

 

   — Sa… ¡Sasuke! — Gritaron todos los rubios. — ¡Tu nota decía que estarías fuera por cinco días!

 

   — ¿Eres tonto o qué? ¿En serio creías que te dejaría solo en tu cumpleaños? Se nota que no conoces de sorpresas.

 

   El corazón del rubio se puso cálido y esa sensación se extendió rápidamente por todo su cuerpo: Sasuke no se había olvidado de su cumpleaños.

 

   — Entonces… — Ahora sólo el original hablaba, mientras los clones se miraban avergonzados entre ellos. — ¿Por qué en la nota decías que tenías que hacer cosas “Donde no me incumbía”?

  

   — Quería darte una sorpresa. Fui a comprar un pastel sólo para ti. — Le señaló con la mano  el paquete circular en el piso. — Y quería darte una gran sorpresa. — Señaló la bolsa negra. — Quería regalarte una buena ronda de sexo. — se agachó y comenzó a sacar los objetos dentro de la bolsa. El rubio se enrojeció. — Te compré lubricantes, condones de sabores,  un consolador de goma, uno de vidrio, uno inflable, dos vibradores, un juego de bolas chinas de placer que vibran, un juego de mesa erótico para nosotros, un par de cremas anales (Una caliente y una fría), y un espray para desensibilizar el pene y que aguantes más. También te compré un látigo y una cuerda para amarrarte si lo deseas.

 

   Naruto no pudo evitar sentirse avergonzado… ya no tanto por el hecho de que al parecer Sasuke lo había descubierto teniendo sexo consigo mismo… sino porque el bastardo estaba tratando de humillarlo… O acaso… ¿Acaso el regalarle esas cosas tan pervertidas eran la forma en la que el Uchiha trataba de pedirle que tuviera sexo con él? Porque si algo sabía bien, era que Sasuke nunca admitiría que él era el que deseaba comenzar una relación homosexual… Así que seguramente esa era su forma de pedírselo sin ser tan abierto. Y además… siendo francos: El pastel había sido un gran detalle… Y esas cosas… ¿Por qué no? Le parecían un lindo (Y pervertido) detalle.

 

   — Vale — El chico sonrió. — Hice esto porque me sentía realmente muy solo. Y la verdad es que se me ocurrió en un rato de calentura. — Señaló a sus clones — pero ellos me mantuvieron entretenido.

 

   — Ya veo. Sería divertido algún día tener una orgía con seis Narutos… pero por el momento. — Le sonrió con sinceridad, de las pocas sonrisas sinceras que le dedicaba. — ¨Por el momento me gustaría hacerlo sólo con el original.

 

   El rubio asintió. Miró a sus clones y estos asintieron a su vez. Le darían al Maestro un rato de intimidad con su nuevo NOVIO.

 

    — Nos vemos luego, Maestro — Se despidieron los cinco clones  al unísono y se prepararon a desaparecer.

 

   — Hasta luego, chicos. Muchas Gracias —Se despidió el original.

 

   —  Por cierto… ¿Al hacer esto consideraste que… — Le habló Sasuke al rubio. — Al acumular los clones las experiencias vividas en su estancia en nuestro mundo… — Uno por uno, los clones comenzaron a desaparecer en una nube de humo — Y transmitírselas al original… ¿ No crees que podrías…?

 

    Pero el rubio ya no lo escuchaba… Comenzó a retorcerse de un lado a otro de la cama, gimiendo de placer y con un rostro de pura sorpresa, pues comenzaba a sentir tantas cosas, tantos sabores, tantas sensaciones, tanto dolor y tanto placer que no podía hacer otra cosa que retorcerse…

 

    — Ahhh… Ahhhh!.... Mmmmmgghh!.... Mmm…a… MALDITO SEAS… SA… ARRRRMMMGGG!... SAASUKE!

 

   Y sin más, el rubio se desmayó. Sí, cayó inconsciente, pero mantenía en su rostro una expresión de placer puro, creada por todo cuanto había sentido.

 

    — Sin duda eres un torpe, Naruto. — Sonrió Sasuke mientras miraba como del pene del rubio manaba una gran cantidad de semen. — Mira que hacer estas cosas sin saber lo que te podr[ia pasar. — Dijo sonriendo. — Ah — Suspiró — Bueno, creo que te dar[e tu regalo en cuanto te despiertes.

 

   Y, sonriendo, Sasuke extrajo una larga y gruesa cuerda plástica de color amarilla de la bolsa y se dirigió a la cama para atar a Naruto… Para ahorrar tiempo. Y para que Naruto no se pudiera mover libremente cuando él le hiciera todo lo que había planeado hacerle.

 

   — Te prometo que te haré sentir mil veces mejor que tus clones, mi amado Naruto. — Dijo mientras se inclinaba sobre el pene del chico, para besarlo y saborear su semen, y luego subir hasta el rostro para atrapar sus labios en un amoroso beso.

 

 

    Después de todo… Él amaba con todo su corazón a su rubio. Y se lo demostraría en cuanto despertara. La cuerda era sólo para fastidiarlo un rato. Pero nunca le haría nada que lo hiriera.

 

 

    — Te daré el mejor de los cumpleaños. Mi amor.  —Le susurró suavemente al oído mientras con la cuerda le ataba las muñecas.  — El mejor de todos.

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                 FIN

 

   

 

 

 

Notas finales:

¿Y BIEN?

Espero que les haya gustado. Puse el final con Sasuke porque me pareció que sería una combinación rara la cuerda y sus palabras de amor hacia un dormido rubio.

 

   Nos vemos, y gracias por leer.

 

 


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