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Cotard Syndrome por Mad Alice

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Notas del capitulo:

Oh, son la 1 AM. Bueno, casi. Son las 00:55, así que comprenderán que mi mente comienza a dejar de funcionar bien XD

Aish, lindas, se acabó...

Sí, acabo de terminarlo y ahora viene esa angustia como si se me fuera un hijo Q___Q........No diré nada con respecto al capítulo, no quiero adelantar cosas aquí en las notas. Sólo deseo expresarles mi gratitud, por su cariño, por sus largas esperas, por sus emociones, por sus palabras, por si alguna vez lloraron, por si alguna vez rieron, por los insultos XD, las ansias, sus favoritos, por cómo me emocionaron ustedes con sus comentarios. Todo vale. Todo debo agradecerselos. You're fucking cool...<3

También demoré bastante en subir este último cap, pero al menos saben que ya está y que no tendrán que esperar más jaja...

Las quiero. Gracias por hacerme tan feliz como una humilde escritora que sólo quiere compartir lo que nace de su cabeza enferma. Espero nos veamos de nuevo...y sería genial que, si lo desen, me dejaran sus msn o facebook. Quisiera mucho conocerlas ;3

P.D: Las frases en cursiva son de Kings of Medicine, música de la banda Placebo ;3 Supongo que me inspiró bastante esa canción...

Qué más puedo decir? Disfruten y critiquen <3  

Qué realidad incierta. Y qué subjetiva era una decisión correcta. Todo parecía un chiste cruel, una burla. Y a su alrededor todos eran bufones. Se sentía ridículo, incluso cuando ya era demasiado tarde para arrepentimientos. Como un niño asustado, se aferraba a la solitaria esperanza, que parecía de fantasía, cuando verdaderamente sabía que cometer ese error lo volvía aún más inútil.

 

Ahora se preguntaba una y otra vez, sin poder creerlo, cómo pudo transmitirle convicción al menor…De dónde había sacado fuerza para decirle que todo estaría bien, aún teniéndolo a sus pies, llorando… Aterrado. 

 

Rememoró el procedimiento. Primero: ayuno. No estaba permitido comer antes del tratamiento. Rió. Eso era fácil… ¿Cómo alguien podría tener apetito antes de semejante…?

 

Suspiró.

 

Segundo: anestesia. No debía demorar demasiado…En ese momento debían estar anestesiando a Ruki y podría verlo en unos minutos. Pero también él debía prepararse, aunque claramente nadie lo ayudaba. Debía hacerlo por si mismo. Preparar un rostro sereno y mantenerlo mientras estuviera frente a Ruki, quizás hasta tendría que esforzarse en sonreír. Eso último ahora parecía una tarea titánica.

 

Alzó la cabeza al sentir una mano posarse sobre su espalda, indicándole que ya podría pasar. 

Me quitan pedazos a mí

Mientras te quitan pedazos a ti

Siguió a la enfermera por un pasillo frío, cuya iluminación le parecía lúgubre, hasta una habitación inmaculadamente blanca como todas las demás. Incluso Ruki lucía lo suficientemente pálido como las paredes que lo rodeaban. Y sus ojos luchaban por no cerrarse.

Sentado en la orilla de la cama, acarició su mano inerte.

En una bolsa acabarás antes de que el sol se ponga.

¿Cómo podía eso hacerle bien? En ese momento, preguntarle cómo se sentía sonaría como un descaro.

Buscabas un lugar en donde estar

O buscabas alguien quien ser

El más bajo solo desvió la mirada al sentir su contacto. Desde esa mañana, y luego de haber aceptado, no le había dirigido la palabra. Le dolía saber que ese momento no sería la excepción.

Estúpido de mí, al creer que podría confiar en el estúpido de ti…

-Pasará rápido…No lo notarás… -deseaba convencerlo y convencerse. Que la vida les volvería a ambos al cuerpo en poco tiempo…Que Ruki se convencería de que su alma seguía dentro de él-

Frente a sus ojos, esos labios pálidos parecían formar una mueca triste de niño, lo que le partía el alma en dos…

Cerró los ojos armándose de fortaleza. Ya no había vuelta atrás…Si quería a su Ruki de vuelta, tendría que someterlo a esa tortura, aunque fuese un acto increíblemente egoísta. Si todo aquello había sido su culpa desde el principio, necesitaba remediarlo por cualquier medio.

Y en la palma de mi mano

Había direcciones que yo sí podía entender.

Ahora, todos nuestros planes se han arruinado

Nuestros planes perfectos…

-Ruki… -no se iría de ahí sin una mirada suya. Tomó su mentón con cariño, volteándolo- Promete que intentarás regresar…Y, aunque sea egoísta, no me odies…

Pero era como hablarle a una pared. A una de esas blancas paredes…No quería ser agresivo, pero era cuestión de que una enfermera cruzara esa puerta para verse obligado a abandonarlo nuevamente a la suerte y a los médicos, poco confiables, y a quienes, sin embargo, les entregaba la razón de su vida para que la curaran…

Su corazón comenzó a latir acelerado. Sintió la puerta abrirse a unos metros de ese lecho.

-Ruki…

¿Y si lo perdía? ¿Qué pasaría si todo salía mal y lo perdía? No podía irse sin que lo mirara…No podía.

-Ruki, por favor… -cayendo en la histeria intentó sacarle palabras, con el miedo irrefrenable de que fueran las últimas-

Pero no podía alargarlo más. Ese rostro inexorable no se apiadaría de su culpa…Y el único camino que quedaba para sentirlo más cerca era aferrarse a él. Y lo hizo así. Casi brusco, casi a la fuerza, lo rodeó en un abrazo desesperado y beso su cuello y su mejilla, toda la piel que tenía cerca para besar.

Sin embargo, el más bajo no tenía miedo. Porque, para si mismo, sabía que nada más podría hacerle daño…Únicamente había algo que le dolía. Lo innecesario de todo aquello. Lo intrascendente. Lo banal de todos esos intentos. ¿Cómo regresar a la vida a un cuerpo en putrefacción?

El mayor, comenzando a soltarlo, sintió el hiriente susurro que ese chico débil le dedicaba.

-Desearía que, desde el principio, te hubieses ido conmigo...

No me dejes aquí, para pasar el tiempo

Sin un mapa o una señal.

No me dejes aquí…mi luz guía.

Porque yo…Yo…

No sabría por dónde empezar.

Busqué a los reyes de la medicina…

Quiso responderle. ¿Y por qué era tan difícil? Había recuperado el aliento, con esfuerzo, después de escucharlo…Lo tenía enfrente. Justo ahí. Y sólo se le ocurría una cosa que decirle…aunque le parecía que, a los oídos del menor, sólo sería otro desperdicio de palabras.

-Yo…Prometo que estaré junto a ti cuando despiertes…

Pero lo dijo. No se hubiese ido sin hacerlo. Aunque ahora no sabía si la capacidad de hablar seguía con él. No sabía si lo había pronunciado correctamente o si el menor lo había oído, puesto que de un momento a otro se vio fuera del lugar y con los brazos vacíos.

En un pasillo lúgubre y ausente de cualquier murmullo, donde lo único que rompía el silencio era su aliento y corazón agitados. Era ahí donde debía esperar lo que pasara…Donde tendría que escuchar, impotente, las descargas eléctricas que ese cuerpo frágil tendría que aguantar. Como si fuese la electricidad para resucitarlo, aunque él pensara que estaba perdido…

Me quitan pedazos a mí

Mientras te quitan pedazos a ti

En hielo descansarás antes de que el día acabe.

Es un buen ejemplo,

En el que jamás pensaste.

 

Abrió los ojos nuevamente, y fue cegado por una luz potente. Otra habitación. Todos a su alrededor. Eran demasiados…pensó que ya no era necesaria tanta multitud. Pudo notar la vibración de las maquinas justo detrás de su almohada, y que un hombre colocaba en sus sienes aparatos que no consiguió distinguir. Luego, algo un poco más suave en su boca. Se sentía flojo…Todos lo movían fácilmente e instalaban cosas a su alrededor, difíciles de ver al no poder disponer de su propia cabeza para alzarse. Estaba flojo.

Un momento…Algo estaba mal. Todos estaban a su alrededor. Todos a los que alguna vez había visto en ese lugar siempre que iba a hablar con aquel que estaba de pie justo a su lado hablando con otro. Enfermeras, médicos, aquel que lo había anestesiado. Todos estaban ahí…Todos…Menos el indicado. Sus ojos recorrieron esquinas y rostros. Cualquiera en quien pensara estaba presente, menos Reita.

¿Qué era todo eso? Nadie más que él era necesario. Nadie.

Estúpido de mí,

al pensar que podría depender del estúpido de ti.

Comenzó a sentir miedo. Necesitaba verlo. Lo necesitaba ahora y algo le decía que no podía esperar. ¿Acaso lo había dejado? Negó. Jamás creería algo así. Sus labios tiritaban, sus manos también, pero no podía sacar la voz por sobre el ruido de las maquinas y de los murmullos, ni siquiera sus labios obedecían para articular los sonidos de la única frase que podía pensar…

“No me dejes aquí…”

Cuando quiso alzarse ya era demasiado tarde. Completamente inmóvil. Completamente inútil. Su cuerpo dolía…Oh, cómo dolía… y todo partía desde sus sienes, se extendía por sus brazos, su torso, sus piernas, sus dedos…pero no podía ver más allá. No había nada. Absolutamente nada más allá.

Se detuvo.

Luego otra vez…y otra vez…más rápido que un relámpago…y ahora dolía menos…y menos y menos…Eso debería tranquilizarlo...Hasta que ya no dolió nada. Hasta que ya no importó nada y todo se volvió muy frío. De entre la oscuridad y la sensación que se ausentaba logró volver a ver algo al fin, y sólo esa mirada frente a la suya transmitía calidez. Una mirada a la que no le podía negar ni su sonrisa ni su confianza.

-Ya era tiempo de que llegaras…  

 

Rió. Ya no estaba solo en el pasillo.

-¿Qué?

Veía al hombre frente a él hablar, como solía hacerlo. Sabía que estaba hablando, hablando largamente. Y él, por su parte, debería responder, pero estaba bloqueado. Sólo había escuchado algunas de las primeras palabras. Sólo de ellas había procesado la importancia.

‘Paciente’ ‘Débil’ ‘Convulsiones’ ‘Ataque cardiaco’

Eso debía ser un holocausto…

Su estómago se revolvió. Sintió su espalda chocar contra una pared.

Y en la punta de mi lengua

Había palabras que siempre salían mal.

Pero ya no había más que hacer. Ni siquiera había tiempo de tener rabia, de hacer preguntas, de golpear a alguien…el tiempo se iba y únicamente podía concentrarse en algo. Una promesa que había hecho hace pocos minutos…Era última, ¿cómo podría romperla? Le había dado su palabra.

Sus pasos rápidos, que seguramente habían provocado que alguien tropezara en su camino, lo hicieron terminar afuera, donde el viento fresco soplaba y el sol no calentaba lo bastante para que pudiera sentirlo sobre su sudor frío.

Todos estaban ahogados.

Secándose bajo el sol…

El sol de medio día.

Miró a su derecha. Parecía un deja vu. Pronto todo estaba tal y como hace un par de meses. Montaba una motocicleta sin saber bien lo que hacía. Montaba una motocicleta en la madrugada junto a un muchacho sonriente abrazado a su cintura…Luego el viento, un golpe, el impacto que los hizo caer al suelo.

La tan típica luz blanca. Un mero preámbulo.  

No me dejes aquí, para pasar el tiempo

Sin un mapa o una señal.

No me dejes aquí…mi luz guía.

Porque yo…Yo…

No sabría por dónde empezar.

Busqué a los reyes de la medicina,

Pero, al parecer, han perdido sus poderes.

Ahora, todo lo que queda es el tiempo…

 

-Ya era tiempo de que llegaras…

-Lo era. No pensaste que te fallaría, ¿o sí?

-Nunca, Reita...

-Qué bien luces esa sonrisa…

 

 


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