-¿Reita?
Aquella suave llamada lo sacó de su ensimismamiento. Al parecer, se había quedado dormido, o algo así. No había estado presente.
-¿Reita?... –lo llamó de nuevo, lo sintió más cerca-
Volteó lentamente y lo vio sentado a su lado, con esa mirada preocupada y dulce. Sintió sus dedos en sus mejillas, como si intentara quitar algo.
-¿Lloraste?
-No, claro que no… -incorporándose un poco algo confundido, tocó su propio rostro húmedo- Bueno…debí estar soñando algo… -mintió, el recuerdo de llorar era muy difuso-
Sonrió tristemente y comenzó a sollozar mientras lo abrazaba.
-¿Ruki? ¿Estás bien? –se dejó rodear por esos brazos. Era el menor quien parecía querer consolarlo a él-
-Perdóname –lloraba muy agitado, mientras acariciaba los cabellos del bajista apoyado en su pecho-
-¿Por qué?
-Porque he sido tan idiota…y tan egoísta…
-Ruki…
-No, cállate, deja de hacer eso…Soy yo quien debe cuidarte a ti…pero todo lo que hago es preocuparte, todos los días, como si pasara buscando la oportunidad de hacerlo… -tomó aire con dificultad- No sé por qué lo hago… -sollozó con más fuerza- Y…y ahora lloraste por mi culpa… -dejó de abrazarlo para abrazarse a si mismo- Tú nunca lloras, Reita… -sus palabras salían con dificultad entre el llanto que lo ahogaba, se veía como un niño-
-¿Sabes?... –buscando su mirada- ¿Quieres que…hagamos algo juntos?
Logró captar su atención. Debía idear cualquier cosa, ya no podía verlo así un día más. No podía esperar que el otro se recuperara si no intentaba sacarlo de ese mundo en el que estaba.
-¿Hacer qué?...
-Lo que sea… -rió nervioso- Salgamos de aquí, ¿quieres? –Limpiando las mejillas del menor de las lágrimas que cesaban de manar de sus ojos- Anda y abrígate un poco.
Se levantó sin darle oportunidad de una negativa y fue a lavar su rostro con agua fría, mientras pensaba rápidamente en un lugar a donde pudiera llevarlo. Cerró la puerta del baño para pensar con más claridad y arreglar un poco su aspecto. Parecía muerto…aunque estaba realmente arto de esas cosas.
Se dedicó a respirar profundo y liberar su mente un momento, antes de salir de la pequeña habitación.
-¿Estás listo? –Lo llamó esperando a que apareciera-
-¡Un momento!
-¿Alguna vez te dije que pareces una chica? –Sonriendo de pie frente a la puerta de la habitación-
-Sí. La próxima vez que lo hagas acabarás con una pierna rota.
La puerta se abrió. Se alegró al ver que de ningún modo perdía su vanidad. Aunque no estaba pulcramente arreglado como lo recordaba, se notaba el cuidado con el que elegía sus prendas, sus gafas y su sombrero, y, por supuesto, su cabello estilizado. Se percató también de que el abrigo que usaba era el suyo.
-Mh, me parece conocido -tomando la punta del cuello de la prenda, observándola-
-Sólo esta vez –esbozando una sonrisa encantadora-
-Claro…
-¿Y a dónde vamos? –Besando su mejilla-
Los cambios de ánimo tan raros que conllevaba todo eso no eran tan malos, después de todo.
-Pues…Simplemente vaguemos por ahí… –cerrando la puerta del departamento, para luego caminar juntos hacia el ascensor- ¿O hay algún lugar al que te gustaría ir? –Mirándolo de reojo mientras subían-
No respondió. Parecía fascinado observándose en los espejos del ascensor. De pronto eso le impresionó sobre manera. Ya era tarde para bajarse del aparato, aunque, al parecer, no había por qué: a diferencia de la última vez, Ruki se veía muy cómodo. De todas formas, lo atrajo más hacia si pasando un brazo por sus hombros.
-Te ves muy bien… -comentó luego, para distraerlo, por si las dudas-
-Lo sé –fingiendo desinterés, mientras bajaban-
Atravesaron la gran puerta de vidrio del edificio hacia el levemente frío exterior. Tomaron sus manos mientras caminaban con calma por la acera. La gente debía estar trabajando a esas horas, no se veían muchos autos por las calles, ni transeúntes. El azul del cielo estaba cubierto de espesas nubes, aunque no era un día desagradable. Se alegraba de respirar aire fresco…les hacía bien a ambos, estaba cansado de permanecer encerrado.
Caminando por, quizás, una media hora, a veces en silencio y otras hablando de trivialidades, llegaron hasta su improvisado destino. Era conocido para ambos, pero fue el vocalista quien lo notó primero y corrió hacia uno de los asientos en el mirador, volteando una vez sentado para llamar al bajista.
-¿Querías traerme aquí?
-Por supuesto que si –mintió muy mal, riendo luego de su fracaso-
-Quizás en el fondo sí querías traerme aquí –sonriendo, entrelazando sus dedos con los del mayor cuando este lo abrazo por el cuello desde atrás-
Desde el lugar se podía ver la bahía, no muy lejos. De hecho, podían escuchar el sonido de las olas romper en la costa con calma. La poca gente que caminaba por las calles estaba lejos de ese lugar tan escondido, sólo suyo, por lo que se respiraba una quietud perfecta.
-Quisiera poder quedarme aquí siempre… -comentó el bajista sin pensar, con su mentón apoyado en el cabello de quien estaba sentado, perdiéndose con su aroma dulce-
-¿Y quién te detiene? – Habló sin ninguna emoción en especial-
-Pues… -pensó en algunas buenas razones- Aún no comemos nada, va a anochecer, comenzará a hacer frío y quizás llueva –mirando el cielo encapotado- Puede que eso no te afecte a ti, puesto que eres tú quien trae puesto mi abrigo…pero al pobre de mí… -con malicia-
-¿Intentas hacerme sentir culpable? ¡Eres un bastardo! –Mientras mordía con falso enfado el antebrazo del mayor-
Comenzó a quejarse como un cachorro al zafarse, sentándose ahora junto al vocalista, quien continuaba llenando el ambiente con su infantil risa. Adoptó luego una postura más relajada, apoyándose contra el respaldo del asiento y echando su cabeza hacia atrás.
-Bueno…quizás no podamos quedarnos para siempre, pero…
-¿Pero…?
-Quisiera dormir aquí esta noche… -volteó, mirándolo suplicante y quitándose sus gafas oscuras- ¿Me cumplirías ese deseo?
-Sí… ¿Por qué no? –Resignado-
-Eso es lo que me encanta de ti, Reita… ¡Eres tan fácil! –Colgándose efusivamente de su cuello-
Eso ameritó esta vez una mordida de parte del bajista. Comenzó a atardecer entre bromas y falsas discusiones. Poco a poco la calma era total y lo único que quebraba el agradable silencio era el mar con su suave vaivén. Ninguno de los dos sentía el frío, y antes de que se dieran cuenta estaba oscuro, y las estrellas brillaban con energía en el cielo ahora más despejado.
Se avergonzó al sentirse de pronto como un adolescente, y sonrió sin que el menor lo viera, al estar ahora apoyado en su pecho muy cómodamente, completamente cubierto con su abrigo y sombrero.
-Recuerdo la última noche que pasamos aquí… -irrumpió en el silencio la voz del vocalista, con un tono juguetón-
-Fue hace mucho –no pudo evitar volver a sonreír al recordar-
-Fue cuando me pediste que fuéramos…
-Sí, lo sé –lo interrumpió, mientras el otro comenzaba a reír más abiertamente-
-No pudiste tartamudear más, Reita… -divertido, mientras se quitaba el sombrero para poder mirar mejor su expresión de vergüenza- ¿Recuerdas?
-Tienes muy buena memoria, ¿verdad?
-¿Cómo pretendes que olvide esas cosas? Valen oro…puedo chantajearte.
-Tú no entiendes lo nervioso que estaba…y no me lo hacías más fácil –intentado ocultar su rostro levemente sonrojado-
-Pero fuiste muy tierno…Al final resultó, ¿o no? –besó su mentón fugazmente-
-Estabas loco por mí, Ruki. No ibas a decir que no
-Aún podría hacerlo, ¿sabes? –Sentándose sobre él-
-Oh… ¿sí? –Aprisionándolo en un abrazo- No escaparías de mí.
-Eres un psicópata –rió tranquilamente mientras se acercaba hasta sentir sobre sus labios el calor de su aliento-
Atrapó esos labios con los suyos. Ciertamente, no podía dejarlo ir.