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Cotard Syndrome por Mad Alice

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Notas del capitulo:

Hola! :)

Despídanse de la miel, chicas! Esto es diferente. Sólo les diré eso...muajaja

Quisiera agradecer a la niña de la cuenta Chocolate Cigarettes por sus reviews hermosos y, por supuesto, por corregir algunos de mis errores de ortografía XD Espero que ahora sí no se me haya pasado ninguno ;3

Gracias a todas, las quiero x3 Ya están respondidos todos los comentarios <3

Disfruten y critiquen!

Cuando despertó, el cielo pasaba del negro al gris. Imaginó que serían cerca de las seis de la mañana. Para su extrañeza, durmió mejor que nunca, incluso aunque permanecía sentado con el vocalista encima en una posición realmente incómoda. Lo cargó con cuidado de no moverlo demasiado, y lo recostó correctamente sobre el asiento, para poder caminar un poco y estirarse mientras lo veía dormir.

El constante sonido del océano y la suave luz solar, tiñendo de dorado las nubes, casi lograban convencerlo de que seguía soñando. Hasta que oyó un suave gemido a sus espaldas, amortiguado por el abrigo que lo cubría hasta más arriba del cuello.

-Buenos días –canturreó acercándose y comenzando a picarlo con un dedo por los costados, logrando hacerlo voltear enfadado- Despierta ya, parecemos ebrios… -haciéndole cosquillas por todo el cuerpo-

-Eres exasperante...¿Por qué despiertas tan feliz? –se incorporó frustrado-

Respondió con una sonrisa.

-Volvamos…nos vamos a enfermar –le tendió su mano, la cual el menor recibió- Despídete –se sintió como un padre hablándole a su hijo pequeño, cuando regresaban a casa luego de haber ido de vacaciones largas a un lugar hermoso-

Pronto se encontraban caminando por las casi desiertas calles de la cuidad, muy juntos al comenzar a sentir el frío matutino.

-Vas a regalarme esto -refiriéndose a la prenda del bajista de la cual no pretendía desprenderse muy fácilmente-

-Ya quisieras…

Entre bostezos, ya estaban a unas cuadras del edificio, al que deseaban con todas sus fuerzas entrar para continuar con su sueño. Ahora el cielo estaba completamente iluminado, el ambiente era fresco y perfumado. Pronto apareció frente a ellos las escaleras y las grandes puertas de vidrio del lugar. Las subió distraído y somnoliento, casi sin fuerzas para empujar la pesada puerta, hasta percatarse de que el menor no estaba a su lado. Volteó y lo encontró de pie frente a los escalones, sosteniendo algo entre sus manos que observaba muy atentamente.

-¿Qué pasa?

-¿Qué…? –Alzando la vista hacia el bajista, oculta tras sus gafas oscuras- ¿Qué es esto?...

Bajó apresuradamente al precisar lo que el vocalista sostenía.

-No…eso no es nada importante…

-¿Qué mierda es esto? –repitió, quitándose las gafas en un movimiento fugaz y violento, mirándolo-

Inspiró profundamente mientras negaba con la cabeza, buscando una explicación que no lo hundiera más, mientras el otro continuaba leyendo con horror los nombres de los medicamentos y calmantes en la receta que aquel médico le había entregado hace unos días y que tontamente había guardado en ese abrigo. Se maldijo con rabia.

-¿De dónde sacaste esto…? ¿Acaso pretendías usar esta mierda conmigo? ¡¿También tú lo crees necesario?!

-No –negó firmemente, pronunciando al fin algo lógico- Tienes que creerme.

-¿Y por qué? Tú…tú me crees enfermo, igual que todos…ya lo dijiste antes…

-¿Qué…? ¡Cómo puedes pensar algo así!

-¿Piensas que estoy enfermo?... ¿Me drogarías? ¿Me atarías? ¡¿Me encerrarías igual que ellos lo hicieron?!

Fue demasiado rápido, no tenía sentido. La mejilla del más bajo ahora quedaba enrojecida luego de la súbita bofetada que el mayor le había propinado para callarlo. Ahora, ambos callaron.

-Ruki… -tartamudeaba-   

El vocalista parecía en trance, solo su respiración acelerada e irregular delataba su histeria. Empuño el papel con rabia y se lo lanzó al pecho antes de salir corriendo.

-Ru--… ¡Ruki! –miles de sentimientos se agolparon súbitamente en su pecho al verlo desaparecer tras la esquina-

Sus piernas obedecieron por fin luego de unos segundos para salir tras él, pero era en vano, ya no había rastros del menor en ningún lado. Por más que corriera…

El solo pensar lo que podía pasar de un momento a otro le revolvió el estómago.

 

-Tranquilo, vamos a encontrarlo…

La velocidad a la que iban en el vehículo del guitarrista no superaba los 20 kilómetros por hora. Ambos en sus asientos, mirando en cada rincón y cada esquina por las ventanillas del auto. Uruha había estado repitiendo esa jodida frase desde que llegó a ayudarlo, y le alteraba los nervios. Llevaban conduciendo por más de una hora…

Golpeó el tablero del auto desquitando su rabia. El castaño se detuvo sin decir nada.

-Preferiría…que nos separáramos… -restregando su rostro con sus manos de forma cansada- No estamos avanzando mucho.

El otro solo asintió lentamente y se estacionó más adecuadamente antes de que ambos bajaran y se fueran a buscar por direcciones contrarias.

 

No recordaba haber caminado por esas calles anteriormente. Los edificios parecían crecer, encerrándolo, casi no podía ver el cielo. Estaba demasiado oscuro. Sin personas. Nadie que pudiese llevarlo a donde estaba antes. Nadie que pudiese verlo. ¿Cómo sería posible pedir ayuda si era un cadáver andante?

Sin darse cuenta, sintió miedo.

-No temas… No puede pasarte nada… -se aconsejó a si mismo-

“¿Por qué continúo aquí?” “¿Por qué, si él no me necesita?” 

Intentó buscar paz en un callejón estrecho. Ahora, solo se escuchaba a sí mismo. El temblor de su respiración inútil. Se apegó a una de las húmedas murallas, ocultándose entre sombras. Mordió sus labios, intentando concentrar en algo más que no fuera el olor putrefacto que comenzó a percibir. ¿Qué mierda era esa? Jadeó para respirar, era insoportable. Miró a todos lados buscando la fuente de esa podredumbre. Era demasiado tóxico, demasiado intolerable…Avanzó unos metros lejos de ahí, luego volvió y salió de la callejuela, corrió…pero el olor seguía ahí, cada vez más fuerte, en donde sea que intentara escapar, colándose entre la gente. Lo mareaba…

Pero no tenía caso correr. Porque donde quiera que fuera, era él quien se podría, y su cuerpo decadente no iba a detenerse hasta ser polvo.

 

-¿Reita?

-¿Dónde estás?

El otro le dio el nombre de la avenida donde se encontraba y emprendió su caminar fatigado hacia allá.

-No lo has encontrado aún… ¿cierto? -Habló el castaño desde el otro lado-

-… -suspiró- No te muevas de ahí, Uruha…ya voy –cortó antes de quebrarse-

Al menos su amigo no estaba demasiado lejos de ahí. Ya no tenía ánimos de nada…Su estómago era un agujero y su rostro estaba demacrado. Seis de la tarde y aún no había rastros del menor. No quería hacerlo, pero tendría que llamar a los otros dos para pedir su ayuda, de otra forma no llegarían a ningún lado.

Las luces de la calle comenzaban a encenderse y eso sólo consiguió angustiarlo más… ¿Tanto llevaban buscándolo? ¿Tanto tiempo llevaba Ruki caminando solo? Sollozó descargando un poco de presión en su pecho, cuando alguien sujetó su hombro con cariño.

-Hola… -el castaño se veía igual de pálido que él-

Esbozó una imperceptible sonrisa en respuesta, con esfuerzo, antes de que Uruha lo rodeara en un abrazo.

-Deberíamos llamar a Aoi y Kai, ¿no crees?...

-Sí, también estaba pensándolo –se alejó lentamente-

-Pero, escúchame…Primero tienes que comer algo, Reita, no lo has hecho en todo el día.

-Uruha…eso ahora no tiene ninguna importancia.

-¿Cómo que no? Al menos toma un café, por favor.

-No. Llama a Kai.

-Vas a desmayarte…

-¿Me harías el favor de llamar rápido? ¡No podemos perder tiempo!

-…Bien.

Le marcó al baterista, quien no tardó mucho en contestar. Brevemente le pidió que fuera, haciendo todo por controlar la urgencia en su tono de voz para no alertar al líder quien rápidamente caía en desesperación. Por suerte no notó nada extraño y accedió a ir, llegando a los pocos minutos, en los que ambos permanecieron en silencio sin dejar de mirar hacia todos lados.

-¿Qué hacen aquí? –bajando de su auto y yendo a saludarlos con una sonrisa extrañada-

Permanecieron en silencio. El castaño miró a su amigo disimuladamente.

-… ¿Qué pasó con Ruki?

-Calma, Kai… -comenzó el guitarrista, nervioso-  

-Ruki escapó.

Inmediatamente cayeron sobre el bajista una mirada de reproche y otra de infinito horror.

-Y no podemos perder más tiempo aquí -continuó, levantándose- ¿Entienden? Así que voy a llamar a Aoi para que venga... Kai, tú vas en tu auto a buscar, dónde sea. Lo mismo para ti –mirando al castaño-

El batero los miró a ambos por última vez, sin decir nada, sin perder un segundo más, y subió al vehículo desapareciendo rápidamente en una esquina.

-Anda, Uruha…

-Cuídate. Y llámame en cuanto sepas algo.

-Claro.

Se fue en cuanto el rubio llamó a Aoi. Le explicó todo lo que pasó, sabiendo que este sí conservaría la calma. Con paso acelerado se dirigió a su auto que permanecía estacionado a unas cuadras del lugar, cerca del edificio donde el bajista.

Seguramente toda esa búsqueda no tendría caso…Lo había pensado desde el principio. Lo más seguro era que el vocalista quisiera estar solo o ya habría vuelto. Pero no podía decirle eso a Reita ni a nadie porque, no importa cómo intentara convencerlos, seguirían buscando toda la noche. Ni siquiera sabía por qué el menor se había ido, y tampoco quería averiguarlo. Su amigo había sido extremadamente reacio a contarle cualquier detalle.

Subió al vehículo. Intentó calentar un poco sus manos con su aliento. Estaba congelado. Encendió el motor y la calefacción. Al levantar la vista pudo ver cómo las luces de su auto iluminaban justo a tiempo a una figura baja y delgada que se tambaleaba en la esquina del edificio.

No necesitaba buscar más.

-¡Ruki! –Bajó rápidamente corriendo hacia él, pero al parecer no lo había escuchado- ¿Dónde estabas? –Lo tomó de los hombros para espabilarlo y asegurarse de que no se iría otra vez-

-Déjame –comentó temblando y sin energía. Tomó conciencia en ese momento de la mancha de sangre en el pantalón del vocalista, una herida en su pierna que seguramente no le permitiría moverse demasiado-

-Vamos, ven… -pasando uno de los brazos del menor por sus hombros para ayudarlo-

-¡Suéltame! ¡No te conozco!

-…Ruki… -Lo miró sin entender- Soy yo, Uruha…Te he estado buscando desde hace horas, todos te hemos buscado... ¿Por qué no entraste al edificio? ¿Por qué estás aquí afuera?

-No se dónde estoy… -se apoyó nuevamente en la muralla observando el suelo, negando con la cabeza- No sé dónde estoy… Por favor, déjame…

-… ¿Tienes frío?... –tomó distancia para no inquietarlo más-

Asintió con la cabeza.

-Pero ya no puedo usar su abrigo, no puedo usar nada de él…No es de confianza… -lloró, como si recordara algo extremadamente doloroso-

Definitivamente no entendía nada. ¿Pero qué más daba?...Había encontrado a Ruki y lo único que importaba ahora era mantenerlo a salvo hasta que llegara el bajista. Ya habría tiempo de entender.

-Mira…mi auto está aquí –apuntó el vehículo- Vamos, ¿si? Estás helado…

-No, no puedo, no quiero… -se alteró-

-Prometo no llevarte a ningún lado. Vamos, estás helándote… -sin más, hizo que se levantara-

Sin escuchar sus ahora débiles negativas, lo subió al asiento del copiloto, colocando la calefacción al máximo. Permaneció fuera del auto para llamar al bajista. Algo le decía que no era bueno mencionarlo en frente del vocalista.

-Lo encontré.


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