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Huellas Ocultas por Fallon Kristerson

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Notas del capitulo:

Advierto: es un capitulo confuso. Mi amiga, Anari-chan, creo que está por colgarme TT_TT Anari te quiero! . EN FIN! Hay muchos saltos de escnea, pero creoq ue el tiempo va en orden normal (creo que a eso se le dice orden cronológico :D) La idea es crear confusion y creo que lo logre pero no de la manera deseada prometo que los siguientes capitulos no seran tan raros ^^

"I know your name
But I won't tell
We must keep this secret well
Privacy's hard to find
Eyes are watching all the time"

Lindsay Lohan – To know your name

2. Madrugada

Deidara tenía frío. La camisa que llevaba puesta no abrigaba ni nada de eso y Sasori parecía haberlo notado. Una pequeña sonrisa se había formado en los labios del maestro de los disfraces y era seguro que, si el chico comenzaba a tiritar, comenzaría el a reírse. Sasori no reía seguido, pero Deidara era todo un caso para él y por eso haría una excepción. El hombre había instruído a muchos hijos de la familia Iwa y eso era su trabajo desde hace ya mucho tiempo, lo cual no significaba que le gustasen todos los aspectos de su ocupación. Deidara había sido uno de sus mejores alumnos, además de que ahora había pasado de ser su "encargo" a ser su jefe. Kakuzu lo había puesto bajo su tutela desde que tenía siete años, y hasta que el rubio cumplió la mayoría de edad, había sido su superior. Lo cual ahora estaba invertido, aunque le contentaba el hecho de que el menor aún le guardase respeto. O que por lo menos lo aparentase. Uno nunca sabía... Podía decir que bien en el fondo se enorgullecía de haber formado a `la guadaña´, aunque, por otro lado, se arrepentía de haberle enseñado ciertas cosas a Deidara. El chico era un asesino ahora, ya no un niño inocente que solo buscaba salir a toda costa de una mansión que hacía para él de cárcel, ya no era un niño en busca de amigos, sino un criminal en busca de no ser arrestado. Pero aún así, Deidara siempre seguía logrando ganarse excepciones con su maestro. Porque Deidara era especial.

Y Porque Sasori lo amaba.

-Es aquí –murmuró el chico cuando estaban parados a uno de los extremos del puente. Sasori enarcó una ceja.

-Creí que Kakuzu había dicho que era "bajo el puente" –masculló con voz ronca el hombre disfrazado.

-Arriba, abajo... ¿Importa? –bufó Deidara, tratando de no alzar la voz. Sasori negó con la cabeza.

Dirigiéndose a una de las pequeñas escaleras que llevaban hacia las orillas del sucio río. Deidara lo siguió de cerca. No más de cinco hombres los esperaban ahí. "¿A eso le dicen una entrega grande? ¿Y ahora qué le pasa a mi viejo?" Cuando los dos estuvieron a la altura de los otros sujetos, Deidara dio un paso hacia adelante, dándose a conocer por su apariencia, la cual era bastante conocida en todo el círculo. Todo el mundo sabía de quién se trataba cuando aparecía un chico de no más de veintisiete años, de cabello rubio y largo, y de ojos azules.

Bien, según Kakuzu, la cosa era ir, recibir y luego esfumarse. Nada más. Lo mejor, o al menos así lo había dicho su padre, era que regresase de frente a su casa y le diese "la entrega". Sabía Dios de qué demonios se trataba ahora. Drogas estaban descartadas, Kakuzu nunca lo había mandado a hacer algo en esa área, al menos no a recibir y llevar. Podían ser documentos o algo por el estilo. ¿O una bomba? Kakuzu cada día se volvía más loco, o por decirlo de una manera más bonita: ingenioso. Como sea, Deidara recibió lo que parecía se una pequeña caja, larga y plana, de tamaño y forma similar al de una computadora portátil. Se trataba de un maletín. Eso era todo, ahora debía largarse de ahí.

-Vamos –murmuró Sasori impacientándose a causa de la lentitud del rubio.

Pero Deidara no se movío. Sasori volvió a insistir una vez más, mas fue en vano. Y entonces, la noche se iluminó y segundos después el silencio se esfumó.


-¡No puedo creerlo! ¿ES EN SERIO? ¿NADIE OYÓ NADA DE NADA DE ÉL?

Nadie se atrevió a responder y el silencio reinó por unos instantes. Madara gruñó irritado, dejando caer un manojo de papeles sobre la mesa de Tsunade, mas esta ni se inmutó.

-Suficiente –bufó y Sasuke se hundió en el sillón que había acaparado-. Naruto.

El aludido alzó la mirada, ladeando un poco el rostro.

-¿Yo qué? –preguntó sin miedo, a lo que el azabache mayor frunció el ceño.

-¿Cómo que "yo qué"? Te irás ahora a revisar –dijo con impaciencia, tanto así que a Shizune se le heló la sangre en las venas. Kakashi rió por lo bajo, y Jiraya pareció recordar que seguía ahí presente, por lo que desvió la mirada de su manuscrito y observó al segundo al mando, Madara.

-¿Y eso? ¿A dónde? –masculló sin ganas el rubio, mirando hacia Tsunade, quien seguía inmersa en los papeles que se amontonaban sobre su escritorio.

-Puede que haya sucedido algo, Sai necesitará ayuda –explicó Madara recuperando la calma-.

-Tiene a Gaara –murmuró Naruto en voz baja-. En cualquier caso él nos habría avisado si algo hubiera sucedido con Sai. O si no que vaya Sasuke. O Lee, en el peor de los casos...

-No seas idiota, Gaara no puede audarlo en su estado –le espetó Sasuke, diciendo por fin algo, molestando al rubio.

-Entonces ve tú –bufó Naruto.

Bien, se suponía que debía seguir las órdenes que le eran dadas, pero él no iba a ir. No, ni loco. Que el idiota de Sai se las viera solo o que por lo menos fuese su primo bueno para nada a ayudarle si era el caso de que estuviese enproblemas. Él no iba a ir.

-Naruto –se hizo entonces oír por fin la rubia desde detrás de sus papeleos-. No seas un mocoso insolente y ve.

Naruto frunció el entrecejo, mirando hacia Tsunade, la cual ya se había vuelto de nuevo hacia su detestable papeleo, y ahí ya no tuvo más remedio que ir. Si Tsunade lo decía con ese tono de amenaza, era mejor obedecer.

Salió, seguido de cerca por Sasuke, quien no dejaba de lado esa molesta sonrisa arrogante que tanto le agotaba la poca paciencia que tenía de reserva.


La habitación estaba sumida en la casi absoluta oscuridad. Alguien debió de cerrar las cortinas, dado que él las había dejado abiertas cuando salió y, cuando había vuelto, solo cayó sobre su cama y se quedó dormido. Se estiró, haciendo un intento por desperezarse, y luego giró la cabeza. Su mirada recayó sobre la mesita de noche, sobre la cual había dejado tirada la pistola. Su cabellera rubia estaba enredada, al parecer se había movido mucho mientras dormía. Supuso que habría sido una pesadilla, eso explicaría el sabor salado en su boca. Y agradeció el nunca poder recordar sus pesadillas.

Casi todos los cinco sujetos que habían estado bajo el puente fueron agarrados. Su padre lo iba a colgar, pero por lo menos le había traído la entrega. Ahora a saber si eso era bueno o malo para él. Él y Sasori habían logrado escapar, aunque un policía había tenido que pagar eso con su vida. Maldito el momento en que le dieron la jodida pistola. Itachi se iba a poner como una furia, detestaba que Deidara se metiese en tiroteos y, aún peor, odiaba que Deidara matase a alguien. Aunque, recapacitando, había sido en defensa propia, dado que nadie ahí presente sabía de su posición como infiltrado.

Pero eso no cambiaba el hecho de que estaría molesto, bien molesto. Demonios, ni si quiera había tenido oportunidad de echarle un vistazo a lo que le habían entregado. Primero porque el estúpido maletín estaba sellado y segundo porque tenía a Sasori siguiéndole hasta el portón de la casa, donde luego fue perseguido por cinco escoltas. "Perfecto..." Algo le decía que de nuevo pasaría un buen tiempo antes de que volviera a ver a Itachi.

Sin duda necesitaba recuperar el maletín o descubrir que se hallaba dentro de este y qué planeaba Kakuzu hacer con él.


Él sabía que había algo que apestaba en todo eso. La entrega "falló", pero solo para ellos. Primero, aparecen de la nada los inútiles policía. Segundo, los enviados de Kakuzu, sin mencionar que uno de ellos era su hijo, se salían ilesos de la situación, mientras que sus hombres fueron atrapados. Y para rematar, Kakuzu ahora tenía la entrega. Perfecto, más no podía pedir. Ahora solo faltaba que la puerta de su oficina se abriese y que entrasen los agentes del FBI a arrestarlo. Cosa que esperaba que no sucediese, mucho tenía con que el Iwa se saliese campante de esa jugada. Le iba acostar mucho el verle luego a la cara sin ser superado por las ganas de ahoracarlo ahí mismo. Definitivamente tenía que deshacerse de él, y si era necesario, también de su hijo y del asesino que tenían ahí de posible remplaz. Sin duda, tenía que borrar a todos los Iwa del mapa.


Deidara se hacía el que ya no oía nada. Acurrucado en el sofá y esperando a que amaneciese de una buena vez, dejaba que el griterío de Hidan pasase de largo y sin afectarle. Konan bebía con parsimonia de su taza de té, mientras que a su costado estaba sentado Pain haciendo Dios sabía qué con unos papeles que había traído consigo. La joven mujer de vez en cuando alzaba la mirada y observaba al rubio, quien con sus audífonos aparentemente rehuía al mundo. Eran las tres y media de la madrugada, mas nadie parecía querer dormir. Una extraña aura permanecía esparcida por la mansión, dejando a casi todos sus habitantes en una extraño estado de trance.

Casi todos, he dicho, puesto que Hidan seguía discutiendo con Gaara, aunque Konan estaba comenzando a sospechar que el griterío del albino se debía más a que no lograba impacientar al pelirrojo que por otra cosa.

-¡Te he dicho mil veces que no me interesa una mierda lo que ese estúpido de Kisame tiene para decir, solo quiero que su jodido jefe de una buena vez me devuelva mi guadaña! –protestó Hidan y Konan enarcó una ceja.

-¿Qué le pasó a tu guadaña? –preguntó vencida por la curiosidad.

-A ti qué... –bufó molesto el asesino, a punto de agregar un "perra" cuando Pain le lanzó una mirada amenazante.

Deidara tuvo que contenerse para no poner los ojos en blanco y romper a reír ante la mueca de su hermano. De sus audífonos no salía ni la más mínima pisca de música, Deidara estaba más concentrado en oír las conversaciones abstractas de aquellas estrafalarias personalidades que estaban bajo el mando de su padre. No es que le sacase mucho provecho a eso, pero era parte de su trabajo el mantener ojos y oídos bien abiertos, al igual que la boca bien cerrada. Su mirada permanecía clavada en un punto muerto de la luna de la ventana de la sala, mientras que Hidan seguía repartiendo insultos a diestra y siniestra.

-¿Tengo que repetírtelo mil veces? –suspiró aburrido Gaara-. Orochimaru no ha tenido tiempo a causa de que uno de sus mejores hombres está tras las rejas y su prioridad ahora es sacarlo. Y en cuanto a Kisame, no es su cul...

-¡No me interesan una mierda tus excusas baratas!

Deidara no se movió, mas estaba a punto de. Oh, había olvidado que la entrega era de Orochimaru. Su padre no le había dicho demasiado al respecto del , tenía lo que quería, por lo que lo dejó en paz. En cuanto a Sasori, no le había pasado desapercibida la mirada que este le lanzó antes de irse otra vez de la mansión. Deidara no sabía bien qué había significado aquella manera de mirarlo de Sasori, pero en cierta manera le preocupaba que sospechase de él. Pero el punto era que Kakuzu ya no le iba a pedir mucho por al menos una semana o dos. Bien por él, bien por todos los que no fuesen Orochimaru y sus seguidores. Ah, y claro, Hidan. ¿Qué demonios le había pasado a su guadaña? A Deidara no le interesaba personalmente, pero sospechaba que algo le había sucedido en su último trabajo.

Rendido, cerró los ojos y se concentró en no perder la paciencia y aburrirse, aunque lo último ya había sucedido. Oyó en el fondo como Konan le susurraba algo a Pain, mas no llegó a oírlo con claridad.

-...ayer... todos lo vieron... no, nada... Claro, ¿qué crees?

La maldijo por hablar en voz tan baja y maldijo a sus oídos por no ser superdotados. Y deseó con todo su corazón no haber nunca aceptado ese "trabajo". No lo hacía porque la paga fuese buena, sino que solo porque había sido lo suficientemente idiota como para dejarse convencer. En algún momento Pain se puso de pie y abandonó el lugar, aparentemente harto de estar escuchando a Hidan, quien seguía discutiendo con el pobre de Gaara, si bien este solo era un mensajero y no tenía por qué soportar castigo de tal magnitud. Pero al parecer el chico tenía mucha paciencia. Cansada, Konan se paró también y salió, dejando atrás a los más jóvenes del lugar. Deidara volvió a suprimir un suspiro y se hundió un poco más en el mullido sofá. No tenía ganas de seguir escuchando a Hidan gritar, lo más probable era que no duraría mucho antes de que se largase él también de aquella endemoniada sala.


-Bueno, por lo menos tenemos a los sujetos...

-Enviados de Orochimaru –masculló molesto Itachi, dándole un sorbo a su enésimo café de la noche.

¿O debía decir "mañana"? Dado que ya eran las cuatro de la madrugada y lentamente se acercaba el amanecer...

Nanami se encogió en su lugar. Sabía de sobra que con ese tema había que tener cuidado. Itachi no se tragaba a Orochimaru, sin duda era el mafioso que más ansiaba meter en la cárcel y eso por muchas razonoes, entre las cuales la más importante era el hecho de los continuos intentos de Orochimaru por ganarse a Sasuke como aliado. Todo el mundo sabía que Orochimaru era muchísimo más viejo de lo que aparentaba, sin embargo, nadie sabía cómo se mantenía tan activo. Habían rumores de que se hallaba enfermo, lo cual le permitía a Itacih sospechar que el sujeto buscaba un sucesor. Sin embargo, no veía por qué Sasuke y no su perro faldero alias Kabuto. Era algo totalmente sin sentido, dado que Sasuke ya trabajaba para el FBI y orochimaru lo sabía bien.

-Genial, esa víbora no se contenta nunca –bufó el moreno y se dejó caer hacia atrás en su silla-. Necesitamos que Deidara consiga esa entrega.

-Pero él mismo dijo que la caja estaba sellada y que ni si quiera Kakuzu la había abierto –dijo ahora un tercero y los demás presentes asintieron. Nadie sabía qué decir, ni hablar de hacer.

-Tiene que traernos ese maletín –dijo por fin Kakashi con sencillez-. Sin duda es algo peligroso, o por lo menos importante.

Gai meneó la cabeza.

-Es muy peligroso, no podemos dejar de considerar la seguridad de Deidara...

Otro silencio. Estaban todos los presentes de la reunión pasada, solo que sin Naruto, Sasuke y Madara, y con Itachi, Nanami y Gai presentes. Este último estaba sentado al lado de Kakashi en el sofá de la oficina de Tsunade, la cual ahora se paseaba impaciente por la oficina. Todos estaban tensos, o por lo menos ansiosos o algo cercano.

La rubia no quería arriesgar a ninguno de sus agentes, mucho menos si se trataba de Deidara. Era un secreto que se llevaría a la tumba, pero el chico se parecía tanto a... El punto era que Tsunade se sentía capaz de dar hasta su vida por él. No porque lo conociese en realidad, Tsunade nunca había tratado mucho con el rubio, a penas habían intercambiado palabras.

Jiraya por su lado, solo había venido a husmear un poco en su antiguo trabajo y había dado con todo en una reunión importante. Pero como era el ex-jefe del lugar... Bueno, nadie lo iba a echar. Aunque ya no fuese su asunto, aquello le preocupaba. Le preocupaba el ver que Madara , aunque en ese momento no estuviese presente, estaba perdiendo los estribos, además del tacto para resolver situaciones así.

-Lo sacaremos de ahí –dijo por fin Itachi.

Las miradas volvieron a recaer sobre él. ¿Qué estaba diciendo?

-Ahm, Itachi-san... –se aventuró Nanami valientemente, aunque fue callado por su jefe.

-A Deidara, ya va siendo hora que lo saquemos de ahí –dijo seriamente Itachi-. Le pediremos que traiga la entrega consigo...

-No podemos arriesgarnos a perder un agente en la casa de los Iwa –protestó Tsunade, interrumpiendo a Itachi.

Kakashi asintió, aunque sabía bien que Itachi también tenía razón con lo que decía. Hace mucho que habían hecho que Deidara volviese a su casa y hace mucho que el rubio había vuelto a tener que dejar de lado la vida que tanto anhelaba para volver a encadenarse a su padre y los sucios negocios de este.

-Itachi –se metió ahora Jiraya-, tienes razón hasta cierto punto, pero Deidara es una oportunidad que no podemos desperdiciar.

Itachi se mantuvo sereno, cosa que alivió a todos un poco. Al menos él no tenía el carácter de su tío, pensó Jiraya, cuando en ese momento sonó el teléfono de Tsunade.


-Soy yo –masculló impaciente, manteniendo la mirada fija en el cuadro que colgaba por encima de la puerta de su despacho-. Sí, sí, está aquí... Ahm, no sé, no... Ah, sí, supongo. Claro, lo haré. Bien.

Sin más, se levantó y salió de la oficina, antes de que apareciese nuevamente Kakuzu.


Deidara no podía decir que no le sorprendiese el saber que Gaara y él eran del mismo equipo. Sabía que el FBI metía agentes por donde podía, pero aún así no se esperaba que el mensajero de la serpiente fuese un agente encuierto tal cual lo era él. Ni modo, era bueno saberlo.

Pateó aburrido una lata que se le cruzó en el camin. Ya no lo había soportado más, el ambiente, las personas y todo en sí de la mansión lo estaba volviendo loco. Pateó de nuevo la lata y pensó que era raro que en un barrio tan fino de todas maneras hubiese basura tirada por el suelo. No es que todas las zonas como esa estuviesen solo llenas de mafioso, de hecho, eran pocas las grandes familias que estaban tan arriba en el negocio como para poder vivir en un lugar así. Y cuando decía que eran pocas, pues pocas eran.

Por no decir que solo se trataba de dos familias.

Los Hyuga y los Iwa siempre habían sido rivales, mas sus territorios estaban un tanto lejos como para que se estuviesen peleando todo el tiempo. Deidara sabía que el actual líder de los Hyuga aún era bastante joven y que, con solo veintidos años, se había hecho con el poder de su zona. Si a Deidara le interesase ese tipo de vida, lo habría envidiado. Pero no, no era el caso.

Definitivamente era un contraste cuando los jefes de las dos familias se encontraban, su padre no era el más joven, cosa que su rival sí. Pero tampoco era que aquellos fuesen los únicos grandes hombres del círculo. Estaban también Orochimaru que, si bien no se trataba de toda una familia, tenía un buen territorio bajo su mando, al igual que Danzou, aunque este último no se dejaba ver mucho últimamente, ni tampoco tenía un territorio grande. Para eso se necesitaba toda una familia que, generación tras generación, siguiese gobernando. Deidara lo sabía bien, por algo había crecido ahí.

Alzó la mirada del suelo, olvidando por fin la lata que traía pateando desde hace ya una cuadra de distancia, para finalmente buscar un lugar donde sentarse. No tenía ganas de volver a "casa", de hecho no tenía ni ganas ya de seguir despierto. Quería dormir, porque durmiendo ya parecía ser la única manera de olvidar que su vida amorosa era un fracaso. Pero aún el aura depresiva de la mansión se adhería a él, aquella extraña sensación de vacío aún no lo había abandonado.


-Oye... ¡Naruto! –lo llamó Sasuke siguiéndolo ya un buen rato.

Cuando habían salido del departamento del FBI, habrian sido a penas las diez, pero en ese momento su reloj ya señalaba las seis de la mañana. Se habían pasado toda la noche en vela, tratando de encontrar a Sai. Sasuke soltó un bufido. Su idiota primo, Sai, en serio parecía esmerarse en causar problema tras problema. Lo más probable era que simplemente haya decidido autoregalrse unos días libres y no avisarle a nadie. No sería la primera vez que sucede después de todo.

-¿Qué queires? –masculló Naruto de mal humor.

Tenía frío, demonios, ¡y cómo! Lo único que quería en ese momento el rubio agente era largarse a casa y meterse de frente a su cama. Lamenteblemente tendría que primero pasar por la cocina, dadoq ue su estómago lo estaba matando. No había enado y ahora pagaba las consecuencias de haberse negado a aceptar la invitación de Sasuke de ir con él a comer antes de ir a departamento. Se maldijo a sí y su maldito orgullo. Agh, habría sido solo una cena, no debía ser precisamente una cita y... ¿¡Y qué estaba diciendo! ¡Si lo único que el Uchiha bastardo quería era burlarse de él!

Sasuke al parecer notó que su compañero luchaba con el hambre y el frío, mas pensó que en ese momento sería mejor callar. Lo más probable, si le ofrecía dejar el trabajo por un rato e ir por algo de comer, era que Naruto, con su mal humor de toda una noche desvelada en vano, le gritaría su vida y lo acusará de pecar de vago y etc, etc... Y Sasuke definitivamente no tenía ganas de eso ahora.

Por lo que simplemente siguieron caminando en silencio por aquel barrio de clase alta, hasta que llegaron a un parque, donde por fin fue Naruto quien sugirió que se sentasen en una banca a descansar.

Se acercaron al lugar, buscando una banca no muy expuesta. El sitio estaba desierto y la neblina de otoño en un momento que se suponía que era invierno... El clima sin duda estaba drogado. Estaban por elegir una banca cerca de unos árboles, cuando en ese momento Sasuke tomó a Naruto del brazo y lo zarandeó ligeramente.

-Oye, Uzumaki –susurró llamándole la atención.

Naruto lo miró extrañado, hasta que notó que Sasuke apuntaba hacia un lugar específico con la mirada. Siguió la dirección indicada, descubriendo que sí había alguien en aquel parque. Parecia haberse quedado dormido en una banca.

Se aproximaron al sujeto, cuando entonces el Uchiha notó de quién se trataba. Sonrió divertido. Naruto sin embargo, lo miró extrañado.

-¿Qué es tan divertido? –preguntó molesto pero en voz baja.

Sasuke negó con la cabeza.

-Nada, solo un amigo –murmuró y luego le susurró al oído-. Él es Deidara.

Naruto lo miró sorprendido. ¿Deidara? ¿Ese Deidara? ¿Aquel del que siempre Madara le hablaba? ¿El supuesto novio de Itachi? Naruto nunca lo había visto, ni is quiera en foto, pero algo en él le gustó, pero a la vez tocó algo en él que ni sabía que existía. Algo así como una melancolía.

Sasuke percibió que Naruto ya estaba mucho tiempo mirando a Deidara sin decir nada. Siempre pensó que Deidara sería atractivo para cualquiera, mas no creyó que fuese aquello lo que pasaba por la mente de su compañero de trabajo.

-¿Qué miras? –preguntó por fin vencido por la curiosidad.

-¿No crees que deberíamos despertarlo? Está muy expuesto...

Sasuke asintió.

-Deidara siempre fue idiota... –masculló-. Pero no deberíamos... Alguien podría vernos, ya es muy sospechosos que estemos aquí parados delante de él.

Naruto asintió, mascullando algo así como "pero tú me jalasta hasta aquí", y luego ambos chicos se alejaron del bello durmiente.


Cuando por fin volvió a su apartamento, Itachi suspiró aliviado. Ya no pasó por la cocina, gracias a la sopa a la que lo invitó Jiraya antes de dejarlo ir. Al parecer el viejo estaba preocupado por Madara e Itachi no lo culpaba. Él también lo estaba. Tratando de apresurase, se desvistió y se acostó, deseando más que anda en el mundo tener otra vez a Deidara consigo.

"Ahí lo tienes Itachi, si tan solo hubieras mantenido la boca cerrada..."

Notas finales:

N.A. Mmh... pues pretendo continuar con este fic, pero, de ser el caso de que me demore en actualizar, me disculpo de antemano XD ya saben, el cole y bla bla bla me tiene un tanto ocupada, así como también trato de actualizar mis demás fanfics... -.-UU En fin, dejen reviews! . Este intento de escritora los necesita TT_TT


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