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Segunda oportunidad por Necoco_love2

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Notas del fanfic:

 

Bien dicen que más vale tarde que nunca, aunque verdaderamente sé que me he tardado horrores. Una disculpa sincera a ti, Hikari, que sé que tardé más de lo debido en terminar tu historia. Una disculpa aún más grande para las personas que esperan que actualice, se me ha imposibilitado un poco debido a que a medida que el tiempo pasa, me lleno de más responsabilidades y tengo menos tiempo libre. Sé que suena a excusa, pero no lo es. Igual ya me falta poco para unas merecidas vacaciones, prometo que me pondré al corriente, y si no que me parta un rayo en mi cumpleaños >w<

Hikari, ojalá te guste lo que te escribí, lo hice con todo mi cariño cariñoso para ti :3 Te quiero *3* 

 

Notas del capitulo:

Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del señor Masashi Kishimoto. 

Todo es mucho más difícil cuando es real. Es entonces cuando te ahogas, cuando es real.

 

Lo había imaginado innumerables veces. Su mente había maquinado tanto en sueños aquél irrisorio pensamiento que, ahora que se materializaba frente a sus ojos, era incapaz de detenerse, aunque su corazón, ese que consideraba ya sombrío y ennegrecido por la maldad, imploraba a gritos un final diferente. Ten cuidado con lo que sueñas, podría volverse realidad. Esa fue la lección más valiosa que Uchiha Sasuke tuvo que aprender por las malas.

 

Nunca desees matar a tu mejor amigo, al único que te quiere y estaría dispuesto a dar su vida por salvarte porque, joder, podría volverse realidad y entonces, ¿Qué quedaría?

 

Nada.

 

Fue un día soleado, apenas lo suficiente para entibiecer el día y dar paso más adelante a una lluvia segura. El viento soplaba de manera diferente, lo sabía. Era una señal, podía presentirlo perfectamente. Era el día. ¿Qué pasaría? No estaba completamente seguro de ello. Aún conociéndolo perfectamente, Sasuke sabía que había infinidad de posibilidades; incluso, no descartaba el estarse equivocando. Más no obstante, sabía que sería el final, que lo que quiera que ocurriera definiría en toda la palabra el futuro que les deparaba.

 

Así, tuvo que desembarazarse de Karin, Suigetsu y Juugo con cualquier tipo de excusa bien planificada. No iba a permitir que nadie, ni siquiera sus propios sentimientos, se interpusieran entre Naruto y él.

 

Era una decisión difícil, lo sabía. Ninguno de los dos podía vivir permanentemente así, uno huyendo a la menor manifestación de confusión sentimental y otro buscando inalcanzablemente atrapar al contrario inútilmente, cómo intentar atrapar agua que se escurre entre los dedos. Ninguno de los podría parar hasta que el contrario muriera, y Sasuke era lo suficientemente egoísta y estaba tan cegado por la oscuridad y el poder como para sacrificarse el mismo.

 

En alguna otra circunstancia, lo habría hecho, el amor habría podido más, como aquella ocasión en a batalla contra Haku y Zabuza, cuando su cuerpo se había movido solo—ó esa era la única explicación que Sasuke había dado— cuando las agujas de Haku expresamente pretendían herir a Naruto. Sin embargo, entre el rubio y él, el odio y la ambición podían más.

 

Cuando se hubo separado de su equipo, se marchó también por el bosque, dispuesto a esperarlo a mitad del camino que existía entre ambos para dar fin a lo que en un principio no debía de haber comenzado. Naruto nunca debió haberle buscado, nunca. Sasuke no tenía nada que ofrecerle, nada además de odio, una venganza y una vida llena de fantasmas del pasado. Le tenía un endemoniado cariño que lo habría dejado todo sólo por él, habría olvidado su objetivo sólo por él. Pero al mismo tiempo, lo amaba tanto, que lo había dejado para que fuera libre de elegir un mejor futuro que a su lado no podría alcanzar.

 

Para que eligiera a alguien más que no fuera él.

 

Pero Naruto era tan obstinado al punto de llegar a la imprudencia. Era tan terco, que asustaba en ocasiones. Odiaba todo de él y con tanto fervor, con tan irrisoria y masoquista pasión, que no podía explicarse coherentemente, al mismo tiempo, por qué lo amaba de tan febril manera.

 

Arribó al Valle del fin un par de horas después, tras un largo trayecto transcurrido. Se posicionó en la estatua de Uchiha Madara, como respondiendo a un deja vú repetitivo del enfrentamiento que había ocurrido entre Senjus y Uchihas. Era, había dicho Madara, un destino del que ninguno de los dos podía escapar. Los Senjus y los Uchihas, la voluntad del fuego, Naruto y Sasuke. El viento soplaba con más fuerza que anteriormente, lo suficiente como para despeinar su cabellera perfectamente en su lugar. El agua se agitaba ligeramente por la fuerza del viento, moviéndose intranquila. Se sentó a esperar, porque tenía la certeza de que Naruto había escuchado ese mismo llamado silencioso y estaba por hacer acto de presencia en cualquier momento.

 

Oh, Sasuke lo conocía tan jodidamente bien que sabía incluso la mirada que le dirigiría y las palabras que diría antes de comenzar.

 

Esperó lo que le pareció una eternidad. Si bien, no había pasado tanto tiempo, por lo menos, intrigado de saber cómo estaría Naruto agobiaba su sentido del espacio y del tiempo y distorsionaba su realidad como si estuviera atrapado en un genjutsu y lo único que distinguiera fuera el cielo azul, tan fantástico como los ojos del que pronto llegaría, y esas nubes que se le asemejaban a inmensas bolas de algodón.

 

No fue necesario que anunciara su presencia, Sasuke más que nadie lo había sentido llegar a lo lejos y podía escuchar el sonido que provocaba el viento al chocar contra el cuerpo del que ahora se había convertido en su contrincante a muerte. No se levantó, permaneció observando el cielo un par de minutos más porque pretendía evadir lo más que pudiera el momento en que tendría que mirarlo a los ojos para estrujar su corazón y matarlo antes de que se arrepintiera.

 

—Sabía que vendrías—musitó.

 

—No te creas que lo sabes todo—le resopló Naruto, justo al frente, en la estatua perteneciente a Senju Hashirama.  

 

Pretendió no escucharlo, ya que de esa manera podría molestarlo como tanto le gustaba. Tras un silencio más apacible que incómodo, Sasuke se levantó y lo miró directamente a los ojos, atrapando en su mirada a Naruto como él había sido presa de la del rubio. Por un segundo, la duda lo invadió, haciéndolo sentir estúpido.

 

Instantes después, la sensación había desaparecido.

 

— ¿Por qué?— le cuestionó el rubio.

 

Exacto, ¿Por qué?

 

—Porque sí.

 

—Esa no es una respuesta. Exijo que me des una respuesta; sí he llegado hasta aquí, por ti, creo que me la merezco.

 

—Yo no te pedí que lo hicieras.

 

«Yo no te pedí que me salvaras»

 

«Mi cuerpo se movió solo»

 

Aquellas palabras resonaron en ambas mentes, haciendo eco a ese recuerdo, aquella batalla. Aquél sacrificio. Naruto lo sabía pero no iba a detenerse hasta que Sasuke lo dijera. Uchiha era tan orgulloso que nunca lo diría. ¿No habría fin, entonces? El rubio frunció el ceño, ofendido. Se suponía que eso hacían los amigos, intentar salvar de la oscuridad al amigo que se hunde sin necesidad de que el otro lo pidiera. Sasuke era un jodido bastardo egocéntrico. Y de Naruto dependía que las cosas cambiaran.

 

Sasuke había desaparecido de su campo visual. Por un instante, creyó que había huido. Pero eso habría sido tan impropio de él que no era una posibilidad.

 

—Todavía podemos evitarlo, Naruto—le escuchó decir—. Todavía podemos impedir que ocurra.

 

Naruto apretó los puños, furioso.

 

— ¿Qué tonterías dices?

 

—Olvídame—le susurró Sasuke por la espalda, demasiado cerca de su lóbulo derecho. Sasuke había llegado ahí en su momento de distracción, tan rápido que ni siquiera se había dado cuenta—. No volveré, no sabrás de mí, pero tienes que dejarme ir, Naruto… Yo… Tú y yo…

 

—Jamás—refutó el aludido—. No me importa si tengo que romperte piernas y brazos, tú volverás a Konoha conmigo te guste o no.

 

—Sakura entenderá si no puedes cumplir esa tonta promesa. Es hora de que afrontes el hecho de que no pretendo volver. Incluso yo puedo darme cuenta de la manera en que ahora te contempla—soltó con desdén.

 

—Esto ya no se trata de la promesa que le hice a Sakura. Sasuke… esto es por ti. Por mí. Yo te…

 

Pero la confesión murió en sus labios. Sasuke enterró su katana a su espalda, justo en donde debía ir su corazón. Un sonoro “puff” inundó el silencio y el clon de sombra de Naruto desapareció por completo, desvaneciéndose junto con el viento. Había sido muy buena idea por parte de Naruto, pero a Sasuke le había molestado que no lo enfrentara directamente desde el principio.

 

—No seas imprudente. Voy a matarte y lo sabes, ¿Por qué exponerte tan estúpidamente cuando aún tienes metas que cumplir y un futuro que alcanzar?

 

—Porque nada de eso me importa si no estás a mi lado. Mi sueño eres tú, Sasuke. Aunque sea un absurdo sin remedio, preferiría morir luchando por traerte, que vivir arrepentido toda mi vida al saber que no hice hasta el último esfuerzo por traerte de vuelta.

 

—Dobe…

 

Esa fue la gota que derramó el vaso, porque Naruto había destrozado sus ilusiones y se había roto el corazón sólo para encontrarle y llevarle de vuelta. Sentía su propio corazón resquebrajarse cómo si fuera de cristal porque sabía que no iba a ser condescendiente, sabía que en la pelea, todo lo demás era punto y aparte. Y porque sabía que lo iba a lamentar por el resto de su vida, podía asegurar que ambos lo estaban lamentando en ese preciso momento.

 

No obstante, no iba a cambiar de opinión.

 

Las aves que reposaban en el bosque huyeron en bandada, prevenidos por aquél aura de peligro que se extendía en derredor de ellos, como cercándolos en un círculo en el que, por sentido común, nadie quería encontrarse dentro. Los animales huyeron también, sin tanto escándalo como el revolotear de las aves. El viento azotaba con furia desacostumbrada y en medio de tantos sentimientos encontrados, se atacaron, Naruto con un rasengan y Sasuke con un chidori; cada cual con su marca personal que al chocar causaron una gran y ruidosa explosión que los arrojó a ambos extremos ahora del agua en la que habían caído.

 

Se enzarzaron inmediatamente en una épica y titánica batalla que resultaba difícil de seguir. Tantos años de arduo entrenamiento les habían convertido en lo que ahora eran: Naruto, un casi indestructible bijou que dominaba ya a la perfección al Kyuubi; y Sasuke, un imprudente y casi obsesivo usuario del Mangekyo Sharingan que, probablemente y tras la batalla, quedaría parcialmente ciego.

 

Al chidori le siguió una bola de fuego, al rasengan varios clones de sombras que hicieron varios rasengan más. Y de ahí en más, cada cual se enfocó en atacar y defenderse con todo lo que hasta ese momento les habían enseñado; la única diferencia radicaba en que el rubio no pretendía matar a Sasuke. Naruto peleaba en modo Ermitaño y Sasuke hacía gala de sus múltiples jutsus de tipo eléctrico así como de su obtenido Sharingan gracias a la batalla contra Itachi.

 

Muy en el fondo, ajenos a esa batalla que tenía lugar en el límite del bosque de Konoha, cada uno estaba, en alma, en un edén utópico y casi onírico en el que se encontraban uno frente al otro, Naruto sonriendo y Sasuke con apenas las comisuras de los labios curvadas. Ambos ligeramente avergonzados de reconocerlo abiertamente, pero profundamente orgullosos de lo mucho que habían crecido y aprendido a lo largo de tantos años juntos y separados.

 

Ninguno de los dos había estado tan separado del contrario como lo imaginaban. Mirando el mismo cielo, cada vez que Sasuke se alejaba, estaba más cerca de Naruto en esas noches en las que el insomnio no le permitía descansar y se dedicaba a mirar el cielo, oscuro y adornado por esas estrellas brillantes que acompañaban a la luna.

 

«Y entonces verás el mundo como es, Sasuke, azul e infinito»

 

Más no obstante, Sasuke lo único que vio fue su cielo teñido de sangre. La batalla, bastante pareja hasta cierto punto, se volvió de pronto en contra de Naruto como de Sasuke, porque aunque intentes forzarte a hacer algo que no quieres, no puedes realizarlo completamente dado que algo, emocional o mental, te bloquea para impedirlo. Cuando Naruto colapsó momentos antes de que Sasuke lo atravesara con su chokuto por la que corría un chidori, sintió de pronto el arrepentimiento que había estado rogando acudiera a su persona antes. Ni siquiera  tras sentirse al borde de la muerte en varias ocasiones por el poder que el Kyuubi le confería a su mejor amigo había pensado en cambiar de parecer. No hasta que se había percatado del estado del ojiazul.

 

Naruto se desplomó y Sasuke, con la vista borrosa, apenas fue capaz de soltar su arma para intentar atrapar al rubio entre sus brazos. Los ojos le sangraban, acompañado de unas tímidas lágrimas que salían poco a poco. El Amaterasu a su alrededor se apagó, y Susanoo desapareció a medida que las fuerzas del Uchiha se agotaban casi completamente.

 

Gritó su nombre, clamó por que despertara y lo matara por haber pretendido matarlo él primero, pero Naruto no reaccionó, se quedó así, inconsciente y moribundo, aún con vida, pero sin ser capaz de reaccionar. Sasuke entonces comprendió que el arrepentimiento llega cuando ya no hay nada que se pueda hacer para solucionar las cosas. Herido y casi al borde de su propia muerte por sobreesfuerzo, Sasuke pudo haberse marchado como anteriormente años atrás lo había hecho, dejando a Naruto inconsciente y siendo tan egoísta como para abandonarlo para buscar su propia salvación.

 

Pero Sasuke no quería cometer el mismo error dos veces. Agotado, tomó a Naruto entre sus brazos temblorosos, se preparó, y marchó a Konoha con precaución, tratando de, ésta vez, hacer las cosas bien. No contaba con perder el equilibrio a medio camino tras la sangre perdida y el cansancio acumulado, causando con ello que cayera sobre la hierba que cubría el suelo. Se dejó caer al lado del rubio, con la esperanza de que, si Naruto había pasado a mejor vida, él pudiera hacerlo también para ya no tener que sufrir más en ese implacable mundo.

 

Más la vida tenía otros planes para ellos. Eso lo demostró la vida cuando Sai junto con Sakura y Kakashi aparecieron al mismo tiempo que Karin, Suigetsu y Juugo, cada equipo para retirar a sus compañeros de equipo del campo de batalla.

 

«Llévenme con él»

 

Fueron las últimas palabras que Uchiha pronunció antes de desmayarse al ver como Naruto era separado de su lado para ser llevado inmediatamente a Konoha por su antiguo maestro y compañera de equipo. Taka no pudo negarse a cumplir aquella última petición de su líder.

 

 

 

 

A veces, resulta jodidamente irónica la manera en la que es la vida. Tan aberrante y tan bizarra, que uno se pregunta, ¿De verdad vale la pena vivir? ¿Qué conseguimos, si no tan sólo morir y entristecer con ello a las personas que siguen con vida y que nos han visto partir? En verdad, ¿Se suponía que ibas a obtener un premio después de la muerte y con ello la satisfacción de que al menos habías intentado vivir como mejor te parecía?

 

Sasuke estaba furioso. Frustrado, enojado, lleno de esa molestia iracunda que lo había llevado precisamente a acudir al difunto Orochimaru para buscar poder y matar con ello a Itachi. Es como si el círculo se volviese a repetir, como si la vida, burlona, lo hubiera ubicado en la misma situación pero en distinto plano para darle esa segunda oportunidad que no merecía y hacer las cosas como desde el principio debía de haberlas hecho.

 

¿Por qué alguien como él obtenía una segunda oportunidad y personas como Naruto no?

 

Porque la vida era así, desastrosamente injusta.

 

 

Habían pasado un par de años desde aquella batalla que se sentía como si fuera sólo un mal y aterrador genjutsu en el que había caído para ser capturado por Konoha. Se había recuperado en su gran mayoría de todas las heridas físicas, había quedado parcialmente ciego durante algún tiempo y con ello, imposibilitado de usar de nueva cuenta su Sharingan a menos que pretendiera quedar ciego por el resto de su vida. Él, tanto como Karin, Suigetsu y Juugo, fueron encerrados por las fuerzas ANBU de Konoha, y durante un tiempo cumplieron con su condena hasta ser liberados por Tsunade gracias a una serie de situaciones en las que había demostrado su gran comportamiento y en las que Sasuke, sobre todo, se mostraba profusamente arrepentido de lo ocurrido, con la condición de servir y volverse fieles a Konoha de ahora en adelante.

 

Sasuke, claro está, era él único cuyo pasado repercutía más en su vida diaria en la villa. De ser el único sobreviviente de su clan, era ahora el antiguo renegado de la aldea que casi mataba a Naruto Uzumaki, el más grande héroe que actualmente tenía Konoha.

 

 Cuánto habría dado por cambiar de papeles con Naruto. Ser él quién no pudiera vivir y darle a Naruto la oportunidad de vivir su vida tan llena de felicidad como siempre habría querido. Pero la vida no siempre escucha las plegarias de todos aquellos arrepentidos que ruegan porque todo hubiera sido diferente.

 

Aquél era un día de otoño. Deambulaba por las calles de Konoha con paso calmado, aprovechando que tenía el día libre para disfrutar de esos momentos de soledad en los que podía pensar un rato y recordar, porque dicen que recordar es volver a vivir. Se había desembarazado de la compañía ruidosa de Suigetsu gracias a Sai, y se dirigía al hospital de Konoha como cada vez que podía, a visitar a alguien muy especial con quién la vida parecía un poco menos monótona que siempre.

 

Tras saludar a una de las enfermeras que pareció saludarlo como si fuera habitual verlo por ahí, se cruzó en el pasillo con Sakura, que le saludó sonriente más no objetó cuando el azabache pasó de ella con un simple asentimiento a manera de saludo. En la habitación 707, Naruto reposaba tranquilamente con un catéter en uno de sus brazos conectado a una de esas máquinas que llevaban un control de sus signos vitales.

 

Naruto estaba en coma.

 

Llevaba así cuatro años, desde aquél momento en que Sasuke se había detenido y había reaccionado antes de matarlo. Llegó, como todos los días, y abrió un poco la ventana, para que la brisa otoñal se adentrara en la habitación y acariciara con cariño las hebras de rubio cabello que largas, estaban desordenadas en la cabeza del ojiazul.

 

Le saludó, como siempre, y se sentó a su lado, comenzando a hablarle de nada en particular. De lo estupendo que estaba el clima y de los muchos saludos que Suigetsu le enviaba. De cómo de pronto se sentía solo sin él y aquellas fútiles ideas de secuestrarlo y llevárselo a la restaurada zona Uchiha en la que ahora vivía él y un gatito callejero al que había recogido pensando en que habría hecho él si lo hubiera visto desamparado.

 

Naruto no podía responderle, y era desalentadora la situación en la que ambos se encontraban. Él rubio sin despertar y el azabache sobreviviendo para poder verlo sonreír una vez más. Ninguno de los dos estaba viviendo en realidad, se aferraban a esa pequeña cuerda que separa la vida de la muerte.

 

A veces, cuando ocurre que no puedes creer, intentas bloquearlo porque de cierta manera crees que no es posible que ocurra algo de tal magnitud. En el fondo, Naruto podía escucharle, todas y cada una de las palabras que para él iban dirigidas y las que no en su habitación, él las escuchaba lejanas, como si estuviera ahí y al mismo tiempo no. En el fondo, estaba completamente consciente de que si estaba en coma, era porque quería, y no por ninguna complicación de salud. ¿Por qué, aún después de tantos años, se negaba a despertar? Porque en el fondo, el hecho de que Sasuke casi lo hubiera matado representaba para él el golpe más fuerte que emocionalmente había recibido en su vida.

 

No creía capaz a Sasuke de intentar siquiera matarlo, pero le aterraba despertar y darse cuenta que no estaba en ningún error, y que efectivamente el hombre al que amaba había pretendido exterminarle sin compasión alguna. Era como una forma de castigar a Sasuke, puesto que conforme pasaba el tiempo, Uchiha le necesitaba tan perdidamente que no hacia cosa alguna más que existir con la esperanza de ese futuro que juntos aún podían formar.

 

Aquella noche, como cualquier otra, era especial. Sasuke juró convertirse en Hokage por él, para ser él quién cumpliera el sueño que ahora el rubio se veía imposibilitado de lograr. Le besó tiernamente la frente mientras cuidadosamente lo hacía a un lado en la camilla para poder hacerse un espacio y dormir con él como ansiaba.

 

Era una hermosa noche. Con Naruto a su lado, todas sus noches resultaban hermosas. Y mientras le tomaba la mano y lo abrazaba para que no pasara frío, Naruto apretó ligeramente la mano de Sasuke, apenas un movimiento que parecía involuntario y casi proveniente de la imaginación del mayor. Sasuke le deseó muy buenas noches y cerró los ojos, dispuesto a dormir.

 

No había resultado un movimiento involuntario, Naruto le había apretado la mano ligeramente. Aún le faltaba asimilar del todo las cosas dentro de sí para poder despertar y buscar esa felicidad tomado de la mano con Sasuke, pero mientras tanto, esperaba que el Uchiha no se diera por vencido, porque en cuestión de tiempo, volverían a ser como siempre, ni Sasuke sin Naruto ni Naruto sin Sasuke. Esperaba, muy en el fondo, que Sasuke luchara por recuperar esa vida perdida y luchara sobre todo por él, que si la vida le había dado esa segunda oportunidad, era para no desperdiciarla.

 

Ésta vez, las cosas iban a cambiar.

 

Ésta vez, iba a ser justo como debía de haber sido desde el inicio.

 

Ésta vez, Sasuke no abandonaría de nuevo a Naruto.

 

Notas finales:

Creo que es la primera vez que describo una batalla ninja, y aunque sé que no lo hice de manera tan específica como me habría gustado, me resultaba un poco complicado, así que preferí dejarlo así, un poco superficial para no enfocarme demasiado en la batalla y luego describir de manera explícita y un poco sanguinaria la batalla xDD

Pero de cualquier manera, espero les haya gustado leer la historia. Quizá no es muy novedosa y no resulta ser algo demasiado especial, pero al menos la intención con la que lo escribí ya lo hace especial para mí xD

Dudas, quejas, sugerencias, flores, críticas constructivas, se aceptan reviews, son gratis, y yo te querré por el resto de mi vida xD

En fin. Muchas gracias por leer ^w^

Se cuidan mucho. Besos & abrazos. Los quiere, Necoco. 


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