Un punto de mí que no mencione anteriormente es que, puedo ser un soberbio y un gruñón, pero a la vista de todos, paso como un chico serio e inteligente –y si soy inteligente, pero también alegre aunque no se note –comento esto porque quiero que me imaginen en un salón de clases, sentado en una fila pegado a la ventana, el salón repleto de alumnos, unos 28 –si se que no son tantos – chicas, y lo más importantes, chicos…y comienza la caza.
Estaba sentado en mi pupitre, delante de mí se sienta Maggi, que es mi amiga y delante de ella otro chico que no habla mucho, el profesor daba clase de matemáticas, nos estaba dando un repaso de algebra, que la verdad a mí no me parece tan complicado, los demás del grupo estaban atentos –eso fingían- unos ponían atención, otros escribían o hacían tarea de otra materia, o dibujaban, yo solo observaba, se los nombres de todos y de todas, pero no a todos les hablo.
Bien, creo que esto será más lento de lo que yo pensaba, que molesto –notaron que ya me puse un poco más serio, debo de advertirles que cambio mucho mi personalidad- lo único que conseguí en toda la mañana fue intercambiar miradas, y una sonrisa con una sola persona, Andrés, fue en clase de español, yo ya había terminado el escrito que nos puso la maestra y estaba como bobo mirando a todos lados, seguía sentado en el mismo lugar que en matemáticas, los demás ya no, y repito, solo los miraba, hasta que Andrés se giró y también me miró, yo me puse algo nervioso –debo admitirlo- pero aún así le sonreí, y él lo hizo igual, fue lindo, y en el receso lo fue aún más, Maggi y yo estábamos en la cafetería comiendo en una mesa para dos personas y él se acercó hacía nosotros, venía comiendo unas gomitas y nos ofreció, a mí no me gustan, pero no pude despreciarlo así que acepte y le dije “gracias” mientras sonreía, él nos miró como esperando que le dijéramos algo más, pero Maggi lo ignoró olímpicamente.
-Como te decía, mi papá quiere que tú me acompañes el sábado…-me dijo ella, Andrés solo me sonrío eh hizo un ademan con su mano a modo de despedida, yo le respondí y voltee a ver a Maggi.
-¿Por qué hiciste eso?- le pregunte.
-¿Qué cosa?- me respondió, o más bien me preguntó.
-Portarte tan grosera con él- le dije.
-Deimon tú sabes que yo soy así, no sé porque te molesta
-Porque él se porto muy lindo y tú lo trataste mal-Maggi empezó a mirarme con cara de “No puedo creer que me digas eso” y comenzó a masticar su comida, yo hice lo mismo, claro que no con su comida sino con la mía (sé que no tenía que decir eso, lo siento) y luego ella me habló.
-Se que quieres conseguir novio, pero no te embobes con el primer tipo que te hable bonito, que gay o no, los hombres son unos malditos- me dijo rápido porque quería seguir comiendo.
-Gracias por el comentario- le dije sarcástico
-Ah Deimon pero sabes que de todas maneras te quiero- yo la mire un poco molesto (no retiro la palabra maldito) pero seguí comiendo con ella, qué más puedo hacer, la quiero a la maldita, se parece tanto a mí (de nuevo soy soberbio) pero la verdad es que, si no fuera gay hubiera vuelto a ser su novio y probablemente estaríamos buscando un lugar donde vivir, que esta chica, a mí parecer, es encantadora.
-¡Bájate de tus nubes y escúchame! – me grito (de acuerdo, a veces pierde su encanto)
-¡qué!- le respondí.
-No me pones atención, te dije que mi papá quiere que me acompañes el sábado – me decía mientras yo bebía refresco.
-¿A dónde?- le pregunte y volví a mi bebida.
-Yo ya te había contado a donde, ves como nunca me escuchas, nunca me pones atención, pero claro, él señor quiere que a él si lo atiendan, que bueno que ya no soy tú novia – me dijo casi gritándome. (¿Por qué dije que era encantadora?) Le iba a contestar, pero el timbre del receso terminado la salvo. El resto de mí día escolar paso, normal.
Después de salir de clases me fui a casa, me toca tomar el metro pero no recorro mucho, salgo de clases a la una de la tarde y llego a las dos, y eso porque me quedo un rato fuera del edificio fumando.
Cuando llegué me di cuenta de que mi tía Carol tenía visitas, su hermana, que no recuerdo su nombre, pero se veía algo triste, como si hubiera estado llorando, la salude con un “buenas tardes” y subí las escaleras después de que me respondió, se que a mí tía Carol no le gusta que este de metido, así que me la pase en mi cuarto el resto de la tarde, usando la computadora, hasta que mi celular sonó de repente.
-Bueno- conteste.
-Hola ¿Deimon?- me dijo la otra voz.
-Sí, ¿quién habla? - pregunte.
-Soy Andrés – no podía creerlo.
-Hola Andrés – le dije contento.
-hola, oye espero que no te moleste que te llame, le pedí tú número a Maggi – me decía mientras yo sonreía frente a un espejo (¡Se tomo la molestia de pedir mí número!)
-Qué raro que te lo diera, no acostumbra a hacer favores – le dije.
-Sí lo sé, pero fue amable y me lo dio, así que... ¿No quieres venir al cine?- me senté en la cama (que rápido soy para conseguir citas)
-Al cine, un lunes –le dije como para hacerme del rogar, riendo.
-Sí, si quieres yo lo pago, mis amigos ya se pusieron de acuerdo, ya hasta saben que película ver y todo – no supe si debería darme gusto o no, él me iba a pagar el cine, pero la palabra “amigos” no me agrado -¿Qué dices? – lo pensé menos de tres segundos, con amigos o no, eso era una cita.
-De acuerdo ¿a qué horas?
-A las siete treinta- me dijo el resto de la conversación hablamos de en qué cine nos veríamos, colgué y mire la hora, eran las seis, haciendo cálculos deduje que tenía poco más de media hora para arreglarme, me metí a bañar, salí y busque que ropa usar, me decidí por un pantalón negro algo entubado, unos converse negros y una camisa verde oscuro, con el dibujo de un ángel a color negro. Esa camisa hacia resaltar mis ojos, me peine, o más bien alborote algo mi cabello, me puse crema en las manos y loción y salí no tenía que pedir permiso, mis tíos solo decían que me cuidara, pero cuando estaba en la sala fue cuando me di cuenta que solo estaba yo en la casa, así que tuve que cerrar con llave y (Andrés allá voy) me dirigí a la estación del metro para llegar al cine, que estaba dentro de un centro comercial.
Al fin llegue, divise solo a Andrés en la entrada, lo salude con la mano mientras cruzaba la calle.
-¿qué y los demás? – me acerque a él.
-No han llegado aún, creo que somos los únicos puntuales.
-Eso es bueno, oye una pregunta – le dije.
-¿Cuál? – me pregunto.
-¿Conozco a tus amigos?- le dije mientras lo miraba con la ceja alzada, el sonrió, se veía tan bonito con sus ojos color miel y su cabello castaño y chino cayendo en su rostro.
-Claro que los conoces- me respondió riendo – van en el mismo salón que nosotros – yo reí también, pero me sentí nervioso, como dije antes, no les hablaba a muchos del salón.
-Emm…aprovechare que no han llegado ellos para decirte algo-me dije y sentí aún más nervios – espero no molestarte y que me sigas hablando – aún más nervios (si eso era posible)
-De acuerdo hijo mío confiésate – bromee el rió y siguió hablando.
-Bien, pero – Hizo una pausa – jura que no dejaras de hablarme y que no te enfadarás – jugó nervioso con sus manos, yo alce mi mano derecha en señal de juramento y le dije “Lo juro solemnemente” el rió de nuevo (ven como si puedo ser divertido) y tomo aire.
-Me gusta Maggi – me soltó raudo, mi alegría se esfumo rápidamente – por eso te invite al cine, no me lo tomes a mal, no es que no me agrades o te quiera utilizar, pero es que – siguió hablando – ella es muy difícil y pensé que si me juntaba contigo – titubeo – tú eres su mejor amigo y…- lo interrumpí.
-Claro que me ibas a utilizar – dije más molesto de lo que pensé que sonaría mi voz.
-No, lo lamento- me dijo serio, como si de verdad lo sintiera – por eso te lo estoy diciendo ahora, porque mi intención no fue utilizarte, de hecho a Maggi también la invite al cine, pero no quiso, quería que vinieran los dos para que ella no se sintiera ni incomoda, ni sola.
-¿solo por eso me invitaste? – estaba triste.
-¡No!- me grito - ¿Discúlpame sí? por favor.
Iba a decirle que no, lo juro, pero en ese justo momento llegaron Dan, Nicol y Mickey, del salón, así que me toco fingir una sonrisa mientas ellos saludaban.
-Lamentamos el retraso –dijo Mickey – pero este par de tortolos no se apuraban – y señalo a Dan y Nicol.
-No se preocupen –respondió Andrés, impidiendo que Dan y Nicol reclamaran – entremos- y todos obedecimos, los tres recién llegados por delante y Andrés y yo atrás, yo ya no estaba alegre y él tampoco.
Toda la película no puse atención, solo estaba pensando, me sentía como un estúpido, por eso me sonrió en el salón, seguramente estaba viendo a Maggi y yo lo interrumpí, y por eso se nos acerco en la cafetería, y yo que me había emocionado (estúpido, estúpido)
Salimos del cine como a las nueve treinta, me despedí de ellos, me pensaba dirigir a la estación del metro cuando Andrés me siguió.
-Te acompaño.
-Como quieras- le dije frío.
-Prometiste solemnemente que no te enfadarías – me dijo, yo sonreí, aún enfadado.
-hiciste trampa – intente bromear, creo que funciono pues el sonrió. Nos fuimos juntos en el metro, no hablamos de nada y aún así estaba incómodo, me seguía sintiendo estúpido, pero menos enojado, a fin de cuenta Andrés no era culpable. Le di las gracias y me baje antes que él en una estación cerca de casa, estaba oscuro así que camine rápido y llegue al fin, la luz de la sala estaba prendida, entre y mi tío Albert veía la televisión.
-¿por qué tan tarde?- me preguntó yo camine hacia las escaleras mientras le respondía.
-No es tan tarde, y fui al cine – empecé a subir.
-¡Buenas noches!- le grite mientras corría.
-Buenas noches, descansa.
Entre a mí habitación y me tire a la cama, dispuesto a dormir, debo de reconocerlo, mi primer día de caza, todo un fracaso, pero no me rendiré, mañana será otro día.