Las invitaciones habían sido enviadas desde hace un mes ya. En la iglesia los invitados esperaban impacientes que diera inicio tan importante evento que se llevaría acabo entre dos personas que se aman y éste era: La unión de sus vidas por la eternidad.
Y precisamente en este día tan especial, el pequeño baterista podía recordar con mayor claridad lo que ocurrió aquel día cuando le vio por primera vez.
Como todo niño de 6 años de edad, jugaba, corría saltaba y hacia todas esas cosas que normalmente los pequeños de su edad hacen, y como era de esperarse, siendo un un infante tan travieso tuvo una caída en la cual resultó lastimada su rodilla y a consecuencia, su rostro se humedeció de lagrimas al sentir el ardor propio de ese tipo de heridas.
Lloraba sentado bajo un árbol, abrazando sus rodillas esperando que el dolor se fuera, pero por más lagrimas que derramara, por más veces que entre sollozos susurrara, un “me duele”, el dolor simplemente continuaba ahí.
-¿Estás bien?- Una voz infantil le hizo levantar la cabeza para buscar a ese otro pequeño que tal vez se burlaría de su llanto, pero no había nadie frente a él, ni a ninguno de sus lados y a sus espaldas, únicamente estaba el tronco del árbol en el que tenía apoyada la espalda.
Entonces levanto la mirada una vez más, encontrándose con un infante tal vez un año mayor que él, sentado en una rama con cara de sincera preocupación.
-Haz estado llorando un buen rato, ¿te paso algo?-preguntó de nuevo al ver que el pequeño debajo suyo elevaba la vista estableciendo contacto visual con él.
El niño hizo una mueca como si estuviera a punto de llorar, dándole una fugaz mirada a su rodilla lastimada.
-Me… me duele- habló con dificultad debido a su llanto.
El menor en el árbol entendió a que se refería el pequeño, de un salto bajó desde la rama que le servía de asiento trastabillando un poco al caer, debido a la altura en la que se encontraba, se acercó al pequeño y revisó la rodilla herida que sangraba un poco ante la mirada llorosa del otro, el niño que había bajado del árbol le sonrió, rasgó un pedazo de su camisa y limpio la sangre, logrando arrancarle un quejido de dolor al menor cuando sintió el contacto de la áspera tela contra la piel expuesta.
-Lo siento- se apresuró a disculparse al verlo estremecerse, de su bolsillo obtuvo una pequeña venda adhesiva con un estampado de Woody y se apresuró a colocársela sobre la herida que ya no tenía rastros de sangre- ¿Ahora ya estas mejor?- preguntó al herido con una sonrisa dibujada en el rostro.
El pequeño asintió con la cabeza a manera de respuesta, ya no le dolía pero por alguna razón las lágrimas seguían emanando de sus ojos.
-Entonces ya no llores-dijo acercando su mano para limpiar las gotitas saladas que humedecían el rostro del menor.
Aquél contacto le había gustado mucho…
Y desde ese día…aquellos niños se volvieron inseparables…
Desde ese día…se había enamorado de él…sin siquiera saberlo…
Sonrió al recordar esa vez…aquél era uno de sus recuerdos más preciados.
-¡Ryo!-
-¿Ah?-preguntó algo desorientado cuando la voz de Shuu lo desconcentró de su pequeña burbuja.
-Ya casi es hora, nos están esperando…o es que ¿Quieres perderte éste gran día?-preguntó con una sonrisa en los labios.
El baterista sonrió de forma nostálgica y siguió al bajista hasta el auto donde Nii los esperaba.
Después de ese momento, siempre estaba al lado de Satoshi, ambos eran inseparables, no hacían nada sin la compañía del otro, incluso comenzaron a tomar clases de música juntos poco después de que a Ryo le regalaran una guitarra en su cumpleaños número 15.
-¡Eres muy bueno con la guitarra ryo!-exclamó con la usual alegría que lo caracterizaba.
-No es para tanto-se sonrojó un poco por el cumplido-…Tú también eres bueno Sa-chan.
-Tal vez-sonrió con autosuficiencia-pero sabes que lo mío es cantar.
-Eso si no te lo voy a negar-rió un poco ante la actitud algo ególatra del otro.
-¿Sabes que sería genial? -comentó dejando la guitarra acústica aún lado de la cama y recostándose sobre ésta.
-¿Qué?-preguntó permaneciendo sentando a su lado y con la mirada fija en las delicadas facciones de Satoshi mientras cerraba los ojos.
-¡Formar una banda!
-¿Una banda?-preguntó algo incrédulo, aunque ese también era un sueño que tenía.
-¡Claro! Aunque sea con los instrumentos básicos, ya sabes voz, guitarra, bajo y batería.
-¿Sin segunda guitarra?
-No creo que sea necesario, aunque no sería difícil conseguir una, guitarristas abundan, pero según un amigo…encontrar baterista y que sea bueno es algo bastante difícil.
-Entonces no están fácil como parece-habló pensativo- ¿Eso te desanima?
-¡Tsk!…para nada- comenzó a reír- ¡Estoy seguro que conseguiremos uno! Y si no…haré que tu aprendas a tocar.
Ambos estallaron en carcajadas ante eso último.
Pero fue gracias a ese comentario que Ryo comenzó a practicar en secreto con la batería hasta convertirse en lo suficientemente bueno como para decirle a Satoshi, así fue como un par de meses después conocieron a Nii y a Shuu ; tiempo después, fueron capaces de formar Giirugamesh.
-Llegamos-anunció la voz de Nii.
-¿Escuchaste Ryo?-lo sacudió un poco al ver que no daba indicios de querer bajar del auto.
-Sí…sí…- respondió tratando de sonar animado, pero realmente le costaba formar una sonrisa.
-¿No me digas que estas nervioso?
-¡¿Eh?!- lo miró atónito- ¡Claro que no lo estoy!
-Que bueno, si tú estás nervioso, Satoshi también lo estará y eso sería terrible que tal si en lugar de decir “sí” dice “no”-bromeo Shuu-con lo atolondrado que es.
Los tres rieron.
Satoshi era despistado, pero eso era parte de su encanto…
-Dime Ryo-se sentó a su lado en la banca del parque que a esas horas de la noche se encontraba desierto- y¿ no hay alguien especial para ti?
Las mejillas del pequeño se enrojecieron al escuchar aquella pregunta.
-¿Có-como dices?-trató de disimular su nerviosismo.
-¿Qué si hay alguien especial para ti Ryo?…En todos estos año que llevo de conocerte, nunca te he conocido una novia o algo, mientras que tú, ya me viste con varias chicas.
Apretó los puños al recordar la lista de ex-novias del vocalista, a todas y cada una de ellas las odiaba, una más que la anterior.
-Es algo complicado-bajó levemente la mirada.
-¿Por qué complicado?-preguntó tratando de encontrar la mirada del mas bajo.
-Porque la persona que me gusta es inalcanzable para mí -habló con un notable tono de tristeza en su voz.
-Claro que no Ryo… ¿Cómo puedes saberlo sin siquiera habérselo dicho?
-Porque ya es así y ya está… y estoy seguro que nunca podrá corresponder a mis sentimientos-las lágrimas amenazaban con abandonar sus ojos.
-Ryo-el vocal no dudo en abrazar a su amigo de forma protectora- no me digas, que esa persona ya está con alguien.
El menor asintió, no podía decirle que la persona de la que estaba enamorado era el y que su amor era inalcanzable, porque ambos eran hombres, eso solo conseguirá alejarlo, así que dejo que pensara eso y se dejaría consolar por la persona que amaba.
-Lo siento Ryo-susurró para después besar con ternura sus cabellos.
-Está bien Satoshi…yo ya sabía que esto que siento, nunca sería correspondido.
-Creo que eres fuerte Ryo-el menor lo miró algo confuso- es que…tu amas tanto a esa persona que no te importa dejarla ir, con tal de que sea feliz.
-¿En serio piensas eso?
-¡Claro que sí!, de lo que ella se pierde , pero yo sé que pronto conocerás a una chica linda, te enamoraras otra vez y unos meses después ¡estarás camino al altar!-
El baterista rió un poco al ver la ilusión con la que decía esas palabras.
Aquella platica ocurrió hace apenas unos tres meses, sonrió un poco al verse frente a una iglesia, rodeado de varios de sus conocidos.
Se paró bajo el marco de la puerta, a sus pies una alfombra roja tapizada con pétalos de margaritas blancas, frente a él se encontraba el altar que estaba decorado con rosas blancas y… Satoshi que lo miraba con una hermosa sonrisa.
Esa misma hermosa sonrisa que recordaba cuando eran niños.
Esa hermosa sonrisa que recordaba cuando le dijo que había aprendido a tocar la batería y que ahora podrían formar una banda.
Esa hermosa sonrisa que recordaba cuando le dijo que algún día caminaría al altar.
Sin apartar la vista de esa figura, caminó a paso lento olvidándose de todos a su alrededor, concentrándose en el hombre frente a él.
Aquél del que se enamoró hace tantos años.
Aquél del que siempre estaría enamorado…
-Pensé que no vendrías- le sonrió cuando llego a su lado
-y ¿Perderme este día tan importante?
-Me alegra tanto que estés aquí- se apresuró a abrazarlo, siendo correspondido al instante por el menor, se sentía tan bien estar entre sus brazos, cuanto deseaba permanecer así para siempre.
…pero ya sabía que eso era imposible.
La marcha nupcial comenzó a hacer eco en sus oídos causándole daño, no sólo a estos si no también a su corazón, sin desearlo se apartó del pelinegro dedicándole la mejor sonrisa que pudo fingir en ese momento ocupando su lugar al lado del novio, mientras la novia hacia el mismo recorrido que él hace unos momentos.
Las palabras de Satoshi le hacían eco en la cabeza…
“Tú amas tanto a esa persona que no te importa dejarla ir, con tal de que sea feliz”
Y eso era lo que el haría…lo amaba tanto, que soportaba estar ahí de pie, presenciando el momento más doloroso de su vida mientras su corazón se caía a pedazos.
Lo soportaría…no se derrumbaría…no lo haría…pero, el dolor era más fuerte e inevitablemente las lágrimas comenzaron a humedecer su rostro.
-Sí…-el escuchar de nuevo su voz, lo hizo llegar a su punto de quiebre-…Acepto.
Y mucho antes de ser consciente, se encontraba corriendo, tratando de huir de aquel lugar.
Llegó a un pequeño parque, no muy lejos de la iglesia donde su corazón había encontrado su final, se encontraba sollozando mientras abrazaba sus piernas, dejando escapar entre sollozos casi inentendibles “me duele”.
Sintió a alguien acercarse a él, pero no le dio importancia.
-¿Estás bien?-su llanto se detuvo, levantando la vista para encontrarse con él, por un momento pudo ver al niño que durante su infancia le había hecho esa misma pregunta, rió un poco y se secó las lágrimas, dudaba que el recordara aquello- No me digas que te lastimaste la rodilla como la vez que te conocí.
-¿Lo.. lo recuerdas?-preguntó atónito mientras más lagrimas se deslizaban por su rostro.
-Claro que sí -sonrió de forma cálida- ¿Me dirás que tienes?
-Es... -desvió la mirada- es sólo que las bodas me hacen llorar -mintió, mintió descaradamente
-Eres un sentimental Ryo- decía mientras lo abrazaba-pero gracias por estar siempre conmigo.
El menor se aferró a ese abrazo, abrazo que podría ser el último.
-Siempre estaré contigo baka, siempre estaré contigo, así como lo he hecho todos estos años.
“Te amo satoshi y nunca dejare de hacerlo, por eso…quiero que seas feliz,
aunque no sea a mi lado”