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VACIO DE UNA NOCHE BLANCA por sleeping god

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza, unas largas y merecidas vacaciones en la playa hacen que cualquiera se olvide de todo.

Espero sea de su agrado.

 

Escena I

De un día para otro todo va cambiando, se hacen más notorias las cosas, más agudos los sonidos, la  naturaleza cobra mayor brillo en sus creaciones y tu inspiras mis pensamientos y emociones. 

-¿hoy si podremos iniciar el libro, Byakuya?- le preguntó impaciente el espada. Le había propuesto leerlo juntos pero las reuniones se habían hecho tan recurrentes que si regresaba en la noche sólo tenía ganas de dormir, cosa que apenas lograba entre el trabajo y las pesadillas del otro. Quería estar con él, en esos días se habían acercado más, hablándose más naturalmente.

Lo observó unos momentos, después al conejo que colgaba de su mano. Desde que se lo regaló aquella noche no lo soltaba, para donde iba lo llevaba. No lo admitía en voz alta y a todo pulmón pero adoraba verlo en sus brazos, sintiendo que Uruki lo cargaba para recordarlo.

-¿hoy?- reiteró para fingir que le llegó por sorpresa, que lo había olvidado por tener algo que realizar.

Hace días se había dado cuenta que era divertido jugarle bromas inocentes.

Ulquiorra bufó de enojo, otra noche que no cumplía su promesa.

-ya entendí- parecía le había funcionado, creyó que estaría ocupado.

-bromeaba, Uruki-chan. Esta noche empezamos- le acarició la cabeza seguro de que eso ya se lo permitía pero siempre por el mismo reproche.

-¡no hagas eso! Ni que fuera perro- y luego quitaba la mano efusivamente y tierno.

-no puedo evitarlo, con esa cara y esa altura es imposible creerte una mascota pequeña.

-mi cara no tiene nada de extraño- sabía que no era verdad, era la más linda del universo- y mi altura… no es culpa mía, quizá no crezco porque tu me andas empujando al suelo- era tan tonta esa teoría que le sacó una risa y volvió a repetir la acción que la había causado.

-jajajaja, nunca dije que no me gustaran esas cualidades tuyas- desde hace 3 días cada vez que se ruborizaba, como esa ocasión, prefería irse con el rostro bajo.

 

Se sentaron en la sala, en el sillón para dos personas. Ambos, sin decirlo, disfrutando del calor corporal del otro. Él con el libro y Ulquiorra con su conejo.

El amor son suspiros hechos humo, los vez arder en los ojos del amante.

Cuando se apagan son un océano de lagrimar.

Romeo

Leyeron la primera parte terminando casi sincronizados. Byakuya tuvo la osadía de tomarlo por la cintura bajo la excusa de poner el libro en su regazo y así tenerlo igual de cerca de ambos. No le funcionó. En cuanto la bajó un poco más se la quitó de un manotazo.

Quizá en otra ocasión y otra noche de lectura le serviría.

 

Escena II

Todo va cambiando, cuando estaba en un mundo oscuro y sin sentido, la  vida me da vuelta y me pone frente a un camino con luz y metas por ir cumpliendo.

 

Tenía una idea, más o menos clara, de todas las pesadillas tenidas y por tener. El y Koichi-san recrearon lo que pareció ser un horrible rechazo o, quizá, un mal entendido con alguien que le era especial y eso lo había herido.

Seguiría rastreando su mente pero en ese momento no, escuchó la bienvenida de varios empleados y de inmediato supo quien era. Se levantó de la silla del comedor donde hace poco había terminado de cenar. (Lo esperé, pero no llegó. No iba dejar que esa comida se enfriara).

Lo recibió en el pasillo con una sonrisa y con el extravagante peluche en la mano izquierda. No sabía en que momento la llegada de Byakuya siempre la esperaba, ansioso.

-que bueno que llegaste, Byakuya- se le veía cansado pero aun así lo saludaba contento y con energía.

-gracias ¿ya cenaste?

-si. Ven te serviré.

-ya te he dicho que no hace falta que tu me sirvas- le contestaría con algo que siempre le funcionaba.

-¿te molesta?- haciendo pensar que lo lastimaba con esos comentarios.

-no, pero…

-entonces no hay problema- igual que desde que inicio esa rutina de servirle, Byakuya se quejaría de que era demasiado.

-me serviste mucho- pero siempre pensando en que tanto trabajo requería la misma cantidad de alimento, por lo que no lo hacia sentir culpable.

-no es verdad, te serví lo mismo que yo comí.

-pero tu estas delgadísimo. Es más…- le acercó la comida como una madre a su bebé-… Come más.

-no, yo no necesito más- cada día que pasaba eran más cercanos, en ambos sentidos.

-tu cuerpo dice otra cosa- pues le permitió tomarlo por la cintura y rodearla para sentir su diámetro.

Permitiéndoselo pero no por eso no se sonrojaba ni se sentía apenado.

-no seas… ¡pervertido! ¡Suéltame!- se sabía serio pero tenía una debilidad que ese hombre descubrió, era cosquilludo- jajajaja, suéltame… jeja... duel...- se sentía extraño riendo hasta que le doliera el estomago y los ojos le lloraran. Extrañamente feliz y, a la vez, con tanto miedo.

Lo soltaba cuando parecía satisfecho.

-¿entonces me ayudaras a terminar mi comida?- aun sin recuperarse tenía que contestar o se le lanzaría encima de nuevo.

-… está… bien… tonto- cumplía siempre con lo que decía, sin embargo, era muy listo. Al terminar el plato entre ambos, habiendo traído una segunda cuchara, le sirvió una segunda ración.

-pero…

-y te la comes tu solo- y por si planeaba dejarla de lado-…y no me hagas pensar que no te gusta mi comida- lo miró comer aunque estuviera lleno. Resultó aunque nunca cocinó nada.

Salió del comedor para no sentir que siempre lo observaba (aunque en cierta forma me gusta que me vea). Volteó en el último momento para gravar esa imagen de fastidio que tenía el capitán. Sonrió para si, se sentía tan bien conocerlo y aceptar, o por lo menos tolerar, su forma de ser. (Y al parecer empieza a conocerme), hizo memoria de como rió bajo Kuchiki a los 3 días seguidos de no soltar su regalo, no le digo nada, sólo rió, acarició su cabeza y nada más; como si hubiera comprendido que ni él sabía porque no quería soltarlo en ninguna circunstancia (fuera de bañarme).

 

Esa noche leyeron afuera bajo la luz de un farol que no había visto, esperando que fuera que no lo tenía en cuenta y no que lo había traído para la ocasión.

ROMEO [a un CRIADO]
¿Quién es la dama cuya mano
enaltece a ese caballero?

CRIADO
No lo sé, señor.

ROMEO
¡Ah, cómo enseña a brillar a las antorchas!
En el rostro de la noche es cual la joya
que en la oreja de una etíope destella...
No se hizo para el mundo tal belleza.
Esa dama se distingue de las otras
como de los cuervos la blanca paloma.
Buscaré su sitio cuando hayan bailado
y seré feliz si le toco la mano.
¿Supe qué es amor? Ojos, desmentidlo,
pues nunca hasta ahora la belleza he visto.

Juró que fue su imaginación el que fueran leyendo a la misma velocidad, pero al haber leído la palabra “mano” había sentido que Byakuya tomaba la suya. Se sonrojó y para mayor vergüenza, no hizo nada.

TEBALDO
Por su voz, este es un Montesco.-
Muchacho, tráeme el estoque.- ¿Cómo se atreve
a venir aquí el infame con esa careta,
burlándose de fiesta tan solemne?
Por mi cuna y la honra de mi estirpe,
que matarle no puede ser un crimen.

CAPULETO
¿Qué pasa, sobrino? ¿Por qué te sulfuras?

TEBALDO
Tío, ese es un Montesco, nuestro enemigo:
un canalla que viene ex profeso
a burlarse de la celebración.

CAPULETO
¿No es el joven Romeo?

TEBALDO
El mismo: el canalla de Romeo.

CAPULETO
Cálmate, sobrino; déjale en paz:
se porta como un digno caballero
y, a decir verdad, Verona habla con orgullo
de su nobleza y cortesía.
Ni por todo el oro de nuestra ciudad
le haría ningún desaire aquí, en mi casa.
Así que calma, y no le hagas caso.
Es mi voluntad, y si la respetas,
muéstrate amable y deja ese ceño,
pues casa muy mal con una fiesta.

TEBALDO
Casa bien si el convidado es un infame.
¡No pienso tolerarlo!

CAPULETO
Vas a tolerarlo. óyeme, joven don nadie:
vas a tolerarlo, ¡pues sí!
¿Quién manda aquí, tú o yo? ¡Pues sí!
¿Tú no tolerarlo? Dios me bendiga,
¿tú armar alboroto aquí, en mi fiesta?
¿Tú andar desbocado? ¿Tú hacerte el héroe?

TEBALDO
Pero, tío, ¡es una vergüenza!

CAPULETO
¡Conque sí! ¡Serás descarado!
¡Conque una vergüenza! Este juego tuyo
te puede costar caro, te lo digo yo.
¡Tú contrariarme! Ya está bien.-¡
Magnífico, amigos!-¡ Insolente!
Vete, cállate o...-¡Más luz, más luz!-
Te juro que te haré callar-¡ Alegría, amigos!

TEBALDO
Calmarme a la fuerza y estar indignado
me ha descompuesto, al ser tan contrarios.
Ahora me retiro, mas esta intrusión,
ahora tan grata, causará dolor.

Sale.

Escena III

 

De todas las personas conocidas una se agiganta en mis pensamientos es por la que mi corazón palpita fuertemente y no importa si amarla no tiene sentido.

 

Está arto de las misiones y las reuniones, no sólo él, todos los capitanes ya estaban hasta la coronilla, y cuando creía que los dejarían descansar (y que pase el tiempo con mi Uruki-chan que ya me regaña cada vez que llego pues no le presto atención, aunque el diga que me regaña por que le preocupa que trabaje tanto), salió otro problema, que según el seretei, era importante aunque no lo viera así.

Comenzaron a sospechar justo 3 semanas después de que liberaran al sexto espada de que tenía una relación “traicionera” con el shinigami sustituto. Al principio no lo creyeron, sólo consideraron anormal que las visitas fueran tan largas, después que las revisiones fueran en los cines o restaurantes y, el colmo de lo obvio, que las visitas ahora eran a su casa original pues todo el día se la vivía en el departamento del arrancar.

Pensó que pudo haber arreglado el problema sin más contratiempo de no ser que cuando lo mandaron a investigar si era real eso le adjuntaron a Zaraki Kenpachi (sigo sin entender por que creen que nos agradamos), y como era de esperarse, el capitán del onceavo escuadrón no se calló nada por el simple hecho de que no le importaba. Más si a eso le aumentaban la “exótica” escena que fueron a presenciar.

Antes de entrar al departamento escucharon un sonido que, al ser adultos ambos, supieron que esos gemidos y gritos no venían de una pelea dignamente llamada. En ese momento no lo admitió, pero por su mente pasó la idea de que quería saber si su Ulquiorra era capaz de elevar la voz por esa circunstancia y no la de gritarle. Y como si eso no fuera suficiente, al tocar la puerta para evitarse lastimarse los ojos les fue gritada una amenaza de la pantera muy clara “¡quien quiera que sea, largase, que estoy ocupado cogiendo!”.

Le daba gracia a parte de pena ajena pues eso pudo llegar a ser justificado diciendo que Grimmjow simplemente había tenido la necesidad de gastar su energía, más no fue así y pareció que quisieran confirmarlo con la respuesta de los labios y voz de Ichigo, “¡Grimm… ah… te he dicho… qu… ahhh… no grites… mmm… eso!”

Ahora se arrepentía de no haber guiado con palabras perfectamente seleccionadas a Kenpachi para que guardara silencio sobre lo que presenciaron. Sin embargo, ya no tenía arreglo, se mantenía abierta la duda si lo que Kurosaki hacía sería traición o no. A cualquiera se le abría ejecutado de inmediato más el representaba una valiosa oferta para todos, además de que se había ganado el afecto y admiración de más de uno. (Lastimeramente, incluyéndome), por lo que hacia 2 semanas que no podía dirigirle más de 4 oraciones a Ciffer.

Después de ese gran movimiento le fue permitido un descanso, luego de que descaradamente le dejara todo el papeleo a su teniente, que no hizo gesto de molestia pero fue muy fácil saberlo.

-miren quien se decidió a aparecer- le dijo el arrancar haciendo un puchero (adoro que haga eso)- y bien ¿Cuánto tiempo seré digno de tenerte en mi presencia?

-lo lamento mucho, su realeza- se puso de rodillas, (se que nunca espera que tome sus bromas enserio).

-… eh… no… yo no quería… Bya…- sus nervios, su pena y su enojo, cada día que pasan, lejos de disgustarle por ser tan cambiante, le enamoraban más- no…- lo miraba directamente a la cara, ya una vez se había odiado por perderse el momento en que su piel pasa por el tono rosa para ponerse rojo escarlata-…era enserio….

-tranquilo- se pone en pie y le acaricia la mejilla, cosa que lo pone aun más rojo- perdona por no haber estado contigo.

-...no… está bien. No debía enojarme, es tu trabajo y tienes que hacerlo.

-te parece si vamos a la cama- lo decía con maña, esperando que el cuarto espada lo entendiera en el sentido que el quería darle pero escondiéndose bajo el que no estaba manchado de pervertides.

-… ¿a… la… cama?- (dios mío, no creí que fuera posible pero esta aun rojo que uno de mis mejores tomates).

Contestó como si no entendiera el problema- si, estoy cansado y me gustaría que leyéramos ahí ¿te molesta?- cada uno de sus gestos eran hermosos, incluso cuando lo veía recriminarse por pensar de esa manera. (Es tan fácil leerlo).

-para nada. Vamos, maldito estúpido.

-¿hice algo malo?- preguntó como si le hubiera lastimado el insulto.

-si… bueno, no… no importa. Fui… yo… pues…- lentamente la blanqueza que ya había recobrado volvió a perderse en ese lindo tono rosado-…fue mi culpa, discúlpame.

-está bien, ya me acostumbre a tus insultos.

-pues no deberías dejarm…

-pero aun no me acostumbro a tanta luz- pacientemente lo dejó confundirse.

- ¿tanta luz? ¿Cuál luz?

-la que irradias.

-ammnn… eso… ¡eres un idiota, deja de decir tonterías!- lo vio correr, pensó en seguirlo pero cuando notó que entraba a la biblioteca comprendió que esa noche lo esperaría para leer, aunque seguramente con una enorme y barbárica lista de insultos.

 

La noche era oscura, la luna nueva no permitía que se leyera sin luz. Ambos, acostados boca abajo, empezaron a leer tranquilamente, después de haber sacado todo lo que el pequeño tenía que decir sobre los elogios que le eran imposibles guardar. (Lo amo y quiero que lo sepa cuanto antes, para demostrarle lo mucho que puede ser querida una persona).

ROMEO
Si con mi mano indigna he profanado
tu santa efigie, sólo peco en eso:
mi boca, peregrino avergonzado,
suavizará el contacto con un beso.

JULIETA
Buen peregrino, no reproches tanto
a tu mano un fervor tan verdadero:
si juntan manos peregrino y santo,
palma con palma es beso de palmero.

Con desesperación leyó ese momento, deseando que Uruki fuera en la misma parte. Volteó creyendo que la había leído y esperando ver en su reacción una mirada que soñara despierta pensando en que alguien lo besaría en ese momento en señal de amor verdadero.

No logró tener ni un poco de suerte esa noche, Ulquiorra había caído dormido pues sin saberlo lo había esperado cada una de las noches con un poco de esperanza y un corazón rebosante de amor. Más dios parecía estar enojado esa caída del sol pues, además, a mitad de la noche lo despertó el pataleo de su acompañante que permitió quedar a su lado, nuevamente murmurando cosas sin sentido y llevándolo otra vez al miedo de perderlo.

-¿Qué voy hacer?... voy a….

-¡Uruki-chan! ¡Uruki-chan! ¡Despierta!- odiaba sentirlo frio e indiferente a este mundo y a él.

 

Escena IV

Es imposible cuando está frente a mí quitar la vista de sus ojos, los  cuales me cautivaron y me hacen perderme en su misterioso color, me llenan de energía para continuar con la ilusión de amarte cada día.

 

No supo decirse que era peor, su sueño o que Byakuya lo hubiera acompañado al baño para devolver la cena.

-¿te sientes mejor?- para colmo el que fuera tan amable no le causaba alivio sino más vergüenza.

Terminó de vomitar, arrancó un poco de papel para limpiarse la boca y contestó quedamente mientras presionaba en peluche contra si, dándose valor- no mucho- no pudo voltearlo ha ver, se sentía en las peores condiciones para impresionar a alguien.

Sin embargo, contrario a lo asqueroso que se concebía, el capitán le volteó el cuerpo para abrazarlo de frente.

-todo estará bien, Uruki-chan, yo te cuido.

-por favor… no…- le rogó apenas abriendo los labios por temor a que le molestara el olor. En ese momento sólo deseaba lavarse la boca o que la tierra se abriera y se lo tragara, cualquiera de las dos.

-nunca me parecerás asqueroso o torpe, así que no temas- cada palabra se hacia sentir tan débil en sus brazos.

-es… tá bien…- más no le quitaría la idea de la higiene bucal-…pero, de verdad, me gustaría lavarme los dientes- lo soltó con lentitud y le permitió pasar al lavabo.

Al terminar caminaron, muy juntos, a la habitación. Se volvió a recostar dándole la espalda a Kuchiki, quien con tacto le preguntó.

-¿quieres hablar de lo que soñaste?- no quería, por el momento quería pensar que no había sucedido aquello.

-no, mañana… quizá…

-bien. Si necesitas algo no dudes en despertarme- si existía algo que deseara pero se sentía incapaz de pedirlo. Abrió su boca lentamente a la par que se sonrojaba y se cubría con la sabana hasta la cara.

-quisiera… si tu quieres…- cerró sus ojos y lo mencionó lo más rápido que pudo-… ¡¿podrías abrazarme o acariciar mi cabello o algo hasta que me quede dormido?!- lo dijo de la forma complicada pues en su interior nada más no apetecía estar solo.

Por estar cubierto no logró observar la sorpresa de Byakuya y a la vez su alegría que no dejaba de gritarle “¡te necesita y  lo admitió!”.

Le fue jalada la sabana del rostro hasta el cuello, después le quitaron tiernamente mechones de cabello negro de la frente para terminar rodeándolo con los cálidos y fuertes brazos del capitán. No se quejó ni hizo movimiento. Disfrutó en silencio de la seguridad que le brindaba ese hombre sin importarle como ardían sus mejillas y su corazón daba brincos en su pecho.

No pudo creerlo hasta la mañana siguiente pues no sólo estar acurrucado en su pecho era mágico sino que escuchó su voz, cantando como un ángel, una hermosa melodía.

-bajo la lluvia fuiste quedándote solo, a pesar de que diste cuenta, podrás estar vacio. Te extenderé la mano, no mires atrás.

Quiero estar a tu lado, quiero que me permitas estar a tu lado.

Así será, de esa manera, viviré desde este momento.

Voy a asegurarme de tomar tu mano y volaremos hacia cualquier lado. Mientras este contigo, no importa que tan lejos este. Y será de esa manera.

Guardó silencio unos segundos y sintió que le retiraban el cabello de la cara. Había cerrado los ojos desde que inició la canción pues sintió que comenzaban a humedecerse.

-la verdad, nos enfrentaremos y traeremos el caos pero estamos derramando las mismas lagrimar.

Te extenderé mi mano, así podremos entendernos.

Siempre quiero sentir que el calor que esta tallado en mi mano es tuyo, el que encontré en ti.

Cada una de mis cuestiones sin cambios, comenzaron a ser diferentes. Así será, de esa manera, voy a aceptarlo.

Nuevamente la monotonía pero sin ser molesta. Cogió el muñeco más a su pecho y respiró hondo sin importarle que Byakuya supiera que no dormía, estaba seguro que él lo sabía.

-algún día, no vamos a vernos: incluso si dejo tu mano no voy a olvidar, no voy a olvidar por qué puedo volar a cualquier lado.

Estoy pensando en ti, siempre estoy a tu lado.

Así será, de esa manera, viviré desde este momento.

Ahora quiero estar a tu lado, quiero que me permitas estar a tu lado.

Así será, de esa manera, viviré desde este momento.

 

Escena V

 

No importa lo que pase cuando decida confesarte lo que florece en mi interior siempre estarás en mi corazón despertando una gran pasión que me desborda el corazón.

Se desperezó de estar de pie durante casi 2 horas y, a pesar de que le dolían las piernas, sonrió con satisfacción. Lo único que en esos días le hubiera hecho sonreír, dejando de lado al murciélago, eran unos merecidos días libres y los había obtenido.

Gracias a el se logró arreglar el problema de Ichigo Kurosaki y Grimmjow Jaegerjaquez que durante semanas fue debatido, incluso se alargó cuando el shinigami sustituto, al ser citado, deja en claro “si, tuvimos… pues… si, hicimos… eso… ¿y qué tiene si somos novios?”, si, fue un comentario valeroso pero a él no se le pasó por alto que antes de la declaración se volteaba constantemente a ver a su novio, rogando con la mirada que no le hiciera decirlo. Finalmente no se llegó a una conclusión, lo cual lo tenía por demás desesperado. Desde un inicio no quiso inmiscuirse en el asunto pero dadas la circunstancias lo hizo, proponiendo que se le diera un trato a Grimmjow que consistiría en que si levantaba la mano en contra de ellos el castigado sería Kurosaki. Naturalmente la pantera no aceptó sino que fue el otro quien dio la positiva para que, a regañadientes, aceptara el espada.

Por eso tenía 2 días libres que planeaba pasar con su querido arrancar de ojos fastuosos.

Aquella noche donde le cantó con todo el corazón estaba seguro que le debería una, sin embargo, terminó en deuda. Uruki se lo pagó haciendo desayuno, comida, merienda, cena y postres (me gusta su cocina pero no quiere que coma picante), además de constantemente preguntaba si necesitaba ayuda y, (vaya que me ayudo), le contestó que con el papeleo de las misiones; fue extremadamente ordenado y en lo que él acababa 2 montañas de hojas el pequeño lograba 6. No conforme con eso lavaba, planchaba, trapeaba y barría, etc.

En varias ocasiones llegó a preguntarse para que lo utilizaría Aizen al ser “multiusos”, pero dejó de razonarlo cuando tuvo la celosa idea que el quería emplear desde hacia meses.

 

Al llegar la casa estaba impecable y por el aroma suave y a la vez desagradable de uso recurrente de desinfectante de que Ulquiorra acababa de hacer la limpieza.

Fue saludado por todo empleado que se cruzaba más sólo esperaba un “bienvenido” de ese especial.

En la cocina, con un hermoso delantal verde opaco, lo recibió su espada.

-bienvenido, Byakuya. Llegas temprano- estaba separando nueces y por el olor providente del horno eran galletas. Estaba acompañado por dos jovencitas que lo ayudaban.

-si, parece que se solucionó el problema del que te hablé- le llegó a mencionar un problema, pero cambiando las personas y circunstancias.

-¿te darán un descanso? No me sorprendería que no te lo dieran después de ver lo tirano que es tu jefe- aprendió tan rápido el sistema del seretei que de inmediato tenía 100 quejas sobre la forma de sobrellevarlo.

-no es un tirano, Uruki-chan- le dijo con una ligera risa- pero, para tu mala suerte, si me dieron días libres.

-que mal, tendré que cancelar la fiesta- ambos rieron (como adoro ver su sonrisa, lo hace más bello si es eso posible).

El espada dejó de separar nueces y volvió a otra mesa donde aun estaban contenidas en su cascara, sin más, tomó 2 en sus manos y las rompió. (Se podría lastimar).

-ustedes-llamó autoritario a las muchachas- ¿Por qué esta él rompiendo la cascara?- después otra idea cruzó su mente. Él no había pedido que compraran nueces pero era posible que el ojos verdes las hay pedido. (No, el nunca ha pedido nada).

-está bien-contestó Ciffer- no es difícil, además de que yo fui el que quería que tuvieran nueces- rompió otras 2 y las puso en un jarrón a un lado del conejo que también cargaba a la cocina.

-¿Por qué no las pediste sin cascara?

-bueno, es que el árbol de donde las tomamos no se tomo la molestia- no le causó gracias. (¿Salió? Yo le dije que no lo hiciera a menos de que estuviera con él). Estaba enojado y le pareció que lo notaron.

-¿Por qué saliste?- cuestionó seca e impacientemente.

-bueno… no salí solo, me acompañó el mayordomo a quitar algunas del árbol que tienen a 3 casas de aquí y, además, me puso una capucha. Nadie me vio- lo secundario era ser descubierto, en fondo se decía que si descubría el mundo exterior tendría presente a más personas y su corazón, así como su cuerpo, podría ser conocido por otro. (Como ese pendejo del sexto espada).

-ya tenías dicho que nunca saldrías si no estaba yo, ¿tan difícil es mantenerme una promesa mientras trabajo?- se tardaron en contéstale, lo intimidaba con la mirada y le pareció ver miedo  y monotonía en los ojos verdes.

-lo lamento, no volverá a pasar y te haré caso en todo- era la respuesta que esperaba pero, de alguna forma, le pareció demasiado sumisa para la actitud del Uruki-chan que amaba. Se mordió el labio inferior y se le encogió el corazón, desde que despertó en esa cama ese maravilloso día, ni una vez habían salido. (He sido duro con él).

-perdona, exageré las cosas. Es sólo que me preocupa que algo te suceda- nuevamente le sonrió.

-no importa- lo movió de la mesa para romper las nueces él.

Mientras cocinaban, habiendo dicho a las mujeres que los dejaran, le comentó el plan de lo que deseaba hacer en sus días libres.

-¿te parece si salimos?

-no veo por qué no, pero ¿a dónde?- le miró la cadera ya que le estaba dando la espalda; a pesar de ser hombre estaba muy marcada, exquisita. (Será todo un bufet de 5 estrellas en traje de baño).

- a la playa, aunque será en el mundo real.

-claro- se felicitó mentalmente, tendrá una linda vista esos días- siempre y cuando no sea privada- no concebía esa idea, dejar que alguien más fuera a verlo en paños menores. Además de que no entendía como alguien podía nadar en la suciedad que dejaban las demás personas.

-pero… Uruki-chan…

-no, que sea pública, a parte, estos días en el mundo humano son laborales y es temporada de exámenes. No habrá mucha gente- se volteó y le dedicó una mirada intensa, rogando- ¿si, Byakuya?

Naturalmente aceptó sus condiciones aunque no quisiera.

 

Escena VI

No podría darle explicación exacta a quien pregunte, por el ayer sólo sé que en mi presente no hay falsedad no hay oscuridad, pues ahora estaré por siempre contigo mi aguardado amor.

 

Se apuró a terminar las maletas para antes de que Byakuya terminara de bañarse, (aun no entiendo por que usa la secadora si se va ir a mojar). Guardó las ultimas prendas del capitán y, por un momento, pensó que debía guardar también su conejo, hasta que nuevamente decidió que lo cargaría en brazos.

-¿todavía no?- le gritó para que se diera prisa. Lo planeado era salir a las 9 am. Pero fue imposible cuando Kuchiki salió de su habitación a las 12 del día.

-aun no, espérame un momento- le respondió teniendo el sonido de fondo de la secadora. Siempre tardaba bastante arreglándose, (ni yo me tardo tanto y eso que tengo que maquillarme), eso se debía a que las líneas verdes y el negro de su boca no eran naturales como su cuerpo original.

Se aburrió de esperar y se sentó en la cama, frente al espejo para decirse que era tonta la idea de su casero. Miró su hueco (¿de verdad cree que no será extraño?). Lo único que le supo decir el capitán cuando le fue dicho que no podría usar la bufanda en la playa porque sería una tontería fue “ya tienes un tatuaje en el pecho, que piensen que te hiciste uno en el cuello a manera de hueco”.

Se resignó y sólo esperaba que no estuviera nadie o al menos no muchos seres humanos en la playa.

Al fin salió Byakuya luciendo un short blanco con decorado de dragón en negro y una camisa abierta de manga corta en color azul zafiro, sin sus kenseikan en el cabello. Lo vio durante unos instantes y se guardó la imagen en su mente para voltear a otro lado fingiendo no tenerle importancia. (Dios… que guapo es). Trató de pensar en la playa, los cangrejos, la arena o lo que fuera para que no se ruborizara. Al final logró que sólo un imperceptible rosado manchara sus mejillas.

Byakuya, sin embargo, revisaba al menor sin ningún cuidado, aquel short verde tenía el mismo tono de sus ojos y el gravado de palmeras, aunque en un inicio se le hizo demasiado mediocre, le lucían perfectos, además de que la playera que, por ahora, lucia cerrada en un tono verde más claro y con gorro le daban la apariencia de un niño lindo y travieso.

-¿ya nos vamos?

-si ¿guardaste todo?- movió la cabeza asintiendo.

 

Al cerrarse la puerta y entrar al mundo real se quedó paralizado y estupefacto por la vista de el hermoso océano que brillaba en el horizonte, de pronto se dio cuenta de que nunca había visto el mar. Una sonrisa surgió de su cara y por poco soltó el muñeco por quedarse sin energía.

-¿Qué pasa?- le preguntó Byakuya, apenas si lo escuchó.

-es… muy hermoso…- siguió observando el mar como si le fuera una obsesión.

-¿nunca habías venido a la playa?

-…no- no se dio cuenta que eso entristeció al otro, haciendo que se preguntara que clase se vida sin luz había llevado y, proponiéndose, iluminarla y hacerlo sonreír como lo hacía en ese momento.

Dejaron la maleta en la cabaña que rentó con vista al mar. Después sintió que le capitán lo tomó de la mano y lo jaló al agua.

-¿Qué… qué haces?

-vamos a nadar, así que quítate la playera- asintió y lo soltó. La deslizó por su cuerpo, un movimiento para él natural pero que Kuchiki interpretó de la manera más sensual posible,  y la dobló para ponerla cerca de las rocas de la costa. Después el otro se quitó la camisa azul y la puso donde el otro, dejando que Ulquiorra revisara la composición de su cuerpo semidesnudo, pasando por su pectorales, el perfecto vientre plano, los fuertes brazos que ya una vez lo habían protegido y, sin querer o al menos eso diciéndose, bajó la mirada hasta el elástico del short que le faltaban unos centímetros más bajo para ver algo interesante. No pudo esta vez evitar ponerse rojo hasta de las orejas, (¡¿Qué estoy pensando?!), de pronto se encontró excitado por la vista del capitán y el entorno que hacia brillar su cabellera negra de manera casi fantasmagórica, irreal.

Corrió a la cabaña ocultando su rostro.

-¡Uruki-chan!- escuchó gritar tras del.

Mintió enseguida para no tenerlo más cerca- voy a dejar el peluche en la cabaña, ya vengo- no lo siguieron y entró caminado. Puso el conejo en la cama y se fue a lavar la cara con agua fría recriminándose frente al espejo el tener aquel bulto en el traje de baño. Se golpeó contra el lavabo unas 2 veces y, después de calmar su mente y cuerpo, salió.

-¿estás bien? tienes la frente roja.

-estoy bien.

Entró lentamente, el agua estaba tibia pero la sintió fría al principio, ya que se acostumbró fue al fondo. Byakuya lo esperaba mar adentro avanzando más y más hasta que logró darle otro susto de muerte a su cuidador, pues se hundió y no supo salir a flote. (Tonto, tonto) se dijo con mucha calma, ajeno a que el otro nadaba a toda prisa para ir a su encuentro, (si nunca fui a la playa o a una alberca es muy fácil llegar a la conclusión de que no se nadar). Unos brazos lo elevaron y abrazaron, otra vez esos fuertes y cálidos brazos.

-¿te pasó algo? ¿Te sientes mal?

-no, estoy bien. Es sólo que ahora recuerdo que no sé nadar- lo mencionó como algo sin importancia.

-debiste decirlo antes- agachó la mirada, no le gustaba cuando lo miraba como si… como si… lo odiara. El mayor notó como trataba de esconderse y suavizó su tono- ¿te enseño?

Regresó la vista, volvía ese ser que tanto quería- si, por favor.

 

Fue un día en el cual se hundió unas 10 veces, de las cuales 5 casi mataban de un paro cardiaco a su instructor por la forma tan despreocupada en que tomaba las cosas. Al final de la tarde vio a 2 familias en la playa y sólo 2 niños llegaron a entrar al agua y, para su gusto, aprendió a nadar.

Comieron en un restaurante cercano, Ulquiorra con la camisa del capitán pues la suya se la había llevado la marea al subir y Byakuya insistió en que la usara. Se dijo que fue el mejor día de su vida, como lo hacía feliz ese hombre.

 Lo miró durante un largo rato, ya no se negaba a ese sentimiento, (estoy enamorado).

-¿Qué pasa, Uruki-chan?

-nada- le sonrió, ese sentimiento era tan fuerte que dolía pero era un dolor delicioso.

 

Al anochecer estaba agotado, al terminar de bañarse se puso una pijama azul marino y se recostó en la cama dejándose llevar por el sueño y el sonido de las olas y el agua de la regadera donde estaba Byakuya.

 

Escena VII



Jamás pensé que en la amargura de mi ilusión llegaría amarte, pues en mi largo viaje recorrido, mi  Ilusión dejé en el olvido, en aquel pasado inesperado. Tuve que dejar el ayer  para obtenerte.

En la habitación de a un lado descansaba su amado hace como 2 horas, pero él no lograba conciliar el sueño. Fue un maravilloso día y aun deseaba más tiempo con el espada.

No lo pensó más y fue hasta el otro cuarto. Ahí estaba durmiendo plácidamente con el peluche entre sus manos y soltando el aire casi sin ruido. Le quitó el mechón negro que siempre tenía a la mitad de la cara, no se despertó.

-Uruki-chan- mencionó casi para sí mismo. Se incó para rosar su cara contra su mejilla, permaneció durante unos segundos y luego dijo a su oído, con una voz llena de pasión- despierta.

Contrario a lo que imaginó, Ulquiorra se despertó sin alarmarse y cuando lo retiró para dejar de tener contacto físico le cuestionó.

-¿Qué pasa, Byakuya?- se talló un ojo y bostezo mientras se sentaba en la cama. Miró ese lindo acto y pensó en cuanto deseaba poseerlo, oírlo gemir como lo hacía Grimmjow con el shinigami sustituto, que se retorciera y sudara la cama mientras él disfrutaba de su cálido y estrecho interior- ¿Byakuya?- ese nombre, “Byakuya”, que lo gritara de placer y lleno de lujuria. (Quiero eso, lo quiero ahora).

Se arrogó encima del preocupado espada y abrió su camisa rompiendo los botones.

-¡Bya… Byakuya!- ignoró el regaño y puso su cabeza contra su pecho, con una mano acarició un pezón y con la otra subió y agarró con salvajismo el negro cabello del espada. Apunto de lamer y delinear el cuatro se arrepintió por los ojos verdes que no demostraban ese sentimiento que el pensaba, quería observar lujuria  y lo único que le pareció notar era… era… tristeza.

Abrazó a Uruki por la cintura y su cabeza la mantuvo en el pecho que subía y bajaba por el susto causado. (No puedo decirle que estaba a punto de violarlo), por lo que le mintió.

-tuve una pesadilla… perdón si te asusté- el espada tardó en recapacitar lo sucedido y finalmente lo abrazó temblando.

-estará todo bien… yo… yo también te cuido, Byakuya- esas palabras, lejos de hacerlo sentir correspondido, le hicieron sentir culpable pues un poco más y habría arruinado ese cariño que logró cultivar con tiempo y paciencia- ¿quieres dormir aquí?- le preguntó con un tono parecido al que él llego a usar.

-si… Uruki-chan- lo miró a los ojos y ya no vio ese sentimiento- no volveré a asustarte así.

-no paso nada- sin embargo su sonrisa era falsa, claro que entendió que estuvo a punto de ser atacado sexualmente.

Pasó la noche entre sus brazos y su pecho, remplazando al peluche que dejó botado del otro lado de la cama. Y de esa forma concilió el sueño.

 

Ninguno de los 2 insinuó el incidente ocurrido la noche anterior pues en el fondo siempre supo que Byakuya no haría algo tan malvado. En cambio tenía en la mente 2 cosas: la primera era ese sueño que se repetía, esa voz  tan cruel que le decía.

-ambos sabemos que miento ¿verdad?

-ciertamente.

-¿y qué piensas hacer?

-… pues…- jejejeje ¿te crees capaz de ver por tu bien? Que tonto, ¡que tonto!

-¿extorsionarme? ¿Delatarme?

-podría…- no puedo… ¡odio ser así!

-no puedes…

Sólo sabes ser pisoteado, acéptalo, reconócelo y ponlo en práctica­-… voy a cubrirte…

 

Ya le había contado esa tarde del segundo día de descanso de Byakuya a Koichi-san, sin embargo, cada vez le parecía que sólo quería llevarlo a que olvidara esas ideas.

La segunda cosa que tenía en mente era que no parecía posible pasar más de 24 horas seguidas con el capitán pues fue invitado a un baile de nobles y saldría toda la noche y el resto arreglando quien sabe que asuntos. Por lo que estaba en la biblioteca leyendo con un toque de enojo en el alma.

Escena VIII

Cuando no hay nadie más a la vista. Aun en una noche llena de gente es solitaria. Bueno, esperé tanto tiempo para un vibrante amor. Mientras bailaba conmigo mismo.

No quiso aceptar la invitación pero como noble era su obligación.

Perdió el rastro de Ulquiorra toda la tarde, seguramente estaría enojado, se dijo.

Puso música de piano en la sala de música y comenzó a practicar el baile, (hace tanto tiempo que no bailo que no pienso hacer el ridículo frente a todos). No lo olvidó del todo pero al llegar al vals se trabó repetidas veces. Al frustrarse se sentó en la silla al lado del piano y apagó el estéreo, así pudo ver que Uruki estaba en la puerta y llevaba largo rato, divirtiéndose al verlo bailar solo.

La pena lo invadió, la única persona con la que no buscada quedar en vergüenza en su vida y lo había visto.

-bailas muy bien- ese comentario cambió su estado,  (me alaga en vez de burlarse… siempre tan lindo y amable).

-gracias… sólo que tengo problemas con el vals- y dijo con malicia- ¿me ayudarías?- de inmediato se ruborizaron y contestaron tartamudeando.

-pero… yo… no sé…

-te enseñaré. Por lo cual…- cual noble del siglo XVI se puso con una rodilla en el suelo y con una mano tomando la del pequeño-…¿me concedería esta pieza, garçon doux?- sintió la mano sudorosa y temblorosa del espada, ese ultimo alago, dulce jovencito en francés, parecían ser la gota que derramó el vaso.

-… si… pero si te piso no es mi culpa.

-bien- encendió el estéreo y tomó la posición de un vals, con una mano sujetando la del otro y la otra en la cintura del chico- pon tu mano en mi hombro.

-si… sólo he leído como se hace esto.

-excelente, lo harás bien. Aprendes rápido- comenzó el baile girando a la derecha de forma lenta y al compas de la música- con un paso fuerte y dos débiles, sigue la música. Es un vals parecido al tango por lo que puede ser un poco rápido.

Con un tiempo ambos iban parejos pero al cambiar el ritmo le dijo nuevas instrucciones- esta parte se cambia el paso y se hace uno fuerte uno débil, uno fuerte y uno débil- la mirada de Uruki no se quitaba de su rostro por lo que observó- en un vals no debes mirar a tu pareja a la cara- le hizo caso y sin querer lo piso.

-lo lamento, Byakuya- sonrió, era un genio ese pequeño, para se un vals avanzado sólo un pisón de pies cuando el de niño dejó sin caminar al instructor.

-no pasa nada- continuaron como flotando por la habitación, ahora recordaba sus clases y no tendría problemas en la fiesta y, más importante, pudo bailar con su amado y lindo chico- creí que estarías enojado conmigo- le dijo por fin.

-lo estaba- contestó pero prestando más atención a los pies-pero, déjame con mi tonta idea, imaginé que no querías ir a ese baile y que preferías quedarte, aun así aceptaste de mala gana- desde que inicio eso no había roto la regla de no ver a su pareja hasta ahora, (es posible… es posible que me corresponda), miró a detalle la concentrada cara del espada y se lleno de esperanza ya importándole poco el baile y la perfección de este. Al final tuvo su consecuencia pues piso el pantalón del arrancar haciéndolos caer, a Byakuya encima y a Ulquiorra dándose un fuerte golpe en la espalda y con el pantalón deslizado hacia abajo, casi enseñando al descubierto sus genitales.

Se incorporó y vio la escena que reunían- ¿te lastimaste?

-un poco- le respondió tratando de sentarse.

-espera- lo detuvo y subió la prenda- listo. Te ayudo- se paró y luego levantó al otro. Después de esa noche supo que quería algo más que sexo y eso era su amor que no podía obtener más que  respetándolo y llevando todo a su tiempo- perdón, me distraje.

 

Se marchó vestido con un kimono negro con arreglos en plateado de un  bordado de nubes en el haori. Ulquiorra lo despidió en la puerta para que esa imagen no se le quitara durante toda la noche de la fiesta. (No me quiero ir… debo estar con él)

 

Escena IX

Tengo razones para creer que hay poder en las señales, en la mirada que era antes gris fantasmal y en la oscuridad que ha llegado con el ladrón de cadáveres y lleva eso que antes era yo.

 

Abrazó el muñeco hasta casi degollarlo, empezaba a oír esas voces, sabía que dentro de poco la pesadilla se haría presente y eso lo aterraba.

Cuando algo más se escuchó, agudizó el oído… era música. Se levantó y siguió el sonido hasta el patio trasero y, ahí, con la luna iluminando los hilos en plata y su piel color leche, Byakuya lo miraba tiernamente mientras cantaba con una orquesta que estaba del otro lado.

-Cuando bailando los dos
te llevo muy bien
junto al corazón,
siento una doble emoción
divina embriaguez
del vals y el amor.

Fue a su lado no pensando en lo ridículo que en algún tiempo se le pudo hacer eso. Lo tomó del hombro y con la otra de la mano para seguir sus pasos al compas de la música y el canto de su ángel (te amo, te amo, te amo, Byakuya. Lo siento pero no puedo dejar de mirarte). Sin embargo el otro también lo observaba pues la luna llena y sus ojos harían que cualquiera perdiera la cabeza.


-Pero el supremo placer
que llena mi ser
de amante fervor,
es escucharte graciosa y feliz
entre mis brazos decir:

Hay que lindo es bailar
y dejarse llevar
dulcemente en los brazos queridos.
Y sentir al girar
que las vueltas del vals
nos arrastran en su remolino.

Vio que al parecer le reprochaba con la mirada, no supo como pero su amado sabía que conocía la letra. Se sonrojó y pegó su cara al pecho fuerte del otro y, como pudo, continúo.

-Yo no sé si es el vals
con su loco girar
que me aturde de extraña emoción.
O es el dulce placer
de abrazarme a mi bien
al influjo del vals y el amor.

Con eso liquidó la movida noche. Lo acompañaron hasta su habitación caminando de la mano. Aun no lo creía y sentía que aun estaba en su cama, durmiendo, y ahora sin tener pesadillas sino que un sueño de lo más hermoso.

En la puerta recobró su mano.

-buenas noches, garçon doux- a penas consiente de lo enamorado que estaba tanto él como el otro y de la vergüenza que le daría luego, se puso de puntas, sujetó los hombros del capitán y, con los cachetes color fuego y el corazón latiendo miles de veces por segundo, lo besó en mejilla dejándole la marca del labio superior en negro.

-buenas noches, sakurabito- los ojos de Byakuya estaban como platos, ni en 6 millones de años ni esa noche que decidió escaparse de la fiesta antes, imaginó recibir un beso tan tierno de su parte. Ulquiorra entró en razón de lo sucedido, se espantó y entró en su cuarto azotando la puerta tras de si, (no volverá a hablarme… que idiota impulsivo fui, me odiara, me odiara), antes de que sus ojos derramaran lagrimas del otro lado le fue dicho cariñosamente.

-gracias, Uruki-chan. Esperaré a verte en la mañana impacientemente- sus pasos se alejaron y lo dejaron solo.

-no le molesto… es posible… que me corresponda.

 

Esa noche ambos leyeron el mismo libro para que su mente se concentra en algo diferente.

ROMEO
¿Ni santos ni palmeros tienen boca?

JULIETA
Sí, peregrino: para la oración.

ROMEO
Entonces, santa, mi oración te invoca:
suplico un beso por mi salvación.

JULIETA
Los santos están quietos cuando acceden.

ROMEO
Pues, quieta, y tomaré lo que conceden
[La besa.]
Mi pecado en tu boca se ha purgado.

JULIETA
Pecado que en mi boca quedaría.

ROMEO
Repruebas con dulzura. ¿Mi pecado?
¡Devuélvemelo!

JULIETA
Besas con maestría.

No durmieron ninguno, eso sólo avivo el fuego que ya los consumía.

Notas finales:

Gracias por leer.


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