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VACIO DE UNA NOCHE BLANCA por sleeping god

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Notas del capitulo:

La tardanza no se disculpa pero espero que si los problemas de comprensión de la tecnología.

El fin, continuamos.

Estrellas parpadeantes, que en
cada guiño que me dan
veo sus expresivos y
grandes ojos llenos de vida...

Parte de mi alma ya le
pertenece, él está en mí,
en mis sueños... Permíteme
Bella Noche, tenerlo a mi lado...

 

Ni Renji ni ninguno de su escuadrón se atrevió siquiera a mirarlo. Aunque parecía que comenzaban a acostumbrarse a algunos cambios que sucedieron en esos meses, comenzando por el más extraordinario que fue no usar su bufanda y no responder el por qué.

 Durante la mañana, aparte de obligarlo a levantarse temprano, había sido terrible.

La noche anterior dijo que esperaría impaciente el levantar del espada pero olvidó el entrenamiento matutino donde, por la ira, su teniente ni siquiera tuvo oportunidad en la pelea pues desde el inicio liberó su bankai. No conforme con eso Yamamoto le mando los papeles del traslado de Grimmjow para que su trabajo fuera devorar los hollows de Karakura a manera de ayudar Ichigo.

-¿Dónde está Abarai Renji?- le preguntó demandante a uno que iba de paso.

-lo llevamos al cuarto escuadrón, capitán. Quedo herido de… bueno, el entrenamiento- no respondió y el hombre terminó por marcharse. (Resulta que he cavado mi propia tumba).

Esperaba que terminara pronto más no fue así, ningún papel del espada estaba en orden o no existía por lo que tenía que preparar una carta pidiendo la información y otra dando el motivo de la falta de información, en caso de que la estúpida pantera no lo supiera.

 

Terminó ya que el sol se ocultaba, (ciertamente nuestro sistema es de lo más absurdo, Uruki-chan). Dejó acomodadas las montañas de hojas en el escritorio donde más tarde las recogerían.

No tenía prisa en llegar a su hogar, sabía que ese día se había arruinado como para llegar y tratar de compensarlo.

Al entrar fue bien recibido y notó que estaban de mejor humor que de costumbre. Lo ignoró hasta que no logró ver ni una cara de aburrimiento o cansancio, ni siquiera en la amargada mujer que contrató para limpiar el techo.

-¿sucedió algo mientras estuve fuera?- preguntó finalmente a su mayordomo.

-nada malo, Kuchiki-sama. Sucede que nos hemos encariñado con el hollow y el verlo feliz… pues se contagia.

-¿feliz?

-al despertar siempre tiene la amabilidad de dar los buenos días pero con monotonía. Esta mañana fue muy emotivo y….- fue interrumpido por una chica que se metió en la conversación ya que parecía que lo siguiente necesitaba un encanto femenino.

-…pidiendo verlo. Lastima que no se encontraba- (me lleva el diablo, no me lo repitan)- pero es todo un encanto saber que lleva todo el día esperando su regreso- (¿todo el día? Quiere decir que yo venía perdiendo valioso tiempo mientras el pobre se desgastaba). No esperó que terminaran el relato y caminó hacia su habitación casi corriendo, no estaba. Fue a la biblioteca, la sala, el comedor, la sala de música, el patio trasero y delantero, ya no caminando sino corriendo pero sin resultado. Estaba por gritar su nombre cuando escucho tras él.

-bienvenido, Byakuya ¿se te perdió algo?- su Uruki, tiernamente, estaba en la cocina hirviendo agua sin darse cuenta lo que llevaba buscándolo.

-si, no te encontraba.

-no soy algo- le señaló con ese seño fruncido.

-claro que no. Pero sólo andaría corriendo si lo que se me perdió fuera importante- lo vio bajar la cara, sonrojado. Paseó su mano por el suave cabello opaco.

-… h… hoy… hay luna llena- fijó su vista por la ventana, así era, una enorme luna blanca brillaba en el cielo. De pronto creyó que ese día no estaba perdido y con una buena oportunidad como las que creaba para que  aquello sucediera.

-es una hermosa luna ¿Qué te parece si cenamos afuera?- levantaron el rostro y sus ojos parecieron brillar de entusiasmo.

-como la primera vez que comí aquí.

-si, como ese lindo día de verano, Uruki-chan- se remangó las mangas cuidadosamente y le dijo- vamos a hacer algunos postres. Te gusta lo dulce ¿verdad?

-pues… supongo, no es que me fascinen… ¿vas a cocinar?- no le enojó esa reacción, era deducible ya que nunca lo había visto cocinar y en realidad era extraño que lo hiciera.

-claro, esta noche la pasaremos juntos- Ulquiorra le dio la espalda pero la pareció que había sonreído.

 

Si bien no logró preparar los panecillos que le enseñaron como 6 veces, consiguió la textura y el sabor de las galletas que con cuidado casi maniaco puso en forma de embajador alga y las metió en el horno. Los panecillos ya estaban listos, el agua para el té estaba a punto de hervir y sus galletas no tardarían. Comenzaron a recoger todo cuando vio la hora, las 11:23 pm., eso le daba poco tiempo con su pequeño así que aceleró las cosas repartiendo el trabajo.

-¿crees que puedas ir tomando un mantel?

-si ¿Dónde están?

-sales por el pasillo, la tercera habitación a la izquierda veras un armario, en la parte de arriba. Hay una silla en la cual te puedes subir; está un poco alto- no quería que pareciera una burla por  lo que lo dijo con el tono más suave que pudo. Le funcionó pues no se enojo, sólo asintió y fue por el.

Tiró toda la basura y limpió con un trapo la mesa, colocó los dulces en platos de fina porcelana con una línea en verde claro haciendo circunferencia además de dos tazas que le hacían juego. Escuchó un ruido en la habitación a la cual mando a Ciffer, (quizá ni con la silla llego), limpió sus manos y fue a auxiliarlo.

Al dirigirse se encontró con la silla que había mencionado que fue removida para limpiar los cuadros. Se preguntó entonces como le estaría haciendo para alcanzar la tela. Al entrar a la habitación encontró su respuesta, como un escalador se encontraba sujetándose a los peldaños de madera que dividían el armario y con la espalda haciendo apoyo recargada en el marco de la puerta abierta.

-¡Uruki-chan!- le gritó cuanto ya estaba sujetando el mantel rosa pálido pero sin llegar a ser un tono descolorido. El susto hizo que tirara la tela y estuviera por resbalar pero logró sostenerse teniendo ahora el cuerpo de frente a Byakuya- ¿Qué haces? ¿Por qué no usaste la silla?

-¡no estaba tu dichosa silla, así que no me regañes por buscar otro método!

-estaba en el pasillo ¿no pudiste traerla?- le reprochó.

- yo no la vi- contestaron necio  mientras hallaba por donde pisar para bajar.

-te vas a caer, mejor te ayudo- le recomendó,  acercándose.

-puedo solo- ignoró eso y se puso frente a él, alzando los brazos para sostenerlo de las axilas- no soy un niño, puedo hacerlo.

-pues pareces uno, baja dejando que te ayuden, es lo más sensato- sin más lo sujetó de un brazo haciendo que perdiera el equilibrio. No perdió el tiempo y lo atrapó  por los muslos pues el cuerpo del espada había caído de tal manera que terminó con las piernas abiertas alrededor del capitán y a la altura de su cintura. Se petrificaron por un momento, sólo viéndose a los ojos, finalmente no lo soportó y presionó su cuerpo más hacia el murciélago. Una erección pronto apareció en su pantalones.

-ahhh…- lo escuchó gemir cuando colocó su duro miembro en la estrada del espada que sólo estaba a salvo por la ropa. El otro respiraba un tanto agitado y se ruborizaba cada vez más, después sintió que las piernas que sostenía lo envolvían y presionaban a tenerlo más cerca. Lo sostuvo más firmemente  y dio una embestida, otra vez gimió.

-Uruki-chan- trataba de cruzar miradas más el otro se negaba. Aun habiendo dicho que todo a su tiempo ahí estaba, a punto de bajar ambos pantalones y darse un festín con el blanco cuerpo que anhelaba.

Tomó su cadera y hundió los dedos en el marco del pantalón.

-Bya… Byaku…- dijeron casi en susurro y lo sejetaron por los hombros para mantenerse  firme en su posición.

Metió una mano por la espalda hasta tocar su piel que comenzaba a sudar. Lo embistió suavemente para que un escalofrió lo recorriera.

Escucharon el sonido que parecía venir de la cocina, era el horno anunciando que estaba lista su comida y la tetera que había hervido.

-ahí…-expresó lentamente el muchacho que tenía en sus manos-…que apagar el horno o ocurrirá un incendio- le soltó los hombros y destrenzo las piernas, fue cuando comprendió que aun no quería entregársele o no al menos de esa forma. Lo liberó y observó alejarse con la cabeza baja mientas se preguntaba si lo habría arruinado.

 

Prepararon la cena en silencio en el patio junto al cerezo que, gracias a la negligencia misma, se mantenía en apogeo.

Al sentarse Ulquiorra sirvió el té cabizbajo, (lo hice sentir mal… lo hice mal, acabo de mandar meses de trabajo al infierno), tomó una de sus galletas y la mordió.

-… jaja… ¿Qué es eso?- rompieron el silencio y señalaron su comida.

-el embajador alga- respondió naturalmente, la gente se impresionaba recurrentemente cuando mostraba su mejor trabajo.

-¿el embajador alga?- de pronto rieron, no entendió por qué lo hacía.

-¿de qué te ríes?- preguntó casi molesto.

-… es que… jaja… es muy lindo, Byakuya- más por el tono lo decían con elocuencia.

-¿te estás burlando?

-si… jajajajaja… si…- y continuaron riendo. Notó que el conejo lo tenía a un costado lo hizo lo más parecido al embajador y llegó a la suposición de que pensaba lo mismo de ese. (No cree que sean lindos… pero los quiere). Lo entendía, no los creía para nada extraordinarios pero el sólo venir de él le bastaban. Al poco rato lo acompañó en la carcajada- eres… más infantil de lo que creí.

-¿me estás diciendo viejo?-preguntaron sin enfado- mira que hablan 1.50 cm. de experiencia.

-¡no soy pequeño!

-si que lo eres- entre “si y no” de ambos llegaron al resultado habitual del humor del cuarto espada, le arrogaron un pastelillo con crema al rostro. No le enojó y  respondió arrogándole la leche encima hasta que terminaron con la mitad de la cena. Al darse cuanta volvieron a reír, la tensión desapareció como si nunca hubiera existido.

-eres un tonto, Byakuya- le reclamaron divertido mientras se limpiaba la cara y el cabello con las servilletas, él hacia lo mismo.

-y tu un necio. Déjame ayudarte- con la mano limpió crema del rostro del espada, con tacto suave y procurando no borrar las líneas verdes que surcaban su cara, acortó su distancia y pasea su mano hasta cubrir toda la mejilla y hacer que reposara su cabeza en ella. (Estoy enamorado, es imposible comportarme como si fueras amigos todo el tiempo) – ¿Te molesta?- cuestionó a la par de que acarició con el dedo índice la piel junto al ojo.

-no- contestaron mirándolo a los ojos, inconsciente del rubor que la luz de la luna revelaba.

- las otras estrellas deben estar celosas- no esperaba que le preguntara el por qué y contestó por si mismo- la luna te mira sólo a ti. Aunque yo le tengo envidia a ella, tu brillas tanto bajo su luz y yo no te veo brillar bajo la mía- con cada palabra unía mas sus rostros y levantaba la cara del otro para tener sus bocas de frente- ¿crees que caiga sobre mi castigo divino por quitarle a la luna su tesoro para que yo tengo un motivo para vivir? ¿Aceptarías mi luz y no la de ella?- unió sus bocas sin recibir ninguna respuesta negativa o positiva.

Su tiempo se detuvo mientras degustaba el sabor del té, de los dulces, del labial y, el más delicioso, la boca de Ulquiorra que se abrió después de unos segundos. Pasó la mano a la nuca para profundizar el beso, metió la lengua y buscó la otra, probó la saliva con gusto, con la mano libre sostuvo la cintura del arrancar hasta que su fantasía se arruinó por algo húmedo que sintió deslazarse hacia su mano desde los ojos del espada. Se alejó y contempló el terrible cuadro que había creado.

-Uru…- se le quebró la voz y retrocedió aun más. Deseó estar muerto y nunca haberlo conocido. (Lo herí cuando prometí protegerlo).

El murciélago derramaba lagrimas desde los ojos hasta la barbilla sin señales a que fuera ha detenerse, estas brillaban como perlas por la luz pero no eran nada apreciadas. Al final se las enjuagó con las manos y trataba de detenerlas sin resultados. Lo escuchaba llenar sus pulmones de aire iniciando así el llanto.

No recordaba nunca creerse miserable y por primera vez lo hacía y lo recibía horrible. Se odio a si mismo por no pensar en su amado. Con el dolor de su corazón le dijo sus palabras finales.

-no volverá a suceder, te lo prometo. Por favor, no llores más, no te molestaré de ahora en adelante-tapó su rostro y cerró los ojos queriendo que fueran mentiras la gotas salidas de los ojos verdosos que tanto adoraba.

-te…- respondió haciéndole volver la cara con violencia. Seguía limpiando sus ojos habiendo borrado las líneas de las mejillas y con la boca blanca, pero lo último era su culpa-… equivocas…- le pareció verlo sonreír y volvió a odiarse por tener esperanzas.

-… ¿en qué?

-no… no te odio. Es sólo…- soltaron un risita sin dejar de derramar lagrimas-…no entiendo por qué está pasando esto… no es tu culpa- aun confundido limpio su cara con la palma y aun así no cedía.

-ya no llores.

-no puedo… y no quiero… por favor, hazme llorar…- le suplicaron mirandolo con una sonrisa-…hazme sentir que no estoy vacio.

-¿Qué quieres decir con eso?

-no sé, no entiendo nada sólo sé que es lo que quiero- quizá debió seguir preguntando o llevarlo con Koichi-san, sin embargo se limitó a besarlo nuevamente sin tomar en cuenta la representación de la tristeza que parecía no llegaba a la comprensión del arrancan. En esta ocasión la boca del otro influyo más, dejándole hurgar en todo el interior y profundizando el placer al poner  sus brazos en su cuello.

Se repitió que debía abstenerse, pero sin resultados. Terminó llevando al suelo donde sujeto sus caderas posesivamente y devoraba su boca sin tegua, ni siquiera para respirar. El final fue el  menor quien lo empujó para llenar el sistema respiratorio.

Sobre él tenía la mejor vista que ni es sus fantasías pudo realizar, sonrojado, saboreando su boca y con los ojos que deseaban más. Sus lagrimas continuaban pero no tan intensas como antes. Juntó su frente con la otra y cerró los ojos, su corazón estaba alborotado y se felicitó por no demostrar estar excitado. Sintió las manos temblorosas de su amante rodeando en un dulce abrazo. Respondió también rodeándolo, permaneciendo un largo rato que no hubiera interrumpido de no ser la queja del menor.

-Byakuya… pesas… - levantó su cuerpo pero no quería dejar de demostrar su amor por esa noche, así que lo cargó y fue a la habitación del quiróptero.

El murciélago no se negó y hundió su cara en su pecho hasta que lo depositó suavemente en la cama.

-perdona mi insistencia pero aun no quiero que duermas- le contestaron negando con la cabeza. Retomó su antigua posición sobre el espada para dar suaves besos a sus labios y, al notar que Uruki no sabía si poner sus manos en sus hombros o no, con la mano derecha entrelazó sus dedos dejándolos a un lado de la cabeza.

-no soy una chica como para que me conquistes de esta forma- no era un reproche sino que buscaba algo no tan tierno pues él no sabía serlo.

-esto debe apenarte mucho ¿verdad?- contestó al oído. Dejó que escondiera la cara en su cuello para que respondiera.

-… si… yo no puedo tratarte… como una tonta enamorada- lo miró a los ojos y sin más lo besó con lujuria y pasión. Al inicio pareció que lo tomó desprevenido pero conforme acentuaba, el espada liberaba su mano y con ambas sostuvo su rostro para no separarse. (Si que eres salvaje a pesar de tu tamaño).

Se separaron totalmente agitados y fue cuando no pudo seguir negándole a su cuerpo el contacto del otro terminando por meter una pierna entre las de Uruki.

-ahh… espe… ra…- lo escuchó y paró unos segundos en caso de que fuera verdad que no lo deseaba, no dijo nada más ni se movió, giro el pálido rostro para tener un mejor acceso a su oreja que mordió y lamio delicadamente mientras le susurraba.

- Ah, Julieta, si la cima de tu gozo se eleva como la mía y tienes más arte que yo para ensalzarlo, que tus palabras endulcen el aire que nos envuelve, y la armonía de tu voz revele la dicha íntima que ambos sentimos en este encuentro- lentamente fue aflojando la bufanda pues deseaba comenzar el recorrido de su cuerpo. (Ese párrafo fue un trabajo aprendérmelo al pie de la letra).

Aun sin haber quitado la prenda del todo comenzó a besar el cuello por el lado izquierdo entre leves gemidos.

- El sentimiento, si no lo abruma el adorno, se precia de su verdad, no del ornato. Sólo los pobres cuentan su dinero, mas mi amor se ha enriquecido de tal modo que no puedo sumar la mitad de mi fortuna- hizo una mueca de felicidad pero sin detenerse, (mi amado es genio), se dijo pues enseguida supo que conocía cada palabra de la obra de memoria. Ya retirada toda la bufanda mordió y dejó chupetones en el cuello y alrededor del hueco, conforme eso, abría la ropa y sacaba la cinta que apretaba las caderas de su muchacho que no se quedaba atrás pues le hacía perder el control cuando comenzó a meter las manos en su espalda y a deslizar la prenda para dejar al descubierto su pecho y la ropa sostenida por el cinturón.

- ¿estás seguro de esto?- le preguntó resoplando aire, como le dolía la tela del pantalón sobre su rígido miembro, (si te vas a arrepentir que sea ahora que creo aun puedo detenerme).

No le respondieron pero si lo atrajeron para lamerle su cuello y morderlo hasta hacerlo sangrar. (Eres… un muy cruel murciélago). Le importó poco la sangre que comenzó a manchar los labios del espada y goteó hasta las blancas sabanas pues sólo se le ocurría que ya podía hacerlo suyo durante toda la noche. Le permitió beber su sangre para después el poder saciarse con los pezones que descubrió por completo, realizó aquel osado movimiento que quería desde la vez que estuvo a punto de tomarlo por la fuerza en la playa, delineó febrilmente el 4 una y otra vez pues parecía que eso le gustaba al otro que ya no se molestaba en no gemir y lo hacía a gran volumen. (Vamos Uruki-chan… desbanquemos a esos 2). Bajó hasta el vientre que besó en repetidas ocasiones hasta ir bajando el pantalón con lentitud. Vio su rostro que estaba sonrojado y con los ojos entrecerrados y llenos de pena y lujuria.

-no… no me mires así- le pidieron ocultando su cara con las manos. Siguió bajando la ropa con una sonrisa, (ya no estás llorando y no lo haz notado).

Finalmente, con un movimiento rápido y hacia abajo, quitó todo y lo admiró bajo la el brillo de la intromisión de la luna por su ventana.

-eres perfecto, Uruki-chan…- (el indicado para mi).

-no te atrevas a decir nada más- se sorprendió de lo mucho que ya lo conocía, el quería decirle que tan bello era aunque supiera que era demasiado para el orgulloso arrancar.

-perdóname- susurró a su oreja mientras se despojaba de la ropa de arriba- pero voy a seguir por que tu cuerpo es más bello que un diamante brillando bajo la luz de una luna de otoño, tu voz tan suave y exquisita que haría que los oídos sordos por voluntad de dios escucharan…- lo oía quejarse en gruñidos tiernos marcados de vergüenza mientras sus manos se paseaban por el cuerpo desnudo evitando el miembro erecto para guardarlo al final-…tu sonrojo haría que las rosas rojas se marchitaran al verse derrotadas por un color más puro y perfecto, y cómo olvidar el motivo de que mi alma ya no pueda pensar en tus ojos cuando dicen la palabra luz si destellan mejor que esmeraldas y que son aun más extraños que encontrar platino en una mina excava por el mundo entero…

-ya basta…- rogaron, sabía que su orgullo estaba por los suelos y que con cada palabra lo hundía, pero no paró. Preguntó para terminar su alabanza a su dios.

- dime ¿Cómo logro comprar tales ojos y que hago para que nunca dejen de mirarme?

-cursi….- lo abrazaron para que de esa forma no pudiera ver su cara y se sintiera seguro de decir lo que fuere-…vuélvete mi dios y haz que alabe tu nombre esta noche.

Lo besó unos segundos para luego descender hasta la excitación del otro. Paseó la lengua gradualmente por la punta esperando una reacción que fue inmediata, Ulquiorra se aferraba a las cobijas y mordía su labio. Chupó bruscamente desde el inicio al final para metérselo en la boca y con calma practicarle el sexo oral.

-ahhh… mmm… nnaahh…- se encontraba seguro de que quería decirle algo que tendría que esperar pues no alejaría ese sabor aun, más ahora que movía las caderas al ritmo que él le daba. Su amabilidad fue desapareciendo para cambiar a un ritmo más veloz mientras su lengua trabajaba con frenesí. Las uñas del arrancar rompieron la seda de los cobijas al momento que sin aviso se corrió. No hizo nada hasta beberlo y comprobar que no se le pudo hacer repulsivo, limpió el miembro y subió a besarlo, el pecho debajo suyo agitaba sin tregua.

-¿te encuentras bien?

-… ah… si… es… ahh… extraño…

-¿extraño? ¿Qué es extraño?- lo abofetearon débilmente. (¿Extraño?... ¿será acaso que nunca le habían chup…?), cambió su idea por una más radical ,(¿nunca a tenido sexo? Si es así me lo he tomado muy a la ligera).

-yo… nunca….

-¿nunca habías hecho el amor?- le respondieron con otra bofetada pero del lado contrario y con el asentimiento de la cabeza- entonces seré más amable ¿aun quieres que continúe?

-…si- acarició su revuelto cabello para regresar a la parte baja, levantó sus caderas y con calidad profesional lubricó perfectamente. Dejó de lamer y pidió al espada.

-abre más las piernas- le pareció sentirlo temblar- ¿estás bien?

-… ah… si… es sólo que… no puedo…

-con el tiempo lo harás naturalmente-regresó a lo suyo rápidamente para poder calmar la lujuria que lo carcomía. Al terminar se relamió los labios y procedió a desnudarse frente al otro que lo observaba bajo su oscuro cabello, (eres muy obvio), lo dejó así para no lidiar con otra bofetada al delatarlo. Se puso en la entre pierna y acarició los muslos y los glúteos- relaja el cuerpo y dime si te lastimo. Tratare de que no suceda eso.

Soportó la titánica tarea de penetrarlo lentamente, llevando la contraria de cada molécula de su cuerpo que pedía que entrara y embistiera cual lobo en época de reproducción.

-… ahhh… arrr… para…- obedeció, se percató de que no se estaba controlando tanto como lo creía pues casi entraba por completo.

-déjame seguir, Uruki-chan- tomó sus caderas y entró un poco más, se sentía enfermo de ganas y la única forma de curarlo era llenándose con el blanco cuerpo frente suyo.

Dio una estaca y gimió junto con el otro, pensando que lo disfrutaba.

-… no… ahhh… no lo hagas… así…- se detuvo por completo, la voz del espada era débil y no por la penetración sino por el miedo. Llevó su mano a la cara y tocó como si tomara un cristal.

-dime cuando estés acostumbrado- no pasó mucho cuando le afirmó.

-estoy… listo…- procedió con un movimiento de vaivén relajado-… mm… aaah…

-te molestará pero… ¿te está gustando?- la respuesta le hizo entender que podría comenzar a pensar en follar para satisfacer y dejar su marca.

-… ahh… si… más… m… más…- fue envuelto en sus piernas a manera de abrazo. Lo retuvo con firmeza de las caderas y embestía con mas fuerza y profundidad, liberando gemidos y gritos que llenaban toda la habitación. Puso las palmas a los costados del arrancar y le dio un beso veloz.

-que… delicioso estás…-  aumentó su ritmo aun cuando le clavaron las uñas en la espalda hasta abrirle la piel.

-… no... aaahh… pares… Byaku… aaamm…- sintió un liquido espeso y caliente en su vientre, supo que el menor ya no podía más, sin embargo no se detuvo ni por la cama que crujía bajo las locas embestidas hasta correrse causándolo nuevamente en Ciffer.

Respiró agitado pero sin moverse, buscó la cara de su amante para encontrarla cubierta de sudor y con el cabello pegado a la cara, también, buscando aire con desesperación.

-… ¿te sientes cansado?- le preguntó ya más calmado.

-… jeje… no… aun…- se besaron con amor hasta que lo sorprendieron con una propuesta- … déjame… arriba…

-pervertido, hermoso. Entonces saldré así que no te muevas- con más cuidado y calma que cuando entró, salió sin dañarlo y se recostó boca arriba.

En silencio el espada se colocó encima, besando su cuello y la herida que había dejado de sangrar.

-no vayas a morderme otra vez- sin embargo le daba igual cuanto lo hiriera.

-déjame jugar, Byaku-chi-  daba por sentado que no podía haber hallado otro sobre nombre a parte de “sakurabito” pero al parecer se equivocó. A termino de cuantas lo mordió pero del lado contrario, después en el pecho y regresado a la boca donde volvió a dominar.

-¿puedes solo?- le investigó cuando se sentó en su vientre.

-…creo que no- tenía la mirada baja y completamente roja, aun su pecho se mantenía subiendo y bajando, (continua cansado).

- apóyate lentamente y a tu ritmo, además…

-…además de que no vaya a romperte algo- no se le había pasado por la cabeza pero lo asustó lo suficiente como para ponerlo blanco.

-bromeaba… yo… tampoco te lastimaría- (creo que no encontrare algo para lo que seas malo), se penetraba lentamente y, por la posición, lo sentía más estrecho y por tanto más “sabroso”. Casi terminaba cuando hizo una queja y dijo- … no… aah… puedo…

-falta un poco…- la verdad era que le estaba gustando y quería estar completamente dentro-… tomaré tus muslos y te haré descender ¿está bien?

-… ah… si…- lo acarició desde las rodillas hasta el trasero, ahí lo sujeto y empujo hacia abajo sin prisa, fue Ulquiorra el que concluyó de penetrarse para dar paso a moverse de arriba hacia abajo, siempre procurando ocultar su cara bajo el fleco, (ese molesto cabello).

Le costó creerlo pero ese arrancar, su cuarto espada, tenía más energía y potencial del que imaginó al lograr que tuviera un delicioso orgasmo que, aunque el espada también lo había sufrido, hace tiempo que el sexo no lo enloquecía de esa manera.

-mas rápido… Uruki… chan…- estaba a punto de venirse pero para ello necesitaba un poco más. Los ojos verdes le respondieron por si solos, ya no podía y quería que lo ayudara. Agarró las caderas pálidas para agregar potencia al movimiento hasta el momento en que ninguno de los dos lo soportó.

-… ahh… eres… un… aahh- lo levantó para estar libre y recostarlo en la cama, (esto aun no acaba así que, Uruki-chan, no te duermas).

-¿un… qué?

-… estaba… mmm… por decir… un dios…- le sonrió coquetamente y terminó-…pero no estoy… seguro.

Miró el reloj de la pared que había mandado hacer especialmente en madera oscura, eran las 4:06, no esperaba que fuera tan tarde pero tampoco lo sobresaltó.

-¿quieres que te haga… adorarme?- lamió su mejilla dejando un rastro por donde debería pasar la línea verde.

-te… doy permiso…- juntaron sus labios lujuriosamente, escuchaba como gemía por debajo aun excitado y más por su forma de besar. Lo puso boca a bajo, recargándose en su espalda a la par que lo penetraba con los dedos y le decía al oído- Eras tú, era yo, éramos los dos, éramos nosotros, tú y yo, uno sólo, por un momento infinito, fui tuyo, fuiste mío, fuimos uno sólo. Tu piel era mi piel, tu sudor confundido con el mío, tu pelo enredado en mis manos, nuestros cuerpos enredados en una sola y silenciosa forma, bella, llena de matices, plagada de mil luces y colores- después de distraerlo con su poesía lo besó en el cuello y entró en él con más facilidad que antes. Volvió a romper sus sabanas, no le importaba, paseaba su mano por su pecho mientras daba estacadas profundas y lentas, llegó a su vientre donde escucho que sin querer le causó cosquillas, aceleró su ritmo, finalmente tomó el miembro entre sus manos y empezó  masturbarlo a la velocidad que tomara, distinguió un punto donde su amado gritaba más y se retorcía de placer.

-te gusta… profundo ¿verdad?- no le dieron contestación, pero quería esa respuesta, quería oírlo decir que era su dios, por lo que entró tan profundo como pudo y dio embestidas salvajes.

-… ¡si… me gusta… ahhh… dios..!- lo observó sin detenerse, la cara roja, los ojos cerrado, la boca cubierta de sangre hasta el mentón y derramando hilos de saliva por el gusto. No se detuvo de masturbarlo hasta que sintió ese liquido que como le pareció sabroso entre sus manos-… si… gue.. aaahh… Byakuya… ah… ah…- regresó su mano y empujó en su interior con todas sus fuerzas, logró que se corriera en su mano nuevamente. Su límite estaba cerca pero decidió que le gustaba más de frente, viendo sus ojos. Lo devolvió a lo posición con la que iniciaron, no pidió permiso ni disminuyó su ritmo enloquecido. Vaya que lo había conseguido, el murciélago no paraba de lavarlo a gritos con palabras como “dios”, “infeliz perfecto”, “me vuelves loco” y ,su favorito sin ninguna perversión, “te amo”.

Después de desenfrenarse terminaron los dos por rendirse y, después de correrse, salió y se acostó a su lado. Se encontraba complacido más diciéndose que si su hermoso muchacho le pedía más él no se lo negaría, pero no fue así. Se acurrucó a su lado poniendo su cachete aun caliente en sus pectorales, lo abrazó por la cintura y retiró su cabello de la cara.

(¡Cierto! Por poco y olvido lo más importante), el menor estaba por quedarse dormido cuando le habló.

-Uruki-chan, aun no te duermas- abrieron poco los ojos- quiero que estés muy cociente de esto, por favor, despierta bien- lo miró agitar la cabeza en un gesto parecido al de un minino y tallarse los ojos para abrirlos casi por completo.

-te oigo.

-no se te olvide por qué hicimos esto ¿si? No quiero que olvides lo siguiente: te amo con todo el corazón y más que cualquiera en este mundo pueda hacerlo- sin darse cuenta aun mantenía celos hacia el peliazul.

Recibió un beso en su barbilla, después se volvió a acostar su amante mientras le decía con los ojos cerrados- no lo olvidaré nunca, Byaku-chi.

Notas finales:

Gracias por leer.


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