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VACIO DE UNA NOCHE BLANCA por sleeping god

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Notas del capitulo:

Debido a problemas de salud no había subido antes a pesar de que dije que lo haría antes. Una disculpa.

Sin más, continuo.

 

Bella noche, iluminada
por luna y estrellas
¿qué deparás hoy para mi
en mis profundos sueños?

¿Estará él una vez más en ellos,
acariciando mi cara,
abrazándome, besándome ó
hablándome al oído?

Luna mágica y brillante
con tu luz guíalo hacia mi,
hazle saber ¡cuánto lo amo!
y que será siempre mi Eterno Amor...

 

-detesto este cuerpo- se recriminó el espada apenas se despertó. Al levantarse lo más rápido posible se había lastimado la espalda y el cuello, ahora, permanecía sentado esperando que el dolor de los músculos cesara o al menos lo dejaran moverse para salir a su encuentro. (Me está esperando y este maldito gigai me detiene). Movió el cuello de izquierda a derecha repetidas veces hasta que pudo moverlo sin dolor- listo.

Salió corriendo por el pasillo, dispuesto a ir al cuarto de Byakuya donde, seguramente, aun dormiría. Abrió la puerta de un golpe y entró sin pedir permiso, sin embargo no estaba. Volvió a cerrarla y se preguntó dónde estaría, (en el comedor, debe estar desayunando). Con la misma euforia y felicidad de antes corrió para encontrar a ese que le había dicho que esperaría con ansias verlo en la mañana. Su corazón latía fuertemente y no sólo por la carrera que llevaba sino porque esperaba que esa mañana, al ver los ojos negros azulados del noble, le demostrara que sentía tanto “cariño” como el que él le tenía. Dejó volar su imaginación pues no era difícil poner a Byakuya en la ropa de Romeo o un príncipe de cuentos de hadas, tenía lo necesario para llenar el papel: encanto, altivez, galantería, valor, el don de la palabra, sin dejar de mencionarse el físico esculpido del que tanto le admiró en la playa. Sin darse cuenta sus pasos eran más lentos y tenía las mejillas chapeteadas. Suspiró mientras pensaba en él, su mente se divertía con la imagen de Kuchiki siendo su príncipe, declarándosele bajo la luz de la luna con palabras hermosas que sólo alguien de gran conocimiento podría mezclar para que al unirse hicieran un poema del que nadie, ni siquiera él, podría negar su belleza. Un fuerte golpe lo sacó de sus sueños, al despabilarse se encontró con que había chocado con un mujer que cargaba ropa limpia. (Por dios, en qué diablos estoy pensando… no necesito ninguna de esas tonterías de princesas). Ayudó a levantar la ropa y se la entregó amablemente, sonriendo, no podía evitar sonreír ese día.

-muchas gracias, Uruki-sama.

-no fue nada. Además fue mi culpa- la joven se desconcertó ante la sonrisa del muchacho. Él solía ser monótono con todos ahí, no grosero, pero tampoco carismático, pero esa mañana parecía contento en todo sentido, lo que hizo que se le contagiara la alegría-que tengas un buen día….- se despidió para regresar a buscar a su príncipe, más antes se detuvo para preguntar el nombre de la muchacha, no es que le gustara pero en ese momento le pareció mal gesto de su parte no llamarla como se debe-… ¿cómo te llamas?

-mi nombre el Wanajima Tsuki.

-nos vemos, Tsuki – retomó la marcha al comedor sin percatarse de que lo miraban extrañado por aun estar con la ropa del día anterior y esa sonrisa imposible de ignorar,  acostumbrados a su rostro inexpresivo.

Al llegar vio que estaban recogiendo los trastes sucios.

-disculpa…- habló aun joven que limpiaba la mesa.

-buenos días, Uruki-sama ¿se le ofrece algo de desayuno?

-quizá más tarde… quería saber ¿Byakuya se levantó temprano?

-si, hace poco que se fue- lo tomó desprevenido la respuesta. (El maldito no me dijo que saldría ¿entonces por qué me hizo levantarme como un imbécil animal en celo en busca de su macho?).

-ese tonto….- dijo en voz baja pero el joven lo escuchó; él, al igual que todos en la mansión, se había percatado de lo feliz que se le veía al amo junto a ese muchacho; hacía tanto que no se oía una risa en esa casa por lo que les gustaba el ambiente.

-Kuchiki-sama salió aun entrenamiento que surgió de improvisto- inventó, todos respetaban y querían a Kuchiki-sama por lo que le pareció correcto cubrirlo.

-ahh…- se arrepintió de pensar mal del capitán. Embozó nuevamente una sonrisa. Lo vería más tarde, sin importar la hora que fuera lo esperaría- gracias… ¿Quién eres?- el buen humor lo afectaba a tal punto de querer ser lo más cortes posible.

-soy Kenjiro Kira, un gusto- rieron un poco.

Regresó a su habitación para tomar ropa limpia y bañarse, después de desayunar esperaría el regreso de Byakuya. Al poner el traje negro de shinigami en la cama se percató que, por la emoción, no se había tomado la molestia de cargar a su conejo. Lo sostuvo en sus manos y  supo que lo tenía cerca como el sustituto, (absurdo), de su amado.

Terminó de ducharse y de comer. Debía admitirlo, platicó mucho con todos lo empleados y les había preguntado su nombre, no tendría que volver a hacerlo pues nunca olvidaba los nombres ni rostros de las personas. (Es irónico que la enfermedad que me diera fuera de memoria siendo que es uno de mis mejores atributos).

Se sentó en el patio, observando a los peces y disfrutando de la brisa fresca de invierno. (¿Nevará?), nunca estuvo durante una nevada, no conocía que era el frio y en si la “nieve”. Se abrigó más la bufanda que ya siempre colgaba de su cuello al igual que el peluche de su mano derecha. Pasó el tiempo y se desaburría a ratos contando los pétalos de los arboles, los arboles, lo peces y las manchas de estos, calculando la longitud del jardín y, finalmente para determinar que estaba cansado de esperar, poniendo a bailar en su regazo al muñeco.

-Uruki-sama- escuchó detrás suyo, aplastó el muñeco de felpa contra sus piernas pensando en lo ridículo que sería que lo vieran con tal acto infantil.

-di… dime, Kira- sólo le habló a él a pesar de que más personas estaban detrás.

-nos preguntábamos si quería acompañarnos a comprar la fruta- por supuesto que le encantaría salir, la casa era acogedora pero nada se equiparaba con el aire libre. El único problema era su cuidador que obsesivamente no le permita salir y por ningún motivo buscaba molestarlo.

-no… no puedo…- a pesar de que una mujer le explicó en voz baja su situación al empleado, pudo escucharlo.

-entonces…- propuso la que lo delató, su nombre era Mikami-… ¿le gustaría acompañarnos al jardín de enfrente?- se lo cuestionó un momento, aun con una pared de por medio a la calle era posible que alguien entrara y lo descubriera. (Estás paranoico).

-si, está bien- aceptó de muy buena gana, a pesar de la buena vida que llevaba le gustaba ver cosas diferentes.

 

Lo nuevo de ese jardín era estar en él pues lograba verlo por las ventanas, no tenía una radical diferencia con el otro más era bueno conocer su entorno.

Ayudó a regar las flores y a alimentar a los peces hasta que el sol se puso en el horizonte.

-Uruki-sama, le mostraré algo- observó con cuidado a la muchacha de nombre Tsuki. Levantó la manga de su uniforme mostrando una pulsera con pequeñas bolitas desiguales de color amarillo claro.

-¿Qué es?- preguntó intrigado, no sólo le mostraría una vieja joyería sin significado.

-hicimos estas pulseras la semana pasada usando raíces como hilo y semillas para las cuencas ¿le gustaría que hiciéramos una mientras espera a Kuchiki-sama?- (no pierdo nada y quizá le pueda…), se sonrojó sin poderlo evitar, (… pueda darle una a…. quizá pueda…).

-es una buena idea- desenterraron raíces para ponerlas a secar, en la cocina escogieron semillas. Eligió con cuidado pues decidió que se la daría a Byakuya ya que cualquier cosa que llegara a comprarle no sería nada especial dado que él fácilmente pudiera obtenerlo por su cuenta. Seleccionó  granos de café oscuro y una semilla pequeña en color rosado.

Al volver al patio ya estaba todo listo, comenzaron abriendo orificios en los granos, luego de romper 3 pudo hacer el resto sin error causando una envidia juguetona de parte de las mujeres. (No son tan malas… pero tal parece que me desvié hacia otros gustos).

Prendieron las luces para terminar la obra. Hizo un nudo asegurándose de que no fuera a romperse y cortó lo sobrante.

-te ha quedado muy bien.

-gracias, Tsuki- la miró y sonrió, realmente esperaba que le gustara a Byakuya. (Pero… no puedo dárselo… no hasta estar seguro). No era capaz de concebir la imagen de él dándole un regalo y expresando sus sentimientos habiendo la posibilidad de ser rechazado.

-otra vez.

-¿Qué dijiste?- interrogó a la chica.

-perdón, pero no he dicho nada- bajó la cabeza, preocupado por escuchar esa voz despierto y molesto porque fuera el día libre de Koichi-san. (Aunque ya no estoy tan seguro de que quiera ayudarme).

-iré por una taza de té- miró nuevamente la pulsera- ¿te la puedo encargar?

-claro ¿se la doy cuando llegue Kuchiki-sama?

-¡por supuesto que no!- estaba rojo de vergüenza prefiriendo que fuera de enojo. La otra sólo dio una risita, inclinó la cabeza y se fue. (Tonta… ¿de dónde sacó esa idea?).

 

Vertió agua en la tetera y la puso a hervir, mientras se preguntaba en donde estaría el capitán, observó la ventana que le dejaba la vista de una hermosa luna llena de invierno.

-que luna tan extraña- dijo, creyéndolo un pensamiento. La siguió viendo sin entender porque era rara hasta que escuchó unos pasos pesados en el pasillo, corriendo. Asomó la cabeza y lo vio. Llegaba tarde pero no lo suficiente como para que se resignara.

-bienvenido, Byakuya ¿se te perdió algo?- le pareció que con la vista buscaba.

-si, no te encontraba.

-no soy algo- regañó como de costumbre.

-claro que no. Pero sólo andaría corriendo si lo que se me perdió fuera importante- esas lindas palabras salidas de la nada siempre lo ponían en la posición defensiva y sumisa. Sintió plácidamente como paseaba su mano cálida por su cabello. (… me equivoque, hoy era un buen día para darle la pulsera), ya nada podía hacer y le estaban ardiendo las mejillas por lo que cambio sutilmente el tema.

-… h… hoy…-(odio cuando tartamudeo)-…hay luna llena.

-es una hermosa luna ¿Qué te parece si cenamos afuera?

-como la primera vez que comí aquí- dijo más para si mismo, sin percatarse de la excitación que mostraba.

-si, como ese lindo día de verano, Uruki-chan- pensó en el verano, casi un año de estar con él y lo seguía, o intentaba, tratarlo como un amigo. (Que difícil es… no se puede tratar de esta forma a alguien por quien no se siente amistad… sino… algo más)- vamos a hacer algunos postres. Te gusta lo dulce ¿verdad?- lo dijo mientras remangaba sus mangas con cuidado experto, le gustaba ver tan esplendido al noble por lo que no pensó en porque lo hacía.

-pues… supongo, no es que me fascinen… - hasta ese momento relacionó porque dejaba sus manos libres-… ¿vas a cocinar?- no es que no creyera que no era capaz, sólo se le antojaba extraño en su persona petulante.

-claro, esta noche la pasaremos juntos- cocinara o no cocinara bien la idea era estar juntos. Sonrió dándole la espalda pues era una risa de enamorado.

 

Creyó  en que sería un excelente chef si practica la cocina más seguido, pues si bien no logró la complicada pasta de los panecillos, hizo de manera perfecta las galletas que le pareció les daba forma, pero sin darle más importancia. Terminó de limpiar su área de trabajo cuando Byakuya le pidió.

-¿crees que puedas ir tomando un mantel?

-si ¿Dónde están?

-sales por el pasillo, la tercera habitación a la izquierda. Verás un armario, en la parte de arriba. Hay una silla en la cual te puedes subir, está un poco alto.

En el pasillo traía la cabeza en la luna al meditar sobre su conejo, el regalo y esa romántica cena a la luz de la luna. Se le ocurría que no existía necesidad de regarle algo para capturar su atención, sólo debía decirle que no sentía amistad por él, sino mucho más. (Que pena, que pena…).

-no puedo hacer algo tan… tan… tan directo- entró al cuarto y vio el armario enorme, miró en derredor y, como era de esperarse, no encontró la silla. Frunció el seño por la mentira y se decidió a tomar la manta por otros medios que terminó siendo trepar por los peldaños y sujetarse como un escalador hasta llegar a lo alto. No quería subir el siguiente espacio por lo que saltó para tomar el mantel más cercano que era un rosa pálido, no logró tomarlo y resbaló hasta el anterior peldaño.

-…diablos, maldito armario construido para monstruos de 2 metros en adelante- subió nuevamente ya sin la pereza de evitarse los siguientes.

Al fin lo tomó, (listo, no había necesidad de la silla), pero la tiró y estuvo a punto de caer por el regaño de Kuchiki, que no escuchó  cuando llegó-¡Uruki-chan!- ahora lo miraba de frente, perfecto para reprenderlo-¿Qué haces? ¿Por qué no usaste la silla?

-¡no estaba tu dichosa silla, así que no me regañes por buscar otro método!

-estaba en el pasillo ¿no pudiste traerla?

- yo no la vi.

-te vas a caer, mejor te ayudo- no lo necesitaba, si pudo subir podía bajar.

-puedo solo. No soy un niño, puedo hacerlo.

-pues pareces uno, baja dejando que te ayuden, es lo más sensato- su pie no estaba en la mejor posición por lo que planeó regresarlo cuando Byakuya lo tomó de un brazo haciendo que el poco equilibrio que conservaba no fuera suficiente.

Se encontraba seguro de que lo atraparía pero no en esas condiciones, con las piernas abiertas alrededor de su cintura, con las manos de Kuchiki en sus piernas. No tardo mucho cuando sintió el miembro excitado del otro tan cerca que pensamientos pervertidos lo invadieron. (Tengo que… quitarme), antes de hacerlo fue encerrado de una manera muy sensual entre el armario y su adorado.

-ahhh…-gimió inconscientemente, ese contacto le estaba gustando sin sentirlo correcto. La presión sobre la tela del pantalón le parecía demasiada pero ni así pudo evitar acercarlo con las piernas. (Detente…no está bien…no…aun no). Lo recorrió el placer con la segunda embestida que le hizo soltar un alarido.

-Uruki-chan- no quería verlo por temor a que viera en sus ojos la indecisión, por un lado su cuerpo estaba extasiado de ese roce pero por el otro su mente no paraba de gritarle que esa no era la manera.

-Bya… Byaku…-le ganó el placer carnal y se sostuvo de los hombros para que le fuera más fácil acariciarle todo el cuerpo a parte de su cintura y su espalda cubierta de sudor por el calor que producía.

Nuevamente unió más sus cuerpos con violencia, le extasiaba la acción que como deseaba no fuera a través de un condón de tela. A punto de usar una mano para bajar el pantalón del capitán lo interrumpió un ruido muy diferente al que escuchó Byakuya.

Nuevamente a venderte, pedazo de prostituto.

-ahí… que apagar el horno o ocurrirá un incendio- dijo automáticamente, le repudiaba su cuerpo y no era por el contacto ni por Byakuya, sino por la simpleza en que buscaba que todo ocurriera, (sin respetarme). Se fue con la mirada baja, si él se daba asco porque no Kuchiki sentiría lo mismo.

 

Ya creía que sería un desastre la comida. No quería ni mirarlo. (¿Fácil? Es lo más seguro… pero mis sentimientos son verdaderos… y debo admitir que deseo a Byakuya… como creo que él a mi, algún día debe suceder y no debe ser porque sea fácil…), trataba de convencerse pero sin lograrlo pues no podía distraerse de esas palabras: “Nuevamente a venderte, pedazo de prostituto”.

Lo sacó de sus pensamientos un crujido de galleta, la miró en la boca del otro sin dejar de pensar en la tonta forma que tenía. Olvidó lo que lo acongojaba y dijo como si nada.

-… jaja… ¿Qué es eso?

-el embajador alga.

-¿el embajador alga?- no lo soportó y se rió en su cara, después se disculparía o por lo menos daría una explicación.

-¿de qué te ríes?

-… es que… jaja… es muy lindo, Byakuya.

-¿te estás burlando?

-si… jajajajaja… si…- pensó en lo parecido que era a su peluche, seguramente era un pésimo dibujante con un ego del tamaño del Everest, y eso lo hacía tan lindo a sus ojos. Lo acompañaron en la risa después de un tiempo -eres… más infantil de lo que creí.

-¿me estás diciendo viejo?  Mira que hablan 1.50 cm de experiencia – (soy mas alto).

-¡no soy pequeño!

-si que lo eres- se incomodó para seguir con ese ambiente de buen humor. Le aventó lo primero que tocó sin esperar que le fuera devuelto. Terminaron con la cena que tanto tiempo les había llevado, sin embargo no era un desperdicio desde su punto de vista. Reía y eso le gustaba tanto.

-eres un tonto, Byakuya- se limpió como podía aunque necesitaría un baño.

-y tú un necio. Déjame ayudarte- antes de que pudiera negarse estaba siendo limpiado de la cara por la mano suave del otro. Lo hizo con tanto cuidado que pensó que traía guantes de seda- ¿Te molesta?- no podía pensar en otra cosa que no fuera la forma tan perfecta de Byakuya que parecía brillar por la luna.

-no- pensó que no saldría de sus labios otra palabra por al menos esa noche.

- las otras estrellas deben estar celosas- su tacto era tan suave que deseaba cerrar lo ojos y disfrutar en silencio pero no quería perderse ni un instante de la perfección que era ese hombre- la luna te mira sólo a ti. Aunque yo le tengo envidia a ella, tu brillas tanto bajo su luz y yo no te veo brillar bajo la mía-no era necesario utilizar su intelecto para saber que planeaba besarlo, (date prisa), no se negaba a nada que le hiciera- ¿crees que caiga sobre mi castigo divino por quitarle a la luna su tesoro para que yo tengo un motivo para vivir?-(si dices que soy un tesoro, adelante, róbame que sufriría cualquier castigo a tu lado)- ¿Aceptarías mi luz y no la de ella?- (por supuesto), se estremeció por completo cuando sellaron su boca, podía sentir como su labial pasaba a la boca del otro. No permitió que se siguiera torturando Byakuya y le permitió meter su lengua. Ese beso era lento y sensible y, de manera indescriptible,  tan erótico, se permitieron ser rodeado del cuello y él de la cintura sin ninguna queja, era un sueño todo eso. (Nunca imaginé… ser amado), disfrutó del sabor de la comida que apenas probó y trataba de distinguir el sabor del mayor, no pudo saberlo pues terminó antes de lograrlo.

-Uru…- su mirada era de espanto y odio, pero no hacia él. (No entiendo… ¿hice algo malo?). De pronto una gota cayó de su barbilla, se tocó la cara para percatarse de la humedad, la lagrima resbaló por su mano sin poder creerlo, (es asombroso), no le quitaba la vista sin lograr comprender que tenía de maravilloso y, más importante, que le pasaba pues, según lo que entendía, uno lloraba cuando está triste y él no lo estaba sino todo lo contrario, feliz, feliz como nunca en la viva pudo estarlo, lo recordara o no.

Limpió sus ojos pero ni así paraba, (de algún modo se siente tan bien llorar), continuó haciéndolo por que pronto, y seguramente, el capitán llegaría a la conclusión de que lo había lastimado.

-no volverá a suceder, te lo prometo. Por favor, no llores más, no te molestaré de ahora en adelante- quería reírse, estaba errando rotundamente. (¿Qué no es obvio que estoy loco por ti?).

-te… equivocas….

-… ¿en qué?

-no… no te odio. Es sólo…- (te amo, de hecho. Creo que tu lo sabes o no me hubieras besado)-… no entiendo por qué está pasando esto… no es tu culpa- “que bien se siente sentir”, era lo único que sabía de porque no paraba de sollozar.

-ya no llores.

-no puedo… y no quiero… por favor, hazme llorar… hazme sentir que no estoy vacio- la propuesta le parecía ridícula, sin embargo confiaba en Byakuya, él lo entendería mejor nadie.

-¿Qué quieres decir con eso?

-no sé, no entiendo nada sólo sé que es lo que quiero- (y que tu me lo puedes dar). El siguiente beso no se comparó para nada con el anterior, podía ser porque ahora el también lo besaba, pero era por la salvaje forma en que no le cabía duda de que lo amaba, y lo amaba mucho.

Lo tiró en el suelo, le faltaba el aire y además pesaba mucho su anfitrión, pero de ninguna manera le molestaba, era exquisito en todos los movimientos que hacía, desde su imponente boca y lengua hasta sus juguetonas manos.

No era molesto pero ya necesitaba respirar, lo empujó en le pecho y respiró agitado. Al tenerlo de frente se produjo una imagen que guardaría siempre: a su amado Byakuya resplandeciendo como un fantasma por la plateada luz del satélite mientras los pétalos lo adornaban en el fondo. Estaba seguro que se desmayaría, no era tan fuerte como para soportar tanta perfección. (No debo dormir aun). Se veía tan distante y tan irreal que lo abrazó para saber que no soñaba, fue correspondido. En su pecho latía su corazón al ritmo de los latidos del otro que podía sentir en su pecho, más abajo se percató de la excitación pero sin asustarse, de alguna forma esperaba eso.

-Byakuya… pesas…- ahora sentía tan claramente los latidos, todo su peso estaba sobre él.

Lo levantaron como una princesa haciendo que reafirmara su teoría de que era todo un príncipe noble.

Ocultó su cara en los pectorales, esa noche pasaría algo que quizá debió suceder hace mucho tiempo y espera escuchar nuevamente esa voz incriminatoria, pero nada.

Al estar en la cama se arrepintió de no haber llevado su conejo, con el podría cubrir su rostro lleno de vergüenza.

-perdona mi insistencia pero aun no quiero que duermas- negó con la cabeza, la pena no podía ser mayor pero, increíblemente, su deseo de calmar el “calor” lo desbancaba. Suavemente lo sintió sobre si y fue perdiendo su espíritu en cada beso fugaz que le robaban. Quería que no separara su boca pero no se creía capaz de tomarlo por los hombros y obligarlo a besarlo con intensidad y sin descanso. Antes de hacer cualquier movimiento, tomaron su mano, enredando los dedos y poniéndosela en la almohada aun lado de su cabeza. Se comparó con un conejo blanco, con la espalda en la pared, un lobo enfrente, gruñéndole pero con el pelaje más oscuro que la noche y los ojos con deseo de comer que se contagia.

-no soy una chica como para que me conquistes de esta forma- esperaba que con eso se comportara como si su relación fuera con otro hombre y no una mujer.

-esto debe apenarte mucho ¿verdad?-(¿Por qué me lee en vez de hacerme caso?). El aire caliente en su oído fue tan exquisito que prefirió decir la verdad y que su amado guiara su vergüenza.

-…si…yo no puedo tratarte…- lo pensó antes, tratar a alguien como si fuera la única en el mundo, como si fuera más valiosa su vida que la propia. De pronto no logró comprender que hacía pero después sintió su corazón, latiendo de amor. Finalmente dijo lo primero que se le vino a la mente-….como una tonta enamorada- fue besado fogosamente y sin aviso, se asustó, pero luego le tomó el gusto y se decidió, sin basilar, a sujetarlo para que esta vez pudiera descifrar su sabor. (Es….dulce….como a miel).

Lo dolían los labios y sus pulmones, casi los reconocía muertos, ya no lo soportaba más y fue hasta que le permitió respirar. Justo después y sin darle mucho tiempo hizo otro movimiento, más meticuloso y vulgar, por tanto, excitante. Su pierna presionaba lo suficiente pero sin lastimar, hasta ahora se daba cuenta que su miembro estaba duro.

-ahh…espe..ra…-mencionó sin querer, no quería que esperara sino que avanzara y lo hiciera suyo cuando quisiera. Para su suerte siguió, volteándole su cara y lamiendo el lóbulo, causando que mordiera su lengua para no gemir, desesperado y al borde de la locura.

- Ah, Julieta- (¿Julieta?), su mente estaba tan fuera de si que tardó en reconocer el párrafo- si la cima de tu gozo se eleva como la mía y tienes más arte que yo para ensalzarlo, que tus palabras endulcen el aire que nos envuelve, y la armonía de tu voz revele la dicha íntima que ambos sentimos en este encuentro- un frio cálido recorrió su cuello, eran las manos de Byakuya que lo desvestían dejando que el calor se lo llevara el invierno pero era remplazado por la calidez de su cuerpo que ardía de gozo. (Tengo que responderle…), de inmediato recordó el guion y, sin dejarlo contestar, le lamian el cuello, aun cubierto, con saliva tibia. Dejó de morder su lengua y se permitió gemir, era mejor que cortarse la lengua por tratar de no hacer ruido.

Logró algo de compostura y dijo entre suspiros- El sentimiento, si no lo abruma el adorno, se precia de su verdad, no del ornato. Sólo los pobres cuentan su dinero, mas mi amor se ha enriquecido de tal modo que no puedo sumar la mitad de mi fortuna- ni así se detuvo de su labor. Ya nada tapaba su cuello y comenzaban a despojarlo de su cinturón mientras marcaban su cuello con chupetones y mordidas que como deseaba fueran más profundas. No lo soportó y dejó su orgullo de lado, deslizó las prendas que cubrían el cuerpo de la cintura para arriba de su capitán, volviéndolo a excitar por el físico de maravilla de tenía. (No lo soporto, ya no aguanto), tan caliente se sentía que si en ese momento lo dejara se masturbaría con tal de enfriar la calentura.

- ¿estás seguro de esto?-(demonios, Byakuya…¡hazme el amor!). Frustrado por la consideración que le tenía, lo jaló hacia él y clavó sus colmillos en el cuello, un líquido entró en su boca, pronto supo que era sangre y, extrañamente, era deliciosa. La bebió sin pensar en que pudo atravesar una vena importante, sólo sabía que ni el té podía ser tan adictivo. Sin saciarse del todo fue regresado a la defensiva, observando que la boca del otro baja más, hacia su pecho que saboreaba maestramente, cada milímetro que marcaba juraba que sería de él, por siempre. Un golpe eléctrico lo recorrió cuando delineó su tatuaje, arqueó la espalda y ya no gemía, gritaba con obscenidad y sin pena. (Que….bien se siente). Apenas si respiraba cuando se detuvo de lamer su 4, sin embargo, insistió dirigiéndose a su estomago que conquistaba con febriles besos llenos de ternura y que le daban un poco de cosquillas.

Si no hubiera querido ver los ojos cálidos de su amante la pena no volvería a marcar su rostro, pero lo hizo­-no…no me mires así- se ocultó como pudo y el tiempo que le fue permitido pues lo despojaban de su única vestimenta.

La tortura significaba diferente con Byakuya Kuchiki, el que le bajara tan lento lo hacía odiar su calma, pero al desnudarlo en un segundo de un movimiento lo hizo molestarse pues, ahí estaba, sin más ante su vista y delatado por la luna llena de invierno haciendo que nada se le escapa a los ojos negros de su pervertido novio.

-eres perfecto, Uruki-chan…-(ya va a empezar…)

-no te atrevas a decir nada más.

-perdóname- la sensatez se iba de viaje cada vez que le hablaba de esa manera sensual y al oído,(le va a seguir…maldito), por dentro sonreía, le gustaba que ese sujeto le llevara la negativa a su mente inconsciente que objetaba que  no era digno de amor- pero voy a seguir por que tu cuerpo es mas bello que un diamante brillando bajo la luz de una luna de otoño- se estremeció bajo sus manos que tomaban su piel tan seguras de que eran deseadas- tu voz tan suave y exquisita que haría que los oídos sordos por voluntad de dios escucharan, tu sonrojo haría que las rosas rojas se marchitaran al verse derrotadas por un color más puro y perfecto, y como olvidar el motivo de que mi alma ya no pueda pensar en tus ojos cuando dicen la palabra luz si destellan mejor que esmeraldas y que son aun más extraños que encontrar platino en una mina excava por el mundo entero…

-ya basta…- lo detuvo, tenía tan pocas o tan precisas palabras para adorar a su amado que prefería que ninguno de los dos hablara.

- dime ¿Cómo logro comprar tales ojos y que hago para que nunca dejen de mirarme?- de verdad no supo decir como era posible que no la supiera, para él era tan obvio que nunca miraba a nadie más, sólo él lo hipnotizaba y derretía su corazón.

­- cursi….-lo abrazó para confesarle que lo amaba desde hace tanto pero se arrepintió, mejor le pedía algo que deseaba: una noche con él-…vuélvete mi dios y haz que alabe tu nombre esta noche.

Después de saborear sus bocas otra vez, bajo a su entrepierna, aun virgen por lo que esperaba cualquier cosa, dolor o placer o ambas. Al final hubo placer, apenas la punta había sido tocada, sujeto las sabanas lo más fuerte que pudo y soportó tanta emoción mordiendo su boca. Antes de lo que quería ya lo tenía en su cavidad bucal manejándole perfectamente, demasiado perfectamente como para que fuera a soportar mucho.

-ahhh…mmm…nnaahh…-trato de decirle que no fuera tan rápido pero lo único que salió fue un gemido más de otros. Sus caderas comenzaron a moverse involuntariamente a pesar de que era ya exquisita la sensación que lo embargaba, los hilos de la seda se enredaron en sus uñas al estarlas rompiendo. No aguantó y se vino, con mucha pena,  en su boca. Sintió que se vendría de nuevo cuando no lo sacaba y limpiaba cada rastro de semen.

Fue besado a penas consiente de que saboreaba su propia sabor. Como le dolía el pecho que tanto aire necesitaba.

­-¿te encuentras bien?

-..ah…si…es…ahh…extraño…

-¿extraño? ¿Qué es extraño?- (¡¿Qué clase de pregunta es esa?! ¿Quiere preguntarme en que posición me gustaría? Debería ser más cortes con un primerizo). Juró escuchar un sonido distante…una risa. La pasó por alto y mejor le dio a entender su situación abofeteándolo.

-yo…nunca…...Nunca he hecho esto.

-¿nunca habías hecho el amor?- (¿Qué fue esa voz? ¿Yo lo dije?) Se convenció de que había respondido eso y, dada la pregunta insensible del otro, volvió a abofetearlo­- entonces seré más amable-(me molesta que no se queje)- ¿aun quieres que continúe?

Respondió la verdad dando la contraria a su orgullo que quería volver a golpearlo por inconsciente-…si.

Si, claro, adelante ¿Qué importa? ¿A quien le importa?

Deseaba estar asustado, más no le fue permitido pues la voz calló a penas el capitán acarició su cabello y bajó a lubricar su entrada. Guardó el conocimiento de esa voz para luego, en ese momento, ni aunque quisiera, podía pensar en algo diferente a la deliciosa sensación que le producía la lengua de Byakuya.

-abre más las piernas.

- eres muy estrecho.

Se estremeció sin alcanzar a entenderlo, no fue como esa corriente que recorría su cuerpo de placer, esta era distinta y no le gustaba nada.

- ¿estás bien?

-..ah..si…es sólo que…no puedo…ahhh…si…eso..mmm..trato..ahh...espera…ahhh

- ¿quieres que te deje?

-con el tiempo lo harás naturalmente-(¿Qué demonios me pasa?) se dijo que podía ser peor, podía distinguir las respuestas reales de las falsas, pero…(¿de verdad las estoy distinguiendo?) lo pensó detenidamente y llegó a una conclusión, aunque fuera cruel con su amante, se tenían que detener en ese momento. No lo logró, la perfección del noble lo cautivó absolutamente, la piel clara, el cabello largo, oscuro y hermoso, los ojos que desprendía calor, su fuerte pecho y brazos, el vientre plano y…(¡¿POR QUÉ ESTAS VIENDO ESO?!)… el pene que ya había sentido pero que ahora tenía enfrente, imponente y grande. Ya muy tarde se dio cuenta que volvía a ponerse en posición para penetrarlo, acariciando con descaro su cuerpo que no se negaba- relaja el cuerpo y dime si te lastimo. Tratare de que no suceda eso.

Parecía que volverían a hablarle en su cabeza pero no escuchó nada por el gozo de la intromisión de su cuerpo, lento, pasivo y con cuidado. Se sujetaba como podía de la cama para intentar no enloquecer en el placer que era su príncipe. Cada vez más adentro, y más, y más, comenzó a doler.

-..ahhh…arrr…para…-se detuvo un segundo pero de inmediato reanudo.

-déjame seguir, Uruki-chan- se sentía bien más mentalmente era nauseabundo que continuara. La estaca, precisa y profunda, fue un placer pecaminoso.

Es igual, duele y gusta, esta bien y esta mal, menos y más, dentro y fuera, pecado y gloria, es igual.

(Es igual) respondía sin entender de que hablaba.

-…no…ahhh…no lo hagas…así…

Sigue y detente, sigue y…

(Cállate)

…detente, sigue y detente, sigue…

(¡Cállate, cállate!)

…y detent….

Se detuvo de golpe Byakuya y la voz cuando toco su rostro con cuidado y amor. En sus ojos leyó arrepentimiento.

-dime cuando estés acostumbrado-(no es igual), se dijo, aun no sabía de que hablaba. Estaba listo desde el inicio, lo que no se preparaba era su mente que llevaba la estúpida idea de que sería cruel con él, cosa que nunca pensó.

-estoy… listo…- las embestidas fueron controladas-… ahh… si… más… m... más…- no le importó su respuesta, le gustaba aun más de lo que sus palabras daban a entender, hizo que su cuerpo lo explicara mejor poseyendo al mayor. Lo comprendió mejor de lo que esperaba, la marcha se puso activa al tomarlo de la cintura y hundir sus cuerpos en un salvaje movimiento que lo hacía gritar de emoción para tratar de que esa forma difuminar el placer que cubría  su cuerpo. Cuando creyó que no podía ser mejor vio como ponía sus brazos a los costados, como encerrándolo en una prisión de la que no quería escapar, y era más fuerte y rápida la manera de moverse, incluso tenía fuerza para besarle cuando él estaba en su punto.

-que… delicioso estás…-  se sujetó de su espalda con las uñas, ya la cama estaba demasiado desgastada como para soportar más arañazos.

El orgasmo le hizo enterrar sus dedos , clamó a su amante para que le diera todo la delicia posible antes de correrse-… no... aaahh… pares… Byaku… aaamm…- impresionante y fuerte, ese hombre era eso y más al seguir moviéndose en su interior. En su vida pensó que tantos orgasmos fueran posibles y mayor que la sensación de un líquido en su interior le produjera uno.

Estaba cansado pero no agotado. Se sorprendió al verse queriendo más, quizá otra ronda, quizá dos, no sabía cuánto más aguantaría pero ese no era aun su límite.

-…¿te sientes cansado?

-… jeje… no… aun…-lo besó aunque le faltaba el aire. Estaban de frente y de pronto le gustó la idea de verlo de esa manera, no tan dominante- … déjame… arriba…

-pervertido, hermoso. Entonces saldré así que no te muevas-no se movió, tampoco era desagradable que saliera.

Se sabía penoso, orgulloso y con un ego mayor que su tamaño y, sin embargo, se subió y lo besó en el cuello con naturalidad y bajo la influencia del deseo. Regresó a la mordedura, como le gustó el sabor de la sangre, ¿o sería el sexo?, en ese momento no importaba.

-no vayas a morderme otra vez-lanzó una mirada para ver si lo decía enserio, no era así, se notaba que no le importaba en lo más mínimo lo que le hiciera.

 Bajó el latía el corazón de la persona que amaba, ese sujeto que le demostraba su amor en tantas formas y él apenas si lograba algo, la primera muestra de amor, y que hasta ahora notaba, era ese nombre tierno dado como para un novio, “Uruki-chan”. (Algo… algo puedo hacer… pero no sakurabito… en esta situación… que pena, que pena). Se decidió por otro que le pareció igualmente lindo.

-déjame jugar, Byaku-chi-  y si lo hizo, chupó su sangre otra vez hasta saciarse, después, y por curiosidad, bajó a su pecho y lamió para sentir su musculatura, (es fuerte… es tan guapo), agradeció su sonrojo permanente para que no se viera lo que pensaba. Regresó a besarlo mientras abría sus piernas en el vientre del otro. Se sentó y se dio cuenta de lo inevitable, era demasiado osado verlo debajo de él y a su disposición.

-¿puedes solo?

-…creo que no- la realidad era que le gustaba así, no poderse sentirse domínate si no se lo pedía.

- apóyate lentamente y a tu ritmo- le apenó escuchar eso, le estaban dando instrucciones para tener un sexo- además…- bromeó para calmarse.

-…además de que no vaya a romperte algo. Bromeaba…- dijo al ver que se lo creyó-..yo…- pensó en como lo cuidaba y que él también quería hacer lo mismo, aunque no era el momento más perfecto para decírselo-…tampoco te lastimaría- puso en practica las instrucciones anteriormente dadas, bajando entre gemidos; el estar sentado le hacía difícil la tarea pero continuó hasta verse imposibilitado- ... no… aah… puedo…

-falta un poco… tomaré tus muslos y te haré descender ¿está bien?

-... ah... si…- le dio ayuda y más, lentamente fue bajándolo hasta que se sintió capaz de proseguir él solo, subiendo y bajando en el miembro, siempre tapando su cara como podía, ya consideraba suficientemente malo que pudiera verlo haciendo eso y gimiendo con todas sus fuerzas. Echó un vistazo entre los negros cabellos para percibir la reacción de su amante, (puede que no le este gustando… ¿desde cuándo me importa complacerlo?), le sorprendió verlo gustoso y con una sonrisa en su cara. Se esforzó  tratando de no pensar detenidamente en el por que, tiempo después se encontraba agotado pero habiendo logrado un orgasmo en Byakuya a juzgar por el grito que soltó, aunque claro, él pasó por lo mismo.

-más rápido…-(no puede ser)-… Uruki.chan…- su cuerpo resistía las embestidas, pero no era igual ser el causante de ellas. Las manos cálidas del noble lo tomaron por la cintura haciendo que la fuerza de sus brazos fueran los responsables. Como pudo resistió hasta venirse juntos.

(Maldito… es tan bueno… para todo…)-… ahh… eres... un- revisó el estado de su cuerpo y se dijo que aun soportaría otra ronda, por lo que no terminó-… aahh…- fue sacado y recostado en la cama, de pronto se le antojó muy cómoda pero al estar con su amado no procesaba la idea de dormir.

-¿un… qué?-(curioso).

-… estaba… mmm… por decir... un dios… pero no estoy… seguro- lo observó desviar la vista hacía otra parte, (¿será que esta cansado? Que poco rinde… no es que yo quiera un conejo), no tardó mucho para que le cambiaran ese concepto.

-¿quieres que te haga…- pasearon la lengua con saliva fría por su cachete, haciendolo temblar de excitación-…adorarme?

-te… doy permiso…-el beso siguiente sólo causó que se avivara más la llama que aun no se apagaba, se permitió voltear sin pensar en que pervertidés tenía en mente su autor y sólo espero, paciente, cualquier cosa-Eras tu, era yo, éramos los dos, éramos nosotros, tu y yo, uno sólo, por un momento infinito, fui tuyo, fuiste mío, fuimos uno sólo…- lo escuchaba encantado a las par que le introducían los dedos por atrás (pudiste iniciar así y no directamente, animal)- Tu piel era mi piel, tu sudor confundido con el mío, tu pelo enredado en mis manos, nuestros cuerpos enredados en una sola y silenciosa forma, bella, llena de matices, plagada de mil luces y colores- sintió un beso suave en el cuello y, casi sin darse cuenta, como lo penetraban. Rasgaba la cama y ensalivaba la almohada entre esa delirio que era el sexo y las manos que lo acariciaban desde el pecho y regresándolo a la realidad cuando le hacían cosquillas en la panza, bajaron hasta tomar su pene, ahogó un grito de sorpresa y placer, después continuó gimiendo en cada movimiento dentro y fuera. Ya lo tenía convencido de que era un dios, mejor que un conejo o apenas comparable con un imponente lobo, lo volvía loco de placer y más importante: de amor. En contra de predicción logró descomponerlo más, ese punto que ahora tocaba lo sentía irreconocible, ya no podía siquiera pensar cuerdamente.

-te gusta… profundo ¿verdad?- sabía que si y ya no le importaba contestarle lo que fuera, pero no podía, su boca sólo tomaba aire y no decía nada. Sintió como sus manos entraban en los resortes del colchón, eso que le hacía ya no tenía nombre.

Con todas sus fuerzas gritó la respuesta-… ¡si… me gusta... ahhh... dios...!- se vino y no podía entender como quería más-… si... gue... aaahh… Byakuya... ah... ah…- no paró ni siquiera cuando le dio la vuelta, ni el de gritarle todos lo que pensaba de él, reparando mucho en decirle que lo amaba. No supo si fueron minutos u horas cuando terminaron, él agotado y su novio no estaba seguro, pero parecía satisfecho.

Ahora si deseaba dormir y no despertar hasta dentro de dos días, sintió ganas de dormir abrazados pero luego dijo que no debía, (¿Por qué no? El maldito ya es tu novio… vaya… es mi novio), puso su cabeza de forma que pudiera escuchar su corazón que latía rápido. Cerró los ojos mientras el otro lo abrazaba y acariciaba su cabello. Ya estaba dormitando.

-Uruki-chan, aun no te duermas-(que lata… ¿ahora qué?) - quiero que estés muy consiente de esto, por favor, despierta bien- se resignó y despabiló como pudo, ya habiéndolo logrado escuchó con detenimiento.

-te oigo.

-no se te olvide por que hicimos esto ¿si? No quiero que olvides lo siguiente: te amo con todo el corazón y más que cualquiera en este mundo pueda hacerlo- eso pudo haberle causado un desmayo de no ser que apenas se mantenía consiente. Sonrió y le dio un beso en su barbilla, no quería comenzar de nuevo si lo besaba en la boca. Se dispuso a dormir no sin antes decirle.

- no lo olvidaré nunca, Byaku-chi.

No lo olvidaré nunca, se que fue cruel pero así es él, no tiene nada de malo ¿verdad?

No importa que parezca arrepentido de lo que acabamos de hacer, no importa que sienta mi sangre entre las piernas, no importa que no me contestara.

- nos vemos- no importa si no me importo ¿cierto?

Notas finales:

Gracias por leer.


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