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VACIO DE UNA NOCHE BLANCA por sleeping god

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No te salves ahora ni nunca
no te salves, no te llenes de calma, no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo, no dejes caer los párpados pesados como juicios, no te quedes sin labios, no te duermas sin sueño, no te pienses sin sangre, no te juzgues sin tiempo.

Pero si pese a todo no puedes evitarlo y congelas el júbilo y quieres con desgana y te salvas ahora y te llenas de calma y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo y dejas caer los párpados pesados como juicios y te secas sin labios y te duermes sin sueño y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo y te quedas inmóvil al borde del camino                 y te salvas
entonces
no te quedes conmigo

Sin abrir los ojos se acurrucó a la fuente de calor más cercana, el pequeño Ulquiorra, pero no fue suficiente, seguía tiritando de frio por lo que apaciguó su flojera para levantarse por una cobija. Se alzó procurando no sacar de su sueño a su compañero, al estar de pie lo miró durante un tiempo; no parecía tener frio, dormía de lado con las manos juntas pegadas a su pecho y las rodillas a la altura del estomago, hecho un ovillo, quizá tendría frio pero sería inconscientemente, su cara tenía un aspecto apacible e infantil. Dejó de mirarlo y cogió una sabana blanca, no sin antes checar el reloj, era tarde, era ya medio día, lo que le asombró porque no entraba por las ventanas un rayo de sol muy intenso, al mirar por una dio con un paisaje blanco.

-por eso hace frio- se dijo así mismo. Volvió a la cama a pesar de que el sueño había desaparecido, cobijo a ambos y, recargando su cabeza en su mano en dirección del murciélago, lo observó por una hora o mas; no podía quitar su vista de la forma tan más linda en que dormía, las líneas verdes y el labial negro ya no estaban lo que daba el aire de que su cara estaba hecha de la nieve más blanca que se pudo conseguir.

-ni el marfil se te compara en belleza y valor- pronunció acariciando su mejilla, eso hizo que el pequeño se moviera para acomodarse en la almohada y un mechón de cabello se pusiera entre sus ojos, como de costumbre. En cierta forma odiaba ese cabello pero, por otro lado, le daba un hermoso atractivo a su pálida cara.

Finalmente parecía que estaba por despertar, sonrió al ver que en realidad gustaba de seguir durmiendo. No dejó de acariciar su cabello.

-buenos días, mi Uruki-chan-le dijo apenas abrió los bellos ojos verdes. No le fue repuesto de inmediato pues al parecer su pequeño estaba rebobinando la memoria. Al final le contestó.

-buenos días… no utilices un artículo de posesión conmigo- (me lo esperaba).

-trataré de no pero me será difícil considerando que eres mío- respondería con la verdad pero de forma que no molestara, mucho, a Uruki. No podía guardarse la felicidad y el encanto de presumir a su linda pareja.

-¿Quién dijo que era tuyo?- por un momento estuvo por narrar los acontecimientos que llevaron a esa resolución, pero cambió de parecer al pensar en las reacciones explosivas del arrancar.

-tú.

-… que no se te suba a la cabeza, noble pervertido y masoquista.

-también lo intentaré- al verlo buscar algo se dio cuenta que parte de sus fantasías se estaban cumpliendo ya que desde hace tanto tiempo como dejaba volar su imaginación con respecto a verlo, en la misma cama, desnudo después de una buena noche de sexo. Aunque no estaba idéntica a la de su sueño, pues en el Ulquiorra se ponía en las manos y en las rodillas, con la sabana deslizándosele por la piel suave,  y de manera tierna lo besaba para desearle los buenos días mientras se sonrojaba.

Se maldijo por pensar en que su novio se desprendería de su orgullo para realizar  tal acto, en consecuencia decidió que mejor lo llevaría acabo, aunque no al pie de la letra. Lo tomó de la barbilla y junto sus bocas.

-ah… ah… ah… ¡AHH!- (que linda reacción).

-te vas a caer- le advirtió al mismo tiempo que lo sujetaba por la cadera. El  otro al contacto repentino respondió tratando de alejarse, lo que le hizo pensar que iba muy rápido. Lo calmó con suaves palabras- cálmate, quizá sean demasiadas aceleradas las demostraciones de afecto que hago pero… ahora no podemos seguir como antes, ahora eres mío y yo soy tuyo. Ya es diferente nuestra relación- lentamente lo dejó  asimilar la realidad sin soltarlo en ningún momento.

-está bien… sólo… que no sé que debo hacer ahora- para él era fácil la respuesta, pero hablaban de ese que no parecía tener la más mínima intención de demostrar afecto a menos de que estuvieran a punto de dejarlo o en una situación extrema. Si bien tenía excelentes ideas de cómo quería que actuara no eran la respuesta que debía dar.

-creo que la respuesta correcta sería que actúes como hasta ahora y que poco a poco irá surgiendo el cariño- (quiero tu cariño, dámelo a mi… y ni siquiera recuerdes al que le quisiste dar a ese sujeto). Logró ocultar sus celos lejos de la vista del pequeño.

-¿crees qué es la respuesta correcta?- rió por dentro, lo habían atrapado.

-si, porque si me preguntas cómo quiero que actúes temo que desmoronaría todo tu orgullo.

-¡pervertido!-(lo he hecho enojar… otra vez. Que rápido). Permitió que se alejara y que, sin permiso, usara su ropa, ignorando la provocación que le causaba.

-Uruki-chan- Llamó al creer que era posible ser saludado de mañana como lo había imaginado y que no lo hacía por la pena, así que sólo necesitaba un incentivo.

-mande.

-¿sólo vas a decirme buenos días? ¿No me abrasarás o me besarás o….?

-¡no! ¡No voy a hacer ninguna de esas tonterías de adolecentes! Por favor, madura un poco- no únicamente le gritó sino que aparte le azotó la puerta. No quería enojarse pero le era difícil controlarlo, si bien era malo ponerle en cara al espada que no era ni siquiera el mínimo de lindo tampoco era como para tratarlo como a cualquiera.

Se levantó y se puso los pantalones mientras pensaba que no había sido la mejor manera de iniciar su primer día como novios. (Pero… ¿ya habrá tenido parejas antes?), si bien no gustaba de imaginar a su Uruki con alguien más era posible que con sus anteriores noviazgos fuera tan seco o… pudiera ser que siempre estuvo enamorado de la pantera y era la razón de que no supiera cómo actuar.

Escuchó tras de él la puerta abriendo, era el otro que al principio tenía un rostro muy seguro pero después uno desconcertado.

-¿olvidaste algo?- por el momento no existían pruebas ni de una ni de otro, lo único que era concreto fue que le había gritado.

-eh… yo…- clavó la mirada en él, siempre que tartamudeaba era por algo que le costaba expresar. Lentamente vio como sus cachetes se calentaban hasta que repentinamente gritó-¡¿Por qué en estas situaciones soy un idiota?!- dio un paso atrás por la impresión, en cuanto se recuperó fue corriendo a su lado para abrazarlo.

-¿de qué hablas?

-nada… perdón por lo que dije hace rato… no lo decía enserio… es que… bueno… el que tú me…- se le conmovió el corazón en el pecho por la disculpa mal formulada, si llegó a decir que no era el ni un poco de tierno en ese momento, y sin ningún esfuerzo, logró tener un excelente en la escala-… no entiendo nada- (me doy cuenta. Esfuérzate más y te aseguro que me moriré de amor por ti). Le dedicó una sonrisa para que ya no razonara el tema.

- poco a poco lo entenderás- aun no encontraba nada en lo cual el murciélago no lo superara pues habían jugado damas, ajedrez, cartas y sin fin de cosas que no eran necesariamente juegos sin poder salir ganador- después de todo eres un genio.

-mmm… si…-nuevamente se alejó-… también quería saber si gustabas bañarte conmigo- lo dijeron de manera apenas comprensible por la velocidad usada para hablar. Sostuvo su pecho y se impresionó con los latidos de su corazón, tan acelerados y emocionados por el joven que cubría su cara por la invitación.

-por supuesto- respondió. Se expresó que realmente quería verlo muerto antes. Acercó sus manos a la sabana para quitársela y ver su cara que, seguramente, apenas tendría rastro de ser blanca, pero se detuvo. (Ya debe ser mucho para ti… y es suficiente saber que desmoronas tu orgullo por mí). Lo pasó de largo sin tocarlo.

- iré calentando el agua.

 

Abrió la regadera dejando que el agua caliente fuera predominante a la fría, no tardó mucho en estar en una temperatura agradable pero quería esperar a su amante y verlo desvestirse. Bajó la cabeza con una sonrisa dibujada en la cara, se sorprendía al pensar en querer hacerle el amor nuevamente pues nunca fue un adicto a las relaciones carnales, ni con su esposa solía hacerlo seguido debido a su salud y que no lo resentía como algo importante, sin embargo con Ulquiorra era diferente, deseaba estar tanto tiempo como pudiera con él y tener sexo sin darle descanso pues su cuerpo vaya que lo excitaba, (dejarle mis marcas para que no me olvide. Es diferente lo que siento por él a lo que sentí por Hisana… se parece un poco, pero sólo un poco. Por Uruki-chan me estoy volviendo loco… de amor y celos).

Finalmente llegó el pequeño sin decir palabra, le dio tiempo para que se despojara de la ropa pero no lo hacía, seguramente sabía que él esperaba verlo. Después de un rato lo hizo, dándole un hermoso deleite a sus pupilas que no perdieron detalle, contento con haber cumplido el cometido se puso a quitarse el pantalón.

Al entrar lo primero que hizo fue revisar por completo el cuerpo del arrancar, lo asustó el verlo cubierto en moretones, en especial en la entrepierna.

-¿todavía te duele?- un instinto le obligó a mover la cabeza a un costado, posteriormente se dio cuenta que alcanzó esquivar por poco el jabón que le habían arrojado.

-no hagas esa clase de preguntas- entonces lo comprendió, hablar de ello y disculparse seguramente no era algo que le agradara a su pareja, por lo cual evitó decir que marcas le habían precipitado a hacer ese interrogatorio.

-preguntaba por tu cuello, me preocupa que se infecten las mordidas.

-está bien. Ya están cicatrizando- se colocó bajo la regadera en cuanto le cedieron el lugar.

-que bueno.

-Byakuya… tu espalda- no respondería nada malo, desde que amaneció sentía esos arañazos y los había aceptado pues fue el causante de manera indirecta.

-no es nada, no tienes por que disculparte- no le gustaba oírlo pidiendo perdón, ya muchas veces lo escuchaba en el día por pequeñeces que contrastaban con su personalidad orgullosa, como si le fuera algo necesario.

-no pensaba hacerlo. No voy a pedir perdón por nada de lo que haga en eso momentos sólo… me preocupa que se infecten las heridas.

-vendaré más tarde los arañazos- lo dijo para no preocuparlo y porque, aunque era poco probable que le vieran la espalda, no debían ver gente del exterior esas marcas que suscitarían preguntas.

-¿me pasas el jabón?- lo recogió, eso le hizo pensar en las escenas famosas donde se talla la espalda del otro. No supo reprimir el pensamiento y lo demostró dejando  el producto limpiador en su mano, no sin antes acariciarla. Disimuladamente lo observaba limpiarse el cuello con esas marcas imborrables, el pecho con aquel sexy 4 tatuado y… (demonios), le fue arruinado al darse la vuelta para terminar.

-Uruki…-susurró y tocó con dos dedos el cuello y la columna en una suave caricia. El murciélago soltó el jabón al suelo, probablemente de la impresión pero sin llegar a tocar su ira -… permíteme- le dijo mientras se dedicaba a lavar su espalda.

-no… no es necesario-a pesar de la queja no lo golpearon ni asesinaron, por eso no se detuvo-Byakuya… no te aproveches.

-no lo haría…- era exactamente lo que hacía.

-… tonto- terminó sin ser herido pero tampoco le fue demostrado que podía excederse hasta el punto de tener una relación sexual. Se dispuso a olvidarlo y mejor lavar su cabello, pero sin aviso lo tomaron por el cuello y sellaron su boca. Se estremeció antes de darse cuenta de que era su amante quien le demostraba ese afecto.

Soltó la botella que contenía su caro y mandado hacer shampoo para no liberar su novio que llegó a provocarlo. Al zacear su deseo le preguntó algo que tenía como posibilidad el que no lo volvieran a besar sin provocación, pero le ganaba la duda.

-¿fue difícil?

-¿qué?

-actuar así… -(… como un novio… mejor lo dejo tal como está).

-si, fue muy difícil no sé cómo demonios lo hice sin morir de vergüenza- le derretía el corazón la forma increíble en que mezclaba el orgullo con el amor para dar como resultado algo tiernamente indescriptible.

 

Fue educativo aquel baño, entendió que Ulquiorra necesitaba tener un poco del control de las situaciones para no sentirse tan arrinconado y “estirar las alas”. Pero su forma de ser cariñoso era peligrosa, su lección fue que la próxima vez que se ducharan juntos, (espero que sea mañana), tendría que preguntarle si quería lavar su cabello para que el pequeño no tomara la decisión el solo, no le molestaba eso sino que no le preguntaba y sólo lo hacía, y la única manera de alcanzar su cabeza sin preguntar parecía ser un golpe en la boca del estomago. Además, en su vida se le enredo el cabello al pasar sus dedos por el, Uruki lo hizo al jugar a “peinarlo” lo que no le dio mucha gracia, de no ser que podía recompensarse involuntariamente retozando con el cuerpo del otro. Al terminar le dejó enjabonar su espalda y pecho, porque sabía que el espada se fascinaba ante su físico.

Le miró la carita medio sonrojada y ensimismada en sus pectorales, quiso abrazarlo posesivamente pero no lo llevó a cabo pues no tendría una respuesta que darle ante aquello tan repentino, no le contestaría que a su mente entre más lo poseía más celos le daban; odiaba tanto ese sentimiento de impotencia a perder el amor de Ulquiorra contra ese idiota de cabello azul que lo había llegado a enamorar.

 (¿Estuviste con él alguna vez en el baño? ¿Haz tenido sexo con él? ¿Soy mejor que él?... no puedo arriesgarme a escuchar la respuesta), las respuestas, según lo que pensaba, serían negativas para su relación. Los celos se incrementaron al pensar en el sexto espada llamando a su amado por su nombre, que si bien buscó uno parecido y equiparable en majestuosidad, no podía ser tan bello como el original.

-Uru… - (Ulquiorra, Ulquiorra)-Ulquio…-(¿también me amaría… Ulquiorra?)

-¿Qué dices?- por fin notó que hablaba y estuvo apunto de decir su nombre que pudo hacerle surgir todos sus recuerdos y a ese odiado rival.

-nada, no es nada, Uruki-chan-(Uruki-chan, debo conservar a Uruki-chan y no poner en peligro sus sentimientos… de ninguna manera debe recordar algo diferente a mi). No lo demostró por fuera, más adentro moría de miedo- oye… - le habló pues antes levantó la cabeza y la había bajado de nuevo-…¿Qué pasa?

-no pasa nada- pensaba en volver a lo suyo cuando una pregunta del arrancar le haría buscar la respuesta durante mucho tiempo- ¿a quién miras? Contéstame, por favor.

-no sé de qué hablas.

-yo tampoco, aun así, respóndeme- los ojos verdes le decían que no era ninguna broma ni un delirio, era algo serio y que parecía lastimarlo de verdad. Respondería que lo veía a él y sólo a él pero no pudo al pensar que quizá no era cierto, llegó a observarlo con dudas al preguntarse si lo amaba o sólo era el segundo lugar puesto en el primero debido a la falta de este. (No lo dudaré…).

Lo besó suavemente en vez de responder, no debía dudar de la posibilidad de aun tener de enemigo a la pantera.

-eso te responde- al ser aceptada su contestación procedió a arrinconarlo en la pared- piensas demasiado- lamió y mordió las heridas ya hechas, razonando poco el daño.

-ahhh… Byakuya… - cuando el menor estuvo listo lo alzó en su cintura con las piernas abiertas, no puso ninguna resistencia, de hecho lo sentía más cooperativo que en la noche pero lo atribuyó a un poco más de experiencia. Lo fue penetrando y de inmediato comenzó a embestirlo, tampoco hubo quejas sólo gemidos de placer. Siguió lento hasta apresurar más la intromisión, pero de alguna manera ese lindo pequeño no parecía el mismo, no lo lastimaba, no lo mordía, no lo rasguñaba, bueno, ni siquiera lo estaba sujetando con las manos, como si fuera un objeto para tener sexo, y no lo era. Se corrió emitiendo un gemido agudo, eso lo puso a dudar si lo disfrutaba o no. Bajó la cara para poder ver sus ojos, estos estaban sin vida y no brillaban como siempre lo hacían. Se detuvo y antes de preguntar lo interrumpió.

-há… bla… mmm… me… Bya… - (algo anda mal).

-¿quieres… que pare?  

-s… no… -(estaba pensando… justo en estos momentos… ¿en quién? ¿En quién pensabas?) -hábla… me…

-bien- le costó encontrar un poema lindo, la mente le daba resultados de celos y muerte, escogió uno entre ellos pero sólo diría la parte que no delatara su estado.

Tengo celos de ti. ¿Por qué negarlo?

Tengo celos de ti, celos rabiosos;

Celos de la sonrisa de tu boca,

Celos de las miradas de tus ojos.

Cuando yo no te oigo ¿cómo hablas?

Cuando yo no te veo, ¿Cómo miras?

Cuando no estoy delante, ¿cómo suenan

los áureos cascabeles de tu risa?

 

Tú sabes en los ojos de los hombres

hay miradas impuras,

que unas veces parecen que acarician

y otras veces parecen que desnudan.

 

Cuando un hombre te mira de ese modo,

cuando te envuelve una mirada de ésas

y sientes que resbala por tu cuerpo,

¿Qué es lo que sientes, di, qué es lo que sientes?

 

Yo puedo adivinar qué pensamientos

laten en ti cuando de mí te acuerdas;

cuando es de otro el recuerdo que te asalta,

¿Qué es lo que sueñas, di, qué es lo que sueñas?

 

-Yo te he visto mil veces tembloroso ante el fervor de mis ardientes frases, con los divinos ojos entornados y los húmedos labios anhelantes. Embaído de amor, desvanecido, cuando soy yo el que de amor te habla- a pesar de ya llevar tiempo todavía no tenía deseos de venirse, cosa que tendría que soportar en de ojos verdes que ya parecía más consiente.

Si las palabras son las mismas dime:

¿Cómo te suenan de otro las palabras?

Tú juras que me has dado

tu corazón, tu cuerpo y tu cariño;

pero nunca sabré si tras tus ojos

se esconde un pensamiento que no es mío.

 

¡Y qué me importa tu cariño entonces,

qué vale la escultura de tu cuerpo,

si son los pensamientos de tu alma

como villanos que arrebata el viento!...

 

Terminaron de bañarse y salieron a cambiarse, ni así logro calmar esa ira lenta en su interior, quería saber que pensaba en todo momento Ulquiorra, para así evitar cualquier recuerdo.

-Uruki-chan ¿Qué pasó en el baño?

-¡¿TU DE VERDAD NO SABES QUÉ ES LA DESENCIA?! ¡ESO NO SE PREGUNTA, JODER!- no le importó el insulto, quería saber.

-aparte de que hicimos el amor, Uruki-chan.

-… ¿de qué hablas?

-parecías… distante.

-me preguntaba… ¿si tú pensabas en que si mi gigai no durará más de una semana con este uso?- se le borraron los celos después de la respuesta, (yo tan celoso y él pensando en otra cosa).

-no lo había pensado… tienes razón. Llamaré a Urahara para preguntarle cuantos necesitaré para una semana.

-¡estás loco! – sonrió pues le divertía la manera explosiva de reaccionar del otro-Lo común sería pensar en que deberías controlarte.

-¿de verdad? Pues no soy nada común, después de todo soy un rico excéntrico ¿verdad?- eso era por fin una victoria.

Buscó en su armario ropa que le había comprado al menor para la época de frio, sacó una sudadera de lindo color verde claro, perfecta para el invierno- toma. Hace frio afuera.

Salió de la habitación para no causar una tormenta en un vaso de agua. En la cocina ya estaban todos trabajando y preparando la comida, un olor atrajo su atención, era el del chocolate caliente.

-sírveme 2 tazas- le pidió a el joven que lo preparaba.

-de inmediato, Kuchiki-sama- le hizo un reverencia y enseguida le fue dada su orden. Dejó el lugar para volver justo a tiempo con el murciélago.

-póntela, hace frio y tu andas muy primaveral- le espetó al tomar la bebida y darle su bufanda. Se sintió un poco mal pues le gustaba ver que siempre trajera algo suyo encima.

-¿no te dará frio? Puedo darte mi haori si lo necesitas.

-estoy bien, gracias… ¿por qué hace tanto frio?- (¿por qué? ¿No se ha dado cuenta?).

-jajajajajajaja- rio pues era encantador enterarse que toda la mañana había sido su centro del mundo.

-¡n… no entiendo de qué te ríes pero más te vale que te expliques ahora mismo!

-perdón… -soportó la carcajada y aclaró- … pero nunca esperé que estuvieras pendiente de mi toda la mañana como para no notar que nevó- espero la amenaza que nunca llegó.

-nevó… iré a fuera- lo vio correr al jardín pero no procesaba ese cambio de actitud.

-Uruki-chan, espera- ignorando la extrañeza lo siguió.

-¿qué?

-¿Por qué tienes tanta prisa?

-quiero ver la nieve.

-¿nunca…?

-no, nunca- (nunca… ¿Qué vida ha llevado qué no sabía que era el mar ni la nieve?)

-entonces…- se aprovechó del momento para ahora no sólo la playa tuviera su nombre, sino también el invierno, cubriendo sus ojos con las manos.

-¿Qué haces?

-te daré una sorpresa de último momento- así lo guió hasta salir donde le descubrió la cara.

Creía que vería nuevamente ese rostro infantil de curiosidad, pero no parecía tan impresionado.

-¿Qué te parece?

-parece… arena…

-¿are…?

-Hueco Mundo…-(no puede ser). Se paralizó de miedo al oírlo mencionar su lugar de procedencia, aunque era por pensar que recordaba todo- eso es, la nieve es tan blanca como su arena y los arboles son igualmente blancos ¿no crees que se parecen mucho?- no respondió a pesar de saber que causaría sospechas- parece… que recordé algo. Que bueno ¿verdad?-(¿bueno? ¿Qué tiene de bueno eso? Seguramente lo que te parece bueno es recordar a ese enorme gato… maldita sea, no juegues conmigo).

-¿Qué más recordaste?

-amm… nada más.

-bien… - lo dejó así, creyendo que si recordaba todo no le hubiera pasado desapercibido. Sin embargo estaba molesto con Ulquiorra por recuperar parte de su memoria-vamos a dentro.

 

Comió a pesar de que el hambre se le había ido. Por primera vez no podía callar a su acompañante que parecía esforzarse mucho en sacarle palabras a cuestas de que no deseaba hablar. Estaba realmente enojado como nunca imaginó molestarse con “su ángel”, y en parte lo resentía contra si pues él le mostró la nieve, pero se sentía corroído por dentro por sus palabras despreocupadas de contarle que sabía de donde venía, y luego que más, le contaría cada recuerdo y finalmente que recordó a su primer amor y se marchaba de su lado.

Le hizo una pregunta el murciélago, sin importancia, dio una mordida a la fina carne para no responder.

(Esto es malo, simplemente con ver algo parecido incita a su memoria. Debo detenerlo).

Otra oración que debía ser complementada, sólo respondió que si.

Lo miró sin que se diera cuenta, sus ojos verdes eran sinceros y también lo fueron cuando le confesaron su amor. La verdad era que no podía creerle a Ulquiorra, a Uruki-chan si, pero Ulquiorra era diferente; era un espada, un hueco, y no pasó años en la academia para no saber que estos no tenía una gran variedad de sentimientos, (pero el demostró querer a Grimmjow… ), se dio cuenta que se excusa, la verdad era más simple y, por lo tanto, la hacía complicada: amaba a su novio pero no podía creer que lo amara a él sobre a Grimmjow, sus recuerdos eran una molestia, eran innecesarios, por lo que no los precisaban ninguno de los dos.

(No voy a creerlo… es porque tengo miedo… ya no soy tan fuerte desde que perdí a Hisana. Ya soy incapaz de arriesgarme a lo que sea).

-tu me recogiste en Hueco Mundo ¿verdad? – Otra pregunta, sílo asentiría con la cabeza-¿Podemos ir?-(¡¿para qué?!)- Así mi memoria tendría más cosas con las que vincularse y podría…

-no podemos ir –golpeó con el puño la mesa por reflejo de la ira-¿Qué no te gusta aquí? ¿Qué no es de tu agrada la vida que te doy? ¿Me quieres dejar por ese seco lugar y volver…?-(… a ver a tu amante de pelo azul?). Guardó lo último y mejor se marchó enfurecido pues ese pequeño no veía lo que él le daba.

 

Trabajó el resto de día para matar el tiempo y olvidar la situación tan peligrosa en la que se encontraba. Tendría que hablar con Koichi para llegar a una solución, algo para evitar el surgimiento de recuerdos en su Uruki-chan.

 

-Byakuya… ¿podemos hablar?

-claro- continuó escribiendo, escuchó como entraba en la habitación los ligeros pasos del cuarto espada.

-lamento si dije algo insensato… fue mi culpa- se volteó enojado, (¿algo qué dijiste? Es algo que hiciste…), acalló la ira al ver un regalo frente a él: una pulsera hecha de granos de café y una pequeña semilla rosada. Su pareja estaba sonrojada hasta las orejas. Su sonrisa se marcó nuevamente al pensar que podía vivir así para siempre, nada más él siendo el mundo del espada. Se lo propuso, no permitiría que se fuera de su lado nunca.

Se coloco la pulsera, mirándola por unos segundos, y después se arrojo al cuerpo del pequeño en un abrazo.

-Uruki-chan- cambió su voz, usando la que utilizaba con los demás para hacerlo parecer serio.

-¿mmm?

-gracias ¿tú la hiciste?

-arrg…

-¿arrg? Ese es un si o un no.

-mmm….- su pena lo encantaba pues, aun con su orgullo, no podía mantener la mirada fija.

-veamos, ¿Cómo es no?

-graa…- sonrió aun más por la broma que hacía para tranquilizarse. (Que lindo, por eso te haré mío en todos los sentidos).

-muchas gracias… te amo- lo abrazaron con lentitud unos brazos.

-yo… igual…

 

Con el paso de los días su novio se fue haciendo más abierto a las demostraciones de afecto… pero no le importaba y prefería salir a trabajar aunque esa tarea pudiera hacerla en casa, haciendo eso estaba en todo momento en la mente del pequeño y no tenía tiempo de pensar en estupideces como era recuperar sus recuerdos y, de paso, era fácil llevarlo a la cama por la falta que le hacía.

Escuchó a través de todo el invierno nuevas memorias a pesar de sus esfuerzo, lo más odiosos era pensar que uno importante fue culpa suya; su jefe y traidor Aizen fue por dejarlo ayudarle con los papeles, olvidó por completo que le dio a ordenar los de los capitanes, todo por el pendiente que le causaba que llegase a ver que en el montón de al lado estaban las estadísticas de rendimiento de Grimmjow y, además, la información de cada espada. Finalmente no pudo hacer  nada con ese ni cuando le permitió verlo entrenar con los kidous, nunca pensó que se le harían familiares a los ceros.

Regañó y estuvo apunto de despedir a Koichi cuando supo que le contaba a Ulquiorra sobre las habilidades de los shinigamis, por su culpa ahora recordaba el sonido, parecido al shumpu. Si no lo echó fue porque no quería contratar otro al cual tuviera que explicarle la situación en la que se encontraba.

Por último le fue comentado la resurrección del espada, no le permitió mostrársela, pero le contó a detalle como eran. La manera tan alegre que platicaba su amante era despreciable, cada vez más cerca de ser el que antes era y no parecía importarle. Esa anécdota del murciélago le pareció una bomba de tiempo, el murciélago, con él recordó prácticamente lo que era, entonces, si ve un gato o un felino… podría… recordarlo.

 

Se vestía de frente al arrancar que aun dormía desnudo en la cama, eran las 10 pm pero era de esperarse que durmiera al comenzar a tener sexo a buena hora de la tarde, justo después de llegar del trabajo.

Siguió el largo camino pensando sólo en esa puerta, la sexta girando a la derecha al cuarto pasillo. Entró sin permiso, sorprendiendo al psicoanalista que se encontraba leyendo un libro.

-Ku… Kuchiki-sama me ha dado un susto- ignoró la oración y cerró la puerta.

-¿Cómo va Uruki-chan?

-me parece que sus recuerdos se van recuperando en fragmentos al irlos uniendo con cosas de la realidad- lo observó cerrar el libro, ponerlo en su regazo y quitarse los lentes- Kuchiki-sama, con todo respeto creo que no será posible que le sigua ocultando las cosas por mucho tiempo más.

-eso lo decido yo- se paseaba de un lado a otro de la habitación con pasos duros y el ceño fruncido-¿algo más?

-… me parece que está preocupado…

-¿por qué?- interrumpió de inmediato. El otro sólo razonó con paciencia.

-por usted. Todos aquí lo notamos desde antes de que lo hiciera publico, o al menos para su servidumbre. Ese muchacho lo quiere mucho y últimamente le preocupa que no le interese en lo más mínimo su condición.

-claro que me intereso.

-no comenta nada bueno sobre sus descubrimientos.

-comento lo necesario- (¿Qué diablos sabe este?)

-pero, Kuchi…

- lo hago por su bien- cortó con mal humor.

-¡dice que a lo mucho lo saluda y después se acuesta con él!- le había dado la espalda, pero con eso volteo enfurecido-… perdone… me sobresalte.

-lo dejaré pasar, más la próxima vez guarda tus sugerencias para ti mismo ¿entendido?

-si, señor- tomó asiento frente a él, recargando sus codos en las rodillas y acercando la cara. Le dejaría en claro su plan en el cual no tenía la opción de no cooperar.

-últimamente parece que las pesadillas no le causan miedo.

-me lo ha comentado.

-¿le ha dicho el por qué?

-dijo que no lo entiende- (me dijo lo mismo).

- no me está gustando nada de esto.

-¿Qué es lo que desea que haga, Kuchiki-sama?- se lo preguntó con sumisión pero detectó la rebeldía.

-he leído algunos libros sobre este tema, no sólo leo poesía, y me he enterado que hay medicamentos para reprimir recuerdos en personas que aun sufrido sucesos traumáticos- su psicoanalista lo miró con cierto odio y miedo.

-¿planea decirle qué no quiere que recuerde quién es?- lo observó directamente a los ojos en silencio. Ese hombre era listo, deduciría su plan sin decírselo completamente; y al final lo entendió-¡dios! – Exclamó al momento en que se puso de pie-¿no piensa decírselo?

Se levantó también y contestó- busco lo mejor para Uruki-chan y yo sé que él lo sabe, aunque no del todo. No le pido que le de las pastillas, se las daré yo y también contestaré sus preguntas…- lo rebajó con la mirada para que comprendiera su posición-…sólo no debe decir cosas innecesarias- el anciano bajo la cabeza, con eso entendía su triunfo.

Caminó a la puerta y al abrirla le fue dicho.

-¿Qué medicamento le dará?

-ataca la parte del cerebro encargada de la memoria.

-¿ataca?

- prácticamente la destruye, su habilidad regenerativa va más directamente a la reconstrucción de miembros pero parece que actúa, en menor manera, sobre los órganos internos por lo que será una dosis fuerte.

-pero…-(venía a saber los efectos secundarios… tal parece que los sabe).

-continúe- siguió al ver que no sería reprendido.

-podría no sólo borrar las memorias pasadas sino que practicas que no realice muy a menudo.

-olvidará cómo esquiar o nadar, se lo volveré a enseñar…-(es un bajo precio por la felicidad). Azotó la puerta tras de si y volvió al cuarto que compartía desde hace tiempo con su novio.

Se dejó caer en la esquina de la cama para verlo dormir abrazado al conejo. Le dolía el corazón, se puso boca abajo para derramar lágrimas en silencio, no quería hacerle eso a su amado pero estaba entre la espada y la pared.

-lo lamento, lo lamento, lo lamento, lo lamento…- lloró durante casi toda la noche aferrando a su pecho un bote con pastillas, las que le daría en la mañana bajo engaños.

(Cuando ese idiota no esté en tu mente estaremos bien… mientras tanto…)

-te heriré y me heriré para lograrlo- acarició el cabello oscuro del arrancar pensando en quien sabe que cosas le arrebataría. Lo abrazó por la cabeza dejando su cabeza en su cuello.

-pero… dijiste que me amabas- (si es así, no habrá problema y sólo yo cargare con la culpa).

-y así es, Byakuya- le respondió sorpresivamente el murciélago que se despertó al ser movido.

-Uruki-chan… perdón si te desperté.

-está bien ¿ya te vas a trabajar?- entonces recordó que traía la ropa puesta.

-no- le respondió viendo su cara y colocando sus manos en su rostro, acariciándolo- hoy no iré, te haré el desayuno, por eso me levanté antes… es difícil ganarte.

- es porque duermes de más- al pequeño siempre se le sonrojaba el rostro, involuntariamente, cuando le decía que harían algo por él. Lo besó en los labios y se levantó de la cama. (Después de que desayune… se lo diré…).

-Byakuya ¿Qué es esto?- al darse vuelta se encontró con que dejó el medicamento en las sabanas, y el pequeño lo encontró, (no podré esperar al desayuno). Se le estrujo el corazón al reformular cada parte de la mentira.

Notas finales:

Gracias por leer


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