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VACIO DE UNA NOCHE BLANCA por sleeping god

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Notas del capitulo:

Creo que tendré insomnio esta noche, así que decidí trabajar un poco... esperemos que esto me regrese el sueño.

Caminado, caminado y deteniéndome.

Aun nada.

Continúo, continúo y me volteo.

No, nadie.

Sigo pisando la nieve blanda, sigo empapando mis zapatos.

Me congelo, me enojo, me frustro y me enfado.

¿No sería mejor parar? ¿No sería mejor detenerme y ya no buscar o esperar?

Dios sabe que si, un sabio diría que si, yo estoy diciéndolo.

Entonces…por qué tú me dijiste no

y apareciste para que la opinión de todos se fuera al carajo.

-es un medicamento que te ayudará a dormir mejor- (me tengo que tranquilizar, permanecer calmado y fresco). Puso rígido el cuerpo al sentir que sus piernas cederían.

-¿somníferos?

-no. Es… por los sueños que has tenido. No te dejan dormir ¿verdad?

-ahh… pues, como te había dicho, ya no me dan miedo, o al menos no mucho, pero son recurrentes… si, quizá me quitan el sueño de vez en cuando.

-veras…- se sentó en la cama a un lado del espada-… lo que harán es borrar esas memorias para que no aparezcan en tus sueños, además de…

-¿borrar?- (tenías que ser tan listo).

- es un decir- (lo lamento)- ya no tendrás pesadillas, ni esas molestas jaquecas ¿Qué te parece?

-bien… bien, muy bien.

-muy raramente tienen un efecto secundario…- miró los ojos brillantes del otro para ver si sospechaba, más fue todo lo contrario, sólo escuchaba con plena confianza en sus palabras. A punto de informarle el efecto de las pastillas el otro se levantó, con todo y la cobija, y se dirigió a la puerta.

-¿A dónde vas? No hemos terminado.

-claro que si- nuevamente lo dejó con las palabras en la boca cuando abandonó la habitación. Fue tras de él esperando que lo dejará terminar.

-Uruki-chan ¿Por qué dices que se acabó la conversación? Quería decirte el riesgo de…

-no hace falta- le respondió deteniéndose frente al baño- tu quieres que me las tome ¿no es verdad?

-si, así es- no dijo más, quería saber por qué actuaba tan desprevenido su novio que siempre era cauteloso en todo.

-si tú me las estás dando deben ser seguras-las palabras se le clavaron como flechas en el corazón, esa confianza que depositaba en él de pronto la sintió física, y era realmente pesada- sólo dime a qué hora y cuántas debo tomar- lo dejó solo cuando entró en el baño, momentos después escuchó la regadera.

-¿Qué sólo te diga cuándo y cuántas?- se deó caer en el suelo- no sabes lo que te quiero quitar… no sabes que importante es para ti esa pantera- se repitió mentalmente el motivo de su mentira para darse fuerzas de terminar lo iniciado-Uruki-chan ¿puedo pasar?- pidió a la vez que tocaba la puerta.

-¿no vas a empezar con tus porquerías?

-no.

-pasa- entró, cerró la puerta y se recargó en ella- como efecto secundario puedes perder algunos recuerdos que sean vagos o poco realizados- Esperó la respuesta temiendo lo peor. (No va a querer… debe saber que hay alguien importante en su memoria).

-aahh…- (Grimmjow… robó tu corazón… aunque no lo sepa tu mente tu corazón aun lo quiere devuelta). Pasó un minuto entero sin decir más.

-Uruki-chan.

-¿si?

-¿estás bien?

-si.

-¿entonces?

-entonces ¿qué?

-¿Cuál es tu respuesta?

-ya te la di- (esto se está haciendo molesto).

-¿Cuál fue?

-aahh.

-¿aahh?

-aja.

-esa no es una respuesta, querido.

-¡no me digas querido! Y si, esa si es una respuesta pues hace referencia a que ya estoy enterado de algo que no me tenía con mucha precaución y que no requiere ser complementada, pedazo de idiota.

- me quieres decir… que no te importa.

- no exactamente. Lo que quiero decir… maldición, es que sé que no sucederá nada malo pues tu dijiste que me cuidarías… ¡pobre de ti si me lo restriegas en la cara!- lejos de sentirse como dios por ser tan admirado por su objeto de cariño, se sentía como una alimaña al mentirle y que ese sentimiento fuera tan falso como sus palabras- ¿Por qué no dices nada?... Byakuya…

-te amo- fue lo único que pudo soltar sin que se le quebrara la voz.

-… no tienes que decirlo cada vez que se te antoja, torpe- (sé que es lo correcto… ¿entonces por qué estoy llorando?)

-deja de insultarme…-(se natural)-… sabes que no me gusta- (no le hago ningún daño si no se entera).

-¿Qué te pasa?- (¿lo notó?). Secó de inmediato su cara. El pequeño no había salido ni asomado la cabeza por las cortinas blancas.

-¿Por qué lo dices?-calmó su voz de manera que no diera señales del llanto.

-…no lo sé. De pronto creí que debías salir a verte… no me hagas caso y no lo tomes como una perversión de mi parte, es que no he dormido lo suficiente, estoy muy estrazado y por tu culpa he terminado como un animal que tiene su época de celo durante todo el día, que sólo descansa en la comida y cuando duermo… no me hagas caso, simplemente.

-cuando salgas te diré las instrucciones- se salió para dejarlo terminar y pensar en lo dicho.

 

Se mantenía en pie, frente a la pequeña mesa que tenía encima las pastillas, sabiendo que vendría el murciélago a recoger una playera de manga larga y cuello alto, el resto de la ropa la contenía en un armario a parte que él le compró, pero en ese se mantenía la ropa de invierno. Tal cual lo pensó el otro fue, sosteniendo en sus manos la ropa de arriba y ya con el pantalón puesto. Recorrió el contorno de su espalda hasta el cuello, deleitándose por la atractiva figura. (Eres mío, sólo mío). Ese pensamiento lo poseyó mientras lo repetía en un canto casi demencial en su mente.

Con largos pasos acortó el trecho que los dividía. El cuarto espada que estaba deslizando la sudadera hacia abajo se dio cuenta cuando ya estaba justo detrás, le sujetó la ropa y se la jaló hacia arriba, para desvestirlo.

-¡¿Qué… demonios…?!- al retirarla lo besó con demencia en la boca, mientras las manos del otro lo trataban de empujar por el pecho, los hombros y la cara, pero ninguno le funcionó. Lo tomó por la cintura aunque intentaran evitar que sus manos lo gozaran. Liberó sus boca unos segundos para tomar aire- ¿Qué…qué te pasa?- no escuchó la pregunta pues su mente sólo seguía diciendo que era suyo. Quitó los ojos de la boca para ver los bellos ojos verdes que tanto lo cautivaban. (Son hermosos, son tan bellos). Juntó sus bocas nuevamente, robando la saliva del otro sin misericordia, leves quejidos emitía el arrancar al unisonó que su manos se interponían entre los dos, sin éxito.

Acariciaba con descaro la espalda de su amante cuando un fuerte golpe en su mejilla lo sacó de su trance. La bofetada le hizo girar la cabeza.

-ba… basta…¡no quiero que esta sea la única forma de estar juntos!- puso su mano en su cachete rojo. (¿Por qué te niegas? Yo te amo y no te lastimaría). Lo arrinconó con todo su cuerpo y con una mano sujetó sus muñecas, besó su boca casi mordiéndola para después chupar su cuello-… ¿te… duele algo?- se paró en seco ante esa pregunta, ese hollow sabía su estado.

-¿Por qué lo preguntas?

-no sé. No entiendo por qué dijo estas cosas-(me entiendes… pero no puedes entenderte). Eso bastó para que lo soltara- no entiendo muy bien, pero…- incrédulo vio como se desataba la cinta del pantalón-… si esto te ayuda a sentir mejor.

-¡NO!- le agarró la mano antes de que terminara- yo no te lastimaré… en ningún sentido- lo abrazó con ternura-tú no quieres hacerlo ¿verdad?

-no.

-nunca hagas algo que no quieras… ni por mí ni por nadie.

-entiendo… Byaku… chi- se tranquilizó con el bonito sobrenombre con el cual le hablaba. Lentamente lo dejó y se apartó para que continuara con lo que interrumpió.

-te las tomaras 3 veces al día, 2 pastillas- le dijo cuando vio que sólo le faltaba ajustarse la ropa.

-leí la etiqueta, esa es una dosis fuerte- (en exceso).

-así es.

-está bien- no quería comentar nada más, quería irse y olvidar que pasaría un infierno y ni siquiera lo sabría.

-iré a hacer la comida- justo en la puerta lo detuvo con otra oración que lo acorralaba porque su mentira no era tan buena.

-… hey, gracias por cuidarme… te aseguro que estás haciéndolo muy bien- sonrió cuando se percató de que exageraba las cosas y que, sin saberlo, su amado las reconocía.

- de nada, ángel mío- salió antes de recibir un regaño, sino que era un golpe.

 

Dando vueltas en su oficina, el capitán no lograba encontrar las palabras adecuadas para informarle a su lindo amante que tendría que realizar una tarea que, conociendo perfectamente la mentalidad del espada, no le permitiría realizar a menos de que lograra convencerlo que no tenía otra opción, y le quedaba poco tiempo para tener su bendición, (todo por aplazarlo hasta una noche antes).

-Uruki-chan ¿recuerdas la fiesta a la que asistí la vez que te canté?

-… Si, lo recuerdo… fue una enorme molestia. Los ricos excéntricos como tu gastan en fiestas pomposas y derrochan el dinero sin siquiera pensar en que hay lugares donde pueden comprar esas cosas por la mitad del precio- (empezamos mal. Tiene una terrible noción de las fiestas… o al menos las mías)- ¿Por qué lo preguntas?

-bueno…

-iras a otra ¿verdad?

-no… no exactamente.

-mmm… la respuesta es no- maldijo por unos instantes la inteligencia de ese muchacho que, sin más pistas, descubrió lo planeado.

-pero… no tengo salida a esto. A cada familia noble tiene por obligación celebrar algún día festivo en su hogar… y la verdad es que hace mucho que no lo realizo y empieza a ser sospechoso.

-con que eso era-(¿no lo sabía?).

-¿no lo sabías?

-no, pero supuse que era algo que no me agradaría por tu forma de hablarlo conmigo como tratando de no hacerlo ver grave… era natural que respondiera que no aunque no tuviera idea.

-muy listo… ¿entonces…?

-no me gusta la idea, más sólo por ser tu obligación como rico excéntrico y austero lo permitiré… pe… no, nada.

-¿Qué es? ¿Puedes decírmelo?

-yo… ¿me quedaré aquí? Alguien podría verme…- sonrió triunfante pues ya lo tenía planeado desde antes aunque no estaba seguro de si tendría el permiso.

-te quedarás en otra casa que tengo no muy lejos de aquí, la fiesta es de una noche, no será mucho tiempo alejados, ángel fastuoso.

-no me digas así, perro altanero ¿Cuándo es la “derrochación del dinero”?- (esperaba no tener que responder esa pregunta).

-…Uruki-chan- para evitar la crisis que le causaría se dispuso a relajar al espada, acariciándole la barbilla y tomando su cintura, trató de quejarse pero el murciélago no logró sacar palabra al igual que no pudo controlar su sonrojo. Acercó su boca lentamente sin despejar la vista de los ojos verdes, aun con el tiempo que llevaban su novio continuaba temblando de emoción en sus brazos cada vez que lo besaba con aire de caballero encantador.

-Byaku… ya…-emitió casi como un silbido para después, voluntariamente, se dejara besar.

 

-e… espera… no hay que empezar- lo detuvo cuando presintió que el ambiente se calentaba.

-jeje… nunca creí oírte decir eso- se dijo que él pensaba lo mismo. Se le alegró el corazón al ver que no lo regañaría pues en sus ojos se leía compasión y amor- sakurabito…- le llamó siempre ocultando su cara en su cuello cuando le decía cosas lindas- es hoy ¿cierto?

-¿cómo?- lo alejó para verlo a la cara pues la impresión necesitaba fundamentarse con la realidad.

-haz esperado a último momento… no esperaba más de ti- bajó la cabeza ante la inminente derrota. (No me hablará en un mes…). Impresionantemente le besaron la mejilla los sedosos labios del otro- está bien. No estoy enojado, hiciste lo más sensato.

-Uruki-chan, soy tan afortunado al te…

-¡cállate o cambiaré de idea!- estaba feliz aunque no le permitiera terminar su alabanza.

 

Gracias a la movilización de todos sus empleados la decoración, comida, bebida, música y demás estuvieron listos para la noche. Finalmente, y antes de arreglarse para la fiesta, llevó al murciélago a la otra casa de sólo 2 pisos pero adecuada para dormir, pensaba.

 

Pasaban de las 2 de la madrugada y aun tenía que cumplir con sus funciones de anfitrión, ya estaba cansado y con ganas de que todos se fueran pero no podía correrlos, únicamente deseaba que el resto de la celebración se fuera tranquila.

No parecía querérsele cumplir esa petición cuando vio que alguien trataba de colarse por la entrada trasera, donde se había sentado para alejarse de todos.

-esta es propiedad priva…- lo recibió de sorpresa ese rostro, toda la fatiga se le borró y fue corriendo con el intruso que vestía una capucha oscura que gracias al viento le descubrió la cara.

-Uruki-chan ¿Qué haces…?- lo abrazaron por la cintura- … aquí?

-te… en…- temblaba fuertemente en sus brazos, como si estuviera desnudo en un invierno polar.

-ven. Vamos a dentro y me contaras que sucede- a pesar de que estaba tremendamente apresurado por saber, tuvo que formular con cuidado el camino que tomaría para que no lo vieran.

-Kuchiki-san- le hablaron cuando, por fuerza, tuvo que pasar por la entrada principal para llegar a las habitaciones. Lo escondió detrás de él y volteó para responder.

-buenas noches ¿se le ofrece algo?

-quería presentarle a mi hija-cerró los puños ante la invitación, no quería ir ni aunque su novio no hubiera estado detrás suyo, era esos momentos donde odiaba ser un noble. (Lo dejaré un momento para presentarme…), antes de que pudiera alejarse le fue agarrada con fuerza una costilla; no mostró dolor pero le aplicaba la suficiente presión como para que quisiera gritar.

-en este momento no puedo. Deme unos minutos he iré yo mismo a presentarme- terminada la oración la presión fue liberada.

Al llegar al primer cuarto lo sentó en la cama, pero no soltaba su ropa.

-¿Qué sucedió?

-… fue… lo que… - se le encogió el corazón al ver que no lograba articular las oraciones porque le temblaba la mandíbula y como sus ojos se humedecían pero sin llegar a derramar lagrimas.

-yo estoy contigo, puedes estar tranquilo- lo abrazó a la vez haciendo que descansara su cabeza en su pecho- estás seguro- recibió con agrado el fuerte abrazo del espada, al igual que con calma y angustia sintió sus lagrimas en la ropa. (¿Qué paso? ¿Qué paso?). Más espero pacientemente.

-… ya… ya estoy bien- se le despegó y secó su cara tratando de ocultarla- la… lamento haberte lastimado- se sorprendió al recibir primero la disculpa que la explicación.

-no fue nada. Dime que te pasó.

-no puedo seguir con esas pastillas… estoy olvidando- respiró aliviado pero son bajar la guardia, eso significaba que era grave pero ya lo tenía previsto.

-¿Qué haz olvidado?- preguntó para fingir interés.

-creí que nada importante.

-¿cre…?

-ya no puedo. Aseguraba que podía seguir sin recordar un lugar, la música, un libro… un empleado…- con cada palabra se puso más alerta pero sin interrumpir-… tu mayordomo…- lentamente vio como sus mejillas se mojaban con su sagrado llanto, borrando las líneas verdes. (¿Mi mayordomo? Le di una semana de vacaciones y volvió hoy a atenderlo… ¿Qué está sucediendo?)-… el… el mayordo….- por primera vez en su vida se vio herido con el dolor ajeno, la forma en que ese muchacho parecía sufrir con cada palabra era terrible. Se sostenía los hombros con las manos enterrándose las garras, no soportó ver más eso y agarró sus manos.

-háblame… ¿a qué le temes?

-a… estar solo otra vez… temo… perderte…

-nunc…

-¡NO LO ENTIENDES!- pensó en que tenía que hacer que bajara la voz o lo escucharían pero fue algo momentáneo pues no fue un regaño su grito sino que le exigía atención-… yo sé… que nunca me sentí más contento en mi vida…- decía sin dejar de llorar, él por su parte aun sostenía sus manos-… no lo recuerdo, pero lo sé… no quiero volver atrás… y lo único que lo impide…- acarició sus manos en señal de que continuara, poco le faltaba para llorar con él por el daño que, al parecer, le causó-… eres tú. Ese efecto secundario es mayor… una semana y olvidé…- comprendió su punto sin más, lo abrazó tiernamente sin decir nada. (¿Qué tal si olvidas en tres días o menos? Hay veces que no te veo en ese tiempo… entiendo tu miedo… y lamento el no poder aun quitarme de la mente la idea de guardar tus memorias).

-ya no las tomarás- le respondió mientras rogaba que no fuera una mala decisión- puedes estar tranquilo, nunca haría nada que te dañara.

 

Permaneció un largo tiempo así, sentado, durante el tiempo que su novio lloró en su pecho hasta que le venció el sueño. En la mañana pensaría en como explicar su ausencia durante la velada. Por ese momento nada más deseaba sentirlo en sus brazos, seguro, todo suyo y sólo él en su pensamiento. Ya no tenía estrategias o trampa alguna, nada más rezar porque así fuera siempre.

 Entendiendo ese miedo, pues lo sentía desde que lo conoció, el miedo a estar solo después de poder sujetar una mano que parecía nunca saldría a la luz y ahora lo dejara caer… quizá para siempre.

Notas finales:

Gracias por leer.

Buenas noches.


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