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"storm of passions" por yoite483

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Notas del fanfic:

Esta es una pareja que últimamente no dejaba de rondarme.. algo rara, pero me enamoré de ellaXD

 disfruten!!

-¿Qué has dicho?- Grité con todas mis fuerzas mientras veía la mirada burlona de aquel ser insufrible- Repítelo si tienes agallas. 

- Lo diré las veces que haga falta- Me respondió también gritando mientras su cara, a tan solo unos centímetros de la mía y completamente colorada por la furia, se contraía en una mueca burlona- No eres más que un asqueroso chucho que no sirve para nada. 

Con un grito furioso, levanté mi espada dispuesto a enseñarle quien era el que no valía para nada. Pero como suele ocurrir en esas ocasiones, y para no defraudar, Kagome no me dejó ni dar un paso antes de tumbarme en el suelo 

- Inuyasha… ¡Siéntate!- Kouga tuvo la osadía de reírse de mi, mientras Kagome, con un suspiro frustrado, se montaba en Kirara tras Sango. 

- Cuando os llevéis mejor puedes volver al campamento. Hasta entonces... ¡Te quedaras aquí!- Dijo la morena para instantes después partir volando en el lomo del animal ante mi incrédula mirada. 

- Jajaja- Rió Kouga al ver la cara idiota que se me había quedado al ver a mis amigos irse sin mi- No te soportan ni tus amigos 

- ¡Cállate! Todo es tu culpa… ¡Siempre tienes que estás molestando! ¿Por qué no te buscas alguien más a quien molestar por ahí?- Con grandes zancadas me dirigí hacía el árbol más cercano dejándome caer y reposando mi espalda en la dura corteza. En cualquier momento podría ir tras los demás, pero mi orgullo me lo impedía. 

- No creo que haya nadie más divertido de molestar que tu en todo el mundo chucho- Fue lo que dijo el lobo mientras se acercaba a mí. Y para mi completo horror el muy idiota se puso a tirarme de mis orejas caninas con una sonrisa divertida. Sentí como mis mejillas se coloreaban. 

- ¿Qué haces? ¡No me toques!- Grite levantándome de un salto para encararle. Pero Kouga solo sonrió más ampliamente. 

- Ves… Es muy fácil molestarte.- Frunciendo el ceño me di la vuelta dándole la espalda y dispuesto a ignorarle completamente. Pero sin poder contenerme me vi diciendo: 

- Debes tener una vida demasiado aburrida… No me extraña que Kagome me prefiera mí.- Aun sin mirarle a la cara, pude sentir su furia. Había herido su orgullo y los lobos eran animales que lo ponían todo por él. 

- ¡Retira eso! ¡Yo soy mejor que tú y mi adorable Kagome se casará conmigo! 

- Sigue soñando…- Murmuré. Instantes después me encontraba en el suelo rodando con el lobo agarrado a mí mientras intentaba golpearme con sus puños. 

Con un gruñido, mis garras fueron hacía su cuello haciendo opresión para que me soltara, pero nada ocurrió. Ambos seguimos rodando hasta dar con un pequeño barranco que nos hizo caer sobresaltándonos. 

- Ouch…- Exclamé al verme clavado en el suelo cubierto por la suave hierva y con todo el peso del lobo sobre mí.- Quítate, eres muy pesado. 

Cuando levanté mi vista para mirarle, mis ojos se agrandaron ante la sorpresa al ver su cara a tan solo unos centímetros de mí. El ambiente parecía demasiado tenso y Kouga mostraba una expresión que yo no supe descifrar. 

- Vamos… ¡Quítate de una vez!- Kouga se levantó en completo silencio y con sus ojos siempre clavados sobre mi cuerpo. Algo incomodo, yo también me levanté dispuesto a irme de allí. 

Dando un paso hacía tras para poner algo de distancia entre nosotros, me dispuse a darme la vuelta y emprender mi camino, pero algo me lo impidió. Kouga me había agarrado de un brazo reteniéndome. 

- ¿Qué quieres ahor…?- Dije dándome la vuelta para mirarlo, pero mis palabras murieron en mis labios cuando el lobo se abalanzó sobre mi posando sus finos labios sobre los míos. Mis ojos se agrandaron de la impresión ante aquello y mi cuerpo parecía no poder reaccionar por la sorpresa. 

Los labios de Kouga me acariciaban suavemente, como con miedo a profundizar más. Sus manos, algo temblorosas, se dirigieron a mi cintura. Pero fue eso lo que me permitió reaccionar empujándole lejos de mí. El lobo, que obviamente se encontraba en un estado bastante similar al mió de confusión, calló al suelo sobre su trasero. 

- ¿Qué te crees que estabas haciendo?- Pregunté furioso mientras me pasaba unos de mis brazos furiosamente por mi boca intentando borrar cualquier rastro de lo que acababa de ocurrir. 

- Yo…- El moreno parecía incapaz de hablar y con movimientos lentos, se volvió a levantar- No lo se… 

- Maldita sea… ¡Me has besado!- Sus mejillas se sonrojaron y por un momento lo único que fui capaz de pensar era lo bien que le sentaba la vergüenza. Pero en cuento me di cuenta de hacía donde iban mis pensamientos, sacudí la cabeza reprendiéndome por pensar estupideces. Por lo visto la situación me había dejado demasiado conmocionado como para pensar con claridad. 

Kouga paseó sus ojos por todo mi cuerpo poniéndome aun más nervioso. Aun no podía creer lo que acababa de pasar, pero cuando el lobo dio un paso acercándose a mí, yo retrocedí. 

- Quédate donde estas.- Exclamé, sin embargo Kouga pareció no escucharme y de un rápido movimiento sus brazos me rodearon por la cintura pegándome por completo a él. 

- Yo… No se que me pasa. Pero te deseo- El lobo dijo aquello entrecortadamente mientras yo me retorcía para librarme de su agarre. Sin embargo el lobo llevó una de sus manos a mi nuca y agarrándome con fuerza para que no pudiera moverme, volvió a juntar sus labios con los míos. 

Toda su indecisión había desaparecido y ahora me besaba con decisión. Su lengua acarició mis labios pidiendo que se abrieran a su intrusión, pero yo no estaba dispuesto a dejar que se saliera con la suya. Forcejeando de nuevo, intenté soltarme, sin embargo aquello no hizo si no empeorar la situación. 

Mis movimientos, al estar pegado a él, habían creado una fricción entre nuestros cuerpos que me había empezado a afectar hasta a mí. Su mano abandonó mi cintura para descender hasta mis nalgas y después apretarlas contra su cuerpo. 

De mis labios salió una exclamación al notar la excitación del lobo rozarse contra mí y eso fue aprovechado por Kouga, quien al ver accesible mi boca, su legua entro en ella acariciando todo lo que encontraba en su paso. 

Mi respiración se hizo jadeante mientras aquellos labios iban venciendo poco a poco la resistencia que aun quedaba y antes de darme cuenta de lo que hacía era yo el que movía mis caderas acompasándolas a los movimientos de él. 

Mi entrepierna reaccionó demasiado rápido ante aquella pasión que se desataba con tanta velocidad y mis garras se clavaron en su espalda en un vano intento de acercarlo aun más a mi cuerpo. 

No había amor en aquel acto, solo un loco deseo que necesitaba ser apagado. La mano que tenía Kouga en mi nuca, se enganchó en mi pelo tirando de él y haciendo que mi cabeza se inclinara hacía tras. El lobo separó sus labios de los míos para lamer y besar todo mi cuello haciéndome estremecer de placer. 

Entonces fui yo mismo el que eché aun más para atrás mi cabeza y darle así más acceso a aquella zona. Kouga cogió una de mis piernas flexionándole y elevándola para que le rodeara la cintura haciendo así más profunda la fricción de nuestras excitaciones sin abandonar en ningún momento de besar mi cuello. 

- Piel- Susurró jadeante entre besos y lamidas repartidas por todo mi cuello- Quiero tocarte 

Mis manos fueron hacía mi abrigo y momentos después este yacía en el suelo. Kouga se apartó un poco de mi y mi cuerpo protestó por ello, pero sus manos pronto me despojaron de mi camisa y de mis pantalones. Sin poder evitarlo un delatador sonrojo se extendió por mis mejillas cuando me quedé completamente desnudó frente al lobo. Pero sus ojos solo me miraban con fascinación. Algo vacilante, alzó una mano y abriendo sus dedos, acarició mi pecho lentamente, como con miedo. 

- Bésame- Susurré mientras le atraía de nuevo hacía mí y entonces fui yo quien buscó sus labios desesperadamente. Su boca se abrió obediente ante mis avances y mi lengua busco la suya para lamerla y acariciarla en un húmedo beso que avivó nuestro deseo. 

Mis manos bajaron acariciantes por su espalda, pero comprobé que aun que yo me encontraba completamente desnudo, el aun seguía con aquella estorbosa ropa. Con impaciencia, casi arranque su armadura y todo lo que le tapaba. 

Cuando mis manos le quitaron aquella cinta que tenía en la frente, vi con curiosidad aquella coleta que le recogía su hermoso pelo, y sin poder resistir la tentación de saber cuan largo lo tenía, lo solté. Con admiración pasé mis dedos entre los lisos y suaves cabellos que le llegaban algo más debajo de la mitad de su espalada. 

Kouga me empujó entonces haciéndome caer sobre la fresca hierba y después se inclinó sobre mí tumbándome completamente. Por un momento el pánico se apoderó de mi ante la idea de ser yo el pasivo, pero cuando volví a sentir todo su cuerpo en contacto con el mío, la pasión hizo que todo pensamiento coherente acabara olvidado y solo pude abrir más mis piernas para darle más espacio. 

Su piel, completamente desnuda y en completo contacto con la mía, casi fue mi perdición. Aquello era demasiado erótico y la excitación estaba a punto de hacerme estallar 

Kouga entonces bajo su cabeza hasta detenerla en mi abdomen y lentamente fue depositando húmedos besos en un camino descendente que le llevó a pararse en mi ingle, justo a centímetros de mi ya muy excitado miembro. 

Con una mano, el lobo agarró mi entrepierna masajeándola con movimientos precisos y después su boca bajó hasta depositar un beso en la punta húmeda de mi miembro. 

- Ahhh- Exclamé mientras mi espalda se arqueaba en busca de más. Kouga sonrió malignamente mientras lamía toda mi extensión y con una mano masajeaba mis testículos. Mis gemidos se hacían cada vez más seguidos y fuertes y mis manos se enterraron en su cabello en un intento de acercarle más a mí excitación. 

- Tranquilo- Susurró el lobo mientras volvía a besar la punta para momentos después metérsela en la boca. Mis dedos entonces debieron hacerle daño al clavarse en él, pero si fue así, no dio muestras de ello. 

Chupando y absorbiendo Kouga empezó a bombear ayudándose de una de sus manos mientras mi cabeza se inclinaba hacia tras y mis gemidos se convertían en gritos. Cuando el empezó a usar sus dientes, todo mi mundo pareció desaparecer y tensándome entre sus brazos, por fin me derrame en su boca. 

Un poco avergonzado estuve a punto de disculparme por esto último, pero Kouga, en vez de dar muestra de asco, se trago toda mi esencia lamiéndose los labios allí donde aun quedaba rastro de ella. 

- ¿Eres…? ¿Eres virgen? - Preguntó el chico mientras llevaba un dedo a mi entrada. Todo mi cuerpo se tensó y eso fue suficiente respuesta. El lobo retiró su mano de allí para dirigirla a mis labios y hacer que lamiera tres de sus dedos. Cuando estuvieron lo bastante húmedos, Kouga los volvió a colocar junto a mi entrada y lentamente introdujo uno de ellos. 

Todo mi cuerpo volvió a tensarse ante aquella extraña invasión, pero cuando me acostumbré, el moreno metió un segundo dedo y entonces empezó a moverlos dentro de mí para acostumbrarme. 

Cuando retiró sus dedos, un ligero sonido de protesta salió por mi boca, pero Kouga volvió a besarme con pasión mientras elevaba mis caderas y se posicionaba para entrar en mí. 

Lentamente sentí como la punta de su miembro se hacía hueco por el estrecho orificio y empujaba suavemente. Pero aquello no impidió que un agudo dolor me hiciera cerrar los ojos y fruncir el ceño en señal de queja. 

Kouga empujó entonces un poco más y por fin me llenó por entero. Durante unos minutos, ninguno hizo el más mínimo movimiento, hasta que le dije que ya estaba bien. Kouga empezó a moverse con vacilación al ver mis muecas, pero entonces, en una de las embestidas, el lobo toco algún punto que me hizo arquear abriendo grandes los ojos ante la sorpresa. 

Más confiado, Kouga envistió más rápido y cada vez más preciso golpeando mi próstata con precisión mientras que con una de sus manos masajeaba mi miembro haciéndome gemir contra sus labios. 

Aquello podía ser solo un encuentro casual, seguramente una vez termináramos, cada uno seguiría con su vida intentando olvidar todo lo sucedido. Pero en aquel momento ambos estábamos completamente entregados en conseguir su propio placer y él del otro mientras nuestros sudorosos cuerpos hablaban lo que nosotros callábamos. 



Poco tiempo hizo falta para que me derramara en la mano del lobo, y él me siguió de cerca terminando dentro de mí y llenándome con su esencia. Kouga se quedó inmóvil sobre mí mientras su respiración jadeante acariciaba mis orejas estremeciéndome. Cuando recuperé algo de fuerza, mis brazos se elevaron para abrazar aquel cuerpo que tanto placer me había dado, pero entonces el lobo retiró su cuerpo del mió y poniéndose en pie, empezó a vestirse. 

Un agudo sentimiento de pérdida sacudió mi cuerpo, pero cuando comprendí que Kouga no quería ni mirarme a los ojos, la comprensión llegó a mí de golpe. Si eso era lo que él quería, eso era lo que tendría. 

En completo silencio, yo también me vestí sin dirigir ni una mirada al otro. Cuando ambos estuvimos listos, Kouga se movió hacía mí y pude ver como sus mejillas seguían sonrojadas en claro reflejo de las mías. 

- Esto no se va a repetir… Yo… Yo no soy homosexual- Dijo en un tono algo frío. Intentando mantener una clama aparente, simplemente afirme con la cabeza.- Esto nunca debió pasar. 

Una sonrisa triste se extendió por mis labios ya que por primera vez en mi vida, estaba completamente de acuerdo en algo con el lobo. 

- Mantente alejado de nosotros- Dije dándome la vuelta para no verle mientras recogía mi espada del suelo y me la colocaba- No creo que pudiera mirarte a la cara frente a los demás… Frente a Kagome… 

No hubo contestación alguna, y tomándome eso como un sí, me fui de allí. Mis saltos entre los árboles expresaban la frustración y el dolor que se mezclaban en mí. Eran tantas las cosas que sentía, que no me veía capaz de aguantar la compostura ante nadie en aquel momento. 

Toda mi jactancia y mi orgullo parecían haber desaparecido y una sensación de abandono oprimía mi estomago dolorosamente. Pero negando que pudiera sentir algo más que deseo por el lobo, solo me dije que aquello no era más que la vergüenza ante lo ocurrido. ¿Cómo podría mirar a los ojos a Kagome después de esto? ¿Cómo podría proclamar a los cuatro vientos mi intención de proteger a Kikyo? 

Tan metido estaba en mis pensamientos que ni cuenta me di que ya estaba muy cerca del campamento. Había llegado a una conclusión que me ayudaría a borrar lo sucedido. Mientras el lobo se mantuviera alejado, yo haría como si nada de esto hubiese pasado, solo había sido una pesadilla y pronto se borraría de mi mente como sucedía siempre. 

Y así fue como con mí cuerpo aun cubierto con la fragancia de cierto lobo, llegué donde me esperaban mis amigos completamente tranquilos y ya comiendo. Si ellos notaron algo en mi expresión, no dijeron nada y con un suspiro de alivio me senté junto a Kagome para empezar a comer con ellos. 

Los días pasaron sin que nada nuevo ocurriera. Miroku parecía extrañamente ausente últimamente y en ocasiones desaparecía sin decir donde iba. Pero como todo lo bueno, aquella calma no duró mucho. Justo una semana después de lo sucedido con cierto lobo, Kagome llegó llorando al campamento completamente sola y sin poder articular ni una palabra clara. 

La morena se encerró en su tienda sin dejar pasar a nadie dúrate horas, hasta que yo, cansado de esperar, entré sin su permiso. 

- ¿Qué haces aquí? Mis ojos se enternecieron al verla tumbada en el suelo y sin poder parar de llorar. 

- ¿Qué te sucedió?- Pregunté suavemente mientras me sentaba junto a ella. Kagome se sentó también y apoyó su cabeza en mi hombro escondiendo su mirada entre mi ropa. 

- Hay algo que tengo que decirte… Yo… Estuve con Sesshomaru. El y yo… fuimos novios.- Si me hubiera dicho que en realidad era un demonio zorro disfrazado de chica no me hubiese sorprendido más. Aquellas palabras fueron todo un shock para mi, que durante unos minutos, me vi incapaz de decir palabra- Se.. Se que debería habéroslo dicho antes, pero me daba vergüenza. 

- ¿Él… él te hizo algo?- Pregunté cuando se me ocurrió que quizás ella se encontraba así por que su medio hermano le hubiese echo daño?

- Sí… Bueno no- Dijo confundiéndome aun más. Los celos y la conmoción hacían que no pudiese razonar bien- Él me dejó. 

- Pero… ¿Cómo fue y…?- Kagome me miró entonces, y con sus ojos inundados en suplica, posó uno de sus finos dedos en mis labios 

- Por favor, aun no. No estoy preparada para contaros nada aun. 

Luchando contra mi naturaleza impaciente, solo pude asentir mientras abrazaba de forma protectora aquel débil cuerpo y lo apretaba contra mí. 

- Gracias Inuyasha. Eres muy bueno- Mi corazón se detuvo entonces ante aquellas palabras y a mi memoria acudieron cientos de imágenes. Todas ellas con Kouga besándome, lamiéndome, abrazándome y penetrándome y solo pude preguntarme si Kagome seguiría pensando así de mí de saber de lo ocurrido. 

- No… No digas eso- Susurré enterrando mi cara en su espeso cabello para evitar sus inocentes ojos. 

- Pero es verdad. Siempre te preocupas por mí. 

Con un suspiro, alejé su cuerpo del mío para ponerme de pie. 

- Tómate el tiempo que quieras Kagome, sabremos esperar- La chica sonrió mientras se secaba las lágrimas. El deseo de preguntarle qué demonios había visto en mi hermano era muy fuerte, pero viendo su estado, preferí guardarme mi duda. Además no entendía como había llegado Kagome a estar con mi hermano, era algo realmente extraño. 
Cuando salí de la tienda, Sango y Miroku me esperaban con miradas preocupadas. Recordando el deseo de Kagome por mantener las cosas en secreto, decidí que debía ser ella la que se lo contara a los demás, por lo que simplemente encogiéndome de hombros me dirigí hacía donde se preparaba la comida. 

Los siguientes días fueron tensos y silenciosos. Kagome me tenía muy preocupado ya que la sonrisa de la chica parecía haberla abandonado pro completo. Toda aquella alegría que irradiaba antes estaba opacada bajo un manto de profunda tristeza. 

Y así estaba yo metido en mis pensamientos cuando un olor familiar hizo que me pusiera de golpe en pie. Era el olor de Kagura. 

- ¡Miroku! Cuida de Kagome. Kagura está cerca…- El monje solo asintió mientras me veía partir hacía el bosque. El olor de la mujer era fuerte e inconfundible, y siguiéndolo fue que llegué a un claro del bosque. 

Sin embargo mis ojos se abrieron como platos al ver quien se encontraba allí. Desde luego Kagura no era. Al menos que a la mujer de pronto le hubiesen cambiado los rasgos para que fueran igual a los de él. 

- ¿Qué estás haciendo aquí?- Preguntó Kouga en un gruñido desde el suelo, donde se encontraba sentado y apretándose con una de sus manos uno de los costados. 

- La olí- Fue lo único que dije mientras me acercaba hasta donde se encontraba el otro. Kouga se puso lentamente en pie, pero cuando empezó a balancearse mis brazos, casi por inercia, sostuvieron su cuerpo para evitar que cayera. 

- Llegas tarde, se fue hace unos momentos- Su vos sonaba jadeante y preocupado le deje sentado con la espalda apoyada en un árbol. 

- Me lo imaginé. ¿Te enfrentaste solo a ella?- Con los ojos busqué entre la vegetación alguna de las plantas curativas de las que Kagome tanto me había hablado. Aliviado comprobé que cerca de allí había un pequeño matorral con aquellas extrañas flores azules. 

- Yo me basto perfectamente solo- Levantándome, me acerqué para cortar las plantas, y cuando volví junto al lobo, comprobé que me miraba con perspicacia 

- Vamos lobo… ¿Crees que te atacaría así? Eso es de cobardes… Cuando te ataque te aseguro que no será en estas condiciones.- Las fracciones del bello chico se relajaron mientras dejaba que le quitase la armadura. 

Una exclamación se me escapó al ver la cantidad de sangre que estaba perdiendo por la herida. Que consistía en un largo corte bajo las costillas del lado derecho. Por suerte las hierbas curarían aquello en poco tiempo. 

Cuando terminé de machacar las flores, suavemente extendí su fluido por la herida del lobo. Kouga se tenso inmediatamente, pero no soltó ni un quejido. Pero para mi desgracia, el acariciar aquella piel, tan suave y tersa, trajo a mi memoria recuerdos indeseados y que consiguieron que en tiempo record, mi entrepierna saltara excitada. 

Sonrojándome, intenté esconder mi rostro de la aguda vista del moreno mientras seguía extendiendo el líquido azul. Mis ojos miraron incrédulos como la herida se cerraba lentamente como por arte de magia. El poder curativo del demonio junto al de la planta había hecho un fantástico trabajo. 

Cuando me sentí incapaz de seguir ocultando mi estado de excitación, me levanté rápidamente dando gracias al cielo por que mi ropa fuera lo bastante gruesa como para ocultar cualquier extraño bulto en mi regazo. 

Dándome la vuelta para ocultar mi rostro, hable lo más normal que pude en aquellas circunstancias: 

- Ya está, ahora te dejo solo. Espero que tengas el cerebro suficiente como para no meterte en más peleas hasta que se te cure por completo. 

Con un suspiro de alivio al fin me dispuse a partir, pero entonces su voz burlona me dejó congelado en el suelo. 

- ¿Y no preferirías que te ayudara con tu… pequeño problema?- Girándome bruscamente, vi que el lobo se había levantado y ahora se encontraba a tan solo unos pasos de mi con una sonrisa burlona en sus labios. 

- No se… no se de que hablas. Susurré en lo que hasta para mi fue como la voz de un grillo. 

Kouga, sin perder su sonrisa, se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mi. Yo por otra parte no pude moverme para escapar ya que sus ojos azules parecían haberme lanzado algún tipo de hechizo. 

- ¿Y entonces como llamarías tu a esto…?- Su mano se posó en mi entrepierna acariciante mientras su cuerpo se pegaba al mío empujándome hasta que quedé arrinconado contra un árbol y acorralado por su cuerpo. 

- ¡Suéltame!- Exclame intentado escaparme, pero Kouga simplemente me quito mi abrigo para agacharse frente a mi con su cara a la altura de mi excitación. En aquel momento hubiese jurado que era imposible enrojecer más de lo que ya lo había hecho. 

- Mmm, tu boca dice una cosa, pero…- Sus labios se acercaron al borde de mis pantalones y lentamente, con ayuda de sus manos, lo bajaron dejando al descubierto mi miembro completamente erecto.- Tu cuerpo habla por si mismo 

Abrí la boca para gritarle cuatro verdades, pero en cuanto sentí su calida boca sobre mi excitación, ni una palabra fui capaz de decir. Mi espalda se arqueó y mis manos viajaron hasta su cabello. Frunciendo el ceño me di cuenta de que con la coleta, no podía tocar aquel hermoso cabello libremente, así que con las manos temblorosas, desate el lazo que lo mantenía apresado y metí mis dedos entre aquellas hebras negras. 

- Ahhhh- Gemía mientras su boca no dejaba de masturbarme con rapidez y precisión- ¿Por qué haces esto? 

- No me gusta dejar cosas a medias- Fue lo que contesto entre lamida y lamida. 

Poco tiempo después, y por segunda vez, me derramé entre sus labios. Kouga se tragó todo mi semen y sin poder detenerme a pensar en lo que hacía, mi garra tiró de su cabello hasta que su cara quedo a escasos centímetros de la mía. Entonces mis labios buscaron los suyos en un beso desesperado y profundo que si bien fue corto, nos dejo a ambos jadeantes. 

Su lengua acarició por última vez la mía para después separarse completamente de mí. 

- Espero que la próxima vez puedas resolver tus problemas tu solo- Dijo sin mirarme- Esto no se volverá a repetir 

El lobo saltó me miró por el rabillo del ojo sin ninguna emoción expresada en su bello rostro y momentos después desapareció entre una espesa nube de viento y polvo. 

Yo me dejé caer en el suelo apoyándome cansado en el árbol y un gemido lastimero se pudo oír en todo el claro mientras mi cara se escondía entre mis manos. 

Él había dicho que no se volvería a repetir. Pero la última vez también habían dicho lo mismo. En aquel momento me di cuenta de que desgraciadamente aquello no había terminado. Más bien todo acababa de empezar. 


Continuara...

Notas finales:

espero q os gustado, he tardado DÍAS para hacer este capitulo  se me iba de las manos, es la primera vez que escribo sobre esta parejita..., espero q me dejen reviews de como les parecio el capitulo>u<

bye bye... :) nos vemos 


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