-*- Tercer fragmento. Nace un cisne, el fin del patito feo.-*-
Los gritos salían de las paredes de la casona, cada vez más destartalada por el paso del tiempo y el mal clima, llegando al patio y a veces hasta los árboles más cercanos del bosque, durante mucho tiempo Uruha había esperado este momento, el poder desahogarse y expresar todos sus sentimientos contra aquella horrible mujer.
-Realmente siempre fuiste un estorbo, durante estos largos catorce años… te aceptamos porqué necesitaba quién me ayudara sin tener que pagarle porque tenemos demasiados hijos, pero nada más-
-entonces, sí sólo te estorbe… porqué no me dejaste ir desde un inicio, querías ayuda, pero fui un estorbo, ¿Por qué no te deshiciste de mí?… HUBIESE PREFERIDO MORIR QUE ESTAR CON USTEDES TODO ES TIEMPO! LOS ODIO, SON LO PEOR DEL MUNDO, SON ESCORIA… MALDITOS, LOS ODIO-
-¡GRANDÍSIMO IDIOTA CÓMO TE ATREVES! ¡Sin nosotros claro que hubieses muerto, de hambre y frío!- La mujer disfrazaba su ira con algo de indignación.
-¡mejor eso que ustedes!, pero ya no te preocupes, me largo en este momento, es suficiente para mí-
-¿irte, a dónde? ¿Con quién?- en su voz resonaba la burla -¿quién quisiera estar a tu lado? tienes la cara deforme, ¡eres horrible! Y además, el único lugar que mereces es junto al piso, limpiándolo!…-
-pues entonces… ¡limpiare pisos, pero nunca más en este lugar!-
Sin dar oportunidad a que le contestaran, Uruha salió de la casa, sin nada más que sí mismo y un gran dolor que lo acompañaba desde hace mucho.
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-mientras no te cause ningún problema ¿podría quedarme?- la voz salía apenas, con un ligero temblor temeroso.
El rubio había llegado a un lugar que no pertenecía a ningún reino en particular, en medio de un bosque, a merced de todo lo que sucedía a su alrededor se había establecido un grupo de gente: herreros, magos, escribanos, y por supuesto una taberna. A donde pasaba mucha gente, la mayoría ladronzuelos, fugitivos, mendigos, prácticamente escoria humana, no por eso el dueño era igual, un tipo alto de cabellos alborotados y complexión muy delgada, de nombre Miyavi, según le dijo a Uruha ‘’-Miya, para los amigos…-‘’
-¿problemas?- el chico alto volteo a verle extrañado, dejando de lado lo que hacía -¡al contrario, vas a ser mi mesero estrella!- el tipo era realmente extrovertido, algo novedoso para el joven Uruha, quien le miraba sorprendido.
-no… no creo que sea buena idea… con esta cara- su voz se hacía constante, pero ganaba un tono de tristeza a la vez -bueno, lo que quiero decir es que los clientes se van a ir… los voy a asustar-
-¿asustar?... ¿no crees que exageras un poco?, digo, está bien que seas guapo, pero no entiendo lo de ‘’asustar’’- la expresión del tabernero lo explicaba mejor, enarcaba una ceja mientras examinaba a Uruha.
-y yo no entiendo lo de ‘’guapo’’, ¡por favor! Sé muy bien que mi rostro es horrible, así que a mí no me importa sí sólo ayudo a lavar platos y limpiar el lugar cuando ya nadie más me vea…-
-sabes lo qué es un espejo, ¿cierto?...-
-no me gustan los espejos…- respondía con la carita triste -me recuerdan mi condici-
-ok, ven-
Lo agarra por la muñeca y se lo lleva frente a un espejo de cuerpo completo, dejando al rubio algo atontado por lo rápido de los movimientos.
-mira, ¿ves eso?, eres tú… hasta ahí ¿estamos bien?-
-aja… oye, sí lo que quieres es burl…-
-ahora, ve tu rostro, y aunque te falta comer más, tu piel, tu cuerpo y tu cabello son ¡hermosos!... no es lo correcto que yo lo diga, porqué también soy hombre, pero eres tan bonito que cualquiera será seducido por ti…-
El dueño de la taberna se había ido acercando a su rostro, tan cerca que sus alientos se cruzaban, sus ojos veían los labios del rubio, y a punto estuvo de besarlo.
-sabes, creo que mejor te quedas lejos de mí… aún eres muy joven y yo, bueno, sólo espero que no aparezca algún gran partido en tu vida, porque seré terriblemente desbancado-
- eres… MUY raro, pero ya que insistes me quedaré, sólo dime que hago- Encontraba sinceras las palabras del mayor, y las sentía tan reconfortantes que la felicidad lo inundo, dejando atrás cualquier otra cosa.
-bueno, primero: ¡A COMER!-
En lo dicho, Miyavi era muy extraño para Uruha, pero con el paso del tiempo todas estas experiencias, la gente que conoció y lo mucho que escucho del mundo lo irían formando como persona.
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