Si fuera más guapa y un poco más lista
Si fuera especial, si fuera de revista
Tendría el valor de cruzar el vagón
Y preguntarte quién eres.
Es extraño como ocurren las cosas, como nace o muere un amor…aún así, recuerdo esta historia…más que recordarla, la conozco personalmente.
Aún pienso en ese día, esa primera vez que te vi, iba leyendo tranquilamente y escucho a alguien que entra en el metro riendo, fue la risa más bella que había escuchado, levante mi mirada y eras tú, tú y tus amigas escuchando tus tonterías, me sorprendió a mi misma darme cuenta que una chica como tú me pareciera tan interesante.
Te sientas en frente y ni te imaginas
Que llevo por ti mi falta más bonita.
Y al verte lanzar un bostezo al cristal
Se inundan mis pupilas.
Sin quererlo, nos cruzábamos en el mismo metro algunos días a la semana…a veces si, a veces no, pero sea como sea de a poco añoraba verte más seguido. Cada vez que llegaba a esa parada, esperaba ver si subías o no, era insoportable el tener que esperar tanto tiempo en llegar a esa estación, lo que me parecía antes poco tiempo, de pronto se me transformo en la espera más larga que tenía en la vida.
De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro me hago pequeñita
Y me pongo a temblar.
De un momento a otro, ya era todos los días, no sé si por casualidad o no, pero todos los días subías al mismo vagón en el que yo estaba, te ponías al fondo mientras yo te miraba de reojo subir y acomodarte, no tenías idea de lo feliz que me hacía verte, con suerte conocía tu nombre, tú por el contrario no sabías nada de mí. No sé si era mi imaginación o no, pero tenía la impresión de que apenas subías te quedabas aunque sea una brevedad de segundos observándome.
Y así pasan los días, de lunes a viernes
Como las golondrinas del poema de Bécquer
De estación a estación enfrente tú y yo
Va y viene el silencio.
Ese día tenía el presentimiento de que si no te decía algo, me iba a arrepentir lo que me quedaba de vida, así que decidí hablarte esa mañana si o si.
De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro me hago pequeñita
Y me pongo a temblar.
Creo que la suerte estuvo de mi lado ese día porque cuando llegamos a esa estación, la señora que iba sentada a mi lado se levantó y se bajo del metro, tú subiste, sonreíste y te sentaste a mi lado, yo muerta de vergüenza me sonroje hasta las orejas, no despegaba mi mirada del periódico, tenía que hablarte, pero no sabía cómo hacerlo…
Y entonces ocurre, despiertan mis labios
Pronuncian tu nombre tartamudeando.
Supongo que piensas que chica más tonta
Y me quiero morir.
- Hi…Hiro… - Traté de hablarte sin poder conseguirlo, no me salían las palabras, la vergüenza me tenía paralizada, aún así te giraste en mi dirección con esa sonrisa que me mataba, nuestras miradas se cruzaron y se mantuvieron fijos tus ojos sobre los míos – Hola – fue lo que dijiste antes de que me quedara estática.
Pero el tiempo se para y te acercas diciendo
Yo no te conozco y ya te echaba de menos.
Cada mañana rechazo el directo
Y elijo este tren.
- Ho…hola – Te respondí sin siquiera poder seguir sosteniendo tu mirada, parecía un tomate de lo roja que estaba y me volviste a hablar - ¿Cómo sabes mi nombre? – preguntaste – Bueno…la verdad, lo conozco desde la primera vez que te vi subir a este tren, ibas con tus amigas y una de ellas lo dijo para que dejaras de hacerle bromas – Te respondí aún si poder mirarte.
- Si lo recuerdo – me dijiste - desde ese día quería seguir viéndote – en ese momento, fui yo quien te miro sorprendida - ¿Y por qué? – te pregunte ahora si mirándote a los ojos – Este…no vayas a pensar mal de mí…pero…bueno…te encontré muy guapa y siendo yo una chica también no sabía que hacer…así que traté por todos mis medios posibles llamar tu atención, pero no despegabas tu mirada del periódico – Entonces pasaste a ser tú quien se sonrojaba, yo no daba de alegría por la situación.
Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado
Un día especial este once de marzo.
Me tomas la mano, llegamos a un túnel
Que apaga la luz.
- Aunque no lo creas – te respondí – Si lograste llamar mi atención – Lentamente te me acercaste un poco más, me tomaste la mano y me dijiste – No sabía si te volvería a ver, así que me las ingeniaba para poder abordar este mismo vagón que tú hasta que ya todos los días sabía cual tomar para verte otra vez. Por cierto, como te llamas? – me preguntaste sin rodeos – Soy Neko – te respondí sin quitarte los ojos de encima.
Entrando a un túnel, se oye de pronto una explosión, no sabíamos que pasaba, tú solo te pusiste casi sobre mí como para protegerme, se oyen gritos y de pronto una nueva explosión pero esta vez más cerca de nosotras, no dejaste de abrazarme aun cuando el tren se descarriló solo sentí muchas vueltas y golpes muy dolorosos.
Te encuentro la cara, gracias a mis manos.
Me vuelvo valiente y te beso en los labios.
Dices que me quieres y yo te regalo
El último soplo de mi corazón.
En ningún momento dejaste de abrazarme, cuando por fin te vi a la cara una pena me inundó el corazón, estábamos las dos muy malheridas, y uno de los fierros del tren te había traspasado el pecho hiriéndote de muerte, al tratar de levantarme me di cuenta que las dos estábamos muriendo por la misma causa, también ese fierro me atravesó a mí.
Tomé tu cara con mucho esfuerzo, el dolor era insoportable, aun así, no sé ni el cómo ni el porqué, pero te bese, fue un beso lleno de amor, levantaste tu mirada – Te…te amo… - fue lo último que pronunciaste antes de cerrar tus ojos por última vez – Yo…también te amo – te respondí aun sabiendo que no me escucharías, te abracé y me dejé morir sobre tu regazo y fui a parar aquí.
Lo bueno de esta historia, es que a pesar de nuestra trágica muerte, estás aquí en el “Mas allá” como le llaman algunos, junto a mí, y aquí, te voy a poder amar por la eternidad.