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El ABC de dos Amantes por Kenki Mart

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Notas del fanfic:

 

Cada capítulo está narrado por un personaje distinto; y la secuencia de los títulos es bastante singular, pues siguen un orden alfabético.

 

Notas del capitulo:

Este capítulo es narrado por el protagonista de la historia, Edmon Castell. Espero que a quien lo lea, le guste ;0;  ^^

 

Arriba el sol arremetía sus rayos sobre la ciudad, era domingo y el calor penetraba por las ventanas y dejaba su rastro brillante y amarillento en todo lugar.
Incluso sobre la piel del hombre que se encontraba sobre mí.

— … Está frío.
— Pero te gusta.

Su voz era profunda y grave, agradable para mí.

— ¿Vas a lamerlo?
— ¿Acaso no puedo?
— … Eres un tipo raro.
— Solo me dejo llevar.

Sentí su lengua recorrer mi abdomen, sus labios se fundían con el almíbar que poco antes había derramado sobre mi torso.
Su sonrisa estaba cubierta del dulce líquido que poco a poco absorbía de mi piel; yo, no muy alejado del asco, solo lo observaba fijamente.

— ¿No vas a hacer nada?
— ¿Cómo que?
— … Creo que el raro eres tú.
— ¿Por qué?
— Eres gay, ¿cierto?
— Sí. ¿Y qué con eso?
— No te has excitado.
— … Entonces, ¿no crees que el del problema eres tú?
— ¿Qué?
— Es simple, no me excitas.

Me miró con fiereza, definitivamente estaba arto de mi actitud. Me maldijo un par de veces mientras se vestía, y luego se largó de la habitación con el dinero que dejé sobre la cómoda. Es una lástima, tenía pensado darle una propina extra si aguantaba mi sarcasmo hasta el final… además tenía un lindo cuerpo. Es una lástima.

Ese había sido uno de los tantos tipos con voz seductora que lograba encontrar por ciertos rincones nada prestigiosos de la ciudad. Debo admitir que éste había sido un caso especial, su voz era diferente a todas las anteriores, era de más varonil; y esto me excitaba hasta cierto punto. 
Por ello lo invité a cenar el sábado por la noche; y luego vimos una película de Ciencia Ficción con unos amigos de la universidad, él en todo momento se mostró distante ya que no conocía a nadie, ni siquiera a mí; durante la madrugada caminamos y apenas y nos hablamos un par de veces.
Cuando alquilamos una habitación en el hotel, hace solo unas horas, descubrí que me tenía ganas desde hace buen rato, y eso me asqueó.
Mandó a comprar duraznos en almíbar a una niña del hotel, a la que le pagó con mi dinero; y luego de comerse él solo los duraznos, usó el líquido en mí… ¿acaso pensaba que era un maldito waffle?
Solo era un tipo más, uno de tantos, aunque no puedo negar que tenía cierta esperanza en él.

Para que quede claro, soy homosexual, estudiante de Periodismo, mi familia no es ni pobre ni rica, y yo no soy ni feo ni bonito. Soy un simple tipo al que todavía no le ha llegado su primera experiencia sexual.
Esto parecerá raro dado a mi actitud, ya que suelo ir a buscar tipos por ahí, pero es que ninguno es el adecuado.

— Deberías dejar de buscar escorias por esos lugares asquerosos.
— … ¿Eso crees?
— Te vas a volver tan marica como ellos. Y créeme, yo no querré comprar tu trasero.
— … No te pediría tal favor.
— Eres un idiota.
— Sí, lo soy.
— ¡No me des la razón!
— No me grites.

Lo que más detestaba era eso, que me gritaran, era para mí insoportable. Pero la gente suele hacerlo, grita, y mucho.

— Lo siento.
— … 
— Siento haberte gritado.
— …
— ¿Me estás escuchando?
— …
— ¡Edmon!
— No me grites.

Son muy pocas las personas que me conocen, y digo esto porque son las mismas que alguna vez me han criticado. Me gusta que me critiquen, eso me hace sentir que existo. Y este tipo, el de ahora, el que me grita cada tres minutos, es un amigo al que conservo desde la primaria, es uno de aquellos pocos que me conocen.
Él sabe que soy gay, sabe que busco amoríos peligrosos, sabe que nunca he tenido sexo… él lo sabe, y siempre ha guardado mis secretos, por ello lo conservo como amigo.

— Ayer me acosté con Karina.
— …
— ¿No me dirás nada?
— ¿Que quieres escuchar?
— No lo sé… ¿algún reproche quizá?
— … Eres un tipo despreciable. Jugando con Tania y Karina a la vez. Eres muy malo, malo… ¿Qué tal eso?
— Deja de ser sarcástico conmigo.
— … Tengo clases.

Y ahí lo dejé, comiendo el mismo sándwich de siempre en la cafetería, tomando el mismo café con leche que siempre toma en las mañanas. Lo dejé solo y aburrido, porque él se aburre si no estoy a su lado. Para el soy un chiste humano. Y para mí… él es solo Derek.

— ¡Edmon!

Que voz tan odiosa…

— ¡Hey, Edmon!... ¡Edmon!

Estoy empezando a odiar a las mujeres…

— Edmon, te estoy hablando, ¿es que no escuchas que vengo llamándote por todo el pasillo?
— … ¿Cómo no escucharte si gritas de esa manera?
— ¿Entonces porqué no volteabas?
— … ¿Entiendes el significado del verbo “ignorar”? 
— Idiota, siempre es lo mismo contigo. Eres tan amargado, por eso no tienes novia.

Entre su palabreo dejó salir una risita ridícula muy propio en chicas de su edad.

— ¿Y viniste hasta aquí para decírmelo? Que considerada…
— Calla. ¿Dónde está Derek?
— Café con leche.

Y entonces Tania se fue, directo a la cafetería, a ver a su novio, a Derek… el mismo que ayer se acostó con su prima. Sí, el mismo al que yo llamo “amigo”.

El día no tenía nada de especial, era un lunes cualquiera. Terminó la clase de Fotografía… y luego la de Comunicación Radial. Sí, era un lunes cualquiera.

— … Oye, tipo raro.

Normalmente no me exalto con nada, siempre estoy muy tranquilo; incluso algunas personas creen que mi rostro es demasiado inexpresivo. Pero justo ahora me siento nervioso, sí, intranquilo.

— Hey, ¿no me reconoces?
— …
— No me extrañaría de alguien como tú.
— … El raro eres tú.
— Por fin hablaste.
— ¿Qué haces aquí?
— … Aquí estudio.

Sonrió, mientras hablaba con aquella voz tan profunda. Me recordó a cuando sonreía con el almíbar en los labios.

— … ¿Estudias?
— ¿Tan difícil es eso de creer?
— … Te fuiste con mi dinero.
— ¿Ahora cambias de tema?
— …
— Era la paga por tenerme como un idiota durante toda esa noche. Gasté mi tiempo contigo, tenías que recompensarlo, ¿no?
— ¿Con mi dinero?
— ¿Tenías algo mejor en mente?
— … No fue fácil ducharme.
— … Hablar contigo es difícil, ¿sabes?... Deja de cambiar de tema.
— El almíbar no se quitaba… todo mi cuerpo estaba sucio y meloso.
— ¿Ahora intentas excitarme?
— …

Y volvió a sonreír, una sonrisita tan pícara que en un dos por tres sentí el ardor en mis mejillas. Me estaba avergonzando, y eso no estaba bien, no en mí.

— … Tengo clases.
— Yo también.
— …
— ¿Qué estudias?
— …
— ¿No vas a decírmelo?
— ¿Por qué me estás siguiendo?
— Yo no te estoy siguiendo; por ahí queda mi salón.
— …
— No tienes pinta de matemático… Así que descartemos Ingeniería.
— … Periodismo.
— ¿Periodismo? Vaya… ¿no es esa una profesión miserable?
— … Sí, es miserable.
— … 

Él me sonrió otra vez.

— … Intento ser malo contigo, pero no me funciona.
— ¿Por qué?
— ¿Por qué? Es obvio, porque te portaste como un patán ayer.
— Suenas como una mujer.
— … Me estás sacando de quicio.
— … 
— Olvídalo… Yo estudio Ingeniaría Informática.
— Bien por ti.
— … ¡Deja de burlarte de mí!
— No me grites…
— ¡¿Qué?!
— No vuelvas a gritarme.
— … Eres un tipo raro.
— Sí, lo soy.

Y fue ahí, sí, justo en ese momento, cuando me miró fijamente. Sus ojos eran muy claros, cafés, pardos quizá, pero muy claros y cálidos.

— … ¿Quieres hacerlo?

Sentí sus palabras chocar de repente contra mi oído. Lo miré sin entenderlo por completo.

— ¿Lo hacemos?
— … ¿Hacer qué?
— No te hagas el tonto. Tú también te quedaste con las ganas ayer.
— Te equivocas.
— …
— Eres orgulloso, ¿verdad?
— No lo soy.

¿Orgulloso? ¿Yo? ¿De dónde sacó eso? Por supuesto que no lo soy… no lo soy, ¿verdad?

— ¿Por qué no admites que me tenías ganas?
— … Te tenía asco.
— ¡No te burles!
— No me grites.
— …
— … Me voy.
— ¡No!

Y fue ahí, justo en ese instante, sí, cuando me tomó del brazo, con mucha fuerza. No hice nada por alejarme, a decir verdad, me gusta cuando son rudos conmigo.

— No me grites.

Pero no me gusta que me griten.

— De acuerdo, no te gritaré… Pero no te vayas.
— Tengo clase.
— … No vayas.
— …
— Te soy sincero… Yo sí me quedé con las ganas ayer.
— …
— Y ahora que te encuentro aquí… No me lo creí cuando te vi. Incluso ahora, no puedo creer que vayamos a la misma universidad.
— Yo tampoco me lo creía…
— Escucha, sé que empezamos mal. Así que regresemos al inicio, ¿si?
— … 
— Soy Adrián, soy estudiante de Ingeniería Informática y… soy gay.
— … Y eres un prostituto.

Me miró con fiereza, era la misma mirada que cuando se fue con mi dinero del hotel.

— ¿Y qué si soy un prostituto?
— … Nada. Solo lo aclaraba.
— …

Sus ojos seguían furiosos, quizá no fue agradable escuchar lo que dije. Pero fui honesto; él es lo que es.

— … Hay que ser transparentes el uno con el otro, ¿no?

No pensé mucho lo que dije esta vez; pero él sonrió, supongo que estuvo bien.

— ¿Cuál es tu nombre?
— Edmon.
— ¿Y edad?
— 22 años…
— Y estudias Periodismo.
— Sí.
— ¿Por qué?
— Eso no te importa.
— Tienes razón, realmente no me importa.
— …
— Entonces… ¿ahora sí quieres hacerlo?
— No. No quiero que el mismo tipo que se largó con mi dinero me vuelva a tratar como un waffle.
— ¿Waffle?
— … El almíbar.
— Pensé que lo disfrutabas.
— No soy de esos.
— ¿Entonces qué te calienta?
— …
— ¿Edmon?
— …

¿Tenía que preguntarlo?... Bueno, fui yo quien dijo que debíamos ser transparentes el uno con el otro.

— Oye, te estoy hablando.
— … Voz.
— ¿Qué?
— Voz.
— … Edmon, tus mejillas se están poniendo coloradas.

Escuché su risilla y entonces no me sentí cómodo. No solo me estaba poniendo nervioso y me estaba sonrojando… si no que el tipo del almíbar, no, Adrián, se estaba burlando… Para mí no es gracioso.

— Me voy.
— ¿Qué?
— … Tengo clase.
— Pero…

Y lo dejé ahí, solo, en medio del enorme pasillo… Quién sabe que estaría pasando por su mente, pero por la mía… solo deseaba no volver a toparme con él. Aún recuerdo el almíbar en mi piel, y sus labios lamiendo… Creo que me estoy volviendo algo sádico.
Quizá debería hacerle caso a Derek y dejar de buscar tipos extraños guiándome solo por su voz.
Voz… Realmente es la voz profunda y grave de una persona lo que me calienta; quizá por eso soy gay, no hay muchas chicas con este tipo de voz sensual… Y para mí, Adrián era sensual, tenía una voz muy sensual; pero me daba asco.
Definitivamente dejaré de buscar basura por los basureros de la ciudad; ya he tenido suficiente deleite, no quiero más almíbar.

 

Notas finales:

 

Este fue el primer capítulo. Si te gustó, comenta ;0; Y si es lo contrario, también me gustaría saber qué opinan ^^

 


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