Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi preciosa y pequeña vida por Sain

[Reviews - 41]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Creo que comencé de nuevo a envolverme en este remolino de desesperación, por tu piel, por tu sangre, por tu aroma que podía revivir mil veces en mi quebrantada mente.

Me sentía nerviosa y no entendía muy bien el porqué, después de tanto tiempo mi corazón seguía latiendo rápidamente al invocar tu recuerdo, a pesar de nuestras sinceras y tranquilas charlas dónde habíamos decidido prevalecer la amistad por sobre todo, a pesar de que me había enredado en distintos amoríos, no todos carecientes de importancia, al final estaba aquí decidiendo que camisa ponerme, de qué lado acomodar mi flequillo, que perfume utilizar para que cuando me abraces te percates de mi aroma pero no del tiempo que incurrí en arreglarme por verte, debía parecer informal más no despreocupada por mi aspecto, o pensarías que sigo siendo un desastre.

Habían pasado 5 años desde la última vez que nos vimos, desde que hice el último esfuerzo de rodillas con la cara mojada por la lluvia y las lágrimas que se confundían (afortunadamente?) con ésta porque volvieras a mi lado, y tú aunque con gran tristeza en tus ojos fuiste firme en tu posición de que sería lo mejor no seguir con la farsa que era nuestra relación. Sonreí sarcásticamente mientras me ponía mis audífonos y cerraba con llave la puerta tras de mí – prometí no volverle a rogar- me repetí en voz alta cómo intentando convencerme finalmente, cómo si el decirlo en voz alta hiciera que se incrustase profundamente en mi subconsciente y de ese modo olvidar la idea por completo.

Caminé aproximadamente por 20 minutos para llegar al bar, aunque normalmente hago 10, mis pasos fueron lentos pero seguros, sin embargo iba disfrutando cada momento y cada detalle, concentrándome en la música, intentando tranquilizar mi respiración, aunque me sentía a des ritmo del compás de la melodía con mis pasos, no le preste más importancia que esa, al final pude ver la luz de neón roja rodeando la puerta del bar, mi corazón dio un salto al verla, mire mi reloj, faltaban 10 minutos todavía para la hora acordada, a pesar de la calma que me había tomado y de la lentitud de mis pasos, había llegado demasiado temprano – cálmate – me dije a mi misma con voz serena, se lo dije a mi corazón que había expuesto su preocupación con ese salto, seguro tardarías por lo menos otros 15 minutos en llegar, eso bajaría mis nervios.

Entré, todo se veía familiar como siempre, saludé a todos y me dirigí a la barra, frecuentaba este bar… ok era prácticamente mi casa y todos ahí me conocían y yo a ellos, sus amables rostros, sus sinceras sonrisas al verme llegar y luego la pregunta obvia hacia mi notoria preocupación..

-          Cerveza! – dije con ansia apoyando mi cabeza sobre la barra

-          ¿y ahora? Tuviste un día difícil?- pregunto el barman mientras dejaba mi cerveza frente mio

-          No.. – musité nostálgicamente – pero la noche quizás lo será

Todos se encontraban atentos a nuestra conversación, no era importante, todos conocíamos la vida de todos, si algo pasaba en el grupo era normal que nos quisiéramos enterar de las nuevas, yo sobre todo era bastante indagadora.

-          Porqué? Verás a alguien?- preguntó acertadamente, Maru

-          Mmmmm – gemí y di un trago enorme a mi cerveza

-          Uuuuuuuuyyy- gritaron todos al uníoslo, haciendo que el resto de los clientes voltearan a la barra por el alboroto

-          Mi ex.. – dije avergonzada, mirando mi cerveza y comenzando a despegar la etiqueta con mi uña

-          Pff si claro, cuál de todas? – dijo Ulises haciéndose el gracioso

Lo miré rencorosamente seguido por una sonrisa, siempre le gustaba estar molestando a la gente

-          Mi ex – repetí con énfasis en ex, sólo me refería de esta manera cuando se trataba de ti, con el resto utilizo su nombre enseguida del “ex”

-          Nerviosita bonita? – respondió Kat quien siempre era increíblemente linda y coqueta

-          Mucho… pero no le digan a nadie – tomé otro trago de mi cerveza mientras miraba esperanzadamente la puerta – me iré a sentar a una mesa, no quiero que cuando llegue me vea con un montón de borrachos como si fuera lo habitual

-          Uuuuuuh – volvieron a decir todos en coro, sonriendo y burlándose de mi mientras me alejaba

Me senté en una mesa al fondo del café pero que quedaba justo enfrente de la puerta de entrada, por lo que no tardarías mucho en encontrarme y yo te vería inmediatamente al entrar, posé mi cerveza justo debajo de la lámpara, la luz que infringía atravesaba el cristal y el líquido creando un efecto increíble sobre la mesa, colores difuminados de un verde olivo que se perdía entre el amarillo, me quedé jugando con la botella haciéndola danzar sobre la mesa para que obtuviera distintos ángulos de luz creando efectos de sobras y colores, mire de reojo la puerta y aunque sólo fue tu silueta te vi entrar, rápidamente volví a observar mi cerveza, tome todo el líquido restante fingiendo que no te había visto, entonces llegaste a la mesa y me levante prontamente moviendo la mesa y casi tirando la botella al suelo.  Tu sonreíste divertida, me abrazaste fuerte y tiernamente, yo quería soltarme en llanto pero sabía que sería estúpido y me contuve con una sonrisa nerviosa, besaste mi mejilla y deslizaste mi flequillo para observar mejor mi rostro.

-          Porqué te haz tomado tanto tiempo en arreglarte? – dijiste divertida, maldita sea nadie en la barra del bar lo notó y tú a quien no veía desde hace 5 años pudiste darte cuenta de que mi vestimenta y peinado no fueron tomadas despreocupadamente

-          De qué hablas? – mentí – yo siempre presto atención a mi apariencia, hay que crear buena imagen – mentí descaradamente

-          Te ves muy bien – dijo mirándome tiernamente, creo que me sonrojé solía hacerlo cuando me alagabas, te invité a sentarte e inmediatamente hice yo lo mismo, esta vez con cuidado de no derribar nada

Viri, la mesera del café/bar quién también conocía toda mi historia se acercó, te dejó un menú y me miró simpática

-          Hola Sam, te traigo otra? – dijo mientras retiraba el envase vacío

-          No… gracias, un café estará bien, supongo – dije mirando la mesa quitándome las ganas de alcoholizarme

Sonreiste al verme esquivar la idea

-          Qué me recomiendas? – me preguntaste acercando el menú al centro de la mesa

-          Frío o caliente? – dije mirándote a los ojos serenamente, intentando parecer una experta bar tender

-          Frío, hace bastante calor aquí – dijiste tiernamente cómo si el calor te hiriera de algún modo

-          Un Frappe o un smoothie – dijo Viri anteponiéndose a mi respuesta

-          Smoothie de mango fresa, es delicioso – dije yo cerrando los ojos casi saboreándolo

-          Ok, uno de esos por favor – dijiste regalándole una sonrisa a Viri y enseguida otra a mi (me derrites) – y Bueno… - dijiste mirando el decorado del café

-          Y bueno…- respondí yo mirándote anonadada

-          Cómo te ha ido, ha pasado mucho tiempo, sigues igual de torpe por lo que veo – dijiste recordando la primera vez que nos vimos y cómo escupí el agua que tomaba cuando saludabas a lo lejos, me sonrojé nuevamente.

-          Bien, todo tranquilo, la vida aquí es muy amena y agradable

-          Sí, me he percatado de ello

Te sonreí, no podía dejar de mirar tus ojos, tu esquivabas mi mirada quizás te avergonzaba o intimidaba encontrar aún amor en ella y no poder corresponderme, quizás.

-          Y tú? Que te trae por aquí? – pregunté curiosa, cuando me dijiste que vendrías a mi ciudad apenas y lo pude creer nunca mencionaste la razón por la que estarías visitando, o cuánto tiempo te quedarías, sólo acordamos lugar y hora para vernos, es extraño, tanta expectativa por verte que hasta ese momento no se me había pasado por la cabeza que asuntos podrías tener tú en esta pequeña ciudad

Tu semblante cambio delicadamente, tu mirada se volvió como si te sumieras en tus pensamientos buscando en tu interior como responderme, parecías algo preocupada, sentí pena

-          Bueno- respondiste alfin – creo que me encuentro un poco perdida en este momento

-          A que te refieres? – dije sin poder ocultar mi preocupación

-          Mmm, el trabajo, mi familia, los estudios… todas esas cosas absorben tanto mi tiempo y ocupan tanto espacio en mi mente que no se realmente si hago todo esto porque quiero o porque tengo que hacerlo, me entiendes?- me miraste  confundida aún por tus palabras como repitiéndolas internamente para ver si tenían algún sentido

-          Necesitas un tiempo para ti sola y averiguar lo que quieres – respondí

-          Sí, algo así, necesito un tiempo en que no esté pensando que tengo que hacer algo, quiero dejarme llevar por primera vez en mi vida, dejar de planear cada minuto del día

-          Y porqué haz elegido… venir aquí? – intente sonar desinteresada, pero mi emoción se asomaba en mi mirada desviada

Hubo un momento de silencio, te sonrojaste ligeramente lo que ocasionó que yo me sonrojase también, tomaste aire para responder pero en eso llegó Viri con nuestro pedido, colocó una taza de café y otra pequeña de crema a su lado, luego colocó una gran copa, enfrente tuyo con un contenido espeso y rosado decorado con una cereza, tu cara se iluminó al verla, yo seguí sonrojada…

-          Que rico!!- dijiste casi infantilmente y feliz con tu elección – quieres? – me dijiste deslizando la copa hacia mi

Yo la negué, la deslicé de nuevo hacia ti rozando ligeramente tu mano

-          Gracias pero es demasiado dulce para mi gusto, cerveza, café y smoothie no son la mejor combinación –reí

-          Ok…- tomaste un sorbo – Tú me haz comentado tanto acerca de esta ciudad y de tus amigos, me transmitías siempre una atmosfera de paz… creí que quizás sería bueno intentarlo aquí, además no conozco mucha gente que viva sola y en una ciudad tan tranquila, ya sabes la mayoría se van a la capital o ciudades grandes y estresantes para obtener empleo, es lo contrario a lo que necesito ahora

-          Ya veo… si, supongo que esta es buena elección

-          A demás – dijiste mirando tu copa y jugando con el popote dándole pequeños mordiscos – Hace mucho me invitaste y dijiste que podía venir cuando quisiera, pensé que podría aprovechar la oferta

-          Osea que planeas quedarte conmigo, en mi depa? – dije sorprendida

-          Ah bueno… si es problema- dijo ella apenada

-          No no no!!- te respondí alzando la voz para interrumpirte – es sólo que me he sorprendido pero porfavor, nada me haría más feliz que ser tu anfitriona, lo sabes… me hace muy feliz que al fin estés aquí aprovechando mi oferta

-          Sip – dijiste sonriendo – gracias…

Mientras hablábamos te observaba cariñosamente, tus manos juguetonas sujetando la pajilla para revolver tu bebida, tus ojos que danzaban de un lado a otra mientras hablabas, tu cabello largo casi dorado que se posaba sobre tus hombros y que aveces te estorbaba para tomar, obligándote a ponerlo tras tu oreja inclinando tu cabeza un poco, eras tan hermosa.  Yo ya iba por mi tercer café, mis amigos de cuando en cuando fingían ir al baño para observarnos y verte con mayor claridad, todos sonreían al pasar, algunos se acercaron a preguntarme cualquier cosa y obligándome a presentártelos para verte de cerca y darte el visto bueno, yo me sentía apenada contigo, obviamente te darías cuenta de que hablo seguido de ti, pues todos estaban muy curiosos, al final te ofrecí dar una leve caminata y mostrarte un poco la ciudad, aceptaste y después de pagar la cuenta y despedirnos de todos, salimos a la calle, a que conocieras la vida nocturna de esta ciudad que yo tanto amaba.

Caminamos por 1 hora aproximadamente, te llevé a conocer algunas plazas, pasamos enfrente de ciertos bares que frecuento en dónde todos los que se encontraban en la entrada me saludaban amablemente con una seña, tú sonreías cada vez que esto pasaba

-          Eres una borracha- dijiste burlándote de mi

-          Qué? Porqué dices? – dije yo un poco ofendida

-          Cada vez que pasamos por un bar, todos te conocen – dijiste aún burlona

-          No es eso es que la ciudad es tan pequeña que…

-          Sí sí ya se – interrumpiste- era broma… casi – volviste a reir

-          Dónde haz dejado tu equipaje? Podemos ir por él y luego a mi depa

-          No te preocupes mañana iré por él, lo he dejado en el aeropuerto, no pasa nada

-          Segura?

-          Sí, tengo un casillero que me asignaron, las ventajas de ser piloto jojo –me miraste presumida – me daba flojera andarlo cargando, mañana iré por él

-          Si quieres te llevo en la moto – te ofrecí presumiendo un poco también

-          Desde cuando tienes una moto?

-          Ok, motoneta… la compre hace un año, usada pero cumple su función y yo la quiero – te miré con recelo por si planeabas burlarte de ella

-          Jaja, y cómo piensas que viajemos, tú, mi equipaje y yo en una motoneta? – dijiste burlándote de mi

-          Mejor mañana lo vemos te parece?

-          Ok… y por donde vives?

-          Ahí – señale un edificio blanco de altos que se alzaba enfrente de nosotras, estábamos a unos 30 metros de casa, yo vivía en el segundo piso de unos departamentos, pequeños pero bastante cómodos para una sola persona o una pareja sin hijos.

Llegamos al portón negro que nos daba el acceso al resto de los departamentos, mi moto junto con otras 3 motocicletas más nuevas y lujosas estaban estacionadas en la cochera, subimos las escaleras y llegamos a mi puerta “2B”. Con cierto temor abrí, tenía vergüenza de mostrarte las condiciones en las que vivía, no estaba mal para mí, era pequeño, tenía un cuarto una sala pequeña en dónde tenía mi escritorio, la cocina era diminuta pero eficiente y el baños pues… era reducido aunque la ducha era bastante amplia, amaba esa ducha me resultaba un depa muy cómodo, sin embargo algunos amigos que me habían visitado lo habían descrito como “un departamento para enanos”. Creo que te diste cuenta de mi nerviosismo pues me tomaste de la mano y me incitaste a apresurarme a abrir.

-          Gracias por dejarme quedar aquí – dijiste con voz suave, desapareciendo mi nerviosismo por completo, cuando abrí la puerta y te invité a pasar tu mirada y tu sonrisa se iluminaron de una sincera admiración. – así que ésta es tu burbuja

Solía platicarle que yo vivía en una especie de burbuja por lo pequeño del depa y lo mucho que me gustaba encerrarme a solas en él cuando quería despegarme del resto del mundo

-          Así es, quieres un tour? – te dije sarcásticamente pues desde la entrada se podía ver todo excepto mi habitación

-          Sí- dijiste sonriente mientras avanzabas hacia la sala

-          Pues… esto es todo, baño, cocina, el sillón donde aparento tener una sala y… la habitación – dije apenada pues me daba miedo entrar contigo, me parecía muy íntimo y moría de ganas por dormir a tu lado

-          Es muy bonito – dijiste – realmente habla de ti

-          Tú crees?

-          Sí, desde que entré me ha parecido que refleja tu carácter a la perfección, es sencillo y todas tus cosas están acomodadas al azar, desordenadas, pero le dan personalidad

Me sonrojé, nunca he sido muy ordenada

-          Mañana me pondré a ordenar y…

-          No no déjalo así, me gusta – dijiste mientras posabas una mano en mi hombro y luego caminaste al interior de mi habitación, tus ojos tuvieron una extraña expresión al ver que contaba con una cama matrimonial a pesar de vivir completamente sola. – Y sueles tener visitas?- dijiste, no estoy segura si pícaramente o celosamente

-          No.. no realmente, pero ha resultado ser de utilidad – te respondí sincera quizás demasiado directa intentando crearte celos

-          Muy bien – dijiste finalmente – me gusta tu depa, me gusta mucho – sonreíste

-          Gracias…, puedes usar la cama, yo dormiré en el sofá por hoy, mañana quizá podamos comprar comida pues no tengo nada, no suelo cocinar y de paso comprare un colchón de camping para poner aquí en la sala y…

-          Lo de la comida está bien pero no permitiré que gastes tu dinero comprando algo tan absurdo como eso, yo dormiré en el sofá – dijiste renuente

-          No, porfavor eres mi invitada, usa la cama, y si no quieres que gaste pues mañana pensamos en una solución

-          Que no, es tu cama! – dijiste terca y enfurruñadamente

-          Elisa… - mencioné tu nombre por primera vez desde que te vi, se sintió extraño, creo que tú también lo sentiste extraño pues callaste y me miraste nostálgica – esta bien… que opinas de dormir juntas? Sólo por esta noche así ni tu ni yo y las dos dormiremos cómodas

-          Buena idea, no se por qué no lo propusiste desde el principio, sabes que no muerdo – dijiste pícara

-          Eso es mentira y lo sabes – respondí pícara también, recordando como solías morder mis labios o mi cuello al besarme

Ambas nos sonrojamos y decidimos cambiar el tema inmediatamente, te presté algo de ropa para dormir, me puse la pijama enfrente tuyo pensando que no habría problema pues me habías visto desnuda varias veces y no suelo ser tan pudorosa.  Tu saliste apresurada de la habitación metiéndote al baño para darme privacidad y cambiarte sin que te viera

-          Que tonta eres – dije en voz baja, sonriéndome por la situación

Cuando volviste, yo ya estaba acostada y arropada

-          Ay…

-          Qué?

-          Bueno… nada – dijiste cómo incómoda

-          Queee?

-          Es que u.u yo duermo de ese lado y…- dijiste algo avergonzada… yo me cambie de lado, me daba igual – no no te muevas!

-          Ja, vamos! bien que querías eso, además a mi me da completamente igual, ya acuéstate

Te acostaste a mi lado, inevitablemente tu aroma llego a mi nariz, maldito sea el remolino de mis recuerdos, podía sentir tu respiración y tus latidos atreves del colchón, yo me puse boca arriba, no podía dormir debido a tanto café. Tú no tardaste en dormirte, debiste haber estado cansada por el viaje y no dijiste nada, aceptando salir a caminar un poco durante la noche, eres una tonta, sabes que yo haría todo por ti, cuando estoy contigo me vuelvo tu esclava, devota y vehemente a ti.  Trate de acallar mis pensamientos, otra vez el recuerdo de la lluvia, las lágrimas, yo sobre mis rodillas… patética.  Al final logre conciliar el sueño después de un par de horas de mirar mi techo, mirarte a ti, mirar mi techo, nunca creí que volvería a compartir una cama contigo, estaba feliz y no podía ocultarlo.

 

Notas finales:

mañana actualizo, espero


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).