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Tras la puesta del sol por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Siete palabras que mágicas son: Naruto pertenece a Kishimoto y no mío.

 

Semi-AU

Notas del capitulo:

Esta historia la hice como un reto a la revista yaoi SoloHumo. Espero que les guste. 

Tras la puesta del sol

Por: chibiichigo

 

Se quitó el sombrero de Kage y sintió la coronilla desagradablemente húmeda. Se palpó un par de veces la zona, para ventilarla, y se dirigió al balcón de su oficina para ver la puesta del sol.

Tenía una sensación curiosa desde hacía varios meses y, por más que intentase distraerse de ella mediante sus actividades, no lograba otra cosa que no fuese ahondar en ese pútrido sentimiento premonitorio de desesperanza. Sabía que pronto sus ojos se encontrarían de nuevo con los de su delirio, con su igual. Con Sasuke Uchiha.

No era algo que se estuviera imaginando, por el contrario, era consciente de que pasaría. Era, sencillamente, una certeza que se había acunado en su pecho y que sólo se había atrevido a echar raíz cuando, días atrás, los rumores sobre la muerte de Itachi Uchiha se habían propagado en la aldea. Todos los dedos, quizás incluso el de la deidad perversa que había urdido la vida del moreno, apuntaban a que él era el único culpable, el despiadado que, en un arrebato de venganza, había terminado con la vida de su hermano a manera de liquidar una deuda de honor. Gaara, cuando lo escuchó, sólo atinó a pensar:

—Bien por él…

Los recuerdos empezaron a hacerse palpables conforme el astro rey iba bajando, hasta que pareció un enorme globo sostenido por las dunas. Era su hora predilecta, el momento en el que lo había visto llegar varios años atrás, como una silueta fantasmagórica.

Sabaku no Gaara…musitó, al saber que era el único que estaba en aquellas dunas alejadas de Suna.

Uchiha Sasukerespondió el taheño, con el mismo tono apagado de siempre—.Eres ahora un renegado, ¿cómo osas venir al país del Viento, sabiendo que yo soy su kage?

Se miraron unos segundos que parecieron interminables. Entre ellos flotaba la amenaza rotunda de la muerte, al tiempo que la certeza de que nada ocurría apaciguaba ambos corazones. Si uno no empezaba, el otro no actuaría ni para bien ni para mal. En aquel desierto cambiante, volvieron a hundirse en los ojos del contrario: Seguían siendo iguales.

Sabes por qué he venido, Gaara.

—Lo sé, pero no obtendrás nada de mí. Ahora estamos en bandos contrarios…

—Sin embargo—la sonrisa jactanciosa de Sasuke apareció sutilmente dibujada en sus labios—, seguimos siendo iguales. Tu mirada no te deja mentir, ambos seguimos siendo esos dos desdichados que sólo pueden amar aquello en lo que se reconocen.

Gaara no cambió el gesto con esas palabras. Debía ser cauteloso, no fiarse de las palabras que ese pupilo de serpiente le murmuraba al oído. Tenía que actuar con un temple de acero para que el Uchiha no se diera cuenta de los tumbos que daba su corazón.

—He cambiado—murmuró finalmente, con toda la seguridad que poseía impresa en sus palabras.

Miró a los ojos oscuros directamente, como si quisiera hipnotizarlo y darle más contundencia a sus palabras.

—Sabes que no lo has hecho, de lo contrario no habrías accedido a este encuentro. Habrías dado alerta a todos los países para informarles de mi presencia aquí y yo ya estaría muerto por ser un detractor a mi aldea.

—Yo no te juzgo por hacer lo que hiciste. Sé que persigues otro fin, que sueñas con la venganza.

—No mientas, no me juzgas porque tú habrías hecho lo mismo— habló Sasuke, con soberbia—. Por mucho que pretendas ser como Naruto, realmente percibes el mundo igual que yo.

Gaara tragó saliva lo más suavemente que le fue posible. No era tan cínico como para negarlo, pero tampoco tan ingenuo como para aceptarlo sin más.

—Tu mundo y el mío son ahora diferentes, Sasuke, incluso si nuestras percepciones fueron iguales. Dime por qué has venido. Tu nota no decía nada interesante.

—Vine para decirte adiós— aquellas palabras le sonaron tan duras al pelirrojo, que sólo atinó a asentir.

Se quedaron ambos en silencio, con los músculos odiosamente tensionados y la mirada perdida en algún lugar de la mirada del contrario.

Ésa sería la última vez que hablaban como si fuesen iguales, como dos personas que tienen los mismos ojos de profundidad abismal y las mismas intenciones abyectas como el pecado. Era el momento final en que podían verse sin saber que alguno de los dos moriría en el encuentro. Ellos dos, tan iguales y tan distintos...

—¿Lo has decidido? — en el momento en que aquellas palabras abandonaron su garganta, el bermejo entendió lo necesitado que estaba de una negativa que nunca llegaría.

Sasuke simplemente lo miró, con sorpresa:

—Lo tengo decidido desde siempre. El método es lo único que cambió. Orochimaru me ofrece más que Konoha.

—Entonces está bien— se encogió de hombros.

Gaara quería que no le importara, pero algo dentro de su estómago formaba un hoyo negro. Por motivos desconocidos, que parecían verdaderamente lógicos dentro de su cabeza, no quería que ese idiota prepotente se fuese a ningún lado. Era la única persona con quien había sentido cierta afinidad oscura y deleznable, a quien veía como un igual. Sasuke Uchiha lo apasionaba en un nivel que nadie más, le generaba desprecio, aversión y simpatía en la misma magnitud malsana. Lo hacía sentirse vivo.

 

Vio partir al moreno como una sombra en la noche, en total silencio y ecuanimidad. Nunca había existido algo que los ligara más que la partida, que los ojos cargados de rencor y dolor compartido. Pero ésa sería la última vez que se verían sin luchar. La próxima vez ya no habría espacio para las palabras o la coexistencia pacífica. Sólo quedaría la destrucción.

 

Volvió en sí mismo cuando el sol se perdió de vista, dando paso a las gélidas noches del desierto. Metió sus manos al bolsillo de su uniforme y arrugó fuertemente los dos papeles que encontró, antes de sacarlos.

Miró el primero, con la impresión odiosa de una caligrafía tan perfecta que volvía poco humano a quien la había trazado. Por la mañana habría de partir para reunirse con los kages de los otros países y hablar de Akatsuki… ¡Qué estupor tan pasmoso! Del único que le importaba saber, había muerto en un paraje desolado, teniendo  como único testigo a la persona que no se podía sacar de la cabeza desde el mismo momento en que se hundió en la piscina de pecados de sus orbes. Nada de valor podría obtener de ahí. Salvo lo que había estado buscando desde hace mucho, y que presentía que encararía ahí de nuevo.

El segundo papel, de aspecto más bien descuidado, con tantos dobleces que parecían ya arrugas desordenadas, fue abierto casi como si fuese un ritual. Su contenido no era sorpresa, pero sí un amargo recordatorio de que, pasara lo que pasase, ya había firmado un pacto tácito:

Desierto. Puesta de sol. U.S.

Sí, sabía bien que aquella noche, en aquella despedida queda, los dos habían expresado una verdad muda.

—Sasuke—musitó— algún día, cuando la muerte llegue, tendrá tus ojos. Te veré a ti por última vez, o yo seré tu último atisbo de vida.

Los dos tan iguales, tan diferentes, siguiendo fielmente un destino que no conocían pero que sabían escrito ya. Que ellos mismos habían remarcado con sus miradas.

 Tras la puesta del sol

Por: chibiichigo

 

Se quitó el sombrero de Kage y sintió la coronilla desagradablemente húmeda. Se palpó un par de veces la zona, para ventilarla, y se dirigió al balcón de su oficina para ver la puesta del sol.

Tenía una sensación curiosa desde hacía varios meses y, por más que intentase distraerse de ella mediante sus actividades, no lograba otra cosa que no fuese ahondar en ese pútrido sentimiento premonitorio de desesperanza. Sabía que pronto sus ojos se encontrarían de nuevo con los de su delirio, con su igual. Con Sasuke Uchiha.

No era algo que se estuviera imaginando, por el contrario, era consciente de que pasaría. Era, sencillamente, una certeza que se había acunado en su pecho y que sólo se había atrevido a echar raíz cuando, días atrás, los rumores sobre la muerte de Itachi Uchiha se habían propagado en la aldea. Todos los dedos, quizás incluso el de la deidad perversa que había urdido la vida del moreno, apuntaban a que él era el único culpable, el despiadado que, en un arrebato de venganza, había terminado con la vida de su hermano a manera de liquidar una deuda de honor. Gaara, cuando lo escuchó, sólo atinó a pensar:

—Bien por él…

Los recuerdos empezaron a hacerse palpables conforme el astro rey iba bajando, hasta que pareció un enorme globo sostenido por las dunas. Era su hora predilecta, el momento en el que lo había visto llegar varios años atrás, como una silueta fantasmagórica.

Sabaku no Gaara…musitó, al saber que era el único que estaba en aquellas dunas alejadas de Suna.

Uchiha Sasukerespondió el taheño, con el mismo tono apagado de siempre—.Eres ahora un renegado, ¿cómo osas venir al país del Viento, sabiendo que yo soy su kage?

Se miraron unos segundos que parecieron interminables. Entre ellos flotaba la amenaza rotunda de la muerte, al tiempo que la certeza de que nada ocurría apaciguaba ambos corazones. Si uno no empezaba, el otro no actuaría ni para bien ni para mal. En aquel desierto cambiante, volvieron a hundirse en los ojos del contrario: Seguían siendo iguales.

Sabes por qué he venido, Gaara.

—Lo sé, pero no obtendrás nada de mí. Ahora estamos en bandos contrarios…

—Sin embargo—la sonrisa jactanciosa de Sasuke apareció sutilmente dibujada en sus labios—, seguimos siendo iguales. Tu mirada no te deja mentir, ambos seguimos siendo esos dos desdichados que sólo pueden amar aquello en lo que se reconocen.

Gaara no cambió el gesto con esas palabras. Debía ser cauteloso, no fiarse de las palabras que ese pupilo de serpiente le murmuraba al oído. Tenía que actuar con un temple de acero para que el Uchiha no se diera cuenta de los tumbos que daba su corazón.

—He cambiado—murmuró finalmente, con toda la seguridad que poseía impresa en sus palabras.

Miró a los ojos oscuros directamente, como si quisiera hipnotizarlo y darle más contundencia a sus palabras.

—Sabes que no lo has hecho, de lo contrario no habrías accedido a este encuentro. Habrías dado alerta a todos los países para informarles de mi presencia aquí y yo ya estaría muerto por ser un detractor a mi aldea.

—Yo no te juzgo por hacer lo que hiciste. Sé que persigues otro fin, que sueñas con la venganza.

—No mientas, no me juzgas porque tú habrías hecho lo mismo— habló Sasuke, con soberbia—. Por mucho que pretendas ser como Naruto, realmente percibes el mundo igual que yo.

Gaara tragó saliva lo más suavemente que le fue posible. No era tan cínico como para negarlo, pero tampoco tan ingenuo como para aceptarlo sin más.

—Tu mundo y el mío son ahora diferentes, Sasuke, incluso si nuestras percepciones fueron iguales. Dime por qué has venido. Tu nota no decía nada interesante.

—Vine para decirte adiós— aquellas palabras le sonaron tan duras al pelirrojo, que sólo atinó a asentir.

Se quedaron ambos en silencio, con los músculos odiosamente tensionados y la mirada perdida en algún lugar de la mirada del contrario.

Ésa sería la última vez que hablaban como si fuesen iguales, como dos personas que tienen los mismos ojos de profundidad abismal y las mismas intenciones abyectas como el pecado. Era el momento final en que podían verse sin saber que alguno de los dos moriría en el encuentro. Ellos dos, tan iguales y tan distintos...

—¿Lo has decidido? — en el momento en que aquellas palabras abandonaron su garganta, el bermejo entendió lo necesitado que estaba de una negativa que nunca llegaría.

Sasuke simplemente lo miró, con sorpresa:

—Lo tengo decidido desde siempre. El método es lo único que cambió. Orochimaru me ofrece más que Konoha.

—Entonces está bien— se encogió de hombros.

Gaara quería que no le importara, pero algo dentro de su estómago formaba un hoyo negro. Por motivos desconocidos, que parecían verdaderamente lógicos dentro de su cabeza, no quería que ese idiota prepotente se fuese a ningún lado. Era la única persona con quien había sentido cierta afinidad oscura y deleznable, a quien veía como un igual. Sasuke Uchiha lo apasionaba en un nivel que nadie más, le generaba desprecio, aversión y simpatía en la misma magnitud malsana. Lo hacía sentirse vivo.

 

Vio partir al moreno como una sombra en la noche, en total silencio y ecuanimidad. Nunca había existido algo que los ligara más que la partida, que los ojos cargados de rencor y dolor compartido. Pero ésa sería la última vez que se verían sin luchar. La próxima vez ya no habría espacio para las palabras o la coexistencia pacífica. Sólo quedaría la destrucción.

 

Volvió en sí mismo cuando el sol se perdió de vista, dando paso a las gélidas noches del desierto. Metió sus manos al bolsillo de su uniforme y arrugó fuertemente los dos papeles que encontró, antes de sacarlos.

Miró el primero, con la impresión odiosa de una caligrafía tan perfecta que volvía poco humano a quien la había trazado. Por la mañana habría de partir para reunirse con los kages de los otros países y hablar de Akatsuki… ¡Qué estupor tan pasmoso! Del único que le importaba saber, había muerto en un paraje desolado, teniendo  como único testigo a la persona que no se podía sacar de la cabeza desde el mismo momento en que se hundió en la piscina de pecados de sus orbes. Nada de valor podría obtener de ahí. Salvo lo que había estado buscando desde hace mucho, y que presentía que encararía ahí de nuevo.

El segundo papel, de aspecto más bien descuidado, con tantos dobleces que parecían ya arrugas desordenadas, fue abierto casi como si fuese un ritual. Su contenido no era sorpresa, pero sí un amargo recordatorio de que, pasara lo que pasase, ya había firmado un pacto tácito:

Desierto. Puesta de sol. U.S.

Sí, sabía bien que aquella noche, en aquella despedida queda, los dos habían expresado una verdad muda.

—Sasuke—musitó— algún día, cuando la muerte llegue, tendrá tus ojos. Te veré a ti por última vez, o yo seré tu último atisbo de vida.

Los dos tan iguales, tan diferentes, siguiendo fielmente un destino que no conocían pero que sabían escrito ya. Que ellos mismos habían remarcado con sus miradas.

Notas finales:

Y "tan tan" espero que les haya gustado. Por favor, háganme saber sus opiniones y no dejen de pasar por 

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