Cap 1: "Prologo...El diario deTsunade"
Imposible. Simplemente imposible. ¿Cómo podía ser aquello verdad?
Shizune, la mano derecha de la quinta Hokage Tsunade, se encontraba realizando uno de sus tantos quehaceres: limpiar (el desastre) la oficina de su maestra. ¿Por qué? Quien sabe, a veces ella misma se hacía esa pregunta cada vez que recogía las interminables botellas del preciado sake de la Godaime.
- No me pagan por esto – Murmuró. Sus ojos negros recorrieron cada centímetro del despacho ya limpio. Sonrió triunfante; nadie la podría superar en su trabajo de… ¿mucama? Diablos, su maestra, uno de los tres sannin legendarios no podía cuidarse por sí sola. Sin ella limpiando sus desastres… no quería pensar demasiado.
Suspiró derrotada, aunque la explotaran, sabía que jamás dejaría a Tsunade-sama, porque ella era como una madre, una amiga y una gran persona a la que quería por sobre todo.
- Bien, ya no hay nada… - Se detuvo; parpadeó, limpió sus ojos para comprobar si necesita lentes, pero no. Debajo de una maceta se hallaba un cuaderno. - ¿Por qué estará allí?
¡¿Qué diablos hacía un cuaderno debajo de una maceta?! Ella no había tomado. No, por supuesto que no, ¡ella era una persona sobria, en sus cinco sentidos!
Tomó aire. Con tímida curiosidad levantó la maceta que tenía una pobre flor que la “responsable” Hokague regaba a diario (Nótese el sarcasmo). Observó el cuaderno, sus tapas era de un color negro con lunares blancos.
¡Un cuaderno de matemáticas! No, no… no podía ser eso, porque de ser así… Naruto tendría un doctorado de astrofísica y eso, lógicamente, era imposible.
Se sentó cerca de la ventana; perpleja lee en voz alta:
Mi querido Diario.
“¿Diario? ¿Acaso Tsunade-sama se lo habrá robado a alguien…?”
La joven mujer sacudió su cabeza, produciendo que sus cortos cabellos danzaran.
- “Debe ser de ella. Seguro que al emborracharse olvidó guardarlo – Shizune no podía despegar su mirada de aquél objeto. – Tsunade es un “poco” grande para que tenga uno… ¿haría mal si lo hojeo?”
Temblorosa, abre la tapa. El sudor comienza a recorrerle la cara, siente su corazón desbocarse. Es sólo una mirada, pensó para tranquilizarse.
“Oh, por favor, ¿Qué secretos tendría la Hokage?...”
“Más deudas…” le contestó una vocecita en su cabeza.
* * *
Querido Panda:
(¿Panda? Mejor ignoraré la razón…)
No entiendo, no puedo entenderlo. Tú eres mi único amigo, ¿cierto? Eres mi equipo… ya que esos…
¡Odio al pervertido de Jiraiya y a la cobra de Orochimaru! Esos malditos bastardos… ¡no me tienen en cuenta! Yo no existo para ellos… T-T
Soy una hermosa chica, una perfecta adolescente con cuerpo de infarto
(En aquel entonces, Tsunade-sama ¬¬U)
Que cualquier chico atraería y querría tocar, lo enloquecería… ¡Pero ellos apenas notan que soy una chica! Es como si…
NO EXISTIERAN LAS MUJERES Ò.Ó Es decir, Jiraiya está loco por ellas, pero no… ¿cómo te explico? No le “interesan” para “hacer-lo-que-tu-y-yo-ya-sabemos”.
¡Lo descubría de la peor forma! Aunque… bueno, en realidad te mentiría si te dijera que no lo sospechaba; mi intuición femenina nunca falla U.U
(… ajá)
Hace una semana atrás, fui al bosque a entrenar. El día era horrible, estaba nublado y parecía que iba a llover. Aún así, no me importó. Me interné más. No quería toparme con nadie; necesitaba estar sola y poder “aclarar” mis dudas.
Encontré un lugar apartado de la civilización, ¡nadie podría escucharme ni hacer ruido! Perfecta tranquilidad… hasta que…
- ¡Detente, idiota! – Oí una voz fría y enojada. “No, no…”, pensé, “nadie tendría que estar aquí…”
Me resigné. Pero escuche una risa. Sí, era el desgraciado de Jiraiya. Fue entonces que reaccioné: ¡¿Por qué cuernos estarían esos dos juntos, en medio de la nada?!
Decidí esconderme; mi curiosidad me impulsó a seguir allí, aunque más tarde, comprendería en carne propia el dicho: “La curiosidad mató al gato”:
- Vamos, viborita – Jiraiya estaba arrinconando a Orochimaru. – Sabes que ya cumplimos dos años juntos…
- ¿Y? – Su expresión era de enojo total. – ¡Ve a satisfacerte con tus revistas pornográficas!
- ¿Celoso, amor? – Una arrogante sonrisa se curvó.
- No me obligues a matarte – Amenazó sacando un kunai y apuntando a la garganta del otro.
- Jajaja… - Fácilmente le sacó el arma y lo besó.
El frío y distante muchacho, abrazó al tarado de Jiraiya. Mis dos compañeros hombres estaban… estaban… ¡besándose con pasión, Dios Santo! No lo podía creer, pero lo siguiente fue lo peor, Pandita-kun…
(… ¿Q-qué?...)
El peli plateado tomó a Orochimaru por lo cabellos obligándole a exponer su cuello. Lo mordió con hambre, como si fuera el Conde Drácula. El otro se dejó hacer. Dejó mordidas que, evidentemente, se harían moradas.
- Maldito… - Gruñó el “herido”.
- Puedo serlo aún más, cariño… - Sonrió macabramente. Jamás lo había visto así. Lo que me sorprendió más es que, no notaron mi presencia… ¿Tan poco valgo?
Al momento en que mi frágil autoestima se destruía, mi querido compañero pervertido rompía las ropas de Cobrita y lo empujaba sin piedad al césped.
Parecía Tarzán; creo que el otro pensó lo mismo porque exclamó sin pudor alguno:
- ¡Te ves delicioso, todo un salvaje! – Rió. No conocía esta faceta de ninguno de los dos. ¡¿Desde cuándo Jiraiya era un agresivo sexual y Orochimaru era más sumiso que la planta de mi jardín?!
Estaba tan nerviosa que mis manos sudaban a mares; mis piernas temblaban como un par de hilos de tejer de mi vecina y por si fuera poco, ¡No me sentía tan mal como quería estarlo! Mi respiración casi se corta al escuchar un gemido del “yo-no-siento-emociones-porque-soy-un-glaciar”.
- ¡Te odio!
- No es bueno decir mentiras, Ori-chan.
Tenía que admitirlo, el imbécil del domador de sapos era más alto y corpulento que mi otro compañero. Un momento, ¿Ori-chan? Jajaja, que patético apodo; mi carcajada casi sale, he de admitir.
- Aaah, ah, aaah…
- Vamos, cariño, sólo te estoy chupando tus lindas y rosaditas tetillas… - Con su banda ninja ató las manos del menor. – No quiero que me mates luego por esto.
Comenzó a morder su pezón izquierdo mientras que con la otra –atrevida- mano masturbaba el miembro de su acompañante.
-mmaaa…mm…más..onegai…jiraiyaaahhnn…-la dócil serpiente se vino en la mano de “sapito”.
Lo que ocurrió a continuación me dejo traumada querido Pandy, ellos…
* * *
- No, no, no y ¡NO! – Negaba la joven mujer. – Ellos se odian… ellos… ¡son hombres! - Su cara estaba sonrojada y sus ojos abiertos de par en par.
Se negaba a creer lo que había leído. Miró de nuevo el cuaderno, que yacía tirado en el piso, y se preguntó: “¿Sería malo seguir leyéndolo…?”
¡¿Acaso vivir con Tsunade-sama la había afectado a tal punto de querer seguir leyendo un diario que no le pertenecía y saber los secretos de los demás?!
… Sí.
Con todo el peso de su conciencia, escondió el cuaderno en sus ropas y se marchó a su habitación. Allí, definitivamente, tendría paz y tranquilidad para pesar en lo ocurrido.
Extrañamente, hacer algo delictivo por primera vez en su vida, no le resultó desagradable.