Había comprado soju y cerveza como para embriagar a un regimiento. No estaba acostumbrado a hacer ese tipo de cosas, pero había oído de uno de sus sumbaes de SuJu que beber era la mejor manera de olvidar… y eso era precisamente lo que él quería en ese momento, olvidarse de todo, borrar su mente aunque fuera sólo por un instante para dejar de pensar en aquello que lo estaba atormentando y que no valía la pena “¿Realmente no la vale?” le preguntó su mente. Pero no tenía ganas de pensar y quería dejar de escuchar a su corazón gritando una respuesta que no quería oír. Todos estaban fuera pues era su día libre, así que tendría el departamento sólo para él hasta altas horas de la madrugada. Apiló las botellas sobre la mesa, las ordenó por tamaño, por tipo, por color… las miró detenidamente durante un tiempo indefinido pero no se animaba a hacer algo de lo que estaba totalmente convencido cuando las compró. Miró el reloj y se dio cuenta de que ya había perdido una valiosa hora de borrachera, así que decidiéndose al fin, se levantó a buscar un vaso(tomar de la misma botella le parecía impensable) y se sirvió primero uno de cerveza. Miró unos segundos como la espuma bajaba antes de decidirse a tomarla… no era tan malo como parecía… terminó el vaso y volvió a llenarlo… El amargo líquido pasando por su boca y su garganta se volvía algo reconfortante.
- ¿Qué estás haciendo Kibum?
La exaltada e inconfundible voz de el líder se hizo presente en la habitación. Como no había sentido abrir la puerta deseó fuertemente que fueran los primeros efectos del alcohol que le jugaban una mala pasada, pero la sorprendida cara del recién llegado se posó a unos centímetros de la suya, mirándole de manera incriminatoria.
- ¿La madre alcoholizándose cuando los demás no están? ¡Qué ejemplo planeas darle a nuestros hijos yeobo! – dijo medio divertido.
- No puedo evitarlo – sonrío levemente. Su tono demostraba que no quería dar más explicaciones.
- ¿Y vas a beberte todo esto solo?
- ¿Quieres hacerme compañía?
- No debería…
- Vamos yeobo – dijo con aquel seductor tono resaltado, ahora si, por los esperados primeros efectos del alcohol- Acompáñame… sólo un momento…
Onew río ante tal escena, pero comprendió la necesidad que su amigo tenía de desahogarse escondida detrás de esas palabras teñidas de broma y fue a buscar otro vaso antes de sentarse a su lado. Inmediatamente el vaso estaba generosamente lleno.
- Brindemos por la crueldad de la vida – le dijo vaciando su vaso de un trago y apresurándose a llenarlo de nuevo- Hyung apresúralo – le dijo mientras movía cómicamente los brazos para intensificar sus palabras.
“La crueldad de la vida”… no sabía bien porque pero sentía que esas palabras eran tan ciertas… a veces la vida podría ser bastante cruel y la persona al frente suyo era un ejemplo viviente de eso. No se dio cuenta cuando ya había terminado más de tres vasos y la cifra iba aumentando apresuradamente. El alcohol al que no estaba acostumbrado lo hacía sentirse mareado. A su lado, el otro se seguía quejando de la vida, del alcohol, de Jjong, de los sueños, incluso de Minho… pero no era capaz de entenderle claramente. No sabía si era porque estaba lo suficientemente borracho como para modular correctamente o él lo suficientemente mareado como para procesar las palabras que entraban a sus oídos… Quizá eran ambas, quizá ninguna; quizá era que su mente estaba ahora lejos de ahí, pensando en cosas que sobrio trataba de evitar.
- Aún no entiendo Jin Ki.- sshi – dijo sacándolo de su ensimismamiento- … Si soy tan perfecto… guapo… inteligente… talentoso… irresistible – las palabras salían arrastradas por efecto del alcohol – No puedo tener a mi lado a la persona que quiero…
Lágrimas silenciosas comenzaron a caer de sus pequeños ojos, pero en vez de secarlas, vio como volvía a llenarse el vaso vaciando lo que quedaba de la tercera botella de soju. Estaban bebiendo demasiado y temía que el refinado Key se pusiera a vomitar en cualquier momento; él mismo tenía miedo de pararse pues no se sentía capaz de mantener el equilibrio y apenas era capaz de pensar algo coherente. Aún así, en ningún momento pasó por su cabeza rechazar cuando le rellenaban el vaso por enésima vez.
- Pues… sino puedes tenerlo tal vez sea porque no eres tan irresistible como crees- soltó de repente y sin pensarlo demasiado.
Los ojos y la boca del joven se abrieron en una graciosa mueca de asombro, pero luego se curvaron en una maliciosa y seductora sonrisa.
- Yeeeooobooo – dijo arrastrando las vocales de una manera casi irresistible para cualquiera- ¿De verdad crees que alguien puede resistirse a mis encantos?
- Tienen un ejemplo aquí mismo, sentado frente a ti – respondió con un tono indescifrable seguido de una pequeña risa.
- ¿Seguro? – replicó sonriendo tontamente mientras acercaba su rostro al cuello del líder y soplaba sobre su oído.
- Ssss… si – titubeó mientras el otro posaba juguetonamente los labios en el lóbulo de su oreja derecha, depositando suaves y juguetones besos que dieron paso a una lengua traviesa que comenzó a trazar un camino por los alrededores y finalmente a unos delicados dientes que mordieron juguetonamente el lóbulo.
Fue en ese momento cuando las mentes de ambos se borraron por completo. Onew tomó firmemente la cara del que trataba de seducirlo entre sus manos hasta dejar sus rostros a la misma altura y comenzó a acercarlo lentamente sin sentir ningún tipo de resistencia. Se besaron. Primero juntaron sus labios, luego exploraron sus bocas hasta que la lengua del donsaeng comenzó a abrirse paso entre los apretados dientes de su inexperimentado hyung, quien luego de dudar unos instantes la recibió y se dio el lujo de hacer lo mismo, casi agresivamente. Estuvieron a punto de caer cuando Kibum mordió el labio inferior del mayor, haciéndolo dar un respingo, lo que hizo que se separaran para luego comenzar a reír estrepitosamente como dos niños sin cargo de consciencia, descubiertos mientras jugaban con las pertenencias de sus padres.
- ¿Ves que soy irresistible? – dijo mientras llenaba ambos vasos nuevamente, vaciando la mitad del contenido fuera.
- Pues a mi me parece que Kibum- sshi fue el que no pudo resistirse a mis encantos…
Ambos se miraron a los ojos unos instantes y rompieron a reír nuevamente, incluso más fuerte que la vez anterior. Ahora sus voces demostraban claramente los efectos del alcohol, pero ellos volvían a vaciar rápidamente sus vasos como si no les importara nada más. Dubu, alegando que el otro estaba demasiado borracho para sostener la botella, insistió en rellenarlos no sin desperdiciar también una generosa cantidad sobre la mesa.
- Jin Ki-Ah … creo que estás más borracho que yoo…
- Que va Kibum- ah… Nadie puede estar más borracho que tu…
Siguieron bebiendo en silencio, volviendo a sumirse cada uno en sus propios pensamientos. Fue en ese instante cuando en la mente de Onew se apareció la sonriente cara del maknae, que segundos después mostraba una expresión de reproche que se fijó en su pensamiento, sin ser capaz de ver nada más. “¿Por qué se le venía una imagen como esa en ese preciso instante? Se mordió el labio pensativo, sin siquiera percatarse de que el otro repartía lo que quedaba de la última botella entre ambos y se levantaba tambaleante a dejar las botellas vacías en un lugar que los otros no pudieran encontrar fácilmente, su cabeza no le respondía correctamente.
Sentía como el mundo le daba vueltas cuando intentó ponerse de pie, pero aún así algo le decía que esa infernal cantidad de botellas sobre la mesa no le acarrearían nada bueno si las dejaba simplemente a la vista cuando los demás llegaran. Apoyándose, primero en la mesa y luego en la pared, sintió como si el camino que debía recorrer fuera una travesía digna de una medalla olímpica. Apoyado a mitad del camino de vuelta observó como el líder se mordía sensualmente el labio inferior… Nunca había notado lo sexy que podía ser su hyung… “Espera Key, ¿dijiste sexy?” pensó “El alcohol debe estar nublando tus sentidos”. Volvió como pudo a su asiento tratando de no caerse y golpeó al otro en el brazo para sacarlo de su ensimismamiento.
- Hagamos un último brindis por el sufrimiento- dijo mientras chocaban sus vasos con más fuerza de la necesaria y bebían todo el contenido de un trago.
Recorrer el corredor que los separaba del dormitorio se convirtió en toda una odisea. El fan del pollo trastabilló varias veces volviendo a caer sentado antes de conseguir el equilibrio necesario para sostenerse de pie, produciendo en ambos un ataque de risa incontenible que volvía cada vez que se miraban por más de dos segundos.
Con el centro de equilibrio perdido en algún lugar lejano, procedieron a apoyarse el uno en el otro para llegar “sanos y salvos” a su destino, pero no fue tan efectivo como deseaban pues iban chocando contra la pared de un lado a otro, estando a punto de estrellarse contra el suelo en más de una ocasión. Al final habían terminado bebiendo cantidades similares y estaban en pésimas condiciones, pero sonreían como no lo habían hecho en muchísimo tiempo.
Cuando por fin alcanzaron el dormitorio cayeron pesadamente sobre la cama del mayor que era la más cercana a la puerta, Key quedó sobre el líder mirándole fijamente, pero esta vez ninguno de los dos se reía. Casi al mismo tiempo ambos tomaron la misma decisión: El que estaba encima comenzó a acercar su rostro hacia el otro al tiempo que sentía como unas manos firmes le aprisionaban por la cintura y lo acercaban al cuerpo que estaba evitando rozar. Comenzaron a besarse nuevamente, un beso impregnado del sabor del alcohol que dominaba sus alientos, de la rabia y la pasión que dominaban sus corazones, casi dejándolos sin aliento … un beso tan largo, húmedo y sin sentido que ambos creían necesitar aunque ninguno viera la cara del otro en el receptor de sus pasiones. Luego de 15 minutos sólo besándose, las manos del donsaeng se colaron por debajo de la polera del mayor, quien respondió bajando las suyas hasta las bien formadas nalgas de su compañero. Ambos sintieron una sensación punzante su entrepierna y sin pensar claramente en lo que estaban a punto de hacer, mientras sus lenguas y sus cuerpos se acariciaban y sus miembros semi erectos se tocaban por encima de la ropa vaciándoles de todo pensamiento coherente, aceptaron seguir en ese peligroso juego refugiados sólo por la oscuridad… Pero la borrachera, para bien o para mal, pudo más que el deseo y al poco tiempo ambos dormían placidamente como dos hermanos que tenían miedo de estar solos con la luz apagada.