-¡YIA LLEGÓ POR QUIEN LLORABAN!-dijo Ziro atravesando el umbral de la puerta. Estaba todo despeinado, marcas rojas en el cuello y hombro derecho, el que estaba al descubierto.
-ven Ziro, te ayudo a subir-dijo Gabriel el que había despertado por los gritos del peliplata
-¡n-no!, yo puedo solo-dijo subiendo tambaleante
Cuando llegó al segundo piso caminó lo más erguido y recto que pudo en dirección a su habitación, siendo seguido por Gabriel y se tiró a su cama de espaldas
-ven acá-palmeando a su lado
-estoy bien aquí amo, gracias-
-ven amorcito-repitiendo su gesto
El humano bajó el rostro para que no viera la cara de desánimo que tenía y luego lo volvió a subir sonriendo en dirección al Shironeko. El castaño se recostó al lado de Ziro y este le abrazó, pero el gesto sólo duró hasta que Ziro se durmió, Gabriel sonrió ante tal gesto, le acarició el cabello con ternura, le besó la mejilla y salió de la habitación, lo único que quería era dormir.
Al otro día Gabriel se levantó temprano como siempre y se encontró con Mao a punto de salir.
-¿vas a trabajar Mao?-pregunto Gabriel antes de que saliera
-algo así- respondió antes de salir
-algo así-murmuró Gabriel, se encogió de hombros y recordó que se debía encargar del desayuno y corrió a hacerlo. Sabía que Ziro iba a estar con estragos por haberse ido de copas, así que le hizo una sopa y se la subió a su habitación, pero no sin antes dejarle en su cuarto a Demian un desayuno saludable y un suave beso en los labios.
Demian se levantó y vio sobre el escritorio un plato que tenía una nota que decía:
"Fué lindo lo de anoche, ahí tienes un plato especial"
Gabriel.
El kemono sonrió y se fue a la cocina, la habitación del chico y por último buscó en la habitación de Ziro, donde le encontró dándole una sopa al peliplata tierna y pacientemente. Le dio muchos celos ver eso, pero debía disimularlo, Ziro no debía enterarse de lo suyo con Gabriel así que decidió sonreír fingidamente.
-¿estás enfermo Ziro?-
-sólo tengo dolor de cabeza, pero Gabriel me está consintiendo-sonrió satisfecho
-jóvenes Aldran, la princesa los llama-dijo el mensajero murciélago
-toma Gabriel, volvemos pronto-dijo Ziro pasándole el collar con su alma
-o eso esperamos, recuerda Ziro que no te debes entretener mucho con la princesa mira que se tienen que marchar luego-dijo Demian
-tienes razón, volveremos en unas horas-saliendo de la habitación.
Gabriel se fue a su habitación y se recostó mirando al techo, pensando en que podría hacer para no aburrirse. De pronto se le vino a la mente el libro que estaba leyendo y la leyenda del Jigoku.
-¿dónde deje el libro?... ¡está en mi bolso!...pero está en casa-suspiró pesadamente
-"¡deben de haber más libros con ese tema!"-pensó emocionado y corrió a la biblioteca
Del montón de libros que encontró con leyendas sólo uno contenía la que él quería, la del Jigoku. Tomó el libro y comenzó a leer mientras caminaba por la habitación
"Desde el comienzo de los tiempos existían fuerzas que protegían a los kemonos y humanos manteniendo el equilibrio y la paz entre ellos". Se sentó en la cama y sintió un leve dolor en la espalda, pero lo ignoró
"Pero esa paz se acabó cuando un humano mató accidentalmente a su kemono dueño, por esa acción los defensores de ambas razas se enfrentaron en una dura batalla", comenzó a sentir un hormigueo en sus extremidades "Los Tenkoku, protectores de los kemonos, atacaron a los humanos que estaban en Yalabuh, por esa razón los Jigoku, protectores de los humanos, se dirigieron a Yalabuh para enfrentarlos". Comenzó a sentir calor, miró hacia afuera por la ventana y vio que estaba nublado, eso le extrañó. El calor no se iba y comenzaba a sentir nuevamente un dolor en su espalda, pero esta vez no podía ignorarlo, le dolía demasiado. El calor que sentía se le concentró en las piernas y brazos, se tiró en su cama, le costaba trabajo respirar....segundos después todos los síntomas se fueron en un instante. Gabriel se asustó por lo que hacía unos segundos le había pasado, así que se fue a la sala a esperar a Ziro para decirle lo que le había sucedido. Antes de que el Shironeko llegara, Gabriel se quedó dormido.
Despertó al sentir unas frías manos acariciar su torso, se sobresaltó y abrió los ojos encontrándose con Ziro.
-¡ZIRO!-gritó abrazándolo fuertemente
-¿qué te pasó?-pregunto extrañado
-es que...estaba arriba y sentí calor...mucho calor, no podía respirar bien y-fue silenciado por el dedo de Ziro que fue puesto en su boca
-si querías que te tomara sólo tenías que decírmelo-acariciando su cintura y apegándolo a su cuerpo
-¡no, tú no entiendes!-intentando zafarse
-si te entiendo, por eso estoy ayudándote-besando su cuello
-¡NO ME TOQUES!-gritó sacándoselo de encima de un empujón el que lo hizo chocar fuertemente contra la pared haciendo que esta se trizara un poco; dejando a Ziro inconsciente
-l-lo siento-dijo levantándose del sofá y saliendo de la casa apresurándose antes de que Ziro se despertara.
El camino al palacio se le hizo corto sentía un gran poder en sus piernas, lo que se reflejó en lo rápido que llegó. Llegó al castillo y saltó una de las paredes y se fue hasta el dormitorio de la princesa.
-Fefi... ¿estás aquí?-dijo susurrando hacia adentro de la habitación
-no, estoy acá-dijo apoyada en un árbol detrás de Gabriel
-Elizabeth...tengo miedo-abrazándola
-auch, auch Gabriel, no me abraces tan fuerte-dijo Elizabeth con su último aire
-lo siento....de eso te quería hablar. Hoy tengo...hoy tengo más fuerza de lo común...tengo miedo-mirándola con ojos suplicantes y aterrorizados
-¿hoy?-extrañada
-yo normalmente tengo la fuerza promedio para los de mi contextura pero hoy... ¡mira!-tomando una parte del árbol y apretándola hasta hacerlo astillas
-¡Gabriel!, ¡¿cómo hiciste eso?!-extrañada
-no lo sé, hoy Ziro me quiso tomar y lo empujé demasiado fuerte, no quiero seguir haciéndole daño a nadie más-sollozando
-lo sé, lo sé, calma-acariciando su cabello reconfortantemente
-no quiero ver a Demian si estoy así-dijo entre sollozos
-está bien que no le quieras hacer daño, pero por lo menos deberías avisarle que no llegarás hoy-sonriente
-¡ayúdame!-dijo sollozando más audiblemente abrazándola pero esta vez con una fuerza normal
-Gabriel intenta hacerlo de nuevo-señalando la marca del árbol
-para que si volverá a romperse-calmándose
-hazlo-acariciándole el cabello con cariño
Intentó hacerlo algunas veces pero no lo logró, el árbol seguía intacto
-¡volvió mi fuerza normal!-sonrió alegre
-qué bueno... ¿vas a ver cómo quedó Ziro o nos vamos a mi casa de la Tierra?...ya van a ser las diez en la Allá-preguntó comprensiva
-prefiero ir a tu casa, tengo un mal presentimiento-
-bueno entonces mañana en la mañana vas a buscar tus cosas a la casa y nos vamos juntos a la escuela-sonrió
-¿tus padres no te pondrán problemas porque me quede?-
-no, ellos están en Inglaterra, tuvieron que ir por trabajo...por eso no te preocupes -sonrió alegre
-está bien vamos-.
Mientras que en la mansión Aldran iba entrando un felino negro que estaba feliz y contento, había encontrado un trabajo que le permitiría ver a Gabriel cuando quisiera. Pero esa alegría se esfumó al ver el cuerpo de su hermano tirado en el suelo y la marca en la pared.
-Ziro, Ziro, ¿qué pasó?-moviendo el cuerpo del Shironeko para que despertara
-auch...me duele todo, ¿de dónde sacó tanta fuerza?-restregándose el rostro con ambas manos
-¿quién?-
-Gabriel-
-¿Gabriel?, no te creo...él no tiene la fuerza para hacerte eso, un humano no puede tener tanta fuerza-incrédulo
-créelo, él lo hizo, ¿de dónde sacó la fuerza?, no tengo idea...sólo recuerdo que lo oí decir ¡no me toques! y me empujó-dijo serio
-mmm...esto es extraño-subiendo las escaleras
-¡es verdad lo que te digo!-gritó el kemono blanco antes de que Demian se encerrara en su habitación
-¿qué pasará con Gabriel?, ¿en verdad habrá hecho algo así?-se tiró en la cama analizando la información y se durmió
MIENTRAS QUE EN LA TIERRA
-puedes dormir aquí-señalándole una habitación
-perdón por las molestias-dijo entrando en la habitación
-¿Qué era lo que hacías antes de que llegara Ziro?-
-estaba investigando sobre el Jigoku-
-¿los Jigoku?, ¿por qué?-curiosa
-lo vi en un libro de leyendas de Yalabuh y me llamó la atención –
-yo también investigué sobre eso… ¿quieres oír la historia?-Gabriel asintió.
“Desde el comienzo de los tiempos existían dos fuerzas que protegían a kemonos y humanos manteniendo el equilibrio y la paz. Pero un día esa paz se rompió cuando un humano mato accidentalmente a su kemono dueño, desatando la furia de los Tenkoku, protectores de los kemonos, los cuales comenzaron a matar a los humanos en Yalabuh, para luego ir a acabar con la raza en la tierra. Los Jigoku, protectores de los humanos se dirigieron a Yalabuh para detenerlos y se enfrentaron en una feroz batalla que duró cien años de Yalabuh. Al final quedaron sólo dos grandes guerreros de cada especie, un Jigoku y un Tenkoku. Luego de una larga noche de batalla el ganador fue el Jigoku. Este luminoso ser al ver toda la destrucción y daño que había causado su batalla, se sintió muy arrepentido y se fue donde los ancianos hechiceros para que hicieran con él lo que estimaran conveniente, ellos decidieron quitarle sus poderes y sellarlos en un bebé humano recién nacido.
Luego de que este proceso se llevó a cabo, un kemono gato fue el encargado de matar al Jigoku. Cuando el kemono se dispuso a matar al bebé, una barrera extraña le impidió dañar siquiera al lactante. Los hechiceros decidieron abandonarlo a su suerte en el mundo humano.”
-Se dice que el alma del guerrero aún persiste en la sangre de ese niño y que en algún momento esa sangre despertara y cobrará venganza en contra de los que lo traicionaron: los kemonos gato.-dijo seria
-algunos dicen que es todos los kemonos, otros sólo los kemonos gatos o todos los kemonos felinos…no hay certeza de a quien matará. Por eso causa tanto miedo, sobre todo a Ziro-sonriente