La princesa entró por la puerta furiosa, detrás de ella apareció Ziro, Sebastian y cuatro guardias, la coneja estaba roja de furia y Ziro sonreía complaciente.
-¡angelito!, ¿cómo pudiste hacerme esto?-chilló la rubia
-yo…esto…-
-ya no hables, ya veré como castigarte. ¡Llévenselo!-le gritó lo último a los guardias.
Demian al pasar por el lado de Ziro le vio sonreír de la manera más altanera que le había visto nunca. Los guardias se los llevaron a las mazmorras, eran unas horribles, frías y húmedas celdas de piedra…además de que eran pequeñas y poco iluminadas; pero por lo menos estaban juntos, aunque una reja los separara pero juntos.
-perdóname, no pensé que podría ser una trampa-
-¿pero cómo?-
-Elizabeth fue la que me mostró la habitación-dijo Gabriel agachando la cabeza
-¡yo sabía que esa puta sería una traidora!-gritó Demian encolerizado
-no es su culpa-
-¿cómo no va a ser su culpa?-dijo tomando la reja con sus manos y mirándole fijo
-el otro día la encontré llorando y le pregunté por qué y ella me dijo que no me podía decir nada, que no insistiera-dijo excusando a su amiga, aun confiaba en ella-quizás por eso lloraba
-¡no es excusa!, ¡es una arpía traidora!-
-no hables así de ella-dijo una voz desde las sombras de la celda del castaño, esa voz se les hizo muy familiar
-¿Mao?-preguntaron ambos al mismo tiempo
-sí-
-¿por qué estas aquí?-preguntó el castaño acercándosele
-la princesa me encerró aquí, nos vio besándonos-
-¿lo ves?, ¡todo es culpa de esa puta!-
-¡no hables así de ella!, y en verdad no es su culpa; la princesa la amenazó con que me mataría si no hacía lo que ella le ordenase; ella me ama, por eso que tuvo que traicionarlos-
-dime que tú no hubieses hecho lo mismo-dijo Gabriel
-sí pero…-
-nada de peros…fue amenazada-
-esta bien, esta bien…pero, ¿qué hacemos ahora?-
-esperar-dijo Mao agachando la cabeza derrotado
-no me gusta esperar-masculló Demian por lo bajo, se transformó en gato y pasó por entre los barrotes a la celda de Gabriel y Mao donde volvió a su forma original
-volveré a buscarte-dijo Demian dándole un apasionado beso en los labios a Gabriel- a ti también-abrazando al panda reconfortantemente y volviendo a convertirse en gato para poder escapar.
Cuando logró salir del calabozo se fue a la casa que compartía con Mao, tenía que ir por provisiones para sobrevivir unos días; al entrar a la casa se encontró con Ziro cómodamente sentado en el sillón, tenía una copa del elixir parecido al vino de la tierra.
-sabía que vendrías aquí, te conozco como la palma de mi mano-Demian no supo que contestar, su cuerpo se tensó…estaba listo para correr o luchar
-¿qué haces aquí?-dijo intentando disimular su tensión sentándose como si nada en el sillón que se encontraba frente a el
-vine a proponerte algo-le contestó el peliplata sirviéndole una copa
-¿qué cosa?-
-tu libertad-
-¿a cambio de que?-preguntó desconfiado
-a cambio de que seas mío y dejes ir a Gabriel-
-¿dejarle ir?, ¿así como así?, ¿después de todo lo que me costó tenerle?-
-sí, nadie le tocará un pelo-
-¿y Mao?-
-no puedo hacer nada por él es uno o el otro-
-mmm… ¿y si me niego-?
-la princesa te cortará la cabeza y Gabriel quedará como un simple esclavo…no me o imagino tan lindo y delicado haciendo trabajos pesados; o podría terminar con la cabeza cortada igual que ustedes…todo dependerá de la decisión de Anaís; además si quedara vivo sería presa fácil para cualquiera-sonrió altanero
-¿estas seguro que no puedes hacer nada por Mao?-
-no te aseguro nada-
-¿Cuándo sería la ejecución?-
-mañana sería lo ideal…así que decide, ser mío o la muerte-dijo sonriente
-ninguna de las dos-se levantó rápidamente a abrir la puerta, pero allí había tres guardias; miró de reojo a las ventanas y vio que había un guardia detrás de cada una.
-no podrás escapar hermanito-le dijo Ziro tranquilamente con un tono burlón Demian no le hizo caso y subió al segundo piso desde allí salió al balcón y saltó hacia afuera; los guardias no paraban de tirarle lanzas y flechas, pero ninguna dio en el blanco. Corrieron por las afueras de la ciudad, Demian al ser un gato era más rápido que los búfalos que tenían como guardias. Después de unos minutos de persecución no le pudieron seguir el paso y dejaron de seguirle.
Luego de que Demian se fuera Gabriel y Mao se sentaron a esperar, no podían hacer nada más, para peor Gabriel estaba con el torso desnudo y le estaba dando frío, Mao notó que estaba temblando.
-ten-le dijo entregándole su polerón
-gracias-
-¿cómo los atrapó?-dijo Mao curioso
-no lo sé, creo que nos debieron estar observando desde afuera-se quedaron en silencio un momento
-¿crees que venga pronto?-preguntó Gabriel mirando al techo
-es lo más probable ya que mañana nos darán sentencia-
-¿qué crees que nos hagan?-
-se supone que deberían soltarme, pero a ti no lo sé-dijo con un poco de aflicción
-tengo miedo-
-¿te arrepientes de algo?-
-sólo de haberle dicho que sí a Ziro…me siento sucio-dijo sintiendo que un escalofrío recorría su espalda
Mao iba a decirle algo pero no pudo ya que la princesa entró junto con Fefi la que estaba con un bozal el que no le dejaba decir palabra alguna.
-¡libérenlo!-dijo con voz de mando, Mao se levantó aliviado-olvídenlo no es cierto, te cortarán la cabeza igual que a este estúpido gato-apuntando a la celda de al lado pero notó que allí no había nadie-¡¿dónde está?!-nadie respondió nada
-perra-masculló Mao por lo bajo
-¡mmghnm!-intentó mascullar Fefi llorando y mirando con odio a la princesa para luego ir a tomar las manos de Mao
-mi princesa-dijo un guardia que entraba agitadamente-el joven Aldran escapó, le perdimos el rastro en las afueras de la ciudad-
-¿cómo son tan inútiles?, ¡atrápenle como sea!-
La princesa salió de la habitación mientras que a Fefi la tuvieron que sacar a rastras ya que se había aferrado a la reja de la celda de Mao y Gabriel llorando desconsoladamente e intentando que no la separaran de los brazos de Mao, que era lo único que podía alcanzar del panda
-¡hija de puta!-gritó Mao enfurecido golpeando la reja viendo como se llevaban a Fefi-¡maldita desgraciada!-
-cálmate, Demian ya vendrá por nosotros-dijo Gabriel mirando por la ventana
Mientras que todos le buscaban en las afueras de la ciudad Demian logró escabullirse entre las sombras hasta llegar al calabozo donde le quitó las llaves al guardia (el que estaba durmiendo) y se fue en busca de su amigo y su angelito
-¡Demian!-dijeron ambos al verlo
-Shhht, no hablen tan fuerte-dijo Demian abriendo la celda
-sabía que volverías por MÍ angelito-dijo la princesa saliendo de entre las sombras
-después de rechazar mi oferta era más que obvio que volverías, ¿no Anaís?-dijo ahora Ziro saliendo detrás de ella y colocando su brazo alrededor de la princesa
-¡no te sobrepases idiota!-dijo sacando la mano del peliplata y mirándole con desprecio-guardias, ¡atrápenle!-
Toda una tropa de guardias se fue encima de Demian, el que fue sobrepasado por estos y llevado a una celda especialmente traída para estos casos, era de vidrio blindado y con muy pocas aberturas, que eran agujeros que servían para que el prisionero respirase. Mao fue encerrado en la misma celda con Demian mientras que Gabriel se quedó solo en su celda.
-al amanecer será su juicio-dijo la princesa sonriendo con malicia
-¿dejarás vivir a tu angelito?-preguntó Ziro
-dejarlo morir no es un castigo…yo quiero que el sufra como me hizo sufrir a mi-dijo al aire mientras caminaba rumbo a su habitación