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Mi Camino a la Perdición por Yori

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Notas del capitulo:

Ufff....dos meses sin actualizar este fic...De verdad lo siento mucho, pero no sacaba inspiración para continuarlo y la verdad no sé si hay alguien que continua leyendo esto! =)

Aquí dejo el siguiente capítulo, espero que os gusteeee!!

Mao se levantó pesadamente del suelo y trastabilló hasta el tirado Ruki, levantándolo entre sus brazos y comenzando a vestirle. El menor no paraba de llorar con la mirada perdida.

 

-        Lo siento mucho Ruki, lo siento, lo siento. Es culpa mía…- decía una y otra vez mientras que le colocaba las prendas sin que Ruki hiciese nada para evitarlo, simplemente estaba en un shock completo.- Vámonos, en realidad no llamé a la policía…

 

 

Había vestido a Ruki como había podido, igual que había secado su rostro del barro sucio, pero aún así su aspecto era terrible. No solo por lo físico sino que había adoptado un postura vacía, como si de un muñeco se tratase, dejándose colocar por Mao con facilidad pero aún así llorando silenciosamente.

Lo tomó en brazos como pudo, Ruki inmediatamente se enganchó a él para no caerse pero aún así evitaba tener el menor contacto con el cuerpo de Mao. Este lo notó, pero era una reacción normal, el pequeño había estado apunto de ser violado…

No dejó de oír los sollozos de Ruki en su oído ni durante un segundo, le mataba por dentro escucharlo, verlo así…Todo ello era su culpa por no haberle acompañado, sabía que el camino era peligroso y aún así no se dio la suficientemente prisa para acompañar al menor. Pero si alguien era más culpable que él, ese era Kyo, por llevarle a aquellas fiestas a las que solía ir…por presentarle a Maya, Yukke y Tatsuro. Lo que no le entraba en la cabeza era la razón de Maya por hacerle algo tan atroz a alguien tan inocente como Ruki.

 

Llegaron a casa, por suerte su madre no estaría en todo el día, de una patada cerró la puerta de la entrada y dejó a Ruki en el sofá, donde inmediatamente el pequeño se ovilló y se quedó mirando a la nada. Mao le miró con lástima, no sabía que podía hacer por él…no sabía como se sentía… Le arropó con una manta y se fue a la cocina en busca de algo caliente que relajara, aunque sea un poco, el cuerpo de Ruki. Preparó un chocolate caliente y una vez listo volvió al salón, donde se inclinó frente al castaño.

 

-        Toma, Taka, te sentará bien- dijo con tono suave. El menor le miró, con ojos realmente tristes y llorosos, tomando la taza pero sin beber el contenido. Visto que no lo probaba Mao decidió animarlo a ello.- Esta bueno, es chocolate calentito.- Ruki se movió para dejar la taza en la mesita cercana.

 

Mao suspiró, no tenía ni idea de cómo comportarse con Ruki, tenía miedo por él, lástima y eso le impedía actuar…Cualquier cosa que hiciera podía afectarle demasiado, no sabía si debía tener pena por él porque sabía que aquello no le ayudaría al pequeño. Simplemente quería que llegase Kyo, para golpearlo y culparlo de todo lo sucedido…

Miró nuevamente a Ruki, que estaba temblando y sucio, fue ahí donde tomó una determinación, lo mejor sería bañarlo.

 

-        Ruki, vamos a darte un baño…Te sentará bien- anunció, acercándose para cogerle nuevamente en brazos, pero en cuanto sus manos rozaron la piel de Ruki, este comenzó a agitarse.

-        ¡No! No me toques, no me toques- gritó, histéricamente y alejándose lo más que pudo de Mao.

 

Estas palabras fueron para el mayor como una patada en el estómago, se paralizó, pero se alejó de Ruki dejándose caer por la pared hasta sentarse en el suelo. Se tomó la cabeza y se quedó en silencio, mirando deprimido el suelo bajo él. Ruki, por su parte, se tranquilizó y dejó de chillar cuando vio que Mao no le volvería a tocar, acto seguido comenzó nuevamente a sollozar.

 

 

 

 

 

                                                                                              ***

 

 

 

 

Kyo ajeno a todo lo que ocurría en la casa, paseaba tranquilamente con Kaoru hasta la casa de este último. No habían hecho gran cosa, pero tampoco le apetecía volver a casa después de haber discutido con Mao, pasaba de tantas recriminaciones sin sentido alguno. Él había llevado a la fiesta a ese pijo, pero no le había puesto una pistola en la cabeza para que se drogase, lo había hecho él solito y ya estaba lo bastante crecidito para saber lo que se hacía.

 

-        Kyo, yo me largo, tengo que ayudar a mi madre con las compras- se despidió Kaoru.

-        Bah, vaya niño responsable estás hecho Kao.

-        Sí, claro, pero al menos no huyo de las reprimendas de Mao…- rió el más alto.

-        Vete a la mierda- se despidió, dándose la vuelta y regresando sobre sus pasos.

 

Debido a que no tenía nada con lo que entretenerse, tomó rumbo a su casa; entrando en aquellos barrios de cuestionable seguridad. Hace ya bastantes años que habían tenido que mudarse a esa zona, justo poco después de que comenzase su propia perdición…

 

-        Mhmm…te gustará Tooru…

-        Ah…ahh…

 

Quitó todos esos recuerdos de su mente a la vez que sacudía su cabeza, hacía años que no volvía a pensar en eso…De hecho la droga acallaba esa parte de su ser. ¿Por qué ahora tenían que volver?

Sin poder borrarlos y demasiado sumergido en aquellas asquerosas escenas que quería haber olvidado totalmente. Llevado como un títere cambió su rumbo por las calles, sabía perfectamente donde se dirigía por ese callejón asqueroso, lleno de porquería, basura e incluso condones usados repartidos por el suelo.

Aquello tendría que recurrir si quería drogarse, ya que nadie más le ofrecería coca en un día de diario.

Frente a la negra puerta de puro metal se colocaba un hombre de fuerte musculatura y altura, viendo a Kyo, simplemente le dejó pensar.

El rubio entró al interior, allí parecía que la noche había tomado el lugar. Las luces de colores brillaban por el reducido espacio, que en estos momentos no estaba muy concurrido. Mirando a su alrededor, podía divisar la barra de bar donde un hombre de unos cincuenta años manoseaba el pecho al descubierto de una jovencita. Por otro lado había cuartos donde los clientes follaba con los prostitutas y prostitutos del lugar. Exacto, esto solo era un burdel de mala muerte. Se dirigió a la última sala, pasando por los sillones hasta llegar a aquella conocida sala. El vigilante de la puerta se sorprendió al verle, ya que hace mucho que aquel chico no venía a ver al jefe. Kyo logró entrar al interior, se detuvo al frente de la mesa observando con asco como el dueño del burdel, un viejo de sesenta años, gordo y de aspecto repugnante toqueteaba a una chica sobre sus rodillas.

 

-        ¡Querido Kyo!- exclamó este con una sonrisa.- Yukako, vete a atender a los clientes- le indicó, dándole una palmada en el trasero cuando esta se alejaba.- ¿Qué te trae por aquí?

-        Quiero coca- respondió seguro.

-        ¿Y que tienes para darme? ¿Dinero?

-        No…

 

Kyo llevó sus manos a su camiseta y comenzó a quitársela bajo los ojos lascivos de aquel viejo. Bien sabía que a ese hombre le gustaban los jovencitos… Tiró la prenda al suelo y llevó sus manos al cinturón.

 

-        Más despacio, Kyo- ordenó, a tiempo que sacaba su miembro de sus pantalones.- Tócate tú también.

 

El rubio hizo lo ordenado, recorrió con las manos su pecho desnudo poniendo cara de placer para aquel viejo asqueroso que se masturbaba con su espectáculo. Lentamente escurrió sus dedos hacia el cinturón del pantalón de su uniforme escolar, lo desabrochó lentamente como él ordenó y lo dejó caer junto la camiseta al suelo. Desabrochó los pantalones y escabulló su mano por debajo de los bóxer para acariciarse a sí mismo, soltando unos suaves gemidos fingidos porque nada verdadero podía salir de ese momento. Los pantalones se escurrieron por sus muslos.

 

-        Gime más- ordenó el viejo, a tiempo que movía su mano con más fuerza.

 

Kyo cerró los ojos, intentando olvidar lo que estaba haciendo, a lo que se rebajaba por esa mierda…pero un mierda que le hacía dejar todo atrás.

 

-        Ah…Ahhh…- fingió.

 

El viejo no con ese placentero gemido de Kyo se corrió en su mano y algo sudoroso, tomó un papel para limpiarse y luego colocarse nuevamente las ropas.

 

-        Ya puedes parar, Kyo-chan- dijo el hombre con una sonrisa, pero sin apartar los ojos de ese sexual cuerpo de adolescente a medio formar.

 

Solo bastó eso para que Kyo se vistiese lo más rápido que podía y mirar al hombre con súplica.

 

-        De todas las putitas que tengo, tú eres la que más loco me vuelve Kyo-chan- sonrió. Tirándole una pequeña bolsita al suelo.

-        No soy nada tuyo- inquirió tomando la droga y guardándosela en el bolsillo para marcharse. Él viejo soltó una risita.

 

 

 

 

En cuanto salió de allí se dejó desplomar de espaldas en la pared del callejón más cercano, mientas que apretaba la bolsa entre sus manos y lloraba. ¿Cuándo había caído tan bajo? Se preguntó a sí mismo, llorando más fuerte.

Todo ya preparado, comenzó a esnifar todo el polvo ganado…Otra vez se perdía en aquella nube espesa de placer…de satisfacción y olvido…

 

 

 

 

 

                                                                                  ***

 

 

 

 

Cuando Kyo regresaba a casa habían pasado horas, largas horas que incluso el cansancio hizo presa de él. Se quedó dormido el sofá frente al cuarto donde descansaba Ruki. Mao se despertó al oír la puerta cerrarse, se incorporó confundido pero inmediatamente vio aparecer a Kyo; quien tiró las llaves por el suelo y caminaba con dificultad sin ni siquiera haber reparado en la presencia de Mao. A este solo le basto ver el rostro de su hermano para saberlo…

 

-        ¡¡Estás drogado!!- gritó, acercándose furioso al mayor. Kyo puso una mueca de sorpresa al ver a Mao frente a él.

-        No…¿Qué dices? Déjame en paz…- respondió, empujándolo a un lado para pasar.

-        ¡¿Por qué haces esto, Tooru?!- gritó con lágrimas contenidas. Su garganta sonaba desgarrada, pero es que le dolía todo…Ruki…Kyo…

 

Kyo se volvió con una expresión triste para observar a Mao al oír su agónico grito, no…él no sabía nada y agradecía porque siguiera viviendo así…

 

-        T-tú…es tu culpa…¿Por qué llevaste a Ruki a esa fiesta?- comenzó a golpear el pecho de Kyo.

-        ¿Eh?

-        ¿Por qué te drogas? ¿Por qué le metiste en esa mierda? ¡Él no se lo merecía!- continuaba pegándolo.

-        ¿De qué hablas, Mao?- preguntó Kyo, sujetando las manos del menor.

-        R-Ruki…

-        ¿Qué le pasó?- preguntó preocupado.- ¿Te han hecho algo a ti?

-        L-le intentaron violar…lle-llegué por poco…- murmuró mirando al suelo.- Yo…estoy bien…

-        ¿Quién le hizo eso?- inquirió Kyo, controlando la rabia.

-        M-Maya…junto con Yukke y Tatsuro- murmuró.

 

La ira se hizo presa de su cuerpo, de todo su ser…No, no…No había sacado a Ruki de aquella fiesta para que ahora le hicieran algo peor…

Soltó a Mao y se dirigió furioso hacia el exterior de la casa, pisando fuerte y cargado de ira.

 

-        ¡No! ¡Kyo, no! ¡Estás drogado!- gritó, intentando sujetar a su hermano.

-        Suéltame Mao- rugió echándolo a un lado, para marcharse por la puerta.

 

 

 

La propia ira y rabia que sentía recorrer su cuerpo fueron quienes le condujeron al lugar donde sabía que estaría Maya en estos momentos, y seguramente también allí se encontraban el resto. Bien sabía que los otros dos solo habían sido meros títeres, sin duda, Maya había sido el artífice de todo, pero los otros también lo pagarían. No solo porque se habían atrevido a hacer aquello a Ruki, sino a su propio hermano que por mucho que fueran distintos y discutieran, era su propia sangre.

 

Llegó a los recreativos y no tardó en divisarlo en la pista de bolos, sentado cómodamente en uno de los sillones, riéndose de un chiste junto con los demás. Allí presentes estaban además del rubio, Die, Uruha, Aoi, Yukke, Kai y Shinya.

Con la respiración agitada por el enfado y apartando a todo el que se cruzaba su camino, se encaminó hacia allí. Pocos le vieron llegar, pero uno de ellos fue Maya quien sonriendo maliciosamente no vio llegar el puño de Kyo certero a su cara. Un grito de dolor se le escapó a aquella sabandija, mientras que intentaba alejarse de Kyo.

 

-        ¡No huyas! ¿Bien que ahora corres, maldito cobarde?- inquirió fuera de sí, tomando por los tobillos a Maya, quien intentaba escabullirse.

 

Lo arrastró, mientras que no paraba de darle golpes estaba completamente fuera de sí y parecía querer matar a Maya en esos momentos. El resto de los chicos parecía no reaccionar, el shock había sido grande.

Vieron como Kyo se colocaba a horcajadas sobre el sangrante Maya, cuya cara ya estaba hinchada por los fuertes puñetazos.

 

-        ¿Ahora no eres tan macho, no?

 

Kyo escabulló su mano por debajo de los pantalones hasta el miembro de Maya, apretándolo tan fuerte que un gemido agónico se hizo escuchar por todo el local. Fue entonces cuando todos reaccionaron.

 

-        ¡Por favor que alguien llame a la policía!- gritó Kai, angustiado por el estado de su pareja.- ¡Suéltale, suéltale!- intentó apartar a Kyo, pero solo recibió un empujón que lo dejó en el suelo.

-        Kyo, joder, detente. ¡Lo vas a matar!- advirtió Die, quien estaba realmente anonadado. ¿Dónde quedó el Kyo que conoció en el pasado? Ya no parecía verle por ninguna parte.

-        Están llamando a la policía… te detendrán, asqueroso perturbado- indicó Yukke. Kyo se dio la vuelta para clavar su mirada en aquel otro sujeto.

 

Se levantó dejando a un casi inconsciente Maya, quien fue auxiliado inmediatamente por Kai. Kyo sin esperar un segundo más, le dio un derechazo a Yukke, quien se lo devolvió de mala forma y por la espalda.

 

-        ¡Tú también eres culpable, mal nacido!- gritó Kyo, volviendo a pegar al otro.

 

Para todos Kyo parecía totalmente fuera de sí, un completo loco a quien la gente miraba asustada, algunos incluso se habían esfumado del local al ver la pelea. Fue Aoi quien lo tomó por los hombros y apunto estuvo de ser golpeado como los otros dos.

 

-        Basta ya, vete, la policía te detendrá como te encuentre aquí- le susurró, intentando calmarle.- Vámonos.

 

Por primera vez, este miró a su alrededor, viendo el desastre causado y los rostros de sus amigos y demás personas asustados. La sangre de Maya, tirado en el suelo…

 

-        Sí, vámonos- murmuró, realmente asustado de hasta donde había llegado su locura.

 

Aoi, tomándolo por los hombros, ambos salieron corriendo del local, bajo la celosa mirada de Uruha. ¿Qué mierda tenía Kyo que hacía que Aoi se jugara el cuello por él? Le odiaba, realmente odiaba a Kyo…

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que os haya parecido entretenidoooo!! La verdad es que yo no quedé muy contenta, pero es lo único que dio mi imaginación!!

Byeeee^^


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