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Matrimonio anulado, ex esposo desorientado. por ddfrankie

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Notas del fanfic:

 

Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto.

Esta historia la escribí sin ninguna experiencia sobre el tema, nunca he estado divorciado, espero nunca estarlo tampoco, pero solo quería narrar una historia sobre segundas oportunidades, creo en ellas mucho mas de la cuenta, así que espero les guste.

 

Notas del capitulo:

Espero les guste, le puse mucho esfuerzo y corazón, tal como a todos mis fanfics.

¡A leer!

 

Capitulo I

 

Y listo, el papel al fin esta firmado. No lo leí, solo firme en donde mi abogado me dijo que firmara. Es obvio que sabía de qué documento se trataba, y todo lo que mi ex esposo exigía en él, lo cual no era mucho.

Perfecto. A partir de ahora podía decir que era otra vez un hombre pleno, finalmente estaba divorciado. Pero si esto era así, si en serio estaba jactándome que esto es así, ¿Porque no se siente tan bien como se supone debería pasar? Siento que me he quitado un peso de encima al haberme divorciado de una vez de Sasuke, pero ¿es que hice mal? Pensé que me sentiría liberado, satisfecho, feliz, pero no siento ninguno de esos sentimientos, por el contrario, siento que, en vez de salirme de un problema, me metí en otro, pero completamente diferente.

En primer lugar, el haberme casado con él hace unos años fue un completo error. Éramos jóvenes, quizás nos amábamos, pero aun no éramos lo suficientemente maduros como para saber lo que nos esperaba, que la vida de una pareja que convive no es tan linda como te la pintan. En segundo lugar, la relación se fue deteriorando durante todo este tiempo, él solo trabajaba, yo solo trabajaba y me quejaba de que no teníamos tiempo para nosotros, él solo me decía que pronto encontraría la forma de que eso cambiara, y yo sabía que esto no era verdad, porque escuchaba en su voz que decía esas palabras, que todo mejoraría, solo para hacerme sentir mejor.

Me divorcié porque pensé que sería mejor así, Sasuke ya no tendría que lidiar con alguien que se queja de todo, no tendría que tratar de complacerme cuando soy incomplacible (si esa palabra existe), ni mucho menos traer cosas luego del trabajo, como unos chocolates o unas rosas, solo para que yo no aprecie ese lindo gesto, e ignore que pensó en mi al comprarlos.

Ahora estoy solo en casa, la casa en la que Sasuke y yo vivimos los últimos años, recuerdo todas las cosas que pasamos aquí, la primera vez que nos mudamos, como él cargaba todas las cajas apiladas en sus brazos, y como no me dejaba llevar más de una porque no quería que me lastimara, como si yo fuera una chica; la primera vez que hicimos el amor (lo cual fue en un colchón en el suelo), las peleas que teníamos debido a mi temperamento o a la forma en la que él me trataba, siempre tan sobreprotector; las conversaciones que teníamos en la mesa del comedor, en la cena, sobre si adoptaríamos o no a un niño. Él estaba feliz con la idea de tener un hijo, un pequeño rubio, como decía, pero yo me negaba, sabía que querría que yo me quedase en la casa con el niño, y yo no quería alejarme de mi trabajo, estoy en el apogeo de mi carrera, y no podía permitir que nada se interpusiera en mis metas. El entendió, como siempre.

Miro a cada rincón de la casa y todo me recuerda a él, a las vivencias, todo. Pienso en que debo vender esa casa, o quizás quemarla para que todos esos recuerdos llenos de nostalgia se quemen con ella.


- ¿Qué te ha pasado? Te veo mal – Me dice uno de los cuarteleros del hotel en el que trabajo, se hizo muy amigo mío.

- Ya me divorcie, Gaara – Le digo, tratando de sonar feliz, o al menos animado, pero logrando un efecto contrario.

- Pero me dijiste que eso era lo que querías, ahora parece que estuvieras arrepentido - Me dice con inocencia, esa que yo poseía cuando tenía su edad.

- Es complicado - Término diciéndole de forma sincera. – Bueno, ahora si debo ir a mi oficina. Deberías ir a limpiar los cuartos que te faltan – Digo, esta vez como jefe.

- Bueno, hay otra cosa de la que te quería hablar – Me dice con ese tonito, ese que todos usamos cuando estamos a punto de pedir algo, tal vez un favor.

- Dime – Digo, cansado, ya que no dormí bien.

- Me preguntaba si podrías pedirle a Kiba que cubra mi turno de la tarde, es que yo… - Se calla un rato, duda en decir lo que iba a decir, para finalmente hablar - … Hoy es el cumpleaños de Sai, y le hemos organizado una pequeña reunión sus amigos y yo, asi que... - Y se calla ahí, esperando a que yo diga algo.

Me digo a mi mismo: Vamos Naruto, tú también tuviste su edad alguna vez, debes dejar que este chico vaya a ver a su novio, es su cumpleaños.

- Está bien, yo hablare con él - Le digo, entendiendo lo que significa estar enamorado.

Muchas Gracias, Naruto-san – Dice el pelirrojo, con una sonrisa de felicidad en su rostro, para luego retirarse. Lo envidio, extraño esos días en los que mis ojos no podían ver los defectos de mi amante, solo veía sus virtudes, incluso aquellas que no existían y que yo inventaba, esos días en lo que lo más importante no era quien tenía que pagar los recibos, o limpiar la casa, o comprar la comida, sino caminar, tomados de la mano, por algún lindo parque, sin pensar en cuando terminará todo ese momento romántico, solo dejándose llevar por las palabras que nos decíamos el uno al otro.

El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos. Contesto. Es el dueño del hotel, mi jefe, la única persona con más rango que yo, el gerente general. Me llama para saber sobre el estado de su querida propiedad, las finanzas, las cuentas, las ganancias, etcétera. Se las doy, ese es mi trabajo. Me dice que muy bien, que soy un buen gerente, que buen trabajo. Antes de cortar, me dice que ya se entero de mi divorcio, que lo siente mucho, sin saber que yo lo siento mucho más. Corta la llamada y me pregunto a mi mismo como es que todos se enteran de las cosas que me pasan, trate de mantener lo del divorcio muy escondido, pero al parecer en ese hotel los chismes corren con velocidad sónica.


Después de mi jornada laboral, salgo de hotel con una chaqueta que me abrigue del frio nocturno. Le dije a Kiba que cubra el turno de Gaara, me dijo que no era justo, le dije que era el cumpleaños de Sai, su novio. Me dice que aun sigue siendo injusto. Le digo que será la última vez, que lo tome como un favor que me está haciendo a mí y no al pelirrojo. Me mira raro, con alguna clase de odio o rencor en su mirada, y me dice que está bien, que hará el turno, pero que yo le debía un favor ahora. Asentí con la cabeza y lo deje trabajar.

Ahora no sabía qué hacer, estaba cansado, incluso estar sentado en una oficina por ocho horas cansa, pero no quería volver a casa, a esa casa llena de vivencias y memorias y cosas que solo me ponían a pensar en el pasado. Decido ir a un restaurante que estaba muy cerca de casa, creo que alguna vez fui con Sasuke ahí. Ya era inútil tratar de evitar esos recuerdos, hemos recorrido toda la ciudad, juntos. Voy en camino, lento, pensativo, reflexionando en que haré con mi vida ahora, si solo trabajaré y dejaré que el trabajo destruya la poca pasión que me queda, o si empezare a salir con gente otra vez, haber si me vuelvo a enamorar. Tengo 28 años, soy joven aun (aunque me sienta como un vejete), debe haber alguna persona que quiera estar con un hombre como yo.

Llego al susodicho restaurante. Entro por la puerta de cristal y busco una mesa vacía de entre todas. No encuentro ninguna, así que me adentro mas, debe haber alguna que no esté ocupada. Me gusta la comida de ese restaurante, y hoy tampoco tengo ganas de cocinar. Mientras me voy adentrando, noto que la cantidad de mesas desocupadas es nula, recuerdo que hoy es viernes, quizás esa sea la razón por la que ese restaurante esta rebalsando en gente.

Noto una mesa, a lo lejos, ya que ese establecimiento no es tan pequeño como se ve por afuera, y me dirijo hacia allá, con la esperanza de que aquel espacio estaba libre y que podría pedir alguna sopa caliente para calentar mi cuerpo, ya que el cruel frio había disminuido mi temperatura corporal.

Me acerco, y mientras más lo hago, noto la presencia de él. Aunque estaba de espaldas, podía decir, apostando mi vida, que era él, esa piel clara, nívea, casi cruda, que hace contraste con sus cabellos extremadamente oscuros, su rostro muy bien cuidado por mí, porque yo lo persuadía para que compre cremas, sino la rutina lo demacraría. No sé ni porque seguía avanzando, si ya sabía que era él, debí salir de ese lugar cuanto antes.

Voltea. Sus ojos, tan oscuros como sus cabellos, esta vez estaban ojerosos, además que estaban muy irritados. Tiene su traje, el que usa para trabajar, pero la corbata está un poco aflojada, y la camisa algo abierta, pudiendo ver su cuello. Noto lo que tiene al frente suyo, sobre la mesa, unas latas de cerveza, todas abiertas, quizás vacías, quizás medias llenas. Me mira, desconcertado. Yo lo miro aun mas desconcertado, su estado me aterra. Exacto, era Sasuke, mi ex esposo, y no con su mejor apariencia, no como lo recordaba, y solo ha pasado 2 semanas desde que no lo veo.

- Hola - Pronuncia, dejando de mirarme, mirando hacia el suelo.

No le respondo, lo dejo de mirar y me voy por donde vine. No le iba a decir "Hola, ¿qué tal?", nos acabamos de divorciar, y si lo quería olvidar, lo mejor era no entablar una conversación (Y menos si esta ebrio, pude percibir su aliento a alcohol con ese saludo). Voy a paso rápido hacia la salida, pero volteo una última vez, a ver si me seguía mirando. No fue así, ya había vuelto a lo suyo, veía como llevaba una de esas latas de cerveza hacia su boca, como si no estuviera lo suficientemente alcoholizado.

Lo que me sorprende es que él se mudó a su antiguo apartamento, en el que vivía cuando estudiaba en la universidad, y eso está al otro lado de la ciudad, casi una hora de aquí. ¿Porque vendría hacia acá, hacia esta parte de la ciudad, si por donde vive debe haber muchos más restaurantes, o fast foods, o bares?

Ya afuera del restaurante, veo el auto de Sasuke, y temo que, después de haber tomado todas las cervezas que vi que tomó, se ponga a manejar de vuelta a su apartamento. ¿Qué tal si le pasa algo, algún accidente, o si lo detienen por tener exceso de licor en la sangre? No es que me preocupe por él, me preocupo por aquellos que podrían salir heridos si es que él maneja.

Sin pensarlo dos veces, busco en mis bolsillos por alguna herramienta que me ayude a realizar el plan que recién se me acaba de ocurrir. Busco entre todos, no encuentro nada. Busco en la chaqueta, y encuentro una aguja, una de las muchas que tenemos en el hotel en caso de emergencia. No es cualquier aguja, en el hotel tenemos de todos los tamaños, y no sé como esa, la del tamaño más grande, fue a parar al bolsillo de mi chaqueta.

Miro a todos lados, no hay nadie más que unos cuantos transeúntes. Actuó de forma normal y me dirijo hacia el auto de Sasuke, como si fuera mío, con mucho sigilo y naturalidad. Me cercioro una vez más, y con cautela me agacho hacia la llanta delantera de la derecha. Con fuerza y cuidado, empiezo a pinchar, a tratar de hacer un agujero a la llanta con esa aguja, esperando a que no se rompa. ¡Lo logro! Alcanzo mi objetivo, pero, para asegurarme que Sasuke hoy no podrá manejar su carro y tendrá que llamar a un remolque, hago lo mismo con las otras tres llantas restantes.

Me paro, me limpio las rodillas, y veo como las llantas empiezan a desinflarse poco a poco. Mi trabajo ha terminado, y me siento aliviado.

Ahora, ya que Sasuke me quito las ganas de mi sopa calientita, me voy a algún bar cercano, uno que esta a unas calles de aquí, me apetece un Martini.


Acabe tomándome tres martinis en ese maldito bar, lleno de chiquillos de alguna de las muchas universidades de por ahí. Ahora mismo me duele la cabeza, siento que quiero explotar, así que, en vez de irme caminando, como hago a diario para ejercitarme al menos un poco, levanto el brazo y paro a un taxi. Le doy la dirección y me lleva hasta allá, hacia la casa de la que me quería alejar, pero que ahora añoro mas, y en especial a mi cama, solo quiero llegar y dormir hasta el siguiente día, que me toca descanso.

Llego y abro la puerta con dificultad. Paso a la casa, hacia la sala, y siento que no podre subir hacia la habitación, solo pensar en que debo subir todos esos escalones (los cuales no son muchos, pero el mareo y el alcohol los hacen parecer infinitos) se me hace demasiado dificultoso. Decido en que no llegaré más allá del sofá, así que me tiro en él, lanzo mi cuerpo hacia esa ahora improvisación de cama y me dispongo a dormir.

¡Maldita sea! Debo revisar mi buzón de voz. Si alguien me ha llamado del hotel, quizás el dueño, con alguna emergencia, estoy perdido, es algo que siempre debo hacer, revisar los mensajes de voz. Me muevo con dificultad, no quiero ponerme de pie, solo me arrastro, repto sobre el sofá hasta alcanzar el teléfono, y apretó el botón para que los mensajes empiecen a reproducirse.

El primero era mi madre, diciéndome que hace mucho que no la llamo, que le diga como estoy de salud, quizás por eso no la llamé. La verdad no la llamé porque no me acordé, con todos los problemas que tengo últimamente no me queda tiempo para nada. Al final me dice que le mande sus saludos a Sasuke, no sabe que me he divorciado, mañana se lo diré.

El segundo mensaje es, como espere, del hotel. Es el recepcionista, haciéndome recordar que mañana habrá una reunión en la tarde, para acordar sobre los cambios que se harán en el departamento de Alimentos y Bebidas. Inventaré una excusa para no ir, quizás que algún familiar murió o que robaron la casa, no podría decir que estaba enfermo, porque incluso enfermo me obligan a trabajar.

El tercer y último mensaje era uno que no esperaba escuchar:

- Gracias por desinflar mis llantas, ahora sí que me hiciste la noche. ¿Tan malo he sido contigo? ¿Es que te hice tan infeliz como para que me hagas una canallada como esta? No puedo ir hasta mi apartamento, estoy varado en este maldito restaurante, gracias a ti. Espero que ahora estés contento, acabas de hacer mi vida aun más miserable.

El último mensaje y de pronto pienso en que quizás esa buena idea no fue tan buena como pensé en aquel momento. Podía escuchar en la voz de Sasuke que estaba enojado, por no decir furioso. La última frase, de que yo hice más miserable su vida, lo dijo mientras su voz empezaba a quebrar. Pienso en que es mentira, no hice su vida más miserable, solo evite que hiciera alguna tontería. Si se ponía a pensarlo bien, incluso pude haber salvado su vida. ¿Pero porque dijo "Aun mas"?, No le había hecho su vida miserable antes, solo le pedí el divorcio, lo cual él no tomo bien, pero si el amor se acaba, eso es lo que se hace.

Me levanto del sofá, de pronto la cabeza ya no me duele tanto. Miro la hora en que dejó ese mensaje. Exactamente hace veinte minutos. No me importa, me pongo de nuevo esa chaqueta (no recuerdo en que momento me la saque) y salgo, como puedo, caminando como torpe (los martinis si que pegaron fuerte) hacia el restaurante, en donde debe estar Sasuke, varado, como me dijo en su mensaje.

Paro un taxi, otra vez, no puedo dar ni un paso sin tropezarme con alguna piedra o con mis pies o con alguna cosa imaginaria, ojala que se me pase un poco en el trayecto.

En el taxi pienso: No sé ni para que me molesto, seguro que me mirará mal y me odiará cuando me vea llegar. No tengo idea de que haré cuando lo vea, quizás le ayude a conseguir un remolque a esas horas de la noche. No quiero que me odie, tampoco quiero que me quiera, ya no sé ni que quiero, pero una cosa es segura, Sasuke es un buen hombre, y se merece lo mejor.

Y aquí estoy, en el taxi, pensando en mi ex esposo, y en que seguro Gaara se está divirtiendo en la reunión de su enamorado.

Notas finales:

Estoy trabajando muy duro en el segundo cap, estoy seguro que no los decepcionaré.

Muchas gracias por leer, significa mucho para mí, valen un mundo.

Por cierto, antes de irme quiero dejar algo claro, soy chico, así que, si dejan algun review, pues no digan "tienes que seguir, amiga" xD 

Gracias otra vez, y hasta luego.


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