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VALLE SILENCIOSO por Alhen Lawliet

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Notas del capitulo:

Espero que les guste el capi 3, jejeje.

Aldo parecía muy preocupado, su mente divagaba entre el día en que todo ocurrió; el asalto, Mimí en el hospital y el misterioso hombre que se hacía llamar Thor. Decidió entonces, investigar un poco más. Aprovechando la oscuridad de la noche, cuando todos dormían, el sacó su portátil y comenzó a navegar en el vasto mundo del internet.

Como lo sospechaba, la misma información. No había nada más. Con el tal Loki fue lo mismo. No había nada más acerca de ese individuo. Comenzó a preguntarse el por qué le interesaba investigar aquello. Se estaba volviendo loco. Su cabeza sufrió un punzante dolor, su mente captaba la breve imagen de un hombre anciano mientras todo a su alrededor se oscurecía. El dolor se fue al momento de disiparse aquella imagen. Respiró un poco tratando de tranquilizarse.

Al día siguiente, Aldo fue al hospital para visitar a Mimí. Vergonzosamente no había tenido la oportunidad de ir a verla. Aprovechando el fin de semana. Vestía una camisa azul muy fresca, de manga corta y cuello en triangulo, pantalón color gris. Su cabello no estaba peinado tan minuciosamente como era su costumbre, al contrario, algunos cabellas iban sin ningún orden por todas partes. Llevaba con él un ramo de flores, rosas blancas y lilas, una muy mala combinación a su parecer, pero eran las flores favoritas de Mimí.

Llegó hasta la habitación de Mimí, donde yacía sin poder despertar. Lucía pálida, como un fantasma. Se acercó lentamente a ella y colocó las flores en una mesita cerca de la ventana. Se acercó a ésta y miró hacia el exterior. Estaba preocupado por su amiga. Comenzó a temer que nunca más despertara, que quizás ella permanecería dormida por siempre. La sola idea le aterraba. Apretó sus puños como un claro signo de frustración.

El viento frío se coló por la ventana, levantando levemente las delicadas cortinas de un blanco tan pulcro. Su cabello negro se desordenó más de lo que ya estaba. Duró así durante un minuto. La puerta se abrió, dejando pasar a una enfermera. Ella le sonrió mientras acomodaba las almohadas de la chica.

- ¿Eres su amigo?

- Si.

- Ayer también vino a verla un chico castaño.

- Si, es mi hermano.

La enfermera lo miró un poco incrédula.

- Bueno, en realidad es mi primo, pero desde la infancia vive con mis padres y prácticamente nos criamos como hermanos.

- Comprendo.

Ella volvió a sonreír cuando terminó de acomodar las almohadas, checó los signos vitales, después se retiró. Aldo miró la puerta por un segundo y regresó su mirada una pálida Mimí.

- Mimí…

Aldo salió del hospital y su hermano lo esperaba. Estaba recargado sobre su auto.

- Tardaste.

- Perdón. Es que me puse un poco mal.

- ¿Te duele algo?

Preguntó muy preocupado.

- No. No te preocupes, es solo que me puse un poco triste. No me gusta ver a Mimí en ese estado.

- Lo sé, a mí tampoco.

Se acercó a Aldo y le dio un abrazo. Su rostro disfrutaba de la suavidad del cabello negro, y su nariz aspiraba el suave aroma que se desprendía de aquellos hilos sedosos. Aldo reforzó el contacto. Se sentía muy deprimido. Una imagen apareció en su mente, de nuevo aquel rubio, pero la visión vino acompañada de un punzante e insoportable dolor que duró un poco más que los segundos de la noche anterior. Tocó su cabeza tratando de hacer presión en ella. Alex se preocupó por el.

- ¿Aldo? ¿Te encuentras bien?

El dolor pasó al fin.

- Si, descuida.

- Me preocupé. ¿Desde cuándo tienes esos dolores?

- Hace apenas sucedió el incidente con Mimí.

- Seguro que sufriste alguna fractura o quizás…

- No, estoy bien, descuida.

- Pero quizás sea grave. Vamos a que te revisen.

- Estoy bien, en serio.

- No discutas conmigo.

- Muy bien.

Cuando su primo/hermano se ponía en ese plan, no había poder en el mundo de convencerlo de lo contrario. Se resigno y caminó de nuevo al hospital. Después de un rato, esperaba en una mesa metálica a que el médico lo atendiera. Cuando al fin llegó, le hiso la revisión correspondiente.

- ¿Te duele alguna zona en específico?

- Si, la cabeza me duele de vez en cuando.

- ¿Cuándo comenzó el dolor?

- Hace unos días…

- ¿Te golpeaste?

- ¿En la cabeza? No.

- Muy bien.

Tomó una lamparita y comenzó a revisar sus ojos y después sus oídos. Nada, todo estaba perfectamente normal.

- ¿Has estado bajo mucho estrés últimamente?

- Si, en especial desde que mi amiga sufrió un accidente.

- Muy bien, entonces es eso, te encuentras en perfectas condiciones. Trata de relajarte y verás que el dolor se irá, pero si persisten los dolores regresa a una revisión inmediata, ¿de acuerdo?

- Si, entendido.

- Muy bien, ya puedes retirarte. Cuídate mucho, trata de no esforzarte mucho y aliméntate bien.

- Claro, eso aré.

Cuando salió del consultorio, su primo se acercó a él y colocó sus manos en sus hombros.

- ¿Qué te dijo?

- Que estoy bien, solo es el estrés.

- Muy bien… me alegra que no sea algo más grave.

- Descuida, estaré bien.

- Aún así, esos dolores no son normales.

- ¿Por qué lo dices?

- La estrés no causa un dolor tan agudo que te hace retorcerte, además, por tu expresión debió ser un dolor muy insoportable.

- Sí, pero solo fue por un par de segundos.

La verdad, es que cada nuevo ataque de dolor se tardaba más en desaparecer. Estaba seguro que pronto el dolor sería tan insoportable que desearía arrancarse la cabeza. Llegaron a su hogar y Alex acompañó a su pequeño primo hasta su habitación.

- No era necesario.

- Al contrario, cada vez me parece más necesario. No me gusta para nada lo que ocurre. Me preocupa que uno de estos días te pase algo muy grave.

Aldo le sonrió.

- Estaré bien, además, tengo un primo que actúa como un buen y sobreprotector hermano mayor.

Alex sonrió.

Esa misma noche, Aldo tenía otra clase de sueño, donde unos ojos rojos lo observaban. Despertó de un sobresalto. Sudaba. Trató de tranquilizarse.

- “Este sueño es diferente.”

Se relajó un poco y regresó a tratar de dormir. En la atmosfera, algo siniestro y oculto emergía. En el borde de la maca, una mano delgada y negra emergía y tocaba la pierna del pelinegro. Al sentir aquello, Aldo despierta y como un resorte, se levanta, solo para descubrir que no había nada.

- Que extraño.

Trató de ignorarlo y volver a descansar. Mientras, en Asgard, Odín reaccionó con alarma. Pronto, su hijo Thor apareció frente a el.

- Padre, ¿Sucede algo?

- Midgar esta en peligro. He sentido la presencia de un antiguo enemigo.

- ¿De quién se trata?

- No estoy seguro. “Aunque tengo mis sospechas.”

En la tierra. En una cama se encontraba la yaciente Mimí Warren. Una sombra apareció mientras la observaba. Sus ojos rojos, tenían un toque de maldad, eran salvajes, no se podía distinguir su rostro, puesta la total negrura cubría todo su cuerpo, pero tenía una forma humana, aunque en realidad no lo fuera.

Al día siguiente. Aldo estaba terminando su informe, cuando su primo Alex entró de golpe a su habitación. Parecía muy preocupado.

- Aldo…

- ¿Alex?

- Llamaron del hospital.

Al escuchar esto, el pelinegro temía que algo le hubiera pasado a Mimí.

- Es Mimí.

Genial, su miedo aumento.

-¿Qué ha sucedido con ella?

- Ya despertó.

Aldo se levantó de golpe.

- Llévame a verla, te lo suplico.

- Claro, vamos.

Y así, ambos fueron al hospital donde la pelinegra al fin había despertado tras un largo tiempo en el mundo de los sueños. Cuando llegaron al hospital se dirigieron a la habitación de Mimì.

- Mimí…

Aldo estaba muy preocupado por ella. Ahí estaba, sentada en el borde de la cama, observando a la ventana mientras las cortinas flotaban dando un aspecto extraño y anormal. Mimí permanecía quieta, como si no hubiera notado la presencia de los dos chicos.

- ¿Mimí?

Volvió a decir el pelinegro. Se acercó a ella con cautela. Se sentía nervioso. ¿Qué hubiera pasado si ella hubiera perdido la memoria y no lo reconocía? Aquello lo llenó de miedo. Cuando estuvo a su lado, trató de llamar su atención cuando ella se adelantó a sus acciones. Lo miró, pero su expresión era serio, sumida en un estado de mutismo.

- Mimí… yo…

Ella levantó su mano y con su dedo hizo una seña de silencio. Aldo no entendía. Miró a su primo pero esse te encogió de hombros. Alex se acercó a ambos.

- Mimí… Aldo y yo estuvimos muy preocupados por ti…

- Lo…

La chica interrumpió al castaño. Ambos chicos se miraron consternados, luego volvieron a ver a la chica. Mimí Warren no parecía ser Mimí Warren. La chica frente a ellos debía de ser otra Mimí. La que Aldo conocía sonreía, era dulce y tímida en ocasiones, pero esta era muy diferente. Era una completa desconocida para Aldo que tenía un extraño sentimiento invadiendo su pecho. Ésta Mimí era silenciosa, extraña y aterradora. Sus ojos parecían los de un muerto. Aldo temía entonces que el daño que sufrió aquel día hubiera sido peor de lo que imaginaba. El solo pensarlo lo hacía sentirse mal. Sus piernas temblaban al igual que el resto de su cuerpo. Alex lo sostuvo por el miedo de que fuera a caer.

- Mimí…

- Lo…

Parecía que la chica quería decir algo pero siempre se interrumpía. Ambos chicos la miraron.

- Loki…

Al fin dijo. Aldo se sorprendió al escuchar ese nombre y algo dentro de su cabeza empezó a dar vueltas, mareándolo. Miles de rostros, voces y lugares que no conocía. Sostuvo su cabeza mientras sentía aquel punzante dolor que lo hacía sufrir horrores. El dolor era diez veces peor que en las ocasiones pasadas y parecía no querer ceder. Comenzó a gritar y a llorar. Alex se asustó y pidió ayuda mientras sostenía a un casi descontrolado Aldo.

- ¡Ayuda! ¡Por favor, alguien! ¡Aldo!

El pelinegro gemía y gritaba mientras aquel dolor aumentaba en vez de disminuir. Mimí solo observaba, quieta, sin ninguna emoción, con esos ojos tan fríos.

- Loki.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, recuerden, si quieren dar alguna sugerencia estoy abierta a ideas ^^


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