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Cavilaciones por v chan l

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Sherlock POV.

 

Era ya casi de noche, y la ciudad de Londres ya estaba completamente cubierta por las estrellas y la luna pálida. En el 221 B de Baker Street Sherlock Holmes y John Watson miraban la tele, el primero en su sofá y el segundo en su silla, completamente en silencio. Ninguno de los dos le prestaba mucha atención a la pantalla sin embargo.

 

Sherlock comenzaba a caer cada vez más hondo en las garras de ese aburrimiento fatal que invadía su vida cada vez que resolvía un caso pero esta vez era diferente, de cierta manera no se sentía ahora tan desagradable  aquel momento de pasmosa tranquilidad. Era John, sin dudas. Al detective no se le había pasado, por supuesto, el efecto que el ex soldado tenía en su vida, desde que habían ido a vivir juntos todo había adquirido otro color, mucho más interesante y estimulante.

 

A Sherlock no le gustaba nada el tener que admitírselo, pero lo gustaba John Watson. Era él una persona peculiar, diferente, aunque Holmes no sabría especificar exactamente  el por qué, ciertamente no era la primera persona honesta y valiente que conocía – a lo largo de su carrera se había encontrado con algunos pocos antes-  pero ninguno había llamado su atención como él, con ninguna otra persona se había sentido tan... ¿cómodo?, ¿a gusto?, probablemente esas eran las definiciones.

 

Y no era que Sherlock sintiera nada parecido al amor romántico hacia su compañero de piso, nada de eso (al menos hasta donde él consideraba), simplemente era afín a él. Y eso resultaba para el detective en una sensación agradable e inquietante a partes iguales.

 

Sherlock miro de reojo a su compañero quien observaba fijamente la tele con gesto ausente. Él no estaría siempre ahí. Holmes lo sabía. John era distinto a la gran mayoría, si, pero a la vez también era un hombre con las mismas necesidades que todo el mundo tenía a la larga. Compartir sus aventuras le resultaría divertido por un tiempo, pero Holmes sabia que llegaría el día en que necesitaría dejar eso atrás. “Sentar cabeza”, dejar el peligro de lado, casarse, si no era con Sara con alguien más. Y entonces se alejaría. Y él volvería a estar como antes. Volvería a estar solo.

 

Sherlock se removió inquieto en el sofá y John lo miro con curiosidad por unos segundos. No dijo nada y tampoco Holmes lo hizo. Se sentía molesto, molesto por tener esas emociones, molesto porque antes de que el maldito medico apareciera no le importaba ser solo él y la calavera.

 

 

 

John POV.

 

A John tampoco se le había pasado por alto el efecto de Sherlock Holmes en su vida. ¿Cómo podría haberlo hecho?, él no sería el único detective consultor del mundo, pero no era tan idiota tampoco, no era nada idiota, en realidad.

 

John había pasado de ser un ex combatiente con cojera psicosomática que llevaba una aburrida vida de ostra, a vivir toda clase de locas aventuras con un genio más loco todavía, que era  tan insufrible como fascinante. Su vida se había vuelto apasionante con él, y no podía dejar de admitirse a sí mismo que  disfrutaba a granel el estar a su lado. Sherlock era a menudo irritante, molesto y un maldito cabron en general, pero incluso entonces, incluso enojándose mucho con él, incluso queriendo asesinarlo, lo disfrutaba.

 

El detective se removió en su sofá y Watson aprovecho el movimiento para mirarlo por unos segundos. Inexplicablemente últimamente John no se permitía mirar demasiado a su compañero de piso, no sabía el por qué, pero lo ponía nervioso verlo, especialmente a los ojos. Esos ojos tan claros y profundos que parecían capaces de adentrarse hasta en el último centímetro de su alma.

 

Sherlock era hermoso. Físicamente – y en personalidad-  no se parecía a nadie más que John hubiese conocido antes. El reconocer aquello no era agradable para el médico.  Despertaba en él un extraño sentimiento de incomodidad consigo mismo. Tal vez por eso no quería mirarlo, pensó John contemplando el perfil de Holmes iluminado por la luz tenue de la televisión.

 

Ok, eso era alarmante. Watson volvió sus ojos a la pantalla presuroso. Él no era gay, nunca lo había sido. Sin embargo todos esos comentarios maliciosos sobre ellos dos siendo novios- ¿Por qué todos tenían que pensar siempre eso?- pesaban en su cabeza más de lo que hubiese querido admitir.

 

John tenía miedo, miedo de sus emociones. Y no le gustaba eso, él era un soldado, era valiente y mantenía su coraje en alto, aunque la situación le fuera contraria. Él no podía temer, no podía esconderse de sí mismo.

 

Watson suspiro suavemente y volvió a mirar a su amigo. Sherlock seguía con los brazos cruzados sobre el pecho, observando con gesto fruncido el programa aburrido para él, seguramente, en la televisión. John sonrió internamente. Le gustaba ese gesto en él, era como el gesto de un niñito enfadado porque sus padres no han querido comprarle algo en la tienda. Sorprendentemente, a pesar de su intelecto tan desarrollado Holmes a menudo se comportaba tan infantil como un chico de 8 años. Y aquello le gustaba a John, despertaba ternura en él, despertaba ganas de protegerlo, de sostenerlo, de abrazarlo...

 

Ok. Stop. El rubio respiro profundamente. Quizás si  le atraía un poco su compañero de piso- un hombre, un sociópata- quizás le atraía mucho. Pero John no quería ahondar en ello. Ya tenía suficiente con el hecho de ver tambalear su hasta ese momento bien definida identidad sexual como para encima tener que lidiar con el desamor de un genio demente. ¿Qué sentido tenía? Sherlock había dejado bien en claro que el estaba “casado con su trabajo” y nada más le importaba, de hecho lo demostraba todo el tiempo, entonces ¿de qué serviría el intentar algún acercamiento de ese tipo hacia él?

 

No, no tenía sentido, en ese caso lo único que John ganaría seria acabar con el corazón roto. Una vez más. Él ya no estaba para eso, se dijo. Lo mejor que podía hacer era olvidarlo, enterrar esos sentimientos en lo más hondo de su olvido y seguir como hasta ahora. Su labor en el hospital iba bien, las cosas con Sara iban bien. Mantente ahí y no hagas cosas estúpidas, se dijo John  Watson a sí mismo.

 

Sherlock se incorporo de pronto, sobresaltándolo.

 

-Voy a dormir, John, he llegado a mi  límite de contemplación de estupidez por hoy, buenas noches- dijo con esa voz barítona y ese tono de desdén tan habitual en él.

 

Watson lo miro alejarse hacia su habitación y suspiro por enesimaquinta vez.

 

 

 

 

Notas finales:

todo por hoy! diganmen que les parece ;)

salu2.


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