Viviendo en el edificio del SPK, no hay mayor humillación. Near, ¿siempre tienes que hacerme sentir tan miserable? Maldición, si sólo yo… Mis pensamientos fueron interrumpidos por un grito infantil que se iba aproximando más y más a mi habitación.
- Memeee!! – empezó a hacer berrinche
- ¡No me llames así! – me levanté de la cama algo incómodo - ¿qué pasó? ¿se perdieron tus goggles? – intenté burlarme de él, pero el maldito es muy ingenuo para eso
- Nooo, es peor! – se exaltó – yo… - se sentó en la cama
- YA! SIN RODEOS! – extrañamente, su dramatismo estaba haciendo que me preocupara
Matt se puso un cigarrillo en la boca, aún sin decirme nada, lo encendió, e inhalo de él con mucha calma…y exhaló
- Meme…no pude… no pude pasar la misión en Starcraft 2 – concluyó agachando su cabeza, al mismo tiempo que iba aguantando las ganas de golpearlo
Maldición, siempre jugando conmigo, ¿se cree todo el mundo capaz de jugar con mis sentimientos? ¿por qué aún siendo como soy no puedo ganar el respeto que tanto busco? Ahora me viene con sus estupideces de videojuegos, ¿a quién le importa Starcraft? Mis puños están listos y con fuerza, pero, ¿por qué no lo golpeo?
- Oye, perdón, no creí que te afectaría tanto como a mí – supongo que debí haber mostrado una expresión algo triste. Se acercó a mí, me miraba fijamente, buscaba mi mirada
- Si te acercas un centímetro más Jeevas ¡EN SERIO VAS A CONOCERME! – apunté a su cabeza, por el costado, con uno de los revolver que siempre traigo conmigo, amenazante como el sabe que soy.
- Pero Memi, si ya te conozco – sonrió dulcemente – podría decir que sé más de ti que tú mismo amigo! – Se alejó rápidamente de mí, se tiró en mi cama como si nada hubiera pasado. Jamás logré intimidarlo, ni siquiera un poco.
- Mmmm…me! – me llamó, mientras verificaba los cajones de mi velador, en busca de algo al parecer
- M? – guardé mi arma
- Ella está aquí – levantó una ceja, y mordisqueó un pedazo de algún chocolate que encontró en mi cajón
- E…e…ella? – mis piernas se estremecieron al instante con la noticia
- Olvidaste que era hoy? – Hablaba mientras digería más trozos de chocolate – wao, ¿esta marca es nueva?
- No, no no no, no imposible! – me di vuelta y pateé mi armario y todo aquello que estuviera cerca de un metro a la redonda – Matt – devolví mi mirada hacia él – y tú le dijiste que estaba aquí?
- Yo no – se desentendió – fue… me imagino que esa oveja de Near
- ESE…. – contuve mis grito por un segundo.
- Oye, tranquilo ¿si?. Bajemos juntos, así por lo menos disminuirán las probabilidades de que te mate no crees? Dicen que jugar videojuegos no es deporte, pero ¿no crees que he ganado algo más de cuerpo? – se miró al espejo vanidosamente
- Maldita zorra. – tomé fuertemente el rosario que llevaba, como si de esa forma ella desapareciera.
Matt era el calmado, el distraído, el infantil, pero aún asi, la única persona que podía calmarme, el que me comprendía, el que siempre estaba allí para mí. Es un gran amigo, y el único que tengo.
Me condujo a las escaleras al ver que no hacia ningún movimiento, bajamos lentamente como si el infierno nos esperara al término de la escalera. Y recordaba cómo llegó a pasar esto
Flash~back
¿Qué maldito sonido era ese?, aah… si, mi ringtone.
Me levanté de la cama, somnoliento y con el pecho descubierto. No era mi alarma de despertador, era un número desconocido, vaya. Lo conecté rápidamente a una máquina para grabar la conversación y conocer desde que punto me hacia la llamada, siempre es útil. Contesté, increíblemente consciente de lo que hacía
- Qué bueno que me contestas, Milo – ah? Milo? – o debería de decir, Mello? No, espera, Mihael esta mejor?
- ¿Quién eres? – quien sea la estúpida, tiene demasiada información sobre mí - ¿qué quieres?
- Quiero que asumas tus malditas responsabilidades
- Gracias por preocuparte por mí, mi vida eres demasiado, mua! – contesté irónicamente – quieres que lave mi ropa también?
- Maldito imbésil, no te das cuenta aún con quién hablas ¿verdad? – su tono de voz iba en aumento
- Oye oye oye, Halle? Eres tu? Sólo dímelo – sólo ella podía saber tanto de mí, o sería…
- Soy Haru, seré breve, no quiero interrumpir tu fascinante vida en la mafia, de acuerdo?
- Yo no estoy más con ellos!
- Ah, ¿sabes que? No me interesa
- Tienes razón, no sé porque te doy explicaciones, ¿qué rayos quieres?
- ¿Cómo puedes? Eres un animal sin sentimientos ¿no es así? Te llame hace dos años, lo recuerdas al menos? ¡Ay no!, el niño estaba ocupado jugando a los espías
- Oye, ya para, ¿vas a decirme o no?
- No espera, no termino, creo que no estabas tan ocupado con eso, si le dedicaras la mitad del tiempo que ocupas conquistando chicas puede que seas mejor que ese inadaptado de Near, qué lástima que SIEMPRE seas un maldito segundón
- Has llamado para insultarme? Crédula estúpida? Solo porque te susurré cosas empalagosas y te abalanzaste sobre mí para que te montara, ahora vienes a gritarme?
- Debería insultarte, pero no, esos eran solo comentarios. Hace falta inventar palabras para insultar a un sujeto tan despreciable como tu
- Bueno, que tengas suerte inventándolas, así puedes mantenerte un momento ocupada, en vez de estarte regalando por cualquier lado
- ¡YA BASTA!
- ¿Puedo colgar entonces?
- Qué lindo eres al pedirme permiso, pero no. – al parecer se relajó un poco antes de continuar- si recuerdas para que te llame hace tiempo, entonces, sólo quiero agregar que apenas llegue a Japón, la dejaré en tu casa, no porque yo quiera, son asuntos que no comprenderías.
- Dejármela? Oye espera, yo no tengo ide – pero colgó antes de que pudiera concluir mi queja
Según el rastreador, esa llamada fue hecha desde L.A. Maldición, en el peor de los casos, ella estaría aquí en no más de 2 días. ¿A qué maldita hora paso todo esto?
Fin del flash~back