No sé exactamente cuánto tiempo llevo encerrado en este lugar, en este pequeño cajón como lo llamo yo, que igual es un cajón cómodo en donde podría pasar el resto de la eternidad de manera realmente placentera; pero el hecho de que me quedare en este cajón por siempre y que aparte es un cajón que no he escogido yo me saca el Atila que llevo dentro y me dan ganas de coger un bate de baseball y molerlo a palos; lo triste es que no puedo, por lo menos no desde aquí adentro pero es mil veces más probable que yo me vuelva loco y decida abandonar el chocolate para siempre a que alguien venga a sacarme de aquí, y no es que yo sea de esa clase de personas que abandonan toda esperanza cuando las cosas no van muy bien, es solo que he permanecido demasiado tiempo aquí solo que ya me cuesta creer que esto algún día podría llegar a ser distinto.
Pero el día de hoy algo extraño pasa, el cajón se ha estado moviendo más de lo habitual y eso hasta cierto punto me emociona no es que adore que el suelo se esté moviendo de manera violenta y constante bajo mis pies haciéndome perder el equilibrio cada cinco minutos, si no que más bien es lo que el movimiento en si representa, esto quiere decir que alguien ha encontrado mi cajón
-¿Podrá ser posible?- me pregunto mientras el cajón deja de moverse y yo me pongo de pie para observar la extraña luz en el centro del techo de mi cajón, es una luz blanca demasiado brillante como para poder ver a través de ella, cubro mis ojos con mis manos para que la luz no entre
-¿Has hecho una buena compra?- escucho voces
-¿Esto en verdad funciona?- son voces extrañas provenientes de la luz
-Te lo aseguro- intento ver de quien se trata pero la luz es tan potente que me obliga a cerrar los ojos
-Gracias- no me queda otro remedio más que el de sentarme en el suelo a esperar a que algo pase
El cajón comienza a moverse de nuevo pero esta vez lo hace de manera más tranquila como si intentara mantenerme de manera estable por lo que solo voy a dar al suelo en un par de ocasiones ya que por más que lo intente el extraño portador el cajón aún se mueve mucho
-Bueno ya llegamos- dijo esa voz extraña de nuevo, una vez más intenté observar que era lo que estaba pasando pero de nuevo esa condenada luz no me lo permitió
-Veamos qué es lo que puedes hacer- dijo de nuevo el extraño pero esta vez lo escuche más fuerte y una de dos o levanto la voz o está más cerca
-Lo sabía, sabía que esto no servía- el cajón volvió a moverse de manera brusca solo para quedar inmóvil de nuevo y así se quedó por… la verdad no sé si fueron minutos o más bien horas, aquí el tiempo pasa muy lento por lo que es difícil de medir con mucha seguridad, varias veces consideré la opción de colocar un reloj en alguna de las paredes pero de que serviría, probablemente solo me enloquecería mas el estar aquí encerrado teniendo una noción más clara del tiempo, hay quienes dicen que la ignorancia es la felicidad y puede que tengan razón solo en algunos casos, como este por ejemplo.
No puede comprender como es que fui tan tonto como para creer que esto podría cambiar alguna vez, como es que me atreví siquiera a pensar que aunque fuera tan solo por esta vez y solo por unos minutos ver la luz de un nuevo día; me senté de nuevo en el suelo y abrace fuertemente mis rodillas escondiendo mi cara entre ellas me sentía realmente triste y decepcionado porque a pesar de todo realmente creí que esta vez podría llegar a ser verdaderamente libre, pero a pesar de que me duela admitirlo nunca podré, ni aun que lo intente, volver a ser libre.
Pensar en todo esto realmente me entristece pero qué más puedo hacer con tanto tiempo libre y con tanto silencio, además esta es mi dura realidad, una realidad que cargo desde hace ya varios siglos, una realidad que desde que tengo memoria siempre ha sido la misma; aún recuerdo a mi primer dueño, el de verdad no sabía cómo tratar a las personas, recuerdo cómo es que tuve que cumplir sus tontos y egoístas deseos así como también recuerdo a los demás y como es que cada uno de ellos ni siquiera tuvo la cortesía de decirme gracias y mucho menos una pisca de intenciones de devolverme mi libertad; decían que no sabía lo que decía, que el día que la tuviera no sabría cómo manejarla, que todo estaba mejor así o que ya no dijera tonterías; todas esas palabras me hirieron en su momento, pero ahora no son más que un simple y borroso recuerdo de lo que alguna vez fue y sinceramente preferiría volver a escuchar esas palabras a estar aquí encerrado por un tiempo ilimitado
Tengo tantas ganas de salir, de correr por espacios abiertos, de ver y sentir el sol, de gritar, de saltar, de mirar el cielo estrellado y el cielo azul, de oler, de sentir, de escuchar y de probar tantas cosas como sea posible; antes me gustaba imaginar cómo es que sería hacer todas esas cosas otra vez, ahora me duele pensar en ellas y es que aún no me hago a la idea de que nunca jamás podré volver a salir de este condenado y estúpido cajón. El cajón se mueve de nuevo
-Lo siento, no debí haberte aventado así, por favor perdóname- es esa voz otra vez pero ¿se está disculpando? no lo entiendo, como es posible que esta persona que ni siquiera conozco y que tampoco me conoce se disculpe conmigo por algo así, nunca nadie lo había hecho antes
-Te parece si lo intentamos de nuevo- la luz se hace más intensa, yo me pongo de pie y entre cierro los ojos cuando de repente siento como mis pies abandonan el suelo y mi cuerpo comienza a elevarse en dirección a esa luz, siento como si estuviera flotando sin nada de peso para después caer de espaldas nuevamente en el suelo como peso muerto
-¡Ay! eso me dolió- me incorporo lentamente hasta quedar sentado en el suelo
-Esto no… no es posible- escucho de nuevo esa extraña pero tranquilizante voz justamente a un lado mío, giro mi cabeza en esa dirección, abro lentamente mis ojos solo para encontrarme con un chico delgado y pelirrojo mirándome como un idiota incrédulo
-Creo que he perdido practica- digo mientras me sobo la parte trasera de la cabeza
-No está muy bien- dice ese chico a mi lado saliendo de su trance y ofreciéndome su mano para ayudarme a poner de pie, yo lo ignoro y me pongo de pie por mí mismo
-Soy Mello y estoy aquí para hacer realidad tus sueños-dije sacudiéndome el polvo de la ropa antes de poner mi mano derecha en mi cintura, la verdad era que le estaba infinitamente agradecido pero jamás se lo diría mi orgullo siempre ha estado primero
-¿Mis sueños?- pregunto incrédulo aun de lo que estaba pasando