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De príncipes y plebeyos por Eruka Frog

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Notas del capitulo:

Hola

 

Espero les guste el capítulo. Muchas gracias por comentar el anterior y por ponerlo en favoritos, me han hecho infinitamente feliz.

 

Para que nada nos separe que nada nos una.

Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.

 

Capítulo II: A los que nos sale todo mal…

 

La historia de ellos tenía muy poco de gracia, incluso, para él que la había vivido en primer plano y que la experimentaba una y otra vez en sus continuas pesadillas,  resultaba monótona. Mejor eso a que sentirse miserable y  como un bicho asqueroso todas las noches. Pero al final era importante porque la historia de sus tatuajes iba ligada a su historia como persona. Como ser humano con emociones, derechos y oportunidades. Con Sai.

 

Sai, Sai, Sai, Sai.

 

Cuatro veces, en zonas tan poco inofensivas que al principio le había costado mirarlas, pero que finalmente se habían convertido en parte de su cuerpo y no podía imaginarse sin ellos. Cada uno significaba algo en cada zona de su cuerpo, su libertad, su capacidad para levantarse, la libertad que ejercía sobre su propio cuerpo y lo más importante, su vida de rendimiento a Sai.  Al chico que le había salvado la vida, aquel que era capaz de morir por él, aquel que había sido el primero en creer, de verdad, que merecía ser amado.

 

En la escuela la mayoría podría creer que no eran más que una de las tantas parejitas cariñosas que existían en toda escuela, incluso obviando su preferencia sexual, pero la verdad iba más allá del amor filial. Gaara amaba a Sai, sí, pero había mucho más entre ellos.

 

Adoración. Sumisión. Veneración.

 

Una persona completamente libre que había decidido la vida de la obcecación, de la solicitud.

 

Un ser humano que ejercía su libertad sometiéndose a alguien más.

 

Porque desde el principio, desde aquellos golpes y vejaciones en su infancia, o incluso más atrás, su existencia había estado condenada a ser lo que quería ser.

 

La persona que más amara a Sai.

 

 

 

 

 

—Uchiha cree que tienes algo con él—no se sobresaltó porque se venía esperando esa acusación, así que continuó guardando el cuaderno y el libro de texto mientras decodificaba la oración. A ver, Uchiha era Sasuke, obvio. Uchiha cree sólo podía significar “Sasuke está paranoico y esta vez tú estás en medio”, algo debía significar sexo, él tenía que ser Naruto. Así que debía ser algo como “Sasuke está paranoico de nuevo, esta vez la cosa te va a afectar porque cree que estás teniendo sexo con Naruto”.

 

—Ya, pero Sasuke cree que Uzumaki es un saco de boxeo, así que no le prestes atención—era una petición, pero intentó imprimirle algo de exigencia al mirar a Sai, que lo miraba desde el banco de enfrente con los celos más absurdos del mundo.

 

—Sasuke no te habla—retomó el moreno, sin dejarse amedrentar por la evidente falta de ánimos del pelirrojo.

 

—Se le pasará—respondió aburrido. Los pequeños problemas de Sasuke le daban dolor de cabeza a la larga, pero más por irritación que por preocupación; no sabía cómo pero seguro que él terminaría jodidísimo.

 

—Eso espero, porque francamente me tiene hasta los cojones—el inusual comentario lo sorprendió tanto que se recargó un poco en su mesa, mirando al otro con cara de no creerle ni media palabra. Por lo general el psicópata celoso de Sai se iba al nirvana cuando el otro moreno se ponía señorita con él.

 

—¿De verdad?—inquirió para asegurarse de que no estaba siendo sarcástico.

 

—Terminará haciéndote alguna putada y tú, en venganza, comenzarás a hablarle a la señorita arcoíris—¿Señorita arcoíris? Ah. Claro, Uzumaki. Qué bueno era Sai para anticipar jugadas ¡con razón era el único rival de Nara en el shôgi! No, bueno, rival no, pero no era malo.

 

—¿Qué sugieres que haga? ¿me arrodillo y le suplico perdón por haberle dirigido la palabra?—el asentimiento de Sai terminó por irritarlo del todo, y así lo demostró cuando alzó la mano para darle un pequeño empujón. El moreno tomó su delgada mano y se la llevó a los labios, besándola suavemente mientras le dirigía una de esas miradas a las que no podía resistirse—me agrada—confesó por fin, hipnotizado por el negro mirar sobre él. Ante eso, el obsidiana apretó la mano que antes acariciaba con brusquedad, como retándolo a insistir—¿prefieres que te mienta?

 

—Prefiero que no te agrade—señaló desafiante—a él le gustas—agregó a la desesperada.

 

—¿Y?—preguntó cansado, no intentaba liberar su mano porque francamente pasaba de montar una escena con media clase llena—he dicho que me agrada, no que quiero follar con él. Y por cierto, tampoco he dicho que me parece confiable, así que no te metas con él ni vuelvas a hablarle de mis tatuajes, porque si la directora llega a enterarse de que tengo más que el de la frente, directamente pasa a expulsarme—advirtió. Sai no pudo replicar nada, porque Sasuke, oportuno como siempre, decidió pasar a su lado en ese momento. Era una tontería, porque esa no era ni su fila—No seas imbécil, Sasuke—demandó el taheño, totalmente hastiado de la situación en general y del Uchiha en particular.

 

—Te gusta—acusó. No entendía a que venía toda esa actitud, ¿no se suponía que la familia Uchiha era una fría y soberbia familia de elite? Es que quizás era su imaginación, pero él sólo veía a un adolescente en sus días.

 

—¿Quién?—preguntó para ganar tiempo mientras Uzumaki huía del aula.

 

—No finjas, sé que te gusta—haciendo una discreta seña, Sasuke señaló hacía atrás, en donde hacía segundos estaba el blondo pero ahora no, por lo que lo que señalaba era la mochila rosa pálido de Haruno.

 

—Ya, supongo que es evidente que quería esa y no esta otra aburrida y negra—repuso burlón, señalando su propia mochila.

 

—Me parto. Déjalo en paz—esa era una orden en toda regla. Sai se preguntó consternado cómo era que dos personas tan dadas a mandar podían ser amigos.

—¿Dejarlo en paz?—repitió airado, comenzando a perder de verdad la paciencia—le dije que tenía floja la corbata, en cambio tú llevas semanas jodiéndole el día,.¿por qué no lo dejas tú en paz?

 

En ese punto, ambos morenos abrieron mucho los ojos, sorprendidos. Que Gaara defendiera a alguien era tan fuera de lo común que casi podrían haber dejado pasar que les anunciara que se cortaría el cabello al cero; lo que no tomaron en cuenta fue que el bermejo no defendía al rubito, sino a sí mismo. Quizás porque los celos son como unos lentes muy sucios que tienden a empañar el panorama general. Como sea, Sasuke se puso en posición de advertencia, por lo que Sai se apresuró  a hacerle barrera con su cuerpo.

 

—¿Por qué te importa tanto, Sasuke—kun?—como el circo no era muy grande y faltaba otro subnormal para hacer el idiota, Haruno se había acercado con la curiosidad pintada en sus rasgos un tanto toscos, colgándose enseguida del brazo del psicótico. Sasuke, vamos—es mono, no lo niego, pero es tan bobo que no dan ganas de estar cerca de él.

 

—Qué sorpresa—inició Sai, con ese tonillo suyo que indicaba la próxima destrucción de la autoestima de alguien. La de cabello rosado lo miró incisiva, a la defensiva—que un chico no te provoque estar cerca de él.

 

La chica sabía que el otro creía que era una zorra calienta huevos, y admitía que se había ganado esa fama a pulso, conscientemente y de forma premeditada,  pero le jodía no poder responderle con algún comentario cargado de burla como lo haría normalmente. Todos en esa escuela sabían que meterse con Sai era meterse a un laberinto de burlas y denigraciones sin fin, porque la lengua que ése se cargaba y el cinismo certero con el que terminaba arrastrando a los demás, no daba espacio alguno para contraatacar. Al menos, no mientras no tuviera a sus amigas cerca. “¿Celoso? “Podría contestar con tonillo insinuante y mirada burlona, pero estando ahí Gaara, sería suicidio. Y bueno, la verdad es que Sai quizás le contestaría que la única celosa ahí era ella.

 

Y con razón.

 

—Yo también creo que deberías dejarle en paz—repuso por fin, rindiéndose de jugar un poco con Sasuke mientras tuviera a ese par delante—en cualquier momento se larga de la escuela por tu culpa—reprochó como si no lo estuviera deseando.

 

—Tampoco sería tan grave—repuso Sai ilusionado. De pronto, le parecía que el hecho de que Uchiha molestara a la zorrita alegría era una gran idea—¿has visto lo feliz que se ha puesto cuando Kakashi—sensei le dijo que sus tareas estaban mejorando? Vamos, que casi le salta encima…

 

Y eso era todo, porque lo siguiente que vieron de Sasuke fue su brazo siguiendo al resto de su cuerpo por la puerta.

 

 

 

 

 

 

 

Se había escondido por dos razones.

 

La segunda justificaba el motivo de su sinceridad en cuanto a su acción cobarde, pero la primera era mucho más frustrante. Uchiha Sasuke. Realmente le apetecía tomar su almuerzo en bendita paz, y con el Uchiha de por medio ese era un sueño más bien tonto. De verdad que no sabía por qué se había ensañado tanto con él, pero le  estaba tocando las gónadas. No es como si nunca antes hubiera estado sometido a la agresión y la mofa cruel en la escuela; su aspecto y su personalidad no daban pauta a otra cosa, pero sí era la primera vez que lo sometían a esa otra agresión más… ¿crecida? Sasuke se metía con él de forma claramente sexual, pero no sabía a dónde iba con ello. Y tampoco sabía a dónde iba él mismo haciéndole la pelota en vez de soltarle un buen puñetazo y tres palabritas bien claras.

 

Le aterraba pensar que se estaba comportando como la chica antisocial que está coladísima por el mariscal de campo y líder de la preparatoria, mientras él se burla de ella, sus gafas y vete tú a saber qué más, pero ella sigue adorándolo.  Pero tristemente, era la primera vez que alguien insinuaba que era atractivo, incluso si lo hacía de la forma tan sucia y ofensiva en que lo hacía Sasuke. Se sentía bien, tomado en cuenta, como si en realidad su existencia fuese real por primera vez. Y era asqueroso sentirse así, y constantemente se reprendía por sentirse de aquella manera, se enfurecía consigo mismo y con el moreno, que sólo estaba siendo un cabrón con él al burlarse de él.

 

Él estaba contento sintiéndose por debajo del perfil, había luchado por ello después de escogerlo, luchado por obtener ese perfil tan bajo y luego por mantenerlo. Y entonces se sentía confundido, porque por un lado se sentía notado y por otra le asustaba querer sentirse de esa manera, justo cuando creía que era capaz de pasar de la vida estudiantil y todas sus complicaciones.

 

Justo cuando creía que podría vivir al margen.

 

 

La segunda razón se debía a su agotamiento. Su trabajo como niñera lo dejaba tan cansado que no se sentía capaz de soportar el resto del día, pero sabía que sus bajas notas no le permitían el lujo de faltar un solo día. Pero quería dormir, recostarse y echarse una siestita, así que por ello había salido al patio de detrás del edificio de aulas curriculares para dormirse entre los arbustos, cubierto de las miradas ajenas para almorzar y descansar.

 

—Arroz—de nada servía quejarse, pero al abrir su caja de almuerzo y encontrarse con arroz, se sintió tan miserable que le entraron ganas de llorar. Ya, no era un comportamiento muy masculino pero era lo que le apetecía.  Llevaba todo el mes comiendo arroz y verduras, porque a la casera de su edificio se le había ocurrido aumentar la renta, con lo que definitivamente se le había acabado la pequeña pensión que le pasaba el amigo de sus difuntos padres y ahora tenía sólo el fruto de su propio trabajo.

 

Le apetecía tanto un trozo de carne…

 

Apenas veinte minutos después de terminar su comida la campana sonó y le anunció, a su manera titilante, que la clase de deportes comenzaría en breve, con lo que iba atrasado debido a que los vestidores se encontraban en otro edificio y su maleta de deportes todavía estaba en su casilla. No había pensado bien eso de quedarse dormido.

 Cuando llegó a los vestidores apenas había gente, lo que lo alegró porque eso significaba que no tendría que soportar las miradas grotescas del cerdo de Uchiha, aunque seguro que Gai—sense lo haría soportar un discurso versión extendida de la importancia de la puntualidad en el desarrollo de la flor de la juventud. Ojalá fuese más pesimista, porque de esa manera habría  sacado su ropa de la maleta antes de quedar en interiores.

 

—Esta parte de aquí debería ir así siempre—la sucia voz de Sasuke en su oreja izquierda y la diestra tocándole el trasero  lo perdieron durante unos segundos, los suficientes para que el moreno pasara un largo brazo por su cintura y el otro inmovilizara sus brazos, apresándolo. La cercanía era absurdamente grosera, porque no estaba dispuesto a que ese cabrón se siguiera metiendo con él. Se revolvió violentamente, intentando disminuir la cercanía, pero el otro lo aprisionó con más fuerza.

 

—¿Te crees que soy tu puto juguete?—interrogó molesto, revolviéndose de igual manera.

 

—Sí—respondió con mofa—pero no del tipo con el que juegan los niños— no se inmutó ni un poco por el forcejeó inútil, lo que lo sorprendió fue lo menudo que estaba Naruto. Menudo de verdad, casi desnutrido; podía sentir claramente sus costillas a través de la carne y sus propios brazos cubrían perfectamente todo su torso y extremidades superiores.  Y si encima sumaba a la cuenta lo bajito que era…—¿Es que acaso tu madre no sabe lo que es la comida?—interrogó. El rubio, que hasta ahora seguía forcejeando para soltarse, se detuvo por completo.

 

—No es tu problema—la voz de Sasuke sobre su oreja era desagradable antes, pero ahora también le parecía dolorosa, porque no había nada que quisiera menos que se burlaran de su orfandad.  El Uchiha lo torturaría con ello.

 

—Pero vamos, estás realmente delgado—repuso, tomando con la zurda la delgada muñeca del áureo—siempre dije que tienes cuerpo de niña, pero ahora comienzo a creerlo ¿por qué?—acompañó su pregunta de un besito en el lóbulo, con el que ahora Naruto se revolvió más incómodo que agresivo. ¡Qué agradable era el cuerpo del chico! Es decir, que sí, era delgado, pero también tenía un encantador tono de piel (acanelado y ligeramente bronceado), era increíblemente suave al tacto y podía mirar por sobre su hombro unas pequeñas y atrayentes tetillas que le estaban provocando problemas en el sur.  ¡Y las piernas! Aunque igualmente menudas, le provocaba acariciarlas, casi tanto como le provocaba aquel abdomen ligeramente curveado en una arrastrada infancia.

 

—No es tu problema—repitió, incapaz de forzar su mente  para darle otro tipo de respuesta. ¿Por qué tenía que sentirse tan bien?

 

—Quizás sea problema de Iruka—sensei—advirtió seriamente—él podría ir a tu casa a averiguar qué coño está pasando. Quizás es por eso que no rindes en clases—

 

—¡No!—Iruka ya sabía que vivía solo y no paraba de inmiscuirse en su vida, si encima Sasuke le decía que estaba pasando hambre, seguro que no tardaría en llamar a alguno de esos dichosos albergues para chicos sin familia. Jiraiya ya estaba haciendo bastante con pagarle esa escuela y pasarle dinero como para encima meterlo en problemas—te lo diré—aceptó por fin. La rendición le supo a gloria al moreno, e incluso dejó de rozar su nariz en el terso cuello para escuchar con atención—pero suéltame—agregó.

 

Tras unos segundos de pensárselo, el Uchiha decidió que conocer un secreto del rubio era mucho más ventajoso que seguir sujetándolo.  Lo soltó un tanto renuente y revisó su reloj de muñeca, estaba claro que ahora llegarían tardísimo a clases, por lo que en realidad no valía la pena asistir. Con sus notas y su impecable historial, podía darse ese lujo sin consecuencia alguna.

 

—Después de clases—pidió. Si faltaba, Gai—sensei lo haría correr sin parar en la siguiente clase.

—¿Cómo sé que no es una forma de escaparte?—interrogó, reacio.

 

—Te doy mi palabra—respondió con firmeza, recordándose que Uchiha no era más que un niñato hijo de puta.

 

Recordando que él no tenía amigos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Ya, me ha costado montones porque realmente no he tenido nada de tiempo pese a que ya no tengo un trabajo formal, pero casi es peor. Igual espero que les gustara el capítulo.

 

A ver, aclaraciones:

Sí, Gaara también tiene el kanji de la frente, por si se me pasa explicarlo más a fondo (aunque me ha parecido que ya quedó claro en este capítulo) la directora sabe de ese tatuaje y se lo pasa a Gaara, pero no debe de enterarse de los demás.

 

Jiraiya es algo parecido al tutor de Naruto, espero poder incluirlo dentro de un par de capítulos más. Y bueno, evidentemente Naruto es huérfano. En el primer borrador no lo era, pensé que un chico perfectamente cuidado y todo eso también podría ser un paria, pero luego reconsideré y creo que para este caso en específico Naruto debe estar jodido por todas partes. Y no en plan Uchiha se pone salvaje.

 

Eso es todo, si algo no les ha quedado claro pueden preguntarme y tal.

 

Gracias por leer.


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