Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Primeras Veces por Ariisa

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, también es mi primera vez escribiendo un lemon, aunque no sea tan explícito como podría >///<

 

Fue algo estresante y todo, pero bueno; aparte de quedarme como tres minutos toda roja frente al pc sin terminar la frase "y lamió mi..." a pesar de saber lo que debía escribir, creo que cumplí con el reto u///u

 

Dracu-sama... ¡sí que eres una mala influencia! xd

 

Eso sí, está dividido en dos partes :O

Notas del capitulo:

Bueno, he aquí la primera parte :)

PRIMERAS VECES

 

 

Maldita sea. Maldita sea. Maldita sea.

Miro con odio el pedazo de papel frente a mí. Siento ganas de arrugarlo, romperlo en pedazos, volver arrugarlo, hacerlo una pelota y tirarlo al cesto de basura y... y... y seguro que cae afuera y tendré que, humillantemente, ir a recogerlo y botarlo en el papelero por culpa de la otra maldita consciencia sobre el aseo.

 ¡Maldita sea!

 

Suspiro. Ya no hay nada que hacer.

Esta nota podría complicarme demasiado... no quiero ni imaginar que podría reprobar el ramo. Y todo por transcribir mal los resultados. ¡¡Que estupidez!!

 

Finalmente, sólo la doblo como cinco veces hasta hacer un pequeño cuadrado que dejo caer sin cuidado adentro de la mochila.

 

Y ahora, voy a ir de mal humor por el mundo, porque no puedo evitarlo. Quisiera poder separar las cosas, pero me es imposible. Si algo me molesta, ¡me molesta todo!, al menos, por el resto del día.

 

¡En serio, maldita sea!

 

- Deeeemian...- Esa es la voz de Franco, sin duda. Me mira desde el marco de la puerta, para adentrarse en el salón- Hey... ¿y esa cara de pocos amigos?

- Nada.-Respondo cortante, demasiado enfadado como para disimularlo, mientras me dirijo a la salida, pues ya no queda nadie.

- Sí, claro... yo que vengo con toda la buena onda del mundo a invitarte y tú me miras como si te hubiese arruinado la vida, ¿qué pasó?.- Me pregunta, poniéndose frente a mí y escrutándome con sus ojos serios.

- Nada importante, por lo menos no para ti.- Lo siento Franco, en serio, pero es que nunca he podido retener bien mi molestia... pero no se lo digo, y no sé por qué.

- Bien, ya me preocupas, o me lo dices o iré a revisar las cintas de seguridad o algo así.- Se cruza de brazos frente a mí.

 

No puedo contra él y sé que no me dejara irme así como así. Aunque bien me han dicho que si soy más bajo soy también más rápido al correr... ¡me mintieron! ¡Tontas creencias populares!

Y es que no sólo es más alto, es también más atlético, más fuerte, más todo...

 

Sus ojos de ese verde tan pálido me repasan una y otra vez y ya sé que si no hablo, somos capaces de quedarnos aquí hasta mañana mismo, porque por increíble que me parezca incluso a mí, él es más testarudo que yo.

 

- Me devolvieron una prueba y no me pudieron calificar peor.- Digo finalmente, bajando la vista y suspirando.

- Ah, era eso.- Lo dice como si no fuese nada importante y deja su pose seria, ¡por eso mismo no te lo quería decir, idiota, porque todo lo que me preocupa a mí para ti en una bobada! Lo miro MUY enojado de nuevo.- Oh, vamos, Demian... siempre tienes buenas notas, una no te va a matar.

 

Lo rodeo, aprovechando que relajó su posición.

Ya sabía que esto iba a pasar y por eso mismo no le quería decir nada.

 

- Además, seguro que si le hablas al profe puede darte alguna opción, porque...-Y utiliza ese tono de voz que, si es que es humanamente posible, me molesta aún más que todo lo anterior junto.- ...todos los profesores te aman.

- Ya basta.- No le grito, pero lo digo de modo que se entere que no estoy de acuerdo con él.- Es obvio que esto no es de vida o muerte para ti, ¡pero a mí sí me importa! Además...- Me detiene con la mirada parándose frente a mí nuevamente y... vale, me pasé, tal vez.

- Ya, lo siento...- Lo dice en serio.- Sé que es importante para ti, pero créeme que exageras.

 

Suelto el aire que contengo y masajeo mis sienes con la mano.

 

- Te invito al cine, así te olvidas del asunto.- Me sonríe. Sabe que amo el cine, a pesar de no poder hacer siquiera una crítica decente, gracias Franco, pero...

- ¿Y además me voy a premiar después del fracaso?.- El rubio pone sus ojos en blanco, cansado...- Lo siento, pero es que...- Por fin muestro mi cara triste y aunque no se lo digo, sé que él sabe que el problema de fondo es que estoy decepcionado de mí mismo y no lo puedo evitar.

- Hombre, eres demasiado exigente contigo mismo. Vamos a comer mejor. Porque no pensarás en auto-castigarte sin comer, ¿o sí?.- Lo dice con cierto sarcasmo y una de sus sonrisitas con brillito promocionador de pasta de dientes burlonas. Oh, perfecto, ahora tendrá algo con lo que molestarme cuando tenga tiempo libre y recuerde mis ‘pataletas'.

- No tengo mucho apetito...-Mala mirada.- ...pero comeré algo.

- Dale.- Me sonríe de nuevo y vamos caminando hacia el casino de la universidad.

 

Agradezco mucho, más de lo que él pueda creer, su paciencia. Y me sorprende que me conozca tan bien, pues muchos de mis "amigos" consideran que soy demasiado pesado, cuando no es que me moleste con ellos, sino que me cuesta disimular mis emociones y evitar terminar poniéndole malas caras a medio mundo.

No me gusta discutir, lo odio, pero... ¡argh, soy un ser súper extraño! ¿Qué más puedo decir?

 

Luego de comprar algo nos sentamos en una mesa y, antes de iniciar una conversación, llega León.

León es el mejor amigo de Franco y, juntos, hacen desfallecer a las muchachas de la universidad.

 

Franco tiene su cabello de un rubio muy pálido y desordenado, sus ojos son de un verde muy suave y tiene, como buen aficionado a los deportes, un excelente físico.

León es moreno de cabello relativamente largo, de piel sólo un poco bronceada, ojos de un azul muy oscuro y es más fornido que Franco, debido a que para él el deporte sí es su vida. Tienes muchos piercings, además.

Y entremedio de ellos... yo. Vaya, podrían hasta confundirme con un hobbit: prácticamente le llego a los hombros a ambos, y eso que no soy tan bajo. Tengo el cabello de un marrón muy oscuro y los ojos del mismo color.

Me siento como la televisión en blanco y negro en una vitrina llena de LCDs cuando estoy con ellos.

 

- Hola.- Saluda León, con otra sonrisa promocional. ¿Se habrán conocido en un casting o algo así? Siempre me lo he preguntado.

- Hola.- Saludamos nosotros.

- ¿Qué hacen?.- Pregunta, tomando una silla y girándola, para sentarse con la silla al revés y apoyar sus brazos sobre el respaldo.

- ¿Sabías que Demian nunca se ha emborrachado de verdad? Es decir, sí bebe... pero no ha llegado al punto de actuar como borracho.- Le comenta Franco, mientras yo me vuelvo para verlo confundido, ¿de qué habla?

- No, pero en todo caso es difícil imaginárselo borracho...- Se ríe mientras quizás qué tipo de imágenes se le pasan por la cabeza.

- Exactamente eso es lo que necesitas si quieres olvidarte de esa prueba.- Me dice el rubio, con una sonrisita indescifrable.

- ¿Emborracharme?.- Le pregunto con una ceja alzada, incrédulo.

- Pues claro. Olvídate un rato del mundo.

- Pero ten claro que al día siguiente andarás de peor humor que hace un rato.- Aporta León.

- ¿Nos viste?.- Interviene el de ojos verdes.

- Sí.- Sonríe.- Aunque pagaría por ver a Demian hablando las chorradas de borracho y bailando algún tipo de baile sensual en medio de un local.- Tanto él como el otro a mi lado se largan a reír a carcajadas, casi.

- ¡Antes muerto!.- Exclamo fuerte.

 

Pasa un tiempo en el que ellos siguen imaginándose una escenita protagonizada por mí y se ríen cada vez que alguno agrega un detalle a su imaginario teatro.

 

Cuando por fin paran, Franco agrega:

- Hoy vamos a celebrar el cumpleaños de León en su casa, así que deberías ir. No, más bien, VAS A IR.- Aclara tajante.

- No lo sé, sabes que no soy de ir a fiestas. Y estoy cansado.- Reclamo.

- ¿No te importa hacerme pasar la fiesta de mis 20 años solito?.- Me pregunta León con tono lastimero totalmente fingido.

- ¡Seguro han invitado a media universidad! ¿Cómo que vas a estar solo?

- Detalles.- Asegura el moreno, sonriendo.

 

Por fin cambian de tema esos dos cuando se ponen a organizar detalles de la fiesta.

 

Ellos se parecen mucho entre si y se llevan genial. Nunca les he visto discutir.

De todos modos, me llevo mejor con Franco que con León; es decir, no tengo casi nada en común con ninguno de los dos, pero es el rubio el que siempre saca temas para conversar de la nada y nos quedamos platicando por horas.

 

Bueno, debo admitir que al estar con ambos, aunque sea sólo escuchándolos, hace que me olvide de la mayoría de las cosas que siempre me mantienen preocupado.

 

- En todo caso, si te emborrachas en la fiesta, es casi un regla que te mandes una cagada, ¿eh?.-Me dice el de ojos azules pillándome por sorpresa.

- Sí, algo de lo que te arrepentirás por unos meses, cuando más, pero luego recordarás con risa el resto de tu vida.- "Sazona" Franco.

- Si no estás allí a las 10, te dejaremos de hablar... Y llévame un regalito bonito.- Me guiña un ojo, mientras los dos se paran. Tienen clases dentro de poco, aunque por separado.

- Adiós.- Menciono.

- Y habla en serio.- Recalca Franco, al girarse por última vez para sonreírme antes de desaparecer de mi vista.

 

Suspiro.

 

Mientras me encamino a mi siguiente clase, pienso en un montón de cosas.

Es mi segundo año en la universidad y no son muchas las personas con las que mantenga una amistad.

Recuerdo que en el primer año de carrera estaba tan concentrado  en estudiar que decir que no tenía vida social es quedarse corto.

Cuando recién conocí a mi rubio amigo, fue en clase de Cálculo I. Al inicio, él era muy observado por su aspecto tan peculiar: no sólo el color de su pelo y ojos, o su bien formado cuerpo llamaban la atención. También, gracias a las espesas pestañas de color castaño clarísimo y el piercing labret* que llevaba, llegaba a sacar suspiros (*entre el labio y el mentón).

A pesar de eso, su rostro serio mantenía relativamente alejados a lo demás, me refiero a que no lo andaban acosando todo el santo día... Aún así, luego de que terminara cada clase, se amontonaban las chicas alrededor de él para invitarlo a distintas partes, felicitarlo por su participación en el juego, preguntarle cosas de materia o simplemente para escuchar sus respuestas a lo que otras muchachas preguntaban.

Llegaba a ser fastidioso.

Y yo, que me sentaba casi siempre tras él, y aún no terminaba de escribir algo de la pizarra, tenía que cambiarme de puesto para terminar de escribir o, a veces, incluso no me dejaban salir al pasillo fácilmente...

 

De esas tantas veces, en una de ellas me quedé un tiempo demás en el salón, escribiendo unos datos que el profesor había mencionado antes de que se me olvidaran.

El se devolvió, solo, a buscar algo en su asiento.

 

- Lo siento, por el escándalo que se arma al final de las clases.- Dijo y, aunque evidentemente el comentario estaba dirigido a mí, no pude evitar girarme pensando que le hablaba a alguien más. Al descubrirnos solos, lo miré.

- Ehhh... ¿por qué?.- Pregunté.

- Me he fijado que cuando se amontonan nuca puedes salir de tu puesto.- Me sonrió de una manera algo apenada, como disculpándose.

- Ah.- Sí, mi grandiosa respuesta fue una vocal.- Humn... descuida, no es tu culpa... bueno, al menos no con intención.- Intenté sonreírle de vuelta, pero inmediatamente dejé de hacerlo al recordar que no me gustaba mucho como me veía al sonreír.

- Chao.- Se despidió al salir.

- Nos vemos.- Mencioné. Aunque recuerdo haber pensado que probablemente no me volvería a hablar otra vez.

 

Luego pasaron semanas en las que sólo nos saludábamos y a mitad de año se empezó a sentar a mi lado. Conversábamos un poco luego de clases, con lo que también paró en gran parte el acoso de las chicas cuando veían que estábamos platicando y no queríamos "ser interrumpidos".

 

Creo que está demás decir que me pasé los primeros cuatro meses sintiendo una profunda atracción por él, era más que un "me gustas" y eso empezaba a darme miedo. Estaba enamorándome (vale, lo admito, ya estaba enamorado para ese entonces) y sabía de sobra que él estaba saliendo con alguien más, y parecía querer a esa persona.

 

Así que lo olvidé progresivamente y lo superé.

Este año, gracias a que me he sentido mucho más tranquilo respecto de ese asunto, comenzamos a ser verdaderos amigos.

Y ahora que el año está terminando, sé muy bien que se ha convertido en el mejor amigo de todos.

 

En fin, estoy frente a su casa, oyendo la música que proviene desde el interior y las ligeras vibraciones de los parlantes. Se oyen también risas y el murmullo de gente conversando desde el interior.

Es la casa de ambos, pues Franco está viviendo con él -aunque León no le deja pagar alquiler-. Cabe destacar que León tiene más dinero de lo que nadie imaginó, por lo que arrendar una casa mientras estudia no es problema.

"Es que no me gustan los departamentos." Había mencionado una vez.

 

Tal vez debería volver, vamos, las fiestas definitivamente NO son lo mío.

 

- ¡Demian!.- La puerta se abre sin yo haberla tocado y no sólo sale el ruido de la música casi golpeándome, sino también León con su carita sonriente y el celular en la mano. ¿Iba a llamar a alguien, quizás?.- Ya íbamos a ir a buscarte para traerte a rastras hasta aquí.- Y se ríe.

- En realidad... yo sólo venía a dejarte el regalo.- Pongo frente a él una bolsita pequeña.

- Oh, Demi... no lo decía en serio.- Se vuelve a reír y posa una de sus manos sobre mi cabeza y la mueve, como acariciando a un perro.

- ¡No vuelvas a llamarme así nunca más! ¡Y no hagas eso!.- Me quejo doblemente, por el apodo y por tratarme como mascota recompensada.

- OK, Demi.- Coge el regalo de mis manos y antes de que me dé cuenta, me empuja hacia dentro de la casa.- ¡Franco, que no se te escape!

 

En este momento el rubio me mira y se ríe ante mi cara de fastidio. Viene hacia mí después de decirle algo a la chica con la cual estaba.

 

- No te preocupes, yo lo amarro a una silla.- Le dice a León, quien cierra la puerta tras de sí al salir.- Que bien que vinieras.- Me dice, con su sonrisita más natural.

- No quería quedarme, de hecho, me iba, pero...

- Pero ahora te quedarás.- No es una opción contradecirlo, oh no.

 

La música está algo fuerte y hay una cantidad impresionante de gente en la sala y algunos conversando en la cocina.

No conozco a muchos de ellos, pero eso es natural, pues ésos dos conocen a tanta gente que ni con la memoria de un elefante me aprendería tanto nombre (aunque, claro, debo decir que mi memoria es en realidad súper deficiente).

 

- Ten.- Sostiene un vaso con un líquido no muy oscuro frente a mí.- Es hora de tener tu primera experiencia.- Lo miro espantado, no por el doble sentido, sino porque presiento que es capaz de obligarme a emborracharme aún contra mi propia voluntad.- Ups, sonó feo.- Se ríe.

- No creo que sea una buena idea... como que ya se me olvidó el asunto.- Me excuso.

 

Pone el vaso en mi mano y me mira seriamente, para luego acercarse a mi oído con tal de que lo escuche con mayor claridad.

 

- No te preocupes tanto, Demian. Disfruta un poco de la fiesta, no dejaré que hagas demasiadas tonterías.- Vuelve a reírse.

- Idiota.- Murmuro.

- Escucha, sólo preocúpate de no exagerar y tener todas tus primeras veces en una sola noche.- Me dice, aguantándose la risa, aún muy cerca de mí, con cierta picardía que le desconocía.

- ¡Jamás debí contarte!.- Le reclamo, mirándolo lo suficientemente feo como para que se arrepienta de haberlo soltado en broma. Me pide perdón con la mirada, pero no agrega ningún comentario respecto del asunto.

- Oye, tengo que hablar con Maira un minuto y vuelvo.- Mira hacia atrás y casi salta al toparse con la cara de la chica tan cerca suyo.

- Hey, Deshonesto, preséntame a tu amigo.- El suspira.

- Maira Demian, Demian Maira; bien, vámonos.- La presentación es tan rápida que casi no se le entiende nada.

- Espera, Hipócrita, ¿ni siquiera me dejarás saludarlo?.- Yo la miro extrañado por su forma de hablarle, mientras ella sólo sonríe divertida y me saluda con un beso de mejilla.- No es que lo odie, pero siempre lo llamo con antónimos de su nombre, jajaja.- Ahora entiendo y me río con ella.

- Aaahhhh, ¡muy buena idea!.- La felicito sonriéndole.

- Qué graciosos ambos.- Menciona él sarcástico.- Ven, Maira, ¿no que tenías algo importante que decirme?.- Pareciera que Franco está desesperado por llevársela lejos. ¿Tal vez es su ligue de la noche?

- Ya, ya, Farsante... Bueno, Demian, hablamos luego.- Se despide con un gesto de mano y ambos se van a la habitación del de ojos verdes.

 

Ahora suspiro yo (¿Enésima vez en el día?).

Solo, en una fiesta llena de desconocidos, con un vaso con alcohol en la mano y sin ánimo.

"¿Qué más da?", me digo, y comienzo con lentos sorbos a beber del vaso.

No es que el alcohol me dé miedo, es que no le encuentro el gusto a llegar al estado de "borracho". Puede ser lo más extraño del mundo, pero de verdad que prefiero divertirme o distraerme de otro modo.

Pero estoy aburrido y tal vez debería hacer una locura por una vez en mi vida... o bien la bebida tiene algo y desde el primer sorbo esta cosa me está afectando el cerebro.

Opto por la última.

 

Me acerco más a la sala.

Hay un grupo grande bailando en el centro, parejas por aquí y por allá besándose (y algo más), unos cuantos chicos y chicas conversando de pie y otros sentados.

Veo también a un par de chicas dándose un beso y los demás prácticamente alentándolas a ir más allá, en especial los chicos.

Bien había dicho León que cada vez les importaba menos a todos las tendencias sexuales de los demás y en las fiestas terminaba ocurriendo de todo.

Me respaldo en la muralla más próxima y estoy pensando seriamente en marcharme antes de que Franco o León vuelvan, cuando un chico parece tomar el control de la situación y decide que van a empezar con el karaoke.

Todo mundo parece muy animado.

Sí, creo que muchos ya han bebido bastante, así que, en realidad, tengo cierta curiosidad.

 

Comienzan a cantar y comienzan las carcajadas también. Cada cual que sale a cantar es más extraño e histriónico que el anterior. Me he reído un montón, aunque las desafinaciones van de mal en peor y mi oído ya reclama.

 

Ni cuenta me he dado cuando me encuentro sentado en el sillón y ya tengo otro vaso en la mano.

A mi lado se sienta un chico y me mira sonriente.

Es guapo.

Sí, y mucho.

Tiene el cabello negro y sedoso y ojos verdes muy vivaces. Lindos ojos. Verdes.

 

Me doy cuenta que lo estoy mirando demasiado y, aunque al parecer cada vez me importa menos lo que piense de mí -ya sea porque no lo conozco o por el alcohol-, igual desvío mi mirada al frente donde una muchacha de falda súper corta, cabello rizado y escote exagerado canta una canción de Madonna con pésimo inglés y movimientos más patéticos que sensuales (según yo, claro, pues otros la miran con caras babeantes).

 

- ¿Cómo te llamas?.- Su aliento tibio en mi oído me toma por sorpresa y me giro un poco extrañado.

- ...Demian.- Contesto más por reflejo que por otra cosa. Dejo pasar unos segundos y me atrevo a preguntarle a él.- ¿Y tú?

- Aldo.- Su sonrisa es algo... ¿cautivadora?

 

Tiempo después, ambos nos estamos riendo y yo creo que ya no beberé más. Después de todo, en realidad no pensaba emborracharme de verdad. Y sé que cuando me pare, el alcohol si empezará a notarse.

 

Hace un rato que acabó el karaoke y ahora un grupito en el suelo está jugando a la botella, con chicas sacándose prendas y otros respondiendo embarazosas preguntas. Volvieron a poner fuerte la música y hay muchos chicos bailando también.

 

- Vamos a bailar.- Aldo me dice al oído y se para, jalándome de uno de mis brazos, con tanta fuerza que logra hacer que me pare.

- Oh, no, no... lo siento, no tengo el ritmo en la sangre, jejeje.- Le respondo muy de cerca, luego de tener que apoyarme en él, por el brusco movimiento al levantarme combinado con el alcohol.

- Es sólo práctica.- Replica y prácticamente me arrastra al grupo de chicos que bailan.

 

Hay algunas chicas verdaderamente borrachas que, sin disimulo alguno, se refriegan en el cuerpo de sus acompañantes, simulando movimientos que, bueno...

Estar tan borracho como para hacer semejante espectáculo frente a tantos ojos, es a eso a lo que no quiero llegar jamás.

 

Ya en un lugar fijo, él pone sus manos en mi cintura y se me apega demasiado, diría yo.

 

- No parece que en realidad lo que quieras es bailar.- Eso sólo lo estaba pensando, no pensaba decirlo en voz alta... ¿ups?

- Jajaja.- Se ríe, y me contagia su alegría tan natural.- Soy poco disimulado, lo siento. Pero, hablando en serio, normalmente no soy ni tan recatado, ni tan lento.- Me guiña un ojo, acercando su rostro aún más.

- ¿Y eso?.- Pregunto, algo confundido. ¿Cuál era la intención del comentario?

- Eres lindo, merece la pena un trato especial.

 

Estaba a punto de ponerme a reír cuando sus labios se posan sobre los míos y comienza una leve fricción.

Pues, para que su conquista haya sido "lenta" en algo así como una hora y un poco más, no quiero pensar qué hace cuando es "rápido".

 

Nos separamos unos centímetros.

 

- Muy lindo.- Dice, y esta vez me besa más profundamente.

 

Yo le respondo. El es guapo, hace que me sienta bien, me olvido un rato del mundo y mañana nadie tiene por qué hablar de ello, porque no será relevante... ¿qué tiene de malo?

Más me vale aprovechar durante unos minutos más.

 

Cuando nos separamos por segunda vez, alguien lo jala desde atrás. Es una chica que le dice algo entre risas.

¿Debería aprovechar la instancia y marcharme?

Es decir, ¿desde cuándo me beso con desconocidos así de fácil? (... ¿Alcohol, alcohol?...)

 

Como sea, en ningún momento pensé en llegar a algo más que besos con él, por lo que no es bueno que le eche más leña al fuego quedándome y haciéndole creer que tendrá la posibilidad de algo más.

Y no me da pena si se ilusionó, pues tengo más que presente que seguramente es de aquellos que sólo disfrutan la noche y "si te he visto, no me acuerdo".

No siento vergüenza de reconocer que aún no he tenido sexo, porque no ha sido por falta de oportunidades, es sólo que no pienso entregarme a alguien como él, por ejemplo.

Pero antes de poder escabullirme, Aldo tira de mi brazo hasta acercarme a él y besarme.

 

"El último", pienso.

 

Siento una mano en mi pecho y creo que es de él, hasta el momento en que no sé si yo fui alejado de él o él de mí.

La brusquedad del movimiento hace que me tambalee ligeramente.

Abro los ojos con sorpresa pata encontrar frente a mí la espalda de Franco.

 

- ¿¡Qué mierda haces!?.- Le grita a Aldo, y se nota que está gritando pues a pesar de la música lo puedo escuchar perfectamente.

- ¿¡De qué hablas, imbécil!?.- Le responde el moreno con el mismo tono.

- ¡Yo sé que a ti no te importa nadie, pero no puedes aprovecharte de él en su condición!.- ¿Mi condición? ...espera, ¿está hablando por mí?

- ¡Yo no lo obligué!

- Si él te conociera jamás hubieses podido acercarte a él siquiera, porque te tendría ASCO.- Ambos parecen furiosos y tengo la sensación de que comenzarán a darse de golpes. Me muevo para quedar más cerca de ellos.

- Un minuto, ¿qué diablos sucede?.- Pregunto lo suficientemente alto y confundido como para que me escuchen.

- ¡Tú cállate y no te metas!.- Franco jamás me había hablado tan mal ni mirado tan feo en todo el tiempo que nos conocemos y, por eso, no puedo reaccionar cuando Aldo golpea al rubio en la cara.

 

Por alguna razón anti-física, el golpe parece no afectarle en nada y se lo devuelve con toda la intención de hacerle daño, y eso lo sé por la forma en que lo mira. Lo detesta.

Por suerte, quien reacciona a tiempo es el recién llegado León que se interpone entre ambos.

 

- ¡Ya basta los dos!.- Grita, logrando calmarlos un poco, aunque siguen mirándose iracundos.- Mejor vete, Aldo...- Le dice al de cabello negro.

 

Escucho que le reclama algo, pero, para cuando me doy cuenta, estoy siendo jalado con una fuerza inmensa por Franco, que me lleva lejos de allí.

Me tiene tomado por el brazo y la presión de sus dedos en mi piel llega a doler.

Mira hacia al frente, en dirección a su habitación, y ni siquiera voltea para saber si voy bien o me he tropezado y caído y lleva un bulto siendo arrastrado.

 

Abre la puerta de su habitación con fuerza, nos adentramos un poco y me lanza con fuerza a lo que yo creía que era el suelo, pero luego de sentirme caer sobre algo blando, sé que es su cama.

Abro los ojos luego de sus violentos movimientos.

 

Hay luz en la habitación, pero es muy poca y algo opaca.

Me siento un poco mareado y me empieza a doler la cabeza, por lo que con una mano empiezo a acariciar mi frente.

Perfecto. ¿La resaca a mí me llega antes?

 

Levanto la vista sólo para toparme con los ojos furiosos de Franco, quien me mira como si fuera la peor escoria del mundo.

 

- Lamento ser un retrasado... ¿se puede saber qué fue lo que hice?.- Pregunto, con voz suave y cerrando mis ojos nuevamente.

- ¿Que "qué hiciste"?.- Pregunta irónico.- Tal vez... emn, no lo sé... ¿¡besarte con ese idiota!?.- Me grita nuevamente y su voz acentúa mi dolor.

- OK.

 

No quiero responderle nada más, porque aún entiendo poco de la situación y estoy desorientado.

Miro alrededor e identifico que la luz viene de unas velas a ambos lados de la habitación.

 

- ¿Un nidito de amor?.- Pregunto, algo sorprendido por la atmósfera que seguramente en otra situación fue bastante romántica.- Te esforzaste con la chica, ¿eh?.- Amenizar su molestia cambiando de tema quizás funcione, porque no me gusta su mirada.

- ¿Por qué?.- Me pregunta, cuando de pronto lo encuentro casi a horcajadas sobre mí, obligándome a recostarme del todo en la cama. Y sé perfectamente que no lo dice por mi comentario.

- ¿Por qué... qué?.- Lo miro. Me da un poco de miedo, y por otro lado me arrepiento, sin saber por qué.

- ¿Por qué te estabas besando con él?.- Dice el pronombre con desprecio y me arrepiento aún más de lo que hice, no porque esté mal -que no lo está-, sino por su cara de chico traicionado y dolido, encubierto tras sus facciones enojadas.

- No pensé que... estuviera mal.- Respondo con la voz algo cortada. Sosteniéndole la mirada, pero al ver que no cambia de expresión, miro hacia un costado.

- No sabes quién es, ¿verdad?.- Su voz se suaviza tenuemente.

- No realmente.- Respondo.

 

Con delicadeza se deja caer sobre mí y su cabeza queda apoyada justo bajo la mía, en mi pecho. Me abraza sin hacerme daño, muy suavemente, como sin querer tocarme realmente.

Yo miro su nuca, pues su rostro está escondido, y luego al techo blanco de la habitación.

 

- El chico con el que salía a principios del año pasado...- Comienza a decirme.- ...yo... le quería. No estaba locamente enamorado, pero le quería.

 

Más o menos imagino hacia dónde va la historia, por lo que con una mano temblorosa acaricio con parsimonia su cabello.

 

- Creí que íbamos en serio. O, al menos, que nos respetábamos mutuamente.- Su voz está muy baja, pero no se oye triste, lo que al menos me calma un poco.

- Hmn.- Hago un ruido como para que sepa que lo escucho.

- Y cuando menos me lo esperé... resulta que en una fiesta no sólo se habían besado, sino que se habían acostado. El y el malnacido de Aldo.

 

Pasa un tiempo en silencio. No sé qué decir.

 

- No sé cómo entró a la casa hoy.- Finaliza. O eso creía, pero me sorprende alejándose centímetros de mí para mirarme directo a los ojos, demostrándome no sólo cierto grado de decepción, sino también una molestia incontenible.- Pero si lo vuelvo a ver, no responderé por mis actos.

 

Y me asusta, porque Franco jamás es así.

El, si está molesto, confundido, triste o lo que sea... no lo demuestra de este modo.

Tiene que estar demasiado enojado como para mirarme así.

 

- Lo siento...- murmuro, con voz ahogada.- No sabía nada de eso.

- Sí, no lo sabías.- Dice, en tono algo frío.

 

De un modo tan rápido, que fue inevitable evitar, sujeta mis muñecas sobre mi cabeza con una de sus manos.

 

- Y por eso pensabas acostarte con él.- Me recrimina, furioso nuevamente.

 

Respiro agitadamente. En algún segundo he llegado a pensar que estoy en coma etílico... De verdad, ¿de qué me perdí?

 

- ¡No!.- Exclamo.- No pensaba llegar tan lejos, yo sólo...

- ¡No parecía así allí en la sala!.- Me corta. Y cada vez me cuesta más respirar y pienso que fui a dar a algún tipo de dimensión paralela.

 

Franco no es así. El no me habla de este modo. No me mira con odio. No me tendría en esta situación...

 

- Pero si lo que querías es sólo pasarlo bien...- Muestra una sonrisa que me pone la piel de gallina, pues sé que no es porque está divertido o feliz.- ...eso puedo hacerlo perfectamente yo.

Notas finales:

El siguiente y último capítulo lo subiré cuanto antes :D

Adioz.-!

Arisa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).