Naruto no duda de los motivos que le empujan a luchar por traer a Sasuke de vuelta. Es su eterno rival, su mejor amigo, su compañero. Repite una y otra vez que haría lo mismo por cualquier otro ninja de la Villa, y es cierto.
Naruto justifica sus acciones esgrimiendo sin cesar los mismos argumentos: Orochimaru le ha mentido, le ha engañado con promesas de poder; su sed de venganza le ciega. Naruto ha erigido una muralla a su alrededor utilizando estas convicciones como ladrillo y argamasa, y es esta misma muralla la que, tras más de dos años de duro entrenamiento, no le deja acercarse a la verdad ni aceptar el hecho de que Sasuke se haya marchado por su propio pie.
¿Quién está más ciego de los dos?
La diferencia fundamental entre Naruto y Sasuke es que mientras Naruto vive por los demás, Sasuke vive sólo para sí mismo. Sasuke ha hecho de su venganza una religión, de sí mismo un Dios y de su hermano Itachi un Diablo. El resto son sólo instrumentos. Su corazón lacerado no le permite amar ni ser amado, pero Naruto no lo comprende.
Al igual que tampoco comprende que la búsqueda de Sasuke es en realidad la búsqueda de su propio ser, la lucha por obtener una prueba fehaciente de su propia valía. Sin Sasuke no es nada. Naruto ama a Sasuke del mismo modo en que puede amarse a un espejo roto.
Sasuke se vio despojado del amor de su familia a la tierna edad de siete años y su soledad le ha convertido en lo que ahora es. Naruto estuvo solo una vez, pero el amor le salvó de correr la misma suerte. Por eso, aun sin darse del todo cuenta, cree firmemente que su amor puede cambiarle, hacerle ver que ya no está solo y que su venganza no le llevará a ningún lado.
Pero cuando el veneno ha contaminado cada centímetro de tu cuerpo ningún antídoto puede contrarrestarlo. Naruto no es capaz de aceptar que su voluntad no es suficiente, que él mismo no es suficiente.
Porque no quiere.
Porque duele.
Escudado tras su muralla de autoengaño, Naruto trata de apretar con más fuerza la venda que él mismo se ha colocado sobre los ojos, busca inconscientemente un modo de esquivar el golpe de la certeza de que por muy fuertes que sean sus sentimientos hacia Sasuke éste nunca los corresponderá. Ya no puede hacerlo.
Por eso Naruto no se rinde. Porque ignora todo esto, porque se niega a aceptarlo. Y sigue justificando sus actos bajo la frágil cubierta de la amistad y obviando su propio egoísmo. Egoísmo de querer traer de vuelta a Sasuke contra su voluntad. Egoísmo de querer retenerle a toda costa a su lado, aunque eso signifique truncar aquello que le da sentido a su vida.
Esa es la auténtica verdad. Un amigo no persigue a otro durante tres años para arrancarle sus sueños y su razón de vivir. Ese es un acto egoísta, un acto más propio de un amante.
Y de egoísmo, Naruto Uzumaki sabe más que nadie.