Duelos a escondidas
Harry tuvo muchos duelos.
Demasiados para ser tan joven. Demasiado peligrosos para solo un chico. Demasiado dolorosos para poder olvidarlos.
Nadie podía decir de Harry que no lo intentaba, lo hacía. Y si, podían decir que la mayoría de ellos, los importantes, los había ganado porque tenía gente a su alrededor para acudir en su rescate. Podían decirlo porque Harry estaba orgulloso de ello, porque significaba que tenía personas que lo consideraban importantes. Podían decir también que tenía más suerte de la que era justo, pero Harry no lo creía así. Si hubiera tenido suerte sus padres estarían vivos, si tuviera suerte alguien más tendría que matar a Voldemort, si tuviera suerte muchos “hubiera sido” serian “fue”.
Pero no era así. Nunca lo seria.
De hecho Harry consideraba que tenía la peor suerte del mundo, porque los duelos más dolorosos, esos que más lo habían marcado no habían dejado ninguna marca visible y nadie lo había ayudado a librarse de ellos.
Cuando era niño se escondía bajo las sabanas y lloraba despacito, intentando no ser notado, intentando no ser escuchado. Harry ya no era un niño abandonado al que nadie le importaba pero eso no quería decir que le dejara a alguien ver que estaba sufriendo. No lo hacía, porque era Harry Potter y si lo veían llorar y sabían que pensaba que no había esperanza alguna, entonces podían entregarse a Voldemort y ahorrarse el trabajo de respirar con ese agujero en el pecho.
Así que Harry se quedó quieto y miró para otro lado. Respiro profundo, cerró los ojos e intentó hacer como que todo estaba bien, que Draco en realidad no tenía la piel manchada con esa cosa horrorosa. Draco en realidad no le había estado evitando por semanas por eso. No era el brazo de Draco el que temblaba entre sus manos. No era Draco quien se le escapaba como agua entre los dedos, mojándolo pero sin quedarse.
No él.
Hablo cuando supo que su voz no lo traicionaría
-Dijiste…
Harry no se atrevió a mirarlo, no podía, ya no.
-Lo sé
-Dijiste. Tú, dijiste
-Lo sé
-¡Lo prometiste!
-¡Sé lo que hice!
Harry lo dudaba. Realmente no lo creía. Ahora tendría que matar, torturar, espiar… si es que no lo había hecho ya. Pero su voz salió tan rasposa y angustiada como la suya.
Sonaba como Draco.
Entonces se dio cuenta de que estaba temblando, era casi imperceptible pero él podía verlo, así como también veía que los brazos cruzados al frente estaban disimuladamente abrasándose y Draco no estaba mirándolo, no realmente, estaba mirando un punto detrás de él, la puerta.
¿Eso era sufrimiento? ¿Arrepentimiento? ¿Él podía sentir eso? ¿Él podía sentir?
Poner una mano en su hombro fue natural. Harry estaba demasiado acostumbrado a ser fuerte por otros.
-Va… a estar bien.
El temblor se intensifico, pero Harry no sabría decir quien estaba temblando más. Draco intento alejarse, Harry intento hacer que se quedara quieto sentado en el escritorio contra el que lo había acorralado.
-No digas eso si no lo sientes
Harry también estaba acostumbrado a llevarle la contraria, siempre.
-Estará bien
-¡No!
-…estará
Y se rindió. Nuevamente no supo decir si fue Draco quien dejo de apartarlo o si sus piernas habían dejado de sostenerlo y su… Draco lo había atrapado. Tampoco supo si eran sus lágrimas. Y realmente tampoco sabía si todo estaría bien, si podría volver a ver a Draco de la misma manera ahora que sabía que tenía un amo. Un amo que no era él.
No, Harry no sabía muchas cosas, casi nada. Pero en ese momento se sentía tan solo y miserable.
Dios.
Se sentía tan mal que incluso le agradecería no tener que llorar por eso a escondidas a la persona que le había hecho llorar, pero al menos esa vez no era el unico que lloraba.
Fin