Gerard Way era un tipo articular, sus ojos azules mostraban una frialdad inquietante. Gerard era un apuesto asesino a sueldo, que se dedicaba acabar con la vida de cualquier persona que molestara al que le había pagado para tal oficio. Compaginaba este curioso trabajo con el de librero de una tienda de comics, ese mundo de fantasía le apasionaba de un modo extraordinario, casi tanto como la muerte. Gerard, salía con Frank Iero, 'salir' por decir cualquier cosa. Frank sabía a que se dedicaba Gerard, había luchado contra él, lo había temido, lo había odiado...pero también se había sentido atraído a él desde el principio, y aquella atracción era sorprendentemente correspondida. Frank no había dejado de quererle al enterarse de que era un asesino. Ni siquiera era capaz de odiarle cuando su parte más oscura florecía en cada asesinato anunciado en las noticias. Frank no sabía como iban a solucionarlo, pero sí tenía muy claro que tendría que esperar. Reprimió sus dudas y sentimientos al respecto y se obligó a sí mismo a centrarse y actuar no como un joven enamorado,¿Alguna vez os habeis preguntado alguna vez quién fotografía los asesinatos?Pues Frank podría darte la respuesta, ya que ese era su oficio.
Durante su jornada de trabajo, Frank intento evadirse del asunto de Gerard, aunque últimamente fotografiaba unos asesinatos que no podía evitar relacionar con su extraño amante.
-Espeluznante ¿Eh?-Dijo el policía mientras observaba la escena del crimen.
El policía en cuestión era Ray Toro, recién llegado a la patrulla, su pelo afro y sus ojos marrones mostraban una fiereza que podía dar miedo, pero cuando le conocías cambiabas de opinión al completo, su vocecilla y su dulce comportamiento hacían a Frank que su 'peculiar' trabajo se le hiciera menos pesado.
-Ya, bueno, tampoco es que veamos unicornios rosas todos los días, esto no me parece nada nuevo, el mundo es un lugar cruel y nosotros, de alguna manera nos damos cuenta de manera más cruda, pero eso sí, nos pagan-Terminó haciendo una media sonrisa tímida y apartando el pelo de sus ojos para continuar haciendo fotos.
-Vaya, eso ha sonado más profundo de lo normal, pero fijate, esos cortes no parecen de un cuchillo normal, es un trabajo de profesional, además parece hecho de una forma tan fría y distante...
Frank intentó disimular como tragaba saliva, frío y distante, así era Gerard, así le quería, así le amaba...
-¿Estas bien?-Ray le miraba con un tono preocupado-Te has puesto blanco, bueno, más de lo que eres ya.
-¿No serás tú el más gracioso de Nueva Jersey? Estoy bien, puede que tengas razón, esto es un tanto espeluznante.
Terminó de hacer las fotos, las reveló , recogió sus cosas y marchó hacia su apartamento en el centro, mientras marchaba, pensó en el caso de Gee, no podía evitar pensar él, sus asesinatos no habían pasado inadvertidos y la policía tenía cada vez más pruebas, debía avisarle, o al menos decirle algo, no lo sabía bien, Frank se frotó nerviosamente el cuello en la zona de su tatuaje en forma de escorpión, respiró profundamente y abrió el cerrojo con la llave, necesitaba descansar y pensar que hacer con Gerard. Al entrar, no esperaba encontrarse a él, no le esperaba cruzando las piernas sentado en su sofá de cuero, no le esperaba con su pelo hasta mitad del cuello rojo burdeos que tapaba de forma misteriosa sus ojos fríos y azulados, no le esperaba con su chaqueta de cuero y su camiseta negra de Iron Maiden, vaqueros y converse negras. No se lo esperaba para nada. Frank, se quedó quieto en el marco de la puerta, se puso nervioso, una mezcla de nerviosismo y de excitación, tal vez, eso explicaría porque se mordió el labio, ocultando su leve temblor de este. Gerard, sentando en el sofá subió su mirada hasta la boca de Frank..., su carnosa, roja y hermosa boca. El deseó golpeó con fuerza a Frank, Gerard era demasiado hermoso, se ruborizó, Gerard como en trance, se acerco hacía él y le rozó suavemente la mejilla con la yema de los dedos, después le atrajo hacía sí -Gee, yo...-Frank intentó avisarle de lo de esta mañana, un gemido le subió por la garganta. Gerard le toco la comisura de los labios con la punta de la lengua. Con besos ardientes, Gerard recorrió su mentón hasta la base de su cuello donde notó el acelerado pulso de Frank, casi notaba como la sangre fluía por su arteria aorta , furiosa impaciente, clamando ser bombeada por un corazón que ahora solo sentía por y para Gerard.