Frank apreta los ojos fuerte y se levanta, como es de esperar está desnudo y Gerard no está a su lado. 'Al final me terminaré acostumbrando a no necesitarle, pero no quiero'.
Lo que había ocurrido hoy siempre pasaba, y a Frank le jodía, vaya, pero Gerard era así, y algo en su interior le decía que no iba a cambiar y que a lo mejor si cambiara no sería lo mismo o quizás no se sentiría igual en sus encuentros fugaces, gracias a Gerard había aprendido a no tener miedo de seguir viviendo y a disfrutar al máximo de cada minuto con él.
Mientras Frank desayunaba, se duchaba y se preparaba para trabajar, Gerard iba a ver si alguien necesitaba de sus servicios (y no, no se prostituye).
Mientras esperaba a su cliente, sacó un paquete de tabaco de su ceñido pitillo de cuero y se fumó un cigarrillo, mientras se lo tomaba se puso a pensar de forma inevitable en Frank.
Una parte de Gerard odiaba a Frank, odiaba sus ganas de vivir, su luz, sus fotografías de los asesinatos, el modo en que lo miraba cuando había cometido un asesinato. Deseaba decirle que se pusiese en la fila para sentir lástima de él.
La otra deseaba verle una noche, y otra y la siguiente, verle a solas, su cara inocente, su piel blanca como la porcelana, su tatuaje en el cuello, como solamente mirándole tenía la sensación de ser uno solo, como podía esconder su cara en su cuerpo...
-Cof, cof...-Tosió disimuladamente un hombre de mediana edad, gabardina, sombrero y gafas de sol.
-Ehm, ¿Es usted mi cliente? -Dijo Way tirando el cigarrillo y aplastandolo con su zapato, después miró con atención a aquel hombre.-Supongo que por su burda imitación de detective privado, debe usted de serlo.
-Espero que sea igual de eficiente en sus encargos como en sus chistes, le ofrezco 1000 dólares por el siguiente encargo.
-Guao, debe de tocaros mucho los cojones el tipejo para pagarme tanto.
-En efecto, en este sobre tienes toda su información, si acabas con él esta noche, te llevarás el doble.
El misterioso hombre de la gabardina se fue y Gerard marchó hacia su casa para prepararlo todo.
Una vez llegó a su casa, sacó su brillante cuchillo, parecido a una espada, pero un poco más pequeña, de filo ondulado.
A las 24:00 salió de su casa, escondiendo envainando su cuchillo y con una mirada fría, azul y extremadamente sexy.
A las 24:25 terminó, demonios, el que le había contratado estaría bien satisfecho, estaba bien muerto, eso sí, se resistió el desgraciado, había salpicado un montón a Gerard: Su cara, su torso y sobretodo sus manos, estaban cubiertas y empapadas de sangre, claro que cuando coges un cuchillo, le abres el canal a alguien y le orinas en las vísceras, lo normal es que salpique un poco.
Pero eso a Gerard no le importaba, necesitaba ver a Frank.
Este estaba sentado en el sofá, con la cabeza inclinada sobre las cuerdas de la guitarra, con las cejas fruncidas y los labios apretados en un gesto de concentración.
Iba vestido de negro, haciendo que su piel pareciera increíblemente más pálida.
Sus dedos continuaban acariciando las cuerdas mientras cantaba casi en un susurro 'Trust me...'
Las manos de Frank se detuvieron de repente y giró la cabeza, al ver a Gerard se apartó de la guitarra como si esta le hubiera mordido.
-Gee, no te he oído entrar.
Este avanzó hacia Frank y le saludó con una ligera inclinación.
-¿Qué cojones haces aquí?¿Y así? Dios Gerard, estás empapado de sangre, Gee, deberías dejar de matar, deberías dejar de matarnos...
-Está bien, relájate Frankie-Decía Gerard mientras le abrazaba dulcemente por detrás impregnando su sangre en su cuerpo,
¿Relajarse?¿Qué probabilidades tenía de hacerlo mientras su cuerpo le rodeaba de ese modo?
-Cuando empezamos a ir en serio te dije que si todo iba bien, dejaría lo ilegal en cosa de cinco años.
-Lo recuerdo -Dijo Frank, aunque era la primera vez que volvían a hablar del tema.
-No puedes pretender que todo salga bien en un plan que incluye a seres humanos, pero...-alzó el dedo índice- Estoy cerca de conseguirlo.
-Me gusta verte así-Dijo Frank acariciándole el antebrazo.
-¿Así como?.
-No sé explicarlo.