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Destiny Odyssey por DestinyOdyssey

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Notas del fanfic:

ATENCIÓN: Contiene partes lemon y algunas escenas un poco violentas.

Las partes violentas no las considero tan fuertes ( para algunos igual ni lo notan)

Pero, por simple formalidad, lo comento.

Notas del capitulo:

¡Muy buenas!

Este es mi primer fanfic ( el primero, y lemon...) Bueno, fué una historia que pensé cuando vi que no hay muchos fics del Dissidia.

Aquí dejo una pequeña aportación sobre esta peculiar y "encantadora" (aunque a veces no tanto) pareja.

Si os gustase, por favor, comentadmelo en reviews. Si veo que tiene éxito, podría hacer una continuación (agregando más parejas) u otra de independiente, pero de más capítulos.  

 

La noche comenzaba a invadir el horizonte del santuario del orden cuando los guerreros del cosmos empezaron a montar su campamento base, aquel instante de descanso en aquella infernal lucha entre dioses.

El pequeño rubito con cola, después de haber intentado varias veces encender el fuego, desgraciadamente apagado por la fuerte ventisca y para colmo la burla continua del pequeño caballero, se retiró a su tienda, frustrado y cabreado, mientras los demás reían por la escena.

Alejado de sus compañeros, Firion rebuscaba desesperado en su bolsa la tienda, sin éxito alguno, mientras veía peligrar la lámpara de aceite que aguantaba el ciclón con cierta inestabilidad.

Uno tras uno, los guerreros se adentraron en sus respectivos habitáculos dejando solo al pobre peliplateado. Este, ya rendido, sintió el peso del sueño ahogándole su conciencia, abandonó su infructífera búsqueda de aquella maldita lona y consiguió aferrarse a la lámpara antes que la niebla dejase rastro de visibilidad.

Deambuló entre la "nada" intentando buscar el campamento, rindiéndose al poco tiempo tumbándose finalmente en el frío suelo, tapándose como podía con su capa, algo incómodo por el hecho de llevar puesta aún la armadura, mientras el candil fue apagándose. Cerró sus ojos pesadamente, buscando aquel pequeño sueño, entre frío y soledad.

-  Eh... ¿se puede saber que haces aquí?

-  ¿m-mmh?... - los abrió de nuevo, aturdido por la incipiente pero cálida luz que le alumbraba, el de una pequeña vela, quien la sujetaba un alto guerrero de cabello plateado, que le miraba de manera penetrante, incomodando a menor por momentos al saber delante de quien estaba.

Había dormido delante de la lona del líder de los guerreros del cosmos.

-  E-eh, mira yo... - comenzó a ponerse nervioso, empalideciéndose por momentos, a causa a parte del la gélida gélida ventisca, cosa que el guerrero se comenzó a dar cuenta.

-  ¿No tienes tu tienda?

-  P-pues... - los brazos comenzaron a paralizarse del frío, aferrándose a la tierra los más fuerte posible . Inconscientemente, apartando la mirada de su compañero, echó una mirada al interior de la lona: de tamaño mediano, reflejaba aquella calidez y confort que anhelaba en esos momentos, alumbrada por candiles de aceite y acolchada por mullidas mantas aterciopeladas cubiertas por cojines de varios tamaños. Quedándose exhausto, perdió la noción del tiempo contemplando aquel lujo. Se notaba que era el favorito de Cosmos. Con gesto algo molesto, se preguntó si él y Cosmos estaban... bueno, es decir, si habían utilizado esta tienda para...

Un carraspeo oportuno le sacó de sus pensamientos.

-  No me has contestado... - su cara impasible parecía perforarle la mente y leer sus pensamientos más ocultos. Se maldijo a si mismo, aterrorizado por la idea que el otro podría haber visto lo que pensaba en aquel momento.

-  No la consigo encontrar, señor - consiguió decir, con tono subordinado. Pánico era la palabra más exacta para describir su estado frente un "superior"

El guerrero solamente suspiró cansado, tendiéndole después la mano, aunque Firion no acabó de entender.

-  Hoy puedes dormir conmigo... - le observó detenidamente durante unos segundos - ... solo hoy...

Firion tragó saliva y le correspondió al agarre, cuya mano estaba asombrosamente caliente.

El guerrero le estiró fuerte y lo entró en la tienda. Este cayó encima de los cojines mullidos, que, en una acción completamente inconsciente, los abrazó y suspiró, como si de un niño pequeño se tratase.

El otro continuó observándole:

-  ¿Vas a dormir con la armadura?

Firion se dio cuenta de su acción y rápidamente se puso de rodillas, tosiendo con vergüenza notable en el rostro.

    Poco después, comenzó a dejar sus armas más pesadas apoyadas en uno de los laterales, tardando un rato por la cantidad de estas, a continuación se libró de aquel pañuelo que cubría la mayor parte de su pelo.

El mayor se sorprendió al ver a Firion sin ese pañuelo en la cabeza, parecía incluso otra persona.

El de ojos marrones empezó a quitarse con dificultad aquella vestimenta de metal, mientras el tibio calor de los cirios volvía el color caramelo en su piel, dejándose únicamente una camiseta blanca ceñida al cuerpo.

El problema apareció luego, cuando llegó a la conclusión que la bolsa no se hallaba en la misma estancia que él. La bolsa dónde se encontraban sus pertenencias, sus pociones... su ropa. Se la había dejado

Miró de reojo a su camarada, con cierto rubor. Debajo de aquella parte inferior de la armadura, solamente llevaba la ropa interior. Y eran unos "bóxer" con algo de pernera.

¡No podía dormir así!

-  Ahora vengo, tengo que ir a buscar una... - medio agachado por la escasa distancia al techo de la tienda, echó a un lado las lonas de la entrada, aunque empezó a entrar la espesa niebla.

 El mayor la cerró inmediatamente.

-  En la noche no está permitido salir, menos con esta niebla. Pueden atacar los siervos de Chaos.

-  A-ah... - bajó la mirada al suelo. Comenzó a desabrocharse los pantalones con nerviosismo. ¿Por qué se ponía nervioso por eso? WOL era un hombre como cualquier otro. A pesar del desazón, consiguió quitarse de encima aquel incomodo atuendo, tapándose inmediatamente con una de las mantas. Parecía que su compañero no se había dado cuenta.

Dejó la armadura junto a sus armas.

-  Oi, creo que... - se giró hacia su compañero, quedándose petrificado en el acto. El mayor comenzó a desecharse su armadura, dejando ver esa camiseta negra tan ajustada a su estructurado cuerpo. Completamente enrojecido, se volteó inmediatamente, de rodillas, con la cabeza agachada y la vista fija al suelo. Mientras, sentía el suave tacto del terciopelo en su piel a la vista. Una tristeza le invadió por el cuerpo, recordando el porqué de ese lujo, aunque no podría justificarlo.

-  Vamos a dormir, mañana hemos de estar listos - acabó de desvestirse. Viendo el estado de rigidez del moreno, dándole la espalda, agarró firmemente el hombro de este y le obligó a tumbarse, poniéndole alerta. El guerrero apagó algunos de los cirios.

 Sus sentidos se adormecieron al simple contacto contra la almohada, refugiándose contra el frío entre mantas.Cuando notó un tacto diferente; el tacto suave y caliente de la piel.

Sintiendo estremecerse, se volteó hacia su compañero, aunque se vio envuelta en la oscuridad absoluta.

Notaba únicamente el aliento cálido del guerrero, su respiración tranquila que le acariciaba tiernamente el rostro.

Entre edredones y mantas, lograban rozar la piel del otro, un contacto efímero, pero a la vez tan gratificante.

Suspiró agradecido de aquellas accidentales caricias, aunque se sobresaltó por sus recientes reacciones. Acostumbró la vista a la oscuridad, viendo el rostro alarmantemente cercano del mayor. Se había dormido con bastante rapidez, pero su serenidad seguía estando presente incluso en brazos de Morfeo. Se echó a un lado, chocándose contra la pared de la tienda, arrastrando con él una fina sábana y un pequeño cojín. Por el repentino choque, algunas de las armas apoyadas cayeron inevitablemente contra la cabeza del pobre Firion, mordiéndose el propio labio para no permitirse el lujo de gritar, a la vez que frotaba con desdén la zona afectada.

Las bajas temperaturas atormentaron su cuerpo nuevamente. Echó de menos la calidez de los edredones y... del calor humano. Zarandeó la cabeza con nerviosismo ¿Que le estaba pasando? Seguramente, el cansancio...

Se giró nuevamente, necesitaba dormir un rato.

Metió la mano en su capa, apoyada en la espada, nuevamente colocada, sacando la rosa salvaje, símbolo de su sueño más preciado. Contempló admirado su belleza, oliendo su aroma, dándole esperanzas hacia un futuro mejor.

    Y... sin darse cuenta, comenzó a dormirse....

        ********************************

No sabía cuantas horas habían pasado, sus ojos se abrieron lentamente aguantando la pesadez de sus propios párpados. Una gélida brisa entraba a través de la entrada de la tienda.

Se arropó como podía con la puñetera sábana, soltando un gruñido de insatisfacción. Levantándose y posicionándose de cuclillas, se desplazó y apartó con el brazo una de las lonas de la entrada, visualizando el cielo todavía nocturno.

Suspiró cansadamente.

Un fuerte brazo le agarró por la cintura y le estiró violentamente hacia el interior.

-  ¿Intentabas huir? - el guerrero le hizo sentarse encima de él, inmovilizado sus caderas contra las suyas - Te he dicho que está prohibido salir de noche...

-  ¡Vamos,no tiene gracia! ¡Suéltame!

Firion comenzó a patalear para zafarse del agarre. El mayor, contrarrestando el zarandeo del moreno, aprisionó todavía mas violentamente, haciéndole entrecortar la respiración, de la asfixia. Con su lengua empezó a juguetear con la oreja del menor, metiéndole la lengua en el oído, imitando la penetración del acto sexual, haciéndole enloquecer.

-   a-ah.... para... por favor... - entre ahogados gemidos, empezándose a nublarse la vista de la excitación ¿¡Que le estaba pasando al guerrero de la luz?!

Entretanto, el mayor,con uno de sus dedos, comenzó a juguetear con la pernera del "bóxer", adentrándolo y acariciando el interior, aquella piel prohibida que escondía.

El moreno abrió los ojos como platos, el rubor de sus mejillas aumentó considerablemente, estremeciéndose por las caricias que le otorgaba.

Acumulando toda la fuerza posible, golpeó al mayor apartándolo de un codazo, saliendo después velozmente al exterior. El guerrero se llevó la mano a la mejilla, lugar en el que se había producido el golpe.

Mientras, el menor entrecerró los ojos para protegerlo de la ventisca, observando atentamente tu alrededor. Las tiendas de sus compañeros habían desaparecido.

-  ¡TIDUS! ¡CECIL!......... - no recibió contestación alguna - ¡QUE ALGUIEN ME CONTESTE! - los nervios le comenzaron a crispar.

No podía volver a la tienda, pero tampoco conseguiría nada si se aventuraba a escaparse de su "agresor" y deambular por allí sin protección. Todas sus armas se encontraban aún dentro. Se encontraba entre la espada y la pared.

Por unos instantes, dudó en volver a entrar. Se enfrentaría a él, no había la menor duda. Aquella persona que idolatraba, que admiraba, le costaba creerle lo que había sucedido.

Frunció el ceño. Era el momento de dejar las cosas claras. Porque Firion no quería que el guerrero de la luz le tratase de aquella manera.... ¿No?

Un duro golpe le llevó al suelo. Anonadado, se limpió la sangre de la boca.

-  No vuelvas a incumplir mis ordenes... - el peliplateado le miraba desde arriba, en esa expresión de ira y decepción en sus ojos- ...NUNCA MÁS.

Inmediatamente después, agarró la pierna del moreno y lo arrastró hacia el interior, ignorando la patadas y demás intentos de este para zafarse del agarre.

Olvidándose de la inútil idea de escapar, una vez dentro, miraba con miedo a su acompañante, mientras este rebuscaba entre sus cosas.

-  ¿Como sabías que no me iba a escapar? ¿Qué iba a dudar? - mientras intentaba ocultar su piel entre la fina sábana que anteriormente se había adueñado.

El guerrero le dirigió la mirada, entretanto jugueteaba entre sus dedos con un pequeño botellín azulado.

-  Eres demasiado predecible - únicamente atinó a decir. Comenzó a acercarse al aterrado Firion, a la vez que con el pulgar había empujado el tapón del pequeño frasco - y como me has decepcionado, recibirás tu castigo...

Antes que pudiese contraatacar, el guerrero estiró estiró la coleta del menor, provocandole un fuerte aullido de dolor. Aprovechando aquel milimétrico instante para verter el contenido del recipiente en su boca.

Firion tragó de mala gana aquel líquido, cuyo sabor era algo agridulce.

-  ¡¿Que me has dado?!... ¡...!- Abrió los ojos como platos. Toda la sangre que recorría su sistema circulatorio bajó directamente a una parte específica de su cuerpo.

Ahogó un gemido en su boca y echó la cabeza hacia atrás. Con la punta de los dedos presionó su entrepierna, intentando contenerse. El sofoco acrecentó mientras su mirada se empañaba por la excitación. Su cuerpo exigía tumbarse.

-  Así está mejor ¿ves? - anticipándose a la necesidad del de ojos marrones, se posó encima del nombrado y lo recostó entre los mullidos cojines. El pobre Firion apenas lo podía visualizar - Si tu te portas bien, yo te lo recompensaré... si no...

Apartó aquella sábana que cubría al menor. Este se tapaba sus bajos con cobardía y temor. Eso hizo excitarle aún más. Al contrario de él, a Firion siempre tenía sus emociones a flor de piel. Notaba cuando mentía, cuando entristecía... cuando se excitaba.

Y este... era el caso.

Aprovechó la oportuna debilidad de su compañero para posar sus labios en los suyos, agarrándole sus brazos aprisionándolos contra el acolchado suelo.

Esa sensación... una hormigueo retumbaba en su estómago y recorrió todo su cuerpo. Esa nueva emoción calentaba su alma y despejaba su mente de preocupaciones.

Sus músculos empezaron a relajarse y se dejó llevar por el guerrero.

Mala elección.

El mayor le aprisionó en un fuerte abrazo y le volteó, empotrandole la cara contra el suelo. Entre caricias delineaba la figura del chico de piel bronceada. Cuando sus yemas tropezaron con la ajustada ropa interior, adentró uno de sus dedos estirando pausadamente la íntima tela.

El de ojos color chocolate tragó saliva, notando que su trasero había estado expuesto al mayor. No deseaba que le viese en ese estado, y menos que viese aquellas zonas íntimas.

Pataleó con las fuerzas que débilmente le quedaban, temblándole sus piernas, esfuerzo en vano, pues estas flaquearon destinándole un duro viaje al suelo.

Unas fuertes manos impidieron ese destino, agarrándole los glúteos. Ese gesto, bastante bochornoso, sonrojó vergonzosamente al moreno, quien volteó la cabeza, mirándole incrédulo.

-   Me tienes que durar toda la noche, Firion... - una sonrisa diabólica, aunque poco perceptible, se reflejó en su rostro. Separó las posaderas de su camarada y penetró la estrecha cavidad con su lengua, moviéndola de un lado a otro, sacándola y volviendo a entrar, lubricando para un futuro y oscuro propósito.

Firion suspiraba mientras su mente se evadía en ese océano de sensaciones. Jadeando, intentó echar un vistazo, más no pudo. Aquella bochornosa pero a la vez, tan excitante le provocaba demasiados mareos y sofocos como para aguantar la mirada.

El guerrero continuaba con su meticulosa tarea, haciendo estragos en los pensamientos ya poco nítidos del moreno. Penetraba su estrecha obertura con impensable destreza, aún con la dificultad del nerviosismo muscular de Firion, mientras sus manos acariciaban sus titilantes muslos, estos intentando aguantar su propio peso.

Cuando notó que la entrada comenzaba a dilatarse, salió de esta , dejando un rastro de saliva en la morena piel del menor.

-  Parece que ya estas listo... - Firion deseó un golpe certero en su nuca y olvidarse de ese momento. Esa impotencia que sentía en ese mismo instante, no pudiendo enfrentarse contra su, anteriormente, persona digna de admiración, a la que creía conocer más que nadie. Deseaba desaparecer.

Aunque el mayor no pensaba en lo mismo. Tenía a Firion a su merced, indefenso a causa del misterioso brebaje. Deseaba conocer hasta el rincón más oculto de su ser, hasta su su secreto más guardado. Anhelaba poder contemplar hasta que punto podía llegar el joven moreno, mientras sentía el calor de su carne, retirando poco a poco la camiseta de este, alzándola hacía arriba, aún no permitiéndose el lujo de quitársela por completo

Sus pensamientos quedaron ausentes a la vez que comenzó a distinguir los numerosos rasguños y moratones, algunos simplemente causados, a simple vista podía notar, por llevar aquel traje pesado durante todo el día, combate tras combate.

Pasó alguno de sus dedos por la magullada piel del menor, este respondiendo con mudos quejidos. No podía dejarle así.

Alejándose por unos momentos de Firion, alcanzó sus pertenencias, encendiendo alguna de las velas. El ojos castaños, una vez reincorporado, miraba perplejo sus movimientos.

El guerrero vertió algo de poción en un pequeño recipiente de plata. Cogiendo la sábana en la que se había refugiado Firion, arrancó un pequeño trozo y la sumergió en el líquido.

-  Acércate

El menor se negó rotundamente:

-  No hace falta que malgastes tus reservas conmigo...

-  Tengo muchas más, ahora ven - seguramente se las había dado Cosmos, eran TAN amigos...

-  No quiero.

Tras la mirada impasible que le lanzó, atravesándole sus propios ojos, cedió a la "caballerosa" invitación. Se acercó al mayor, intentando subirse de mientras su ropa interior, cosa que el guerrero paró.

-  He de curarte por todo el cuerpo - remarcó las tres últimas palabras, sonrojando de nuevo al moreno.

Este suspiró intranquilo, dejando que el mayor le aplicase el paño húmedo. El refrescante líquido aliviaba sus piel, viendo sus heridas cicatrizarse de nuevo. Pasando por sus brazos, llegando por el cuello y bajando por su tórax, el guerrero recorría el cuerpo del moreno con desdén y, aún sin reflejarlo, con lujuria.

Ambos empezaron a jadear, notando como su aliento se fundía con la piel del otro, y viceversa.

Sus miradas se encontraron. Firion pudo al fin ver el rostro sutilmente bondadoso del guerrero, aún algo frío, pero sin punto de comparación con el estado en el que había estado instantes atrás.

Inconscientemente, posó su mano en la comisura de la boca, algo manchada de sangre del golpe.

-  ¿Te duele? - acarició el rostro del menor con ternura ¿Por qué ahora se comportaba así? Le iba a volver loco - Sabías que la desobediencia ha de tener un castigo...

El estado tranquilo del mayor se esfumó totalmente. Apretó la comisura dolorida de Firion, este alarmándose notablemente. Sangre reciente se deslizó por el pulgar del guerrero, perdiéndose por la oscura tela de la camiseta.

Agarró la nuca de su compañero y devoró ferozmente sus labios, entrando descaradamente su lengua el la húmeda cavidad, entremezclando ambas salivas junto el peculiar sabor metálico de la sangre.

Firion apenas podía luchar contra la enérgica lengua de su camarada. Era un beso brusco, primerizo, asfixiante... Ambas lenguas se tocaban, se entrelazaban, fundiéndose en uno solo. Pero Firion no se atrevía a entrar en la boca del mayor. Demasiado asustado y nervioso por la voracidad de su compañero, intentó apartarse de este con algo de torpeza.

No le hizo ninguna gracia. Aprisionó más su nuca, clavándole sus uñas en la carne. El menor soltó un quejido de dolor.

El guerrero posó la palma de la mano en la punta del miembro del moreno, comenzando a dar pequeños círculos en aquella sensible zona. Escuchando intentos sin éxito de ojos marrones en ahogar sus gemidos, se apoderó de su más que excitado miembro, ignorando la idea de dejarle tregua en recuperarse. En un acompasado vaivén, masturbaba a su compañero con visible eficacia.

-  N...No puedo más... - apenas pudo hablar, sentía la necesidad de echarse. Explotaría de un momento a otro.

-  Aún no debes - Empujó el pecho del moreno, obligándole a caer entre alguno de los cojines más grandes, medió apoyado en la lona - No hasta que no te lo ordene...

La malicia insospechable del guerrero hacía empalidecer a Firion ¿Realmente era él?

El mayor volteó al joven guerrero, apenas este pudiéndose aguantar temblorosamente con los codos.

Sonrió al ver el trasero del "pequeño" tan expuesto a él. Se puso de rodillas, algo corvado, aferrándose a la cadera del otro.

Su cansancio le impedía evitar lo inevitable. Despedazando lo que quedaba de orgullo, decidió resignarse y esperar. Hincó más sus codos a la almohada, hundiendo a la vez su cabeza en ella.

Aún así, el rubor había perdurado en sus mejillas todo ese tiempo.

El guerrero no hizo esperar. Palpó con seguridad la ya no tan dilatada entrada. Seguidamente, agarró su miembro palpitante en dirección a esta. Cuando la punta tocó la estrecha cavidad, la piel del moreno se erizó completamente, entrando automáticamente en el calor más asfixiante.

El mayor agarró más fuerte las caderas del más joven, apretando su miembro contra el trasero de este. La punta apenas consiguió entrar cuando el joven espadachín soltó un grito desgarrador, apenas tapado por la almohada. Se desestabilizó completamente, cayendo nuevamente al suelo, aún con su entrada profanada por el guerrero.

- Eres muy estrecho - dijo como si nada - has de relajar más tus músculos

Pudo haberle mandado perfectamente a la mierda, pero aquella no era la ocasión más indicada para enojar al mayor.

El mayor comenzó a mover sus caderas, intentando ganar más terreno de penetración, pero Firion no se lo ponía fácil. Eso lo comenzaba a impacientar.

El moreno prácticamente gritaba del dolor. Notaba el ardor de la sangre bañar su retaguardia y el miembro de su camarada. Y su frustración llegaba a límites insospechables. ¿Estaba acaso conociendo al verdadero y temible guerrero de la luz? ¿Realmente era así?...

No... no podía ser.

Sentía morir.

Lágrimas rebeldes se escabulleron y empaparon su rostro. Hundió de nuevo la cabeza en el cojín. No quería que le viese en ese estado. Pero no obtuvo el resultado deseado.

El guerrero comenzó a palpar el cuerpo desnudo del moreno, retirando completamente la camiseta de este con facilidad, puesto que el espadachín no intentaba oponer resistencia.

Acariciaba su oscura piel, con intención de relajar a su compañero. Repasaba finamente su definido cuerpo, recorriendo cada músculo. Proporcionaba un agradable cosquilleo para Firion.

Atrapó uno de sus pezones. Comenzó un movimiento circular con el índice y el pulgar, estirándolo y excitando a su dueño, quien comenzó a jadear nervioso.

Al comenzar a ver el grado de estimulación del menor, notando también la relajación de los muslos de este, sonrió maliciosamente hacia su carácter receptivo.

Posó sus labios en la espalda de Firion, repartiendo cálidos besos que sacaban más de un suspiro al joven guerrero.

Al fin, notó que podía penetrar con más facilidad.

No entusiasmándose demasiado, movía lentamente sus caderas en busca de la cooperación del otro. Por otra parte, Firion se ahogaba en aquel mar de sensaciones. Su vista comenzaba a nublarse y ni el mismo sabía que era lo que deseaba. Mordió con nerviosismo una de las juntas de su dedo indice, hasta el punto de abrirse una superficial herida.

-  ... - el guerrero miraba con atención cada gesto del menor, enfureciéndose cada vez más, a la vez que repercutía en la intensidad de sus estocadas, aumentando su agresividad en la penetración de su compañero. Firion se aferraba como podía al suelo a la vez que arqueaba su espalda, siendo embestido de manera brutal, gimiendo de dolor y, inexplicablemente, de un deseo que iba acumulando en su vientre. Su miembro, ya enrojecido por la presión arterial, pedía atención inmediata.

El guerrero envolvió la cadera del moreno con su brazo y lo estiró hacia el, posicionándose de rodillas con el cuerpo del más joven sentado encima de sus caderas propias.

-  No sabes cuanto he esperado este momento... - susurró al oído con voz ronca y suave. Firion enrojeció completamente. Realmente el guerrero sabía... poner nervioso a alguien ¿O quizá algo más?

  El mayor atestaba contra él de forma enérgica, aproximándose más a la zona sensible de su ser. Sonrió ante la respuesta favorable del moreno.

-  Aquí es donde te gusta más ¿verdad? - algo de maldad notó en aquellas palabras. Tragó saliva y miró de reojo a los ojos azulados del guerrero. La bipolaridad que mostraba en aquella mirada le desconcertaba, pero, a la vez, despertaba la tan codiciosa curiosidad. A su vez, el mayor observó aquellos ojos marrones, nublados y poco nítidos por su clara lujuria en ellos. Apreciaba también el temblor de aquel cuerpo y la clara excitación que aguardaba entre sus piernas. Se lo tomó como un sí. Estocada tras estocada, ambos cuerpos se separaban y volvían a juntarse con rapidez y dinamismo, fundiéndose, al fin, en uno solo.

Gotas perladas resbalaban por sus cuerpos y hacían pegar el cabello a la piel.

Firion maldecía la tela que aún llevaba puesta el guerrero. Estiró su brazo y lo llevó hacia la espalda de su compañero, intentando agarrarse en la húmedo tejido de la camiseta. Ladeó un poco la cabeza. Se sorprendió por la actual cercanía de ambos rostros, reencontrando sus apasionadas miradas. Se miraron con deseo, desconcierto y pasión. Entrecortadamente, acercaron sus bocas, dándose un tierno y efímero beso, dando paso a besos cortos cada vez de más duración. El guerrero se aferró intensamente con ambos brazos a la cadera de Firion.

El pecho de ambos se agitaban con dificultad y rapidez.

El calor sofocante les protegía de aquella oscura y gélida noche mientras dos cuerpos se daban placer mutuamente.

El guerrero envolvió el miembro del excitado moreno. Comenzó a masturbarle acorde de la velocidad de las estocadas.

Firion gemía ahora sin reparo, dejándose llevar por la caliente acción de su amante.

-  ¡N...No puedo más! ¡V-voy ha...! - se alarmó al ver como el mayor taponaba su "vía de escape" con el pulgar - ¡¿Q-qué haces...?!

-   Te he dicho que no hasta que te lo ordene... - apenas podía hablar - Si quieres correrte, di mi nombre, Firionel...

El moreno se quedó de piedra ante tal respuesta. Miró de nuevo al frente, algo confuso.

-  Curioso. Admiras a alguien e incluso le das tu cuerpo sin saber siquiera su verdadero nombre... Entonces... ¿Realmente sabes cómo soy?...

Firion no dijo nada. Quedó totalmente desorientado. Cerró sus ojos con fuerza en busca de la evasión.

Un poderoso rayo los hizo abrir de nuevo.

Estaba tumbado en el frío suelo. Se palpo el cuerpo. Llevaba toda la ropa. Tímidos rayos de sol se filtraban por la tienda, aunque se escuchaban truenos de alguna tormenta poco lejana.

*¿Ha sido un sueño?* pensó Firion, intentando incorporarse. Un dolor insoportable en su entrepierna hizo arquear su espalda y ahogar un grito.

Estaba a punto de explotar ¿Acaso se había puesto cachondo con ese sueño? ¿Era masoquista o algo así?

Miró vergonzosamente por su alrededor, viendo al guerrero dormir apaciblemente muy cerca suya.

-  Menos mal que no le he despertado... - suspiró con alivio.

Pero el problema perduraba allí. Sentándose con las piernas abiertas, bajó lentamente su ropa interior, aliviando la presión en su miembro. Aún con algo de vergüenza, comenzó a masajearlo con lentitud. Pequeños suspiros salían de su boca hasta llegar al éxtasis.

Jadeó de satisfacción, algo apenado, hubiese preferido que fuese otra persona quien lo aliviara...

Zarandeó la cabeza, con claro rubor.

-  *¡Fue un sueño, un sueño...UN SUEÑO! * - intentó poner en orden su mente, cuando vislumbró horrorizado la mancha blancuzca que había dejado en las mantas de su compañero.

Quitándose la camiseta con rapidez, restregó con ella la indecente mancha. Si el guerrero ve eso... Empalideció solo pensando el las consecuencias.

De la camiseta ya pensaría luego que hacer con ella. Al menos, si llevaba la armadura, nadie se daría cuenta de su "suciedad".

Escuchó voces en el exterior:

-  ¡A levantarse! ¡A levantarse! - ese seguramente sería Bartz, junto a Yitán. Posiblemente irían a molestar al león dormido, como cada mañana. Sonrió sutilmente. Pobre Squall.

-  Eh... ¿Y la tienda de Firion? - una voz femenina alertó el cerebro del moreno, poniendo más atención a aquella conversación. Terra parecía algo preocupada.

-  Ni idea - contestó Tidus, poniendo los brazos detrás de la cabeza, buscando a su alrededor - y... ¡¿Y si se ha ido con los malos?!

-  Un golpe por parte del Caballero Cebolla le hizo volver a la tierra, o al menos, a lo que quedaba de ella.

-  No digas tonterías, mira, allí están sus cosas - agarró la bolsa de Firion para mostrarla a los pocos despiertos que había. Comenzaron a preocuparse.

Por otro lado, Firion había empezado a tener sudor frío. Torpemente, comenzó a colocarse la armadura, a peinarse un poco el pelo y a colocarse aquel pañuelo en la cabeza.

Una vez rehubicadas todas las armas, tomó la decisión de salir por "la puerta trasera", es decir, intentar colarse por la poca distancia que había del final de la lona al suelo.

Con algo de dificultad, pero, al final logró salirse con la suya.

-  ¿De donde vienes? - unos ojos interrogantes parecían taladrarle los suyos.

-  ¡A-ah! B-buenos días Cloud... Perdí mi tienda y dormí detrás de aquellas rocas... - maldición... se le notaba demasiado y el EX-soldado comenzaba a sospechar. Quizá el guerrero tuviese razón; mostraba demasiado sus sentimientos. Enrojeció al pensarlo.

-  Habérselo pedido a alguien y hubieses dormido calentito, tonto - menos mal que Bartz llegó oportunamente - ¡entre amigos hay que ayudarse!

La inocente felicidad del castaño apaciguó la tensión en el ambiente. Pero Cloud parecía olerse algo. Tendría que ir con cuidado.

Empezaron con sus quehaceres como cada mañana, comenzando los preparativos para ese día de lucha.

Por fin, el líder de los combatientes salió de su tienda, con aquel carácter dominante y sereno que le caracterizaba. Pasó su mirada en sus aliados, quienes saludaron y le sonrieron amigablemente, salvo uno, que giró la cara hacia otro lado, con claro rubor reflejado.

Cecil se acercó al moreno:

-  ¿Te encuentras bien? Estás muy rojo - preocupado, puso la palma en la frente de este - puede que tengas fiebre.

-  El guerrero pasó entre ellos dos, cortando la conexión:

-  Comenzad los preparativos, hemos de ir deprisa, puede que nos hayan localizado.

Efectivamente, algunas copias falsas de los propios guerreros asaltaron el campamento.

Entre pelea y pelea, Firion echaba vistazos furtivos a su camarada.

Puede que no le conociese del todo, ni siquiera supiese su nombre. Pero aquella persona era la que admiraba por su lealtad, serenidad y capacidad se mando. Por eso era el líder nato.

Tenía tiempo para conocerle, más aún si no encontraba su tienda, tendría las noches para conocerle confidencialmente. Acabaría sabiendo todo de aquella persona que había despertado su curiosidad y, aún sin saberlo, algo más en él.

El ataque repentino de un "Squall falso" le hizo centrarse en la pelea.

Mientras, el guerrero, aprovechando la atención de sus combatientes en la lucha, arrojó a la hoguera una tela, de color parecido a las tiendas de los aliados del Chaos.

El culpable vio arder aquella tela con capricho. Ahora si que tendría tiempo en conocer a "aquella persona". Sonrió para sus adentros, no era el tipo de cosas que haría él, pero algo le decía que "esa persona" y él tendrían mucho de que hablar... a solas.

Conocía muchos secretos sobre "él", más que cualquier otro. Aquel "sueño", solo él sabía si era cierto o no... En cualquier caso, necesitaba saber más sobre aquel joven... aunque tuviese que mostrar sus facetas más ocultas.

Esquivando hábilmente los ataques de los enemigos, vio el sol salir por el horizonte.

Porqué todo tiene un principio. Y esas dos personas comenzaron a ver el ocaso de una historia para ellos, hasta aquella noche, desconocida.

Y quién sabe, quizá no fuesen los únicos de los aliados del Cosmos...

El destino es caprichoso, y algunos, lo saben muy bien.

 

Notas finales:

¿Qué os ha parecido? Como primeriza, puede que no esté muy redonda la história, no lo sé...

Dejad todos los reviews que podais, os los contestaré encantada.

Podría haber continuación si lo comentais, asi que ¡animaros! 


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