“Que día más pesado”- fue lo primero que pensé al momento de entrar al vagón justo a tiempo para no morir aplastado por aquellas pesadas puertas.
Estaba agitado y respiraba con dificultad… ¿y quién no lo haría? Había tenido que correr como alma que lleva el diablo para que no me dejará el metro, ¡¡estúpido metro!!, si pasará más seguido no tendría que correr como loco todos los días ¬_¬
Y ahí me encontraba yo, a mis 18 años y mi cabellera castaña toda revuelta, lanzando improperios al mundo, cuando mis azules ojos contemplaron lo más hermoso que hubiese visto durante mi relativamente corta existencia…
Aquella era la criatura más bella del mundo, al menos eso me pareció a mí. Inconscientemente y sin poder evitarlo me sonrojé tanto o más que un tomate maduro y corrí mi mirada a la derecha, sabía que si seguía mirando empezaría a babear.
Mis amigos se la pasaban diciendo que era raro, por que no tenía pareja ni intenciones de buscarla, pero es que nadie llegaba a llamarme la atención. Nadie hasta ese momento había acelerado mi corazón tal y como en ese momento.
Frente a mi se encontraba un joven bastante alto, de cabello café oscuro, con ojos que hacían juego con él; no pude evitar mirarlo de nuevo, mis piernas temblaron y casi caigo cuando el tren comenzó a moverse.
Apenas me tranquilice no dude en fijar nuevamente mi vista en él, en ese momento volteó y le regalé una de mis más sinceras y dulces sonrisas, aún a pesar de que sentí mi rostro arder; él la correspondió.
La gente no dejaba de entrar en el estrecho vagón, pero por primera vez en mi vida, no me molestó, ya que con ese pretexto me fui acercando a ese atractivo joven (*¬*).
Muchas veces más nuestras miradas se cruzaron y ambos sonreíamos…
-Hermoso- solté en un susurro mientras suspiraba, lo dije solamente porque sabía que nadie me escucharía, el único que hubiese podido hacerlo, sería ese chico de sonrisa encantadora, pero llevaba audífonos; de nuevo lo miré de reojo y fue mucha mi sorpresa al verlo sonrojado mirando su celular, seguramente cambiando la canción, pero la impresión se fue al sentir el calor que hacía, era sofocante, y pensar que por un momento me sentí ilusionado, “talvez me escucho”-pensé- pero solo era eso, una ilusión.
El metro avanzaba una estación más y yo seguía mirándolo “disimuladamente”.
El viaje que hacía en ese momento, era el mismo de todos los días, el cual duraba más de hora y media (todo por que a no se quien, se le ocurrió construir la universidad , al otro lado de la ciudad), ese camino era taaaan aburrido, pero en ese momento deseaba que durara un poco más.
Voltee a verlo descaradamente, estaba decidido, le hablaría, a pesar de saber que existían las posibilidades de que no me escuchara, o pensara que estaba loco; pero mis intenciones se frenaron en seco al notar que en su mejilla había una marca de labial rosa, seguramente depositada ahí por su novia.
Mi estomago dio un vuelco y se me encogió el corazón, quizás él tuviera novia; esa idea me entristeció. A pesar de que esa marca me hacía daño, no pude dejar de observarla, era como si tratara de borrarla con mi mirada o con el poder de mi mente, pero nada pasó…
No sé cuanto tiempo me quedé embobado viendo aquella maldita mancha, pero lo que si sé que pasó después de un rato de auto-tortura mental; ese chico de mirada oscura y profunda me miró de nuevo sonriéndome ampliamente, yo correspondí desganado y con un deje de amargura, no estoy seguro de si se dio cuenta, pues giré mi rostro rápidamente; si lo seguía mirando seguro comenzaría a llorar.
Estaba confundido, sumamente confundido, la primera persona que me gustaba era un hombre y aún peor tenía novia…
Lo más probable es que el se haya dado cuenta de lo atractivo que me había parecido y con cada sonrisa que me otorgaba se burlaba de mi y mis tontos e infundados sentimientos; me sentí patético y quise que la tierra me tragara, pero al parecer la vida nunca sería buena conmigo, pues aun estaba vivo y sintiéndome un fracasado, era un tonto que se dejaba llevar fácilmente…
Pensaba en eso y un montón de razones más para sentirme totalmente un estúpido, cuando de pronto una sensación de calor recorrió mis mejillas y mi cuerpo se tensó, una mano, SU mano entrelazó la mía apretándola suavemente, en ese instante mi mente quedó en blanco….