-Thurizas-dijo Kano sorprendido de verle en ese lugar.
-Sepáralos-pidió-¡Teiwas es mío!
-No, no lo es-dijo bajando el rostro a su altura-Quieres ser su pareja, y siendo tan posesivo dudo que lo logres.
-No es cierto-gruñó herido y alejándose al ver al otro caminando a la par que se transformaba.
-Ven-cargo al lobo estando él en su forma humana, ese niño debía aprender una lección.
-Déjame, Kano-se revolvía arañándole con sus grandes garras pero el hombre no se inmutó, le llevo cerca del bosque y le miró de una manera penetrante que hizo al otro bajar la cabeza y las orejas.
-Estás muy mal-regañó-La gente no nos pertenece, en ningún momento, podemos amarlos y fundirnos con ellos, una relación se basa en la confianza y el amor…
-Pero…
Kano gruñó mostrando los colmillos bastante grandes y el otro se volvió a bajar, en esa tribu y en cualquiera existía un orden jerárquico que no podía romperse por ninguno de sus miembros.
-Te harán más caso cuando aprendas a respetar, a ganarte tu lugar y tu comida, cuando sepas amar a una persona.
-Yo amo a Teiwas, es mi prometido-chilló como lobo-Me han enseñado como debo ser su pareja como a todos.
-¿Y en que momento te dijeron que el te pertenecía o tú a el?-preguntó serio.
-Pero él debe procurarme, preñarme para la continuidad de nuestra raza, protegerme y brindarme hogar y sustento-recriminó el chico-Fui elegido para ser su pareja y asegurar una generación fuerte.
-Al que eligieron como mi pareja estaba enamorado de otro-le recordó paciente-Yo comprendí, no puedes luchar contra el amor.
-No se aman-murmuró seguro.
-Yo se que no-dijo acariciándole las orejas-Hay que ser pacientes, viene un bebé en camino y eso nadie lo puede cambiar-dijo sintiendo el viento mecer su cabello, y también hay que ser consientes de que eso puede traer cambios en ellos mismos.
El chico asintió, entendía porque él era el conciliador, tenía algo especial que le hacía sentir relajado y seguro, aceptaba bien sus palabras y las entendía, en ese momento pensó que nadie podía hacer mejor ese trabajo.
El cielo paso lentamente a tonos más oscuros, naranja, rosa, morado, y finalmente a un azul casi negro que revelo las luces plateadas que guiaban a los viajeros.
-Aún eres muy joven-miró al casi cachorro-Es comprensible que sientas todo eso, pero hay que aprender a controlarlo, ¿si?
El otro asintió y ambos se levantaron para regresar a sus casas, necesitaban descansar para levantarse al alba.
Bastas despertó con las últimas luces, ambos se habían quedado dormidos sin saber que habían sido observados, estaban mucho más tranquilos por haberse reconciliado y hasta cierto punto recuperado la amistad de antes, miró a los lados y se estremeció al sentir la gran mano del otro rascar el punto exacto, sonrió igual que el otro y el se estiró mostrando su barriguita y clavando las uñas en el pasto, bostezó antes de sacudirse.
-¿Como van tus heridas?-las revisó curioso cada una de ellas, no se veían muy mal.
-Bien, si me concentro no las siento-se fijo en ellas.
-Bobo-reclamó-Lo que pasó no fue un juego, saliste mal herido.
-Ya, lo bueno es que aquí me tienen dando lata aún-sonrió-pronto me curaré, ya verás.
-Más te vale-se enredo en su pierna haciéndole reír y le pegó con la patita para que no lo hiciera.
-No fue poca cosa, me asustaste-reclamó sintiendo otra punzada como en la mañana, pero no tan fuerte como durante la pelea.
-No volveré a hacerlo-observó el cielo ya nocturno y pensó en los otros dos-Vamos, nos van a regañar-se rió bromeando y se levantó con trabajo apretando los ojos-Ven-se agacho para levantarle del pasto.
-Ni loco… estás herido-caminó elegante arrastrando su pancita y le sonrió al ver atrás, el otro negaba divertido.
-Oye-caminó tras él y se detuvo cuando el otro lo hizo-¿Qué pasa?-preguntó al verle apretar sus pequeños ojos.
-No sé-apretó sus dientes y la colita al sentir el dolor de nuevo, esta vez duró más tiempo, se quedó así encogido y sintió como le levantaban, bufó pesado y vino otro malestar, sentía su vientre duro cada vez que pasaba eso.
-¿Bastas?-se preocupó mucho por él-¿Bastas que pasa?-le examinó preocupándose cada vez más.
Se quejó maullando y se asustó al sentir mucho líquido cayendo y mojando las piernas del otro que corría a pesar de saber que no debía hacerlo, se de tuvo a ver, era el líquido transparente.
-Teiwas-susurró horrorizado y con lágrimas-Me duele mucho…
-¿Hace cuanto?-le miraba pálido.
-Desde que desperté-dijo intentando pensar que no sucedía nada malo, pero su pequeño cuerpo temblaba completo al sentir aquel punzante dolor y el miedo.
-Creo que fue la fuente-dijo mirando aún el líquido y temblando, levantó la mirada y vio la figura marcada en el vientre y corrió más rápido aún-¡Kano!-llamó al verle cercano a la cueva, no podía creerlo, ¡su o sus hijos venían en camino ya!
El lobo blanco caminaba tranquilamente a su hogar cuando vio a su hermano correr con el gatito en brazos y se apresuró hacia él, no se veía bien y menos aún cuando le gritó.
-¡¿Qué pasó?! –preguntó incluso antes de llegar, temía algún accidente.
-¡Se le rompió la fuente!-dijo angustiado cargando con el gatito que gritaba cada vez más clavándole las garritas en las manos haciéndole sangrar.
-¡Ya!-suplicó-¡Apúrense, ya!
Thurizas entró de inmediato en acción, les enseñaban bastante sobre eso, le llevó al interior de la cueva y vio el bulto que el gatito había ido preparando a lo largo de los días por instinto, telas, trapos y cobijas, le recostó viéndole gritar de dolor y jadear a la vez que pujaba, se veía un bebé grande.
-¡Sácalo!-suplicó Bastas.
-Puja-mandó el otro esperando a recibirlo-¡Puja!
-¡No puedo!-lloró paralizado.
Teiwas le sujetó la cabecita sintiendo una lágrimas tras otra caer en su mano mientras Kano buscaba ayudar al otro.
-¡Puja, la vida de tu hijo depende de eso!-gritaba por los nervios mientras comenzaba a brotar sangre del minino.
El gatito respiró hondo y comenzó a pujar antes de un grito, respiraba agitado y volvía a hacerlo, lloraba demasiado, gritó desgarradoramente cuando sintió la cabeza salir y pujo aún más comenzando a desvanecerse.
-¡Está enredado en el cordón!-dijo Kano viendo al cachorro salir lleno de sangre.
-¡Quítaselo del cuello!-gritaba el otro sosteniéndolo y por fin salió el cachorro empapado en sangre y enseguida salió la placenta, le dieron a Teiwas el cachorro y esperaron a ver si no había más, el gatito se quejó de nuevo y salió otra bolsa, esa no le había dolido así que pensó que era algún resto, pero lo que Thurizas y Kano vieron fue a otro cachorrito, demasiado pequeño para sobrevivir, además no parecía tener la vida que el otro, no se movía.
Bastas enseguida olisqueó al cachorro y comenzó a lamerle el pechito y la nariz para que respirara, lo presionaba y con la boquita abría la del otro, se estaba desesperando cuando vio moverse el pechito acelerado, estaba vivo, suspiró con una sonrisa.
-Está bien-le vio arrastrarse hacia su barriga buscando de dónde comer, pero los demás estaban serios-Está bien-dijo calmado.
-Sí pequeño-Teiwas le besó la frente y Thurizas tomó al pequeño feto esperando que Bastas no se diese cuenta pero enseguida levantó la mirada.
-¿Qué llevas ahí?-dijo de inmediato y el otro apretó la boca para no llorar-¡¿Qué llevas ahí?!-quiso incorporarse.