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Trust Me! por BeKirai

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Notas del fanfic:

DRRR!! Durarara!! Pertenece a sus respectivos dueños. Yo solo me he tomado la libertad de coger prestado sus personajes para escribir una historia basada en ellos.

 

Notas del capitulo:

¡Hola! Se que mi deberia de terminar las historias de yo, pero es que... NO puedo T_T

Dedicado a mi Kida! y a mi Mikado! Mas bien ellos son ellos. Dedicados a mi Mello, a mi Naomi!! O, como digo yo! Dedicado a Alex! Y a Aileen

Dsifruten mis mejores amigas > < Disfrutalo hermanita. :3

 

Simple y cruel, asi es la vida. Pero vale la pena vivirla... El tren se aleja de la estación... El ruido metálico provocado por su paso ahora es silencioso, y por la ventana transparente y amplia de este, puede observarse como un cielo despejado se deja ver, junto a un par de casitas en un prado verde, un aire puro parece llenar esa estancia y varias, pero pocas, personas caminan sonrientes y alegres, hablando entre ellos o tan solo haciendo algun que otro gesto, pero sin preocuparse por el sonido del tren pasar que poco a poco, los va dejando atrás... 

 

Don't say goodbye!

I know... I'll see you.

Don't say goodbye!

Because I love you...


This summer are so boring...

because you aren't here,

I feel so bad, 

because you'r words hurt me


So, please don't say goodbye!

No more, don't say it...

 

Era su canción favorita. Por eso durante la estancia en el tren se dedicaba a mirar los paisajes que iba dejando atrás con nostalgia, como su hogar donde había crecido y había obtenido buenos y amargos recuerdos, estaba alejandose de él a cada segundo que el tren avanzaba. Su corazón latía nervioso y esperanzado. Estaba alegre, pero a la vez tenía miedo de lo que le esperaba fuera de su casa, de lo desconocido que dentro de poco pareciera abrirse ante él. Pero si era un mundo que ahora tendría que descubrir... Lo haría sin rechistar, mas bien lo haría sonriendo emocionado mientras pensaba en que se embarcaría esta vez, en como sería su nueva vida fuera del pueblo... Como cambiaria todo y como le afectaria esto a él. Por un momento imaginó que era una persona muy popular y que quizá lograba salir con la chica de la clase, o la chica mas guapa, pero eso... Quedaba por ver. Incosientemente sonreia mientras su mente seguia imaginando.

De nuevo su canción acabó pasando a la siguiente que se mantenía en la lista ordenada por nombres, su nombre, Trust Me

 

I really wanna be with you

I really wanna be wanna be with you!

Cuz you my love(love), you my shine(shine), you my dear(dear)

So trust me, trust me, trust me, trust me yeah!

 

Mas acorde al momento el ritmo se acoplaba a los sentimientos del pelinegro. A su forma de imaginar las cosas que queria pasar o que quizás lograría que le ocurrieran y como el viaje pasaba, el momento se envolvía en plieges de color... Pero nadie sabe el destino que le espera realmente, su viaje no era nada mas que el comienzo al olvido. Sin embargo soñar esta bien.

 

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- ¡R-ryugamine Mikado! - Se presentó con voz quebrada por los nervios sientiendo como su cuerpo se ponía tenso, como su rostro enrojecía y como su mente se perdía. Era un estado de puro nervio, pues el joven yacía en una escuela que no conocía, con gente que no sabía quien era, solo. Sin sus amigos, volviendo a empezar de cero, rehaciendo su vida y completando lo que siempre quizo, su sueño de venir a vivir aquí, a Ikebukuro. Todos los que vienen a Ikebukuro vienen buscando algo... ¿Él, qué es lo que busca?

En una sonrisa tímida proveniente del joven pelinegro se sentó de nuevo en su sitio, bajando poco a poco su cabeza y mirando timidamente a la mesa, mientras se sentía avergonzado porque su voz volviera a temblar. Más tornó su rostro mas alegre, dejando de lado ese chico timido que se mostraba siempre en él, dejando ese rostro avergonzado y temeroso de quedar mal, para cambiar a alguien realmente alegre, feliz de poder estar. Sintió como su pecho sentía las rápidas palpitaciones de su corazón. Lleno de energía se preparaba ensimismado con su sueño para él curso que iba llegando lentamente, aunque, dejando eso de lado, lo que realmente quería era... Vivir su aventura.

 

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- ¡Dejame en paz! - El sonido de una joven de 21 años resonaba por el oscuro callejón de la ciudad, uno de los pocos sitios no seguros de esta, en los cuales las bandas frecuentaban. Estas bandas eran denominadas bandas de color, cada uno llevaba un color específico, cada uno era diferente y cada uno tenía sus propios enemigos. Pero, volvamos al tema...; la joven forcejeaba en un intento de escaparse del agarre de un moreno alto, de pelo lacio color rojizo teñido. Ojos pequeños y mirada amenazante y divertida, mientras sonreía y se relamía el labio inferior dejando notar su asquerosa lengua rozarle el labio. Asqueroso. Solo con un golpe consigió aturdirla para luego estamparla contra la pared mirandola con unos ojos de pervertido, mientras esta volvía a intentar escapar, emitió un quejido al sentir como el mayor le pasaba la lengua por el cuello, y como iba arrancando cada prenda que llevaba la mujer casi dejandola desnuda frente a él. Unas lágrimas recorrieron parte de su cara, y pidiendo ayuda nadie fue a socorrerla. Hasta que...

- Deberias dejarla, violar esta mal - Se escuchó de la espalda de detrás del moreno. La chica mirando fijamente al chaval del que provenia esa voz tan solo se tapaba y seguia soltando algunas lagrimas, mientras dedicaba una sonrisa agradecida por la ayuda que el niño le ofrecía aunque preocupada por eso, porque era un niño que no tenía nada que ver con el tema que se trataba. El moreno se estiró, mirando por encima de su hombro lanzó otra de sus miradas amenazantes, comprobando quien era su rival. Pero rió a carcajadas aun sosteniendo las muñecas de la chica que acorralaba con una de sus grandes manos. Su oponente era un criajo de pelo rubio oscuro, por decir que era mas oscuro y nada claro. Bajo, por lo que era un crio de instituto. Sus ojos marrones dejaban mostrar en el valentia y se mantenía apoyado sobre su pierna derecha contra la pared mientras que, sus manos se cruzaban. Estaba cruzado de brazos; sonrió tiernamente. Despues de eso, puedo jurar que solo se escucharon los gritos del moreno, y nada mas, todo era negro. 

 

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Las horas pasaban lentamente en la clase, algunos dormian, otros jugaban y los mas tontos - listos realmente - estudiaban o anotaban cosas en su cuaderno que el profesor dictaba. En general. El tic tac del reloj no cesaba, la mayoria se ponia nervioso para que acabase la hora, pero observando el reloj a cada rato que pasaba un segundo solo hacía que el tiempo que pasaban ellos en clase transcurriera mucho mas lento de lo que parecía transcurrir. Aburrido de todas formas. 

La puerta de clase se corrió, dejando ver a un chico rubio sonriente. Pasó saludando al profesor haciendo una mueca preocupada, mientras se encogía de hombros sin articular palabra puesto que el profesor le interrumpió.

- ¡Masaomi Kida! Llega usted tarde como todos los años... Y no me creo que te quedaras dormido - Gritó molesto el profesor señalandole su sitio correspondiente el nuevo curso, pero Kida tenía una oportunidad de replicar, tan solo hizo un gesto infantil mientras seguía sonriendo de esa forma tan despreocupada.

- Es que salvé a una hermosa damisela en apuros~ - Dijo mientras hacía notar su tono juguetón y bromista de siempre, suspirando como si todo fuera bien. Los demas rieron pues la contestación del profesor simplemente fué: Deberias aprender a salvarte a ti mismo de los castigos. Kida tan solo se sentó.

Pero como era de esperar, la clase siguió su aparente rutina. El azabache que se sentaba delante del rubio antes nombrado que había entrado a su clase, miró lentamente y de forma disimulada al anteriormente nombrado, observandole de arriba a abajo. Era atractivo, alto, más que él quizás. Se mordió levemente el labio inferior, si le hubieran preguntado el hubiera respondido que el amor a primera vista no existe, y tambien que no era gay, pero eso no se decidía. Siempre esperó que se enamorase de una chica, pero dado a su confusión por estar pensando que le atraía tan solo pensó que era cosa de su edad, sus hormonas ya se habían vuelto locas, ¿o qué? Volvió a mirar hacia delante poniendose de nuevo tenso, su espalda se ponía rígida, aunque este trataba de disimular su mirada el rubio le había pillado, y le sonrió amistosamente mientras le hacía un saludo informal con la mano, como si un amigo se tratase. Decidió que, a pesar de que quisiera seguir mirandole lo mejor era concentrarse en otra cosa y dejar de lado lo que estaba sintiendo. Algo nuevo para él.

Como era de esperar, empezó a mirar por la ventana, que más allá podria haber. Mas allá de esos cristales transparentes, y de esa cerca que rodeaba la escuela, más allá del colegio, que era lo que podria haber. Que podría ocurrir.

Sintió como una sensación le recorría desde su estómago subiendo rapidamente a su corazón, acelerando de nuevo a este. Pues estaba preparado para sentir emociones, y quería sentir emociones fuertes. Volvió a sonreir insconsientemente mientras se colocaba una de sus manos, su mano derecha, sobre su corazón, como si quisiera sentir los latidos de este que realmente sentía dado que eran profundos. O tan solo tratando de calmarse. Aunque era algo que no podia evitar, sentirse así era demasiado para él. Era una nueva vida, una nueva aventura.

 

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Era hora de salir, recogió tranquilo las cosas, aunque con ganas de salir corriendo de allí para explorar lo que le esperaba realmente. Lo desonocido. Más su mente fué interrumpida al sentir como una mano cálida se posaba sobre la de este, en un gesto parandole, no permitiendo que este siguiera ordenando las cosas. Decidido a decir algo respecto a eso, dirigió lentamente la mirada hacía la persona que le impedía terminar de guardar sus libros, libretas y demás material escolar, como no escolar. Pero no encotró palabras que decir en ese momento al encontrarse con la insistente mirada del rubio que antes habia estado observando. Sin saber que quería decir realmente, solo se quedó mirandole embobado como hacía unos instantes, repitiendo su acción.

- ¿Tengo algo en la cara? - Tornó Kida su expresión preocupada, mientras con su mano libre toqueteaba su cara bromeando. Una vez paró Mikado, el pelinegro, había cambiado su expresión boba a una más tímida como era natural en él, inevitable. Al ver eso, Kida solo siguió con su sonrisa de siempre transmitiendo en ella cierta tranquilidad que el pelinegro no había experimentado. - ¡Soy Kida! Masaomi Kida. - Continuó al no recibir respuesta por parte del pelinegro al cual aún agarraba de la mano, presentandose apuntandose con el dedo de su mano libre. - Claro es que, ligo mucho, asi que no te preocupes, ¿vale? - Dijo riendo. Mikado no sabia si reir y seguir el rollo, o simplemente quedarse... callado.

- Y-yo... - Quizo decir, pero sus palabras volvian a quebrarse. Enfadado con si mismo en un intento de obligarse intento continuar, debía ser mas atrevido y menos introvertido - Soy Mikado, Ryugamine Mikado - Pudo decir al fin sin trabarse en lo mas minimo. Aunque había sido con un poco de esfuerzo, sintió como ya no podría seguir hablando más. La mano del mayor seguía sobre la suya, eso provocó un leve sonrojo que a duras penas era notorio sobre las mejillas del azabache. Pero que, Kida, obviamente pasó por alto, sin querer. 

 

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Había sido obligado desde ese día a acompañar al rubio a todas partes. Y sus sueños de que algo interesante pasara habían sido abandonados por unos nuevos: pasar mucho mas tiempo junto a su nuevo amor, el cual aun le costo bastante tiempo reconocer, pero si se había enamorado... que más da. Ya había pasado 6 meses desde aquellos, y estaban en la mitad de la etapa escolar. 

Corrió a su cuarto lo mas rápido posible. Buscando que ponerse para la cita del rubio en el cine. Estaba nervioso y había elegido ese día para confesarse. Por ahora todo iba bien. Eligió al final la ropa común que siempre solía utilizar... Suspiró observando como se reflejaba en el cristal del espejo, como se veía y lo penoso que para él mismo era ir así. Pero era una decisión. 

Pasó una hora, dos, tres... Y el rubio no tocaba en su casa. La cita había sido puesta para las tres de la tarde, y ahora mismo eran las seis. Preocupado miró su movil. Pudo ver un mensaje nuevo, recien recibido por excelencia. Observó su contenido. Sus nervios y preocupaciones de que Kida estuviese mal se había disipado al comprobar que, este le ofrecía una dirección. Recogió sus cosas y cargó la maleta que había decidido llevar para el encuentro, por las calles imaginando como sería esa cita, que pasaria, si se besarian... Algo nuevo, ¿no? Pero, el siempre quizo emociones. 

Llegó a un almacén, extraño a su vez. Pensó que, se había equivocado tal vez, pero era correcto el destinatario al que se había diriguido. Observó su alrededor, no había nada ni nadie, parecía que todo estuviese muerto. Y el viento que recorría el lugar era frío. Entró al almacén, mas su sorpresa fue encontrar a Kida rodeado de gente. Cada uno de ellos tenía sobre si, una prenda amarilla. Mas bien, pañuelos amarillos. Y Kida, Kida tambien. Dió un paso atrás, ¿qué era esto? Kida le observaba indiferente, desde donde estaba, con una expresión seria, aunque cambiando a una más divertida.

- Mikado... - 

- ... - No atinó a responder. Pero sentía que aun debía hacerlo. Observó lentamente a los tipos que poco a poco iban rodeandole como si esto hubieran practicado durante mucho tiempo. 

- ... Perdóname. Pero, esto es un adios - Continuó Kida. Cerrando los ojos y girando sobre si mismo para quedar de espaldas al asombrado y extrañado Mikado. Su mente pedía que se rectactara, que volviera y lo detuviera, pero su cuerpo no reaccionaba a su mente, ni a sus peticiones. Todo parecía estar muerto y su mirada se perdía.

- ¡No digas adios! ¿Qué- - Quizo continuar. Pero, todo lo vió negro. El grito de este despertó en Kida un odio indescriptible por si mismo. Queriendo olvidar porque razón lo hizo, una razón que jamás se desvelaría. Pero toda su mente era un caos. Perdoname Mikado. Solo pensaba.

 

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Ya le habian dado el alta a Mikado, le dijeron que tal vez no recuperaría la memoria. Pero este estaba de acuerdo con que no la recuperaba. Despues de toda su curiosidad no podía hacer nada que le ayudara. Un chico rubio pasó a su lado. Abrió los ojos lo más que pudo, sabiendo que ese alguien era importante para él, y por alguna razón no pudo evitar gritarle: ¡Te amo! Entonces, el rubio se volvió, sonriendole y respondiendo: Ya lo sabía. Yo tambien. Despues de todo eso, parpadeó y el rubio que estaba antes enfrente había desaparecido de su vista. ¿Quién podria ser? ... ¿Nadie? Quiero una respuesta

Los días pasaron lentos y aburridos para el pelinegro, que aun seguia con la imagen del rubio en su mente preguntandose porque lo vio, si era real, o si tal vez tan solo fue una ilusión.

Bievenidos a Ikebukuro. Aquí todos vienen en busca de un sueño, aunque sus vidas no cambian en lo mas mínimo... Su sueño tiende a cumplirse.

 

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- ¡Mentira! - Gritó un pelinegro mayor - Shizu-chan, ¿me odias? - Preguntó insistentemente.

- Odio... Odio quererte demasiado. - Atinó a decir mientras el pelinegro le miraba atónido, preparado para decir un podemos estar juntos solo recibió un golpe por parte del rubio, noqueado ahora solo queria decir que Shizzy era estupido.

 

... Como decía. Cada uno tiene un sueño.

 

 

Notas finales:

Gracias por leerlo si es que lo has leido. xD

 

No hace faltan que dejen R&R(?) T/T


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