Kyuhyun siguió su rutina como siempre, pero algo había cambiado, un pequeño gesto, un pequeño instante no cuadraba con su diario vivir desde hace 5 días, y el pelinegro sabia cual era la razón de que su rutina ya no fuera como antes, que sus días no fueran tan monótonos. A lo largo de la última semana había cruzado miradas con el mismo mesero de aquel café, y podría jurar que él era la culpa de aquel desorden en sus días, porque aquel chico siempre tenía una mirada distinta, siempre reflejaba algo distinto, juraría que la primera vez que cruzaron miradas había sido de compasión, luego alegría, después vio algo de curiosidad, vio algo de ternura y hoy, estaba seguro que su miraba transmitía algo parecido al apoyo o confianza.
Aquellos segundos en los cuales compartían nada más que miradas, Kyuhyun se limitaba a desviarla inmediatamente, no tenía razón para sostenerla y hacer frente a aquel chico ¿Para qué? En realidad no tenía razón alguna, pero le desconcertaba tanto que aquellos pares de segundo cambiaran sus días de sobremanera, le chocaba el hecho que sintiera que todo cambiaba por culpa de lo que no eran más de 2 segundos dentro de 86400 segundos que posee un día. Y sinceramente le molestaba la situación, el saber que su vida se transformaba en algo tan voluble fácilmente.
Aquel día Kyuhyun no quería más, no quería saber del mundo, no quería escoger, no quería seguir con sus actividades, no quería seguir con su rutina… pero en el fondo sabía que era un cobarde, que no se atrevía a volver a su vida ‘normal’, a tomar todas las responsabilidades que dejo, a volver a la vida real. Miro el café nuevamente, distinguió a un par de clientes frecuentes de allí pero por suerte no vio al mesero, aquello era bueno, no quería sentir que su rutina cambiaria nuevamente.
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Llego a la misma hora que siempre a aquella banca, sinceramente ya había perdido la cuenta de todo el tiempo que llevaba faltando a clases por simplemente no hacer nada, ayer cuando llego a casa vio un par de mails que le habían mandado sus compañeros de clase, si es que podía seguir llamándolos compañeros, Kyuhyun sin ni siquiera leerlos los selecciono y dio click en ‘eliminar’. No quería saber de la vida real, no quería pensar en el futuro cuando debiera decirle a sus padres ‘Hola! Reprobé todas las asignaturas, porque no iba a clases, les he mentido todo el semestre y me he pasado todo este tiempo analizando lo mal que va mi vida en un banco del parque que está a 30 minutos de aquí a pie’. No supo como ya se encontraba mirando el suelo, lo cual ya se le había hecho una costumbre cuando se encontraba molesto, cuando no sabía qué hacer, cuando tenía miedo.
Levanto lentamente la mirada y allí estaban aquellos ojos, hoy denotaban preocupación y Kyuhyun se decepciono de sí mismo, no sabía cómo lograba preocupar a un extraño, o más bien, no entendía el por qué un extraño se preocuparía de el… inmediatamente quito la vista del joven del café, fijándola en el cielo, no era un día bonito, pero tampoco estaba completamente nublado, podía observar pedacitos de cielo azul colarse entre las nubes y Kyuhyun volvió a pensar, pero esta vez en el joven del frente, quizás… si aquel chico se había vuelto parte de su rutina debería saber más de él, no hablarle, pero si quizás analizarlo… después de todo Kyuhyun creía haber analizado todo a su alrededor y quizás si lograba comprender a aquel mesero aquellos segundos en que cruzaban sus miradas ya no sería desconcierto total.
El pelinegro se fijo en cada acto, cada acción, como cuando cada vez que aquel joven salía del local cerraba sus ojos levemente, quizás por el cambio de luz; como mostraba exactamente 6 de sus dientes superiores antes de saludar a los clientes; como escribía en una pequeña libreta, apoyando el lápiz al escribir en unos perfectos 45º; como siempre guardaba su lápiz en el bolsillo superior izquierdo de su camisa; como fruncía casi inexistentemente el ceño cuando tenía clientes indecisos; como curvaba de manera especial sus labios cada vez que terminaba de decir algo; como levantaba ligeramente sus cejas cuando alguien lo llamaba; como un pequeño mechón de su cabello se despeinaba debido al viento y su mano izquierda intentaba devolver aquellos cabellos a su lugar.
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Con el pasar de 4 días Kyuhyun creía ya conocer muchas manías del chico solamente con observarlo, aquello días el moreno llegaba a la misma hora de siempre a la banca pero no se iba del lugar hasta que el mesero se marchara, lo cual era exactamente a las 16:30, el pelinegro asumía que a esa hora se acaba el turno de aquel chico. El mesero debía medir alrededor del metro con 75, y según Kyuhyun su cabello no podría ser natural, no existe nadie que tenga aquel tono entre miel y avellana naturalmente en su cabellera, menos si eres asiático. Aquel chico también tenía rasgos bastante finos y una piel muy pálida, Kyuhyun se atrevía a afirmar que era mucho más pálida que la propia. A pesar de que poco a poco el moreno se dio cuenta de los más mínimos detalles del otro simplemente observándolo, aun sus miradas lo desconcertaban, en aquel rato que el pelinegro llevaba analizándolo mínimo habían cruzado miradas unas 4 veces y Kyuhyun en cada una de ellas creyó que quizás su ‘análisis’ era muy evidente.
Por lo que quizás fue un acto demasiado impulsivo para ser Kyuhyun, el moreno se levanto de la pequeña banca y se dirigió hacia el café, quizás beber algo no estaría mal, quizás escuchar la voz de aquel chico tampoco estaría mal, quizás simplemente quizás Kyuhyun podría descubrir la razón del porque sentía su rutina deshecha por la rutina del otro.