—¡Near! ¡No soy una herramienta para resolver tus acertijos! —amenazó Mello con bastante furia.
¡¿Cómo es posible que ése lo tratara así?! ¡Mello también es capaz, y es hasta mejor que Near! No es justo ser objeto de investigación, mucho menos de aquel niño despreciable. Su pistola, deseosa por descargar un par de letales balas en la cabeza del albino, le apuntaba con rabia. Sin embargo los acompañantes del menor apuntaban al rubio también.
—Mello, si quieres dispararme entonces hazlo —afirmó Near —el nombrado joven de cabellos blancos—con gran serenidad.
Estaba sentado en medio de uno de sus juguetes, el cual consistía en un tren que giraba y giraba sobre una pista para estos mismos. Él, al igual que L, estaba sentado en una extraña posición que aparentemente le mantenía cómodo. Sabía que Mello no tenía ni la más mínima intención de matarlo. ¿Qué objetivo tendría ir solamente para eso?
—Mello, si le disparas a Near nosotros te disparamos. ¿Cuál es el punto de que los dos mueran aquí? Sólo Kira sería feliz con eso —dijo imponente Halle, una de los miembros de la SPK.
—De acuerdo —bufó el rubio—. Near, vine a recoger la foto que tienes de mí —continuó mientras bajaba su arma.
El joven, impulsivo y malgeniado, estaba vestido con una enorme chaqueta negra, la cual llegaba hasta sus tobillos. Bajo ésta tenía una camisa algo ajustada —y sin mangas— del mismo color, abrochada por botones posicionados en la mitad de la prenda. Al igual que éstas, su pantalón era largo y negro, dándole una apariencia peligrosa. Tenía unos guantes que hacían par con el resto de la ropa; llevaba su cabello rubio y largo suelto, sin tanto complique. Sin embargo, había algo que contrastaba con aquella vestidura de mafioso: sus botas de policía; marrones y grandes. Su mirada expresaba furia, simplemente estar en presencia de aquella gente no era nada agradable. ¡Ya tuvo suficiente con estar junto a Near toda una vida en aquel orfanato!
—Está bien —comentó el albino (vestido de una camisa manga larga blanca y un jean gris) mientras sacó la foto y se la entregó—. No hay más copias, y todo lo que tenía tu rostro en la Wammy ha sido eliminado. No puedo estar muy seguro, pero no serás asesinado por el cuaderno.
El joven de cabellos rubios, calmado al fin, mostró un poco su agradecimiento por aquel acto. ¿Qué hizo? Le confesó a Near que la death note contiene una regla falsa y, además, que si tocas el cuaderno podrás ver a un shinigami, dueño de éste.
Después de aquel gesto amable Mello se dignó a salir; pero antes, sacó uno de sus chocolates y le dio una mordida.
—Near —comentó.
—Mello —respondió el aludido mientras tomó uno de sus cabellos.
—¿Cuál de los dos llegará a Kira primero? —preguntó sintiendo la excitación. Al fin le demostraría a todos que se equivocaron. ¡Mello es mucho mejor que Near!
—Es una carrera, ¿eh?
—Nuestro objetivo es el mismo. ¡Te estaré esperando!
—Entiendo —terminó de decir el albino para ver cómo las puertas de la oficina se abrieron, llevándose una vez más a Mello.
No pudo evitar recordar el inicio de su rivalidad insana. ¿Cómo era posible que él no aceptara una realidad de esas? Ah... Es que, tratándose de Mello, cualquier cosa que le hiera no la olvida; simplemente es el rencor que vive dentro de él.
En silencio recordó aquel pasado tan molesto.
Todo comenzó cuando él era nuevo y, de un momento a otro, comenzó a competir el primer puesto de sucesor de L con Mello. Después del problema con A y BB, Near quedó en primer puesto, superando a Mello; rompiendo totalmente con su ego. Hasta antes de eso su competencia era muy sana, y hasta salía algunas veces con el rubio y su amigo, Matt. Competían por demostrar su inteligencia, quién era mejor que quién. Sin embargo, todo eso se deshizo en un terrible derrumbe de emociones para el mayor.
Inició una noche cuando, después de pelear por no aceptar su derrota, Mello llegó a la habitación de Near. Aquella vez estaba haciendo un viento fresco, y la luna llena le daba brillo a los cabellos plateados del pequeño albino, quien estaba sentado en el balcón observándola. Allí llegó el ojigarzo, sentándose junto a Near.
Después de hablar un rato él comprendió los sentimientos de Mello, pero no dijo nada para no ilusionarlo o, por el contrario, lastimarlo. La verdad él jamás había estado con alguien, comenzando porque ni le importaba; era mucho más interesante jugar o resolver cosas difíciles. ¿Qué tenía de emocionante andar besándose y diciéndose cosas amorosas con alguien?
—Near, yo... —susurró el rubio.
En aquel entonces eran muy pequeños, pues no tenían más de doce años. Sin embargo, fue aquella vez donde por primera vez ambos sintieron lo que es un beso. Mello en un acto rápido, pero delicado, le dio uno de esos a Near. Comenzó acariciando los labios del albino con los suyos, para luego, al ver que el chico de cabellos blancos no reaccionaba, volver sus bocas una sola. Un momento, luego otro, ¡otro más! No bastaría sólo con un beso. Quería más de aquella boquita rosada que estaba frente a él; así era Mello. Él cerró sus ojos, sintiendo la pureza que hace tanto venía deseando y admirando. Near era más tibio de lo que se imaginaba, agregándole un toque cálido a la noche. Momentos después unió sus bocas una vez más, comenzando a mover la suya ahora, incitando a lo mismo al menor frente a él.
Sin embargo, Near no tenía ni la más mínima intención de hacer aquello. Sus ojos permanecían abiertos, mostrando sus típicas expresiones neutrales; no sentía nada, no era nada. No tenía ganas de hacerle creer a su compañero que sentía algo por él, así que optó por no hacerlo.
—¿Qué pasa, Near? —preguntó un infantil Mello. No entendía por qué él no correspondía su beso. ¿Acaso no besaba bien? ¡Pero si ya había hecho un par de experimentos con Matt, y a él sí le gustaron!
—Nada.
¿Nada?, ¡¿no pasaba nada?! ¡Mihael Keehl le estaba declarando su amor!, ¡eso pasaba!
Inexperto. Esa era la palabra que le describía. Mello estaba lleno de furia y odio, ¡Near jugó con sus sentimientos!, ¡maldito! Lo trató como a nada, no le interesó en lo más mínimo. Su primer amor, un chico —algo difícil de aceptar—, su compañero y rival, ¡un estúpido que no siente nada por lo que acabó de pasar! Ni siquiera asco.
—¡¡¡NEAR!!! ¡Idiota! ¿Cómo te atreves a decir eso?, ¡eres un imbécil! Hasta aquí llegó mi paciencia contigo, ¡no pienso seguir soportándote más! Y te demostraré que el número uno en la sucesión soy yo, ¡no tú! —comentó Mello lleno de odio y dolor. Sus sentimientos estaban rotos, y por alguien que no sintió nada por aquello.
Salió del lugar como el diablo, simplemente no podía aceptar no ser correspondido.
Pero no era cierto, sino que Near sabía que no era apto para ese tipo de cosas. Simplemente no quería lastimarlo.