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A pesar de todo por Solin

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Notas del capitulo:

 


Gracias a todos por sus comentarios, espero les guste el capitulo ^0^

 

 

 

 

Desperté desorientado. ¿Por qué hacía tanto calor? No podía mover la cabeza. Pero el pánico sólo duró un segundo, hasta que me di cuenta de que lo que me impedía moverme era el peso del brazo de Sasuke sobre mi pecho.

Mis ojos se abrieron de golpe y vi, a la cálida luz del sol, el cuerpo del hombre que amaba acostado a mi lado. Ninguno de los dos llevábamos nada de ropa, aunque la sábana nos cubría hasta la cintura. De repente, me sentí alarmado.

¿Qué había hecho?

Había dejado que Sasuke me hiciera el amor. Eso era lo que había pasado, y el dolor tan íntimo que experimentaba en mi entrada era la prueba de ello. Una oleada de calor recorrió mi cuerpo al recordar cómo me había tocado y mi mirada se dirigió irresistiblemente hacia él.

Su cara estaba relajada por el sueño, parecía más jo­ven y menos intimidante, pero ni siquiera dormido se le quitaba el gesto arrogante de la boca. Su pelo negro es­taba revuelto y una sombra cubría su mandíbula. Verlo así me pareció muy especial, tan privado como lo que habíamos compartido la noche anterior.

Pero realmente no lo habíamos compartido. Él no ha­bía querido que yo lo tocara. ¿Por qué? Incapaz de contenerme, alargue mi mano para apartar un mechón re­belde que le caía sobre la frente. Ante su insistencia, no lo había acariciado la noche anterior, pero ahora, al ver que no se despertaba, deje que mis dedos recorrieran su pecho, como había deseado hacerlo la noche anterior. Su pelo era suave y brillante y jugué con él. A modo de tentativa presione un poco con el dedo sobre su piel para comprobar la fuerza de sus músculos. Era dema­siado bello. Sabía que, si él oía que lo describía  así, quedaría tremendamente ofendido, pero para mí él era el epítome de la belleza masculina: fuerza, virilidad, dureza y altura. Era mucho más alto que yo,  y acostados como estábamos, eso quedaba aún más claro. Él se es­tiró así que retire la mano a toda prisa, temeroso de que me encontrara mirando y tocándolo como si fuera un ju­guete nuevo.

Él volvió a quedarse inmóvil y suspire aliviado, ¿le molestaría que lo despertara con mis caricias? habría deseado saber más acerca de los hombres y lo que les hacía reaccionar. Sasuke era el único hombre que me había interesado, pero era incomprensible para mí como un libro en chino.

Pero me había dejado saber algo de él: me había dicho que se había enfadado porque se creía ignorado y que tocarme no era un deber. Estaba bien para ser el principio.

Y había dejado bien claro que quería que siguiéramos casados. Entonces comprendí el significado de sus úl­timas palabras la noche anterior. Sasuke había consumado nuestro matrimonio,  yo había dejado de ser virgen y eso impedía obtener la nulidad. Lo había hecho a propósito... pero no podía enfadarme por eso, porque sus actos me habían demostrado que deseaba que siguiéramos juntos.

Sonreí pensando eso, el brazo de Sasuke se mo­vió. Estaba despertando.

Él abrió los ojos y su negra mirada me atrapo como un imán al verme.

-Buenos días —su voz sonaba aún adormilada.

Ahora era más consciente de que su mano aun se­guía sobre mi pecho.

-Buenos días -respondí, casi con frialdad.

-¿Estás bien? –al parecer él necesitaba asegurarse de que todo iba bien.

-Sí -respondí, algo avergonzado por aquella intimidad, intente moverme hacia un lado sin éxito-. Tenemos que levantarnos. La sesión de fisioterapia em­pieza en menos de una hora.

Ahora que estaba despierto, yo pensaba que, aun­que quisiera seguir casado conmigo, al no quererme, la imagen no podía ser perfecta.

-¿Qué pasa, mi pequeño? ¿Estás adolorido? -preguntó,  algo que considere una falta de tacto.

Me pregunte qué harían otros donceles la pri­mera mañana después de hacerlo.

-Un poco.

Él me levantó la barbilla y me obligó a mirarlo.

-Lamento haberte hecho daño.

Vi que era sincero, pero no quería que se sin­tiera culpable por algo tan natural.

-No ha sido nada -conteste, intentando sonar todo lo sofisticado que no me sentía-. Se supone que siempre es un poco doloroso la primera vez.

-Menos doloroso que si hubiera sido una primera vez convencional, ¿no? Eres muy apasionado, pequeño.

-¡Teme! No creo que sea necesario hablar de esas cosas.

-No tienes que sentirte tímido conmigo, tesoro. Soy tu marido.

Aquella frase me recordó lo que él me dijo cuando admití ante el que seguía siendo virgen.

-Sasuke, tu idea de lo que debe avergonzarme y lo que no, no se parece en nada a la mía.

-Eres muy inocente.

-Ya no.

Él me miró encantado.

-No, tesoro. Ya no. Ahora me perteneces.

-Para bien o para mal -dije, con una amargura ines­perada.

-¿No estás contento de estar casado conmigo? No lo creo después de lo de anoche – me dijo, frunciendo el ceño.

-Asúmelo, Sasuke. Esta boda no es lo que ninguno de los dos hubiéramos deseado para nuestro futuro -y cuando pronuncie estas palabras, me di cuenta de lo rea­les que eran.

Sasuke había planeado casarse con una supermodelo, mientras que yo solo quería casarme por amor.

Él me acarició la mejilla en un extraño gesto de cariño.

-Eso es verdad, pero rara vez las cosas salen como las habíamos planeado.

-Supongo que tienes razón -dije, poniendo mi mano en su corazón-, pero yo siempre había pensado en cazarme por amor.

El me rodeó con el brazo y me miró de un modo que no supe interpretar.

-Tú me quieres.

Abrí la boca para replicar, pero él siguió ha­blando.

-No me niegues el regalo de tu amor — me colocó un dedo sobre los labios, cerrándomelos-, lo atesoraré siempre.

-Tú no me quieres.

-Tú me importas, tesoro. Te seré fiel -de nuevo acarició mi mejilla-. Tendremos una buena vida juntos.

No respondí. No podía hacerlo. Saber algo y oír­lo eran dos cosas distintas, como acababa de descubrir. Ya sabía que Sasuke no me amaba, pero había deseado secreta­mente que su insistencia en casarse conmigo signifi­cara algo más. Oírle decir que sólo se preocupaba por mí y que viviríamos bien era como recibir un impacto mortal.

Sasuke no era mi enemigo, pero en este momento me hizo más daño que todas las crueldades de mi madrastra durante todos estos años. En mi futuro augure años de soledad en mi matrimonio, deseoso de amor, pero la perspectiva más devastadora era que Sasuke no estuviera allí.

Tome aliento intentando no dejar ver mis emo­ciones.

-Aun tenemos que levantarnos.

Él parecía querer seguir con la discusión, pero ya no podía aguantar más.

-Por favor -suplique, sin importarme parecer pa­tético porque no podía soportar la conversación un minuto más.

Él sacudió la cabeza.

-No te puedo dejar marchar así. Debes confiar en mí y creer que nuestro matrimonio será todo lo que un matrimonio debe ser.

-¿Querías a Sakura? -pregunte en un ataque de ma­soquismo.

-Con Sakura tuve sexo. En un momento dado, creí que era algo más, pero ahora todo lo que recuerdo es eso.

No me gustaba que  recordara el sexo con Sakura. Sexo real. Algo que nosotros no habíamos podido ex­perimentar aún.

-¿Y conmigo?

- Es infinitamente más.

-Pero no es amor -dije, preguntándome por qué me forzaba a pasar por todo esto.

Su gesto se endureció y pareció buscar las palabras, que, cuando llegaron, no resultaron ser las más apro­piadas.

-Nosotros tenemos una historia.

-Sakura y tú también tenían una historia.

-Sakura es el pasado y tú eres mi presente.

- El esposo al  que no amas pero que no dejas mar­char.

-¿Quieres marcharte?

Trague saliva, incapaz de pronunciar una mentira tan grande.

Él tiró de mí para colocarme sobre su pecho, exci­tándome cuando aún luchaba por contener mis emocio­nes. Cuando nuestros rostros estuvieron a pocos centímetros de distancia, dijo.

-Sé que no quieres.

-No -dejarlo sería como si me amputaran una pierna sin anestesia, pero vivir sin amor sería tan doloroso como tener una herida siempre abierta.

Mirándolo a los ojos, descubrí una chispa de esperanza. Él no quería dejarme marchar. Aquello tenía que significar algo. Tal vez no me amaba, pero teníamos por delante una vida juntos. En algún momento, se da­ría cuenta de que yo era perfecto para él. Sasuke era inteligente y por fin lo entendería.

Él me beso, y la reacción carnal no se hizo esperar; pronto sus manos estaban recorriendo mi espalda y trasero con seguridad.

Solo me deje llevar sin protestas, necesitado de la in­timidad física después de la negación de los lazos emo­cionales.

Llegamos tarde a la sesión de fisioterapia, pero Kakashi solo reía y bromeaba acerca de los recién casados. Dijo que entendía cómo un doncel como yo podía hacer que Sasuke se retrasara por las mañanas y yo me pregun­te si Kakashi entendería porque Sasuke  no se dejaba to­car por mi...

Sasuke había vuelto a hacerlo; me había seducido, pero no había dejado que  lo tocara mientras me explora­ba. Me preguntaba el motivo y si Sasuke vería como una traición que consultara a Kakashi si había alguna razón fisiológica que explicara este comportamiento.

 

 


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