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Desde La Lesión por AkikoYaoi

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12.- Confesiones


 


Había llegado el viernes y Hanamichi estaba realmente molesto, además de confundido, claro.


Intentó encontrar un momento para encarar a Rukawa durante todos estos días, pero él simplemente se escabullía o lo ignoraba olímpicamente. Si con suerte había conseguido que lo mirara fríamente un par de veces antes de desaparecer.


Se encontraba a mitad de su segunda clase, matemáticas. Como si necesitara más problemas de los que tenía en este momento. Miró la pizarra y solo vio números, luego miró dentro de su cabeza y solo vio preguntas. Gruñó molesto y se giró hacia la ventana. El patio se veía vacio a esa hora de la mañana, había un sol esplendido que a esas alturas del otoño no calentaba demasiado. Volvió a mirar la pizarra y luego hacia la puerta.


Rukawa iba pasando imperturbable por fuera de su salón, seguramente lo habían sacado de clases por estar durmiendo. Decidió que era un buen momento, pero para eso tenía que salir y sin pensarlo demasiado, actuó.


-¡¿Qué?!


Fue un grito fuerte y claro que retumbó en todo el salón. Hanamichi dijo eso mientras se ponía de pie, dejando caer su silla y golpeando con ambas manos la mesa. Mantuvo la vista fija en sus manos y lentamente la levantó. Todos lo miraban, incluido el profesor que estaba furioso.


-Señor Sakuragi, salga del salón.


-Pero señor... yo... -no pudo terminar.


-¡Ahora!


-Bingo- se dijo.


Su improvisado plan había resultado. Sin decir nada más se dirigió hacia la puerta con parsimonia y siguió la dirección que había visto tomar a Rukawa. Estaba seguro que iba a la azotea y hacia allá se dirigió.


Mientras subía lentamente las escaleras pensaba que si era necesario lo golpearía y reduciría si eso lograba mantenerlo junto a él el tiempo necesario para hablar. Aunque eso no aseguraba que contestara sus preguntas por lo menos le daba el tiempo de desahogarse y decirle lo que pensaba y lo que le estaba pasando.


-Todo por su maldita culpa.


Creía que si Rukawa no se le hubiese declarado él jamás lo hubiera visto como otra cosa que no fuera un amigo. Se estaba mintiendo y lo sabía, pero prefería creer eso, de momento era lo más fácil.


Abrió la puerta de la azotea suavemente sin producir ruido, luego la cerró y se afirmó el ella con la espalda. Lo vio de espaldas con el cuerpo levemente inclinado y apoyado con los brazos sobre la barandilla. El viento mecía su cabello y él ni siquiera se inmutaba.


-Se ve...- sacudió su cabeza para despejarla. Él había venido a otra cosa, no podía distraerse. Aunque de antemano sabía que le sería difícil concentrarse.


-Zorrito.


Le habló lo suficientemente alto como para que lo escuchara a pesar de la distancia que los separaba. Notó como se tensaba y supo que no se enteró de su llegada al lugar.


-¿Qué quieres ahora?


Rukawa sabía perfectamente que es lo que quería ese Torpe, pero deseaba acabar con esta situación lo más pronto posible.


-Hablar, ya te lo he dicho varias veces -contestó con molestia.


-Y yo te dije varias veces que no tenemos nada de qué hablar -fue cortante.


-Pues me tendrás que escuchar y todo será más fácil si cooperas y tú también hablas o estaremos aquí hasta bastante tarde -dijo seguro.


Rukawa se giró para encararlo y lo vio de brazos cruzados sobre la puerta. Era obvio que no lo dejaría salir, estaba bloqueándole el paso. Aún así decidió seguir como si este fuera un hecho insignificante.


-Podría forzarte a salir de ahí, lo sabes ¿cierto? ¿Cómo crees que reaccionará tu espalda recientemente lesionada ante eso? -preguntó irónico.


Hanamichi se puso blanco y bajó la vista visiblemente apenado. No es que tuviera miedo de volver a lesionarse, pero si se sintió fuertemente herido con sus palabras. ¿Tan poco había significado para el Zorro todo el tiempo que pasaron juntos durante la rehabilitación?


-Por favor Zorrito. Me pediste que no te apartara de mi lado. Si algo significaron esas palabras para ti... hablemos -pidió algo desesperado.


Rukawa se quedó unos segundos inmóvil, pensando, decidiendo. De pronto se sentó en el suelo en el lugar donde estaba. Era casi un gesto de rendición.


El pelirrojo lo vio sentarse y se tranquilizó un poco. No era mucho, pero le daba una pequeña esperanza. Se acercó a él y se sentó a su lado. Tomó una gran bocanada de aire y comenzó.


-¿Por qué me estas evitando?


-No te estoy evitando.


-Entonces cuando me pediste que no te alejara de mi lado y que continuáramos siendo amigos ¿mentiste?


-No, eso sentía en ese momento.


-Y ahora ¿no lo sientes?


-Lo que siento no ha cambiado mucho desde entonces.


-Entonces ¿por qué te alejas de mí?


-No quiero sufrir.


-No tienes porque sufrir... ¿qué te hace pensar eso?


-Acá tú tienes tu vida y tus amigos. Yo no tengo nada de eso.


Sakuragi calló un momento. Creyó entender más o menos a que se refería Rukawa y en términos generales por qué se había alejado, dejado de llamar y ahora evitándolo.


-Me estás diciendo que lo que pasó en Tokio fue porque solo nos teníamos el uno al otro, pero acá en Kanagawa cada uno tiene una vida ¿es eso?


-Más o menos.


-¿Qué tanto más y qué tanto menos?


-Tú tienes una vida acá, yo no la tengo en ningún lado.


-Estúpido Zorro. Antes de la lesión ambos teníamos una vida acá que solo se unía en el momento de pelear. En Tokio cada uno tuvo una vida, pero yo te deje entrar a la mía y tú me permitiste el paso a la tuya, nuestras vidas en ese lugar estaban muy unidas. Y acá cada uno tiene una vida, pero tú, estúpido Zorro, me estas apartando de la tuya cuando yo lo único que quiero es tenerte en la mía mucho más de lo que en Tokio.


-¿A qué te refieres? -se sorprendió.


-A eso, te quiero en mi vida. Ahora dime por qué estas arrancando.


-Tengo miedo. Siempre vas a tener a tus amigos, sin ti yo me quedaría solo.


Fue casi un acto reflejo. El pelirrojo no supo el momento exacto en que estiró su brazo por sobre el hombro del Zorro para atraerlo hacia uno de sus costados y abrazarlo. Pero ahí lo tenía.


Por su lado, Rukawa estaba sorprendido. ¿Qué no se daba cuenta que le hacía daño? Claro que lo quería en su vida. Pero lo quería como hombre ¿y él? Él solo lo veía como un amigo más. La pregunta que escuchó lo sacó de sus pensamientos.


-¿Aún te gusto, Zorrito?


-... -¿qué decirle?


-...


-Más que antes.


-Yo no sé si me gustas, pero si sé que contigo siento cosas que no había sentido antes por ninguna chica. Me... me gustaría que me ayudaras a... a descubrirlo.


-¿Cómo? -preguntó entre sorprendido e ilusionado.


-Así.


El pelirrojo aún lo tenía fuertemente abrazado de la cintura, así que no le fue difícil coger su mentón para que alzara la cabeza y sus miradas se encontraran y se perdieran una en la otra. Una tan profunda como el mar azul y la otra tan dulce como el chocolate café.


Sus bocas que se encontraban separadas por una escasa distancia se buscaron anhelantes. Se posaron una en la otra y suavemente comenzaron a mover los labios de su compañero, como temiendo romperlo. Fue una ligera caricia, algo dulce, algo tierno, infantil en cierta medida, pero romántico.


Se separaron lentamente para mirarse a los ojos y buscar la aprobación de su compañero. No fueron necesarias las palabras.


Hanamichi volvió a buscar los labios del Zorrito con algo de desesperación. Comenzó igual que el beso anterior, pero eso no le bastaba. Su lengua salió temerosa de su escondite buscando abrir los labios del pelinegro que le permitieron el paso de inmediato al sentir su contacto. Sintió la lengua tímida de su compañero buscarle y él le complació. Comenzaba a ser un beso más apasionado. Sus bocas se probaban como al más delicioso manjar y como una droga parecían incapaces de dejar a la otra.


Lamentablemente ninguno de los dos tenía experiencia en esto de los besos, por tanto el maldito y desgraciado aire se burló de ellos haciéndolos sentir su escasez.


Se separaron lentamente, juntando sus frentes mientras recuperaban el aliento.


-Zorrito... aún no sé muy bien lo que siento. Me gustas, si. Pero creo que es algo más que eso, no lo sé. No creo que lo que sienta sea algo que se sienta por una persona que solo te gusta.


-¿Y qué es lo que sientes?


-Muchas cosas. Siento que te necesito a mi lado aunque no hablemos, solo saber que estás conmigo, porque cuando no es así es como si me ahogara, como si me faltara algo fundamental para vivir. Siento que cuando sonríes todo a tu alrededor se ilumina y parece más bello. Siento que cuando me miras me pierdo en tu mirada que me da una sensación de paz y tranquilidad que hace mucho no sentía. Siento que haberte conocido no fue una casualidad, que nos teníamos que encontrar y eso fue lo mejor que me pudo haber pasado. Y siento que cuando estoy contigo no hay nada más que necesite. No sé si pueda darle un nombre a esto que siento, pero si sé te quiero en mi vida Zorrito.


El pelinegro se quedó estupefacto ante las palabras del Torpe, ahora su Torpe. Lo que acababa de decirle era lo mismo que le pasaba a él.


-Yo también te quiero en mi vida. Pero te quiero como mi novio.


-Que así sea, entonces.


Y se sonrieron para mirarse nuevamente a los ojos y continuar aprendiendo el arte de besar.

Notas finales:

Gracias por el apoyo, gracias por leer y gracias por dejar sus Reviwes, es importante para mí saber qué es lo que piensan de cada capítulo. Por favor continúen haciéndolo.


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