14.- Juntos
Hanamichi abrió los ojos y se encontró con la más bella visión de su vida. Kaede Rukawa, su novio, lo miraba embelesado.
-Buenos días, Hana.
-Buenos días, Kaede. ¿Cómo amaneciste? -preguntó preocupado.
-Bueno, duele un poco, pero valió la pena -dijo algo avergonzado.
-¡Jajajajajaja! Te amo ¿te lo había dicho?
-Creo que no lo suficiente.
-Te amo, te amo, te amo, te amo.
-Yo también te amo. Levantémonos, tenemos cosas que hacer hoy.
Fueron a bañarse, pero se tardaron más de lo planeado gracias a sus juegos a los que tanto gusto le estaban tomando. Una vez listos y vestidos, bajaron a desayunar.
-Mi madre duerme, la cabo de ver.
-Eso me tranquiliza. No me gustaría conocerla y lo primero que sepa de mi es que acabo de pasar la noche con su hijo.
-Eso lo arreglaremos hoy.
-¿A qué te refieres?
-Necesito que me ayudes a preparar el almuerzo. Será algo así como una comida familiar para presentar a mi novio.
-¡Wow! No pensaba que esos fueran tus planes para el día.
-¿No quieres? -preguntó apenado.
-Por supuesto que quiero, Zorrito. Ya quisiera conocer a mi suegra ¡Jajajajaja!
Así se pasaron el resto de la mañana hasta que comenzó a acercarse la hora del almuerzo. Se esforzaron mucho para preparar todo lo necesario. Y entre besos y arrumacos tenían, a petición del Zorrito, una mesa para cuatro. De pronto sintieron el timbre.
-Espera aquí hasta que yo te lo diga -pidió el pelinegro con un casto beso. Luego desapareció hasta la puerta de entrada.
Desde la cocina Hanamichi siguió con la mirada al Zorrito. Acababa de abrir la puerta a un hombre pelinegro un poco más alto que él, pensó que era su padre, pero ellos no se hablaban así que no tenía idea.
Luego de dejar al desconocido en el salón, de espaldas a él, lo vio dirigirse hasta las escaleras y subir. Estaba intrigado. Tendría que esperar.
˜*˜
Estaba con Hana en la cocina cuando sintió el timbre. Sabía quién era, él lo había llamado en un momento de descuido de su novio. Inspiró profundamente para ir a abrir a su invitado.
-Espera aquí hasta que yo te lo diga.
Luego de un pequeño e inocente beso salió de la cocina para abrir la puerta. Ahí estaba aquel hombre que la última vez que vio fue para pedirle ayuda para el Torpe que tenía por novio y que tanto amaba.
-Pasa.
-Gracias.
-Espera en el salón. Mi madre aún está durmiendo y no sabe que estas aquí, así que iré a hablarle. Lo que quiero decir tiene que ser a los dos.
-Sí, entiendo.
Luego de dejarlo en el salón, subió corriendo las escaleras para despertar a su madre y avisarle de esta inesperada visita en su casa. No podía hacerla bajar y que se encontrara con esa sorpresa.
Golpeó suavemente la puerta del dormitorio de su madre y no obtuvo contestación. Decidió entrar, tendida en la cama se encontraba su madre. Se dirigió con cautela hasta la orilla de la cama y se sentó.
-Mamá... -le habló.
-...
-Mamá, despierta, ya es tarde -removió suavemente sus hombros.
-...
-Mamá, despierta, el almuerzo está servido y tenemos visita -habló mientras la sacudía.
-¿Eh? -media adormilada entendió a medias sus palabras.
-Lo que acabo de decir. Necesito que te despejes para hablarte y que me entiendas.
-Está bien, creo que ya está -dijo mientras se sentaba en la cama más lúcida.
-Necesito contarte algo. Y a mi padre también. Sé que no quieres verlo, pero es importante para mí que estén los dos. Él está abajo. Almorzaremos juntos. Por favor no te enfades.
-... -no se lo esperaba.
-...
-Está bien. Me baño y en 10 minutos estaré con ustedes.
Sabía que su hijo no llamaría a Yuki por una tontera, era algo importante. Además si le interesaba compartir su vida con su padre, lo más probable es que lo hubiese perdonado. Sabía que no era un tema fácil de tratar para su hijo por eso se tragó su orgullo y decidió que lo vería. Ella se había negado a verlo durante todo este tiempo, porque a pesar de los casi 13 años que llevaban divorciados, ella seguía enamorada de ese hombre. Suspiró y se dirigió al baño para prepararse.
Rukawa bajó a la sala para avisar a Yuki que su madre ya venía. Decidió hacerle compañía por mientras. Si volvía a la cocina su Torpe lo taparía a preguntas y no quería adelantar nada. Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que apenas volvió al presente cuando vio aparecer a su madre. Los vio saludarse formalmente y luego tomar asiento ambos frente a él. Suspiró. El momento había llegado.
-Sé que todo esto es inesperado. Uno no esperaba mi llamada y la otra no esperaba esta visita. Puede que sea incomodo y les pido perdón por eso. Pero he tomado una decisión muy importante en mi vida y me gustaría compartirla con ustedes, mis padres. Hace un tiempo que estoy enamorado, pero esa persona no me correspondía... o eso creía yo, hace una semana somos novios y nos hemos dado cuenta que nos amamos. Quiero presentarlos.
Se puso de pie y fue hasta la cocina donde tomó la mano de un atónito Hana, para arrastrarlo hasta el salón. Vio como su padre y su madre abrían la boca para hablar y se les adelantó.
-Aún no termino, por favor. Mamá, papá, este es Hanamichi Sakuragi, mi novio. Tal vez no es lo que esperaban de su único hijo, pero lo siento, me enamoré de la persona más maravillosa que he tenido el placer de conocer un mi vida.
Tomó una bocanada de aire para continuar hablando. Miró a su madre para dirigirse a ella.
-Mamá, me educaste de la mejor manera posible, siempre me enseñaste a ser una persona respetuosa, paciente, perseverante y sobre todo a salir adelante. Estoy orgulloso de ser tu hijo, espero no estar defraudándote.
Hizo una pausa para respirar y entonces habló a Yuki.
-Papá, sé que te equivocaste, que tomaste malas decisiones, que estas arrepentido y que te mereces una segunda oportunidad. Te perdoné el día que conversamos, pero no pensaba decírtelo, Hana me ayudó a tomar esta decisión sin saber lo que habías hecho, y cuando lo supo volvió a insistir en tu defensa. Te estoy dando una oportunidad, espero que tú me la des a mí.
Fue un minuto de tenso silencio. El Zorrito seguía manteniendo la mano de Hana entre las suyas, no la había soltado desde que salieron de la cocina. Esperaba algún comentario de sus padres, pero nada.
Su madre se levantó lentamente y se dirigió hacia él. Por un segundo pensó en la posibilidad de recibir una cachetada, no se apartaría si su madre quería dársela, estaba en su derecho. Por eso mismo se sorprendió cuando ella se detuvo a un paso de él y lo abrazó fuertemente, transmitiéndole en su abrazo todo el amor que le tenía.
-Cariño, ¿cómo se te ocurre que podrías haberme defraudado? Yo aceptare tus decisiones si ellas te hacen feliz. Y veo que así es -dijo con una sonrisa.
-Hanamichi, ¿cierto? Bienvenido -sonriente se dirigió hacia el pelirrojo.
-Muchas gracias -y respetuoso, se inclinó.
El pelinegro volvió a mirar a Yuki que aún no decía nada. Le había dicho muchas cosas y quizás aún las estaba procesando. De pronto alzó su mirada para hablarle al pelirrojo.
-Si ambos tenemos suerte de conseguir aquello que nos une, algún día nos conoceremos -dijo recordando las palabras que había escrito a Sakuragi para cuando llegara a la clínica.
-Así es señor. Muchas gracias por todo -dijo inclinándose.
-Muchas gracias a ti, por darme la oportunidad de recuperar a mi hijo.
Le tendió una mano que Hanamichi estrechó gustoso. Ambos se miraban agradecidos. Luego Yuki volvió su vista hacia su hijo.
-Ni siquiera deberías pedirme mi consentimiento. Gracias por darme una oportunidad.
No pudo evitarlo y abrazó al pelinegro. Llevaba años esperando por eso. Se sorprendió cuando un temeroso Rukawa estiraba lentamente sus brazos para responder el abrazo.
Después de la presentación de su novio, de las palabras a su madre y el perdón de su padre se dirigieron al comedor para almorzar por primera vez los cuatro. Se dio cuenta que su madre y su padre no se estaban llevando tan mal como él lo había pensado, es más, estaba casi seguro que entre ellos seguía existiendo algún tipo de sentimientos. Tal vez solo necesitaban un empujoncito, algo como este reencuentro. Eso solo el tiempo lo diría.
Hanamichi por su parte pensaba que había sido hermoso todo lo que el Zorrito había dicho a sus padres. Se respiraba un ambiente distinto del principio, este era más alegre, más optimista, como si un nuevo comienzo se presentara.
Y él estaba feliz de ser parte de este nuevo comienzo con el Zorrito, su Zorrito. Si estaban juntos sabía que nada más importaba. Juntos podrían soportar todo lo que se les viniera, el rechazo que seguramente sufrirían... o como ahora, juntos, podrían enfrentarlo con su amor y salir victoriosos.
˜Fin˜