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Desde La Lesión por AkikoYaoi

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3.- Decisiones


 


Yohei dudó unos segundos. Tal vez Hanamichi se enojaría con él, pero en este momento sentía que debía decirlo.


-Lo que pasa es que... -miró a sus amigos en busca de apoyo, ellos lo miraban, pero había en sus miradas un dejo de inquietud. Suspiró para continuar-. Hanamichi vive solo... -no pudo dejar de notar la mirada de asombro de sus compañeros, aunque ellos intentaron disimular-. Su madre murió al darlo a luz y su padre antes de entrar a la preparatoria de un infarto -la mirada de todos era de espanto. Aquel bochinchero y alborotador pelirrojo que tan feliz se mostraba no estaba teniendo una vida fácil-. Nuestros padres eran muy amigos además de ser vecinos de toda la vida, es por eso que en este minuto su tutor legal es mi padre. La casa está a nombre de Hana y si quisiera venderla o arrendar debe esperar hasta la mayoría de edad, actualmente recibe dinero del seguro de vida de su padre -tomó otra gran bocanada de aire, lo que diría tal vez era lo más difícil-. Es imposible para él o para nosotros pagar esa rehabilitación.


El silencio se hizo en la sala de espera.


Yohei se acercó a sus amigos. Necesitaba de apoyo tanto como lo necesitaría Hanamichi al enterarse.


-Tranquilo, amigo -Takamiya palmeo su espalda.


-No lo dejaremos solo un minuto, no dejaremos que se deprima -apoyó Noma.


-Saldremos adelante los 4 como siempre lo hemos hecho -dijo Ookusu con una mueca que quiso ser sonrisa.


 


˜*˜


 


Los demás no se lo estaban tomando mejor.


Akagi se dejó caer en uno de los asientos. No podía creer que aquel chico alegre hubiera pasado por tanto... y se le venía mucho más.


-Maldición... -murmuró Mitsui mientras golpeaba una pared con el puño. Él sabía lo que era estar lesionado. Pero esto era mucho peor. Si el pelirrojo no podía ir a una clínica de rehabilitación sería definitivo que no podría volver a jugar.


-Hanamichi, amigo... -se escuchó el leve suspiro del base del equipo. Ryota no sabía qué hacer o qué decir. Conocía a Hanamichi... aunque en realidad y con lo que acababa de decir Yohei se daba cuenta que no. Lo que si sabía es que Hanamichi se tomaría esta noticia peor que mal.


Haruko solo podía sollozar mientras era consolada por Ayako que no era capaz de hilar una idea coherente. No le cuadraba lo que dijo Yohei con el muchacho que ella conocía. Y ahora... ¿qué pasaría ahora? No podían ayudarlo, no tenían cómo. El mundo se le vendría abajo a ese alegre pelirrojo.


El profesor Anzai solo miraba el suelo. Quería ayudarlo, pero sabía que no tenía el dinero suficiente y la escuela tampoco se haría responsable por el accidente.


Estaban todos tan inmersos en sus pensamientos que nadie notó la fuga del lugar de un muchacho con mirada de zorro.


 


˜*˜


 


Kaede Rukawa caminaba por la ciudad, no sabía qué hacer. Tenía una idea, pero para recurrir a ella debía agotar cualquier otra posibilidad... si es que la hubiera, claro.


Cogió un taxi y se dirigió a la playa. Intentó no pensar en el trayecto, pero fue imposible.


-Debo hacer algo. Tal vez soy el único que pueda, al fin y al cabo... es mi culpa.


En el asiento posterior del taxi y con la cabeza reclinada en un gesto de agotamiento, la mente del Zorro naufragaba a la velocidad de la luz entre estos pensamientos.


Se esforzó al máximo en dejar su mente en blanco, estaba cansado, había sido un día muy largo. Interminable a su parecer. Eran sobre las 5 de la tarde, en la mañana había jugado con todas sus energías y por si no fuera poco agotarse físicamente, la lesión del Torpe que tenía por compañero lo tenían mentalmente exhausto. Luego había tenido que cargar a Sakuragi hasta un taxi para partir con él al Hospital, tuvo que escuchar del medico las noticias nada alentadoras y por si fuera poco, luego había tenido que escuchar las del mejor amigo del Torpe. Apenas si había comido algo para mantenerse en pie y sentía que el cansancio y la falta de alimentación comenzaban a hacer mella en él.


No fue consciente del momento en que se quedó dormido. Hasta que el taxista le habló.


-Señor... ya llegamos -esperó la respuesta del joven.


-Mhn... -gruñó Rukawa mientras cancelaba el viaje y descendía del vehículo.


Inspiró profundamente frente al mar. Era un lugar que no se cansaría nunca de apreciar. Le daba la paz que pocas veces conseguía. No es que su vida fuera realmente miserable...


-No cómo la del Torpe.


No pudo evitar pensarlo mientras lanzaba un suspiro. Aún así el mar le daba una paz de espíritu sin igual, por eso era a este lugar donde se dirigía cuando quería pensar... como ahora.


 


˜*˜


 


Sus padres se habían divorciado cuando el apenas tenía 2 años. La realidad es que su padre prácticamente los abandonó. Se casó un par de meses después de dejarlos.


Su madre tenía dinero suficiente como para mantenerse a ella y su hijo sin dificultades, además de un trabajo, es por eso que nunca les faltó nada. No quiso recibir nada de su ex-marido.


A los 6 años, Kaede quiso conocer a su padre. Y su madre lo llevó. Nunca olvidó las palabras que escuchó ese día.


-¡No quiero ver a ese mocoso malcriado! No lo vuelvas a traer, no molestaré a mi familia con problemas del pasado -su "padre" había sido categórico.


Desde ese momento creció odiando a su padre. Incluso siendo un niño le quedaba claro que él solo era "un problema del pasado". No volvió a insistir con el tema, no lo mencionó a su madre y evitó en lo posible pensar en ello.


A los 14 años su padre lo buscó y le ofreció cielo, mar y tierra para ganarse su perdón. Era un empresario multimillonario, pero a él poco le importaba. Le dejó bastante en claro que su única familia era su madre.


Estaba constantemente enviándole regalos, pero él los enviaba de vuelta. Nunca abrió nada que viniera de ese hombre. A veces le enviaba sobres que sospechaba contenían algún generoso cheque, pero al igual que los regalos se los devolvía de inmediato.


Nunca le importó el dinero y no iba a empezar ahora. Le bastaba con tener para comer. Su madre no quería saber de su padre, pero le insistía en que tal vez debía darle una oportunidad, o como mínimo una conversación, pero él no estaba de acuerdo con eso y ella nunca lo obligó.


Siempre pensó que su madre lo había educado de una muy buena manera. Pero había algo que nunca había podido cambiar de él y eso era su orgullo.


Aquel hombre que llamaba padre, más que nada por costumbre, había herido su orgullo como pocas personas lo habían logrado. En su mente lo había sacado de su vida de manera tajante y prácticamente definitiva.


 


˜*˜


 


Suspiró. Había perdido la cuenta de cuantas veces lo había hecho en el día. Estaba confundido, no sabía qué hacer.


-Voy a ayudarte Torpe... -estaba decidido en ese punto-. Pero ¿cómo lo haré? -la única opción que veía era pedir ayuda a su padre, eso también lo tenía claro, no había otra forma-. Lo que me inquieta son las... consecuencias -si le pedía ayuda su padre podría chantajearlo para acercarse a él.


-Él me presta dinero, pero yo tengo que aceptar que él quiera hablar conmigo, conocerme, enviarme regalos... ¡agg! -Rukawa estaba seguro que es lo que su padre haría.


-O podría adelantarme y pedirle dinero a cambio de acudir a una cena o almuerzo para que conversemos -era casi lo mismo que la opción anterior, pero sentía que podía liberarse de este compromiso de una manera más fácil, aunque poco sutil-. Luego de tener el dinero simplemente le digo que no lo quiero ver más, que lo intenté, pero no funcionó.


Meditó un segundo las dos opciones. Suspiro frustrado. Él no era de las personas que eludían compromisos. Sin contar el hecho de que acercarse ahora a su padre porque necesitaba dinero era ya una manera bastante burda de aprovecharse como para más encima salir corriendo en cuanto consiguiera lo que quería.


-Esto es como venderle el alma al diablo -dijo resignado mientras sacaba su teléfono móvil y marcaba un número que por alguna razón nunca eliminó luego de que su madre lo pusiera ahí "por cualquier emergencia".


 


˜*˜


 


-Moshi moshi -se escuchó al otro lado del teléfono.


-Soy Kaede -fue escueto, no estaba de humor cómo para fingir amabilidad.


-¿Pasó algo? ¿Te encuentras bien? -su padre parece que no era tan tonto... era lógico que no lo llamaba para saber cómo había ido su día.


-Necesito un favor. Estoy en Hiroshima -prefería tenerlo en frente cuando le dijera que es lo que necesitaba.


-Salgo en seguida -cortó


Rukawa no pudo evitar pensar que el tipo era preciso al hablar, no se andaba con rodeos -como yo- un destello de tristeza cruzo su mirada. Ya no había marcha atrás.


Miró a su alrededor y divisó un café con vista al mar. A pasos lentos se dirigió al lugar donde se juntaría con aquel hombre que había visto por última vez a los 14 años.


 


˜*˜


 


Eran las 7 de la mañana y Kaede Rukawa se encontraba en el hospital de Hiroshima contemplando a un joven pelirrojo que dormía sedado.


No podía dejar de pensar en el por qué había hecho lo que había hecho por él. Y se repetía constantemente -es porque me siento culpable... muy culpable- en cierta medida era verdad, pero sabía también que no era esa la razón por la que lo ayudaba.


-No sé exactamente el por qué te estoy ayudando Torpe... solo sé que quiero verte bien. Creo que tiene algo que ver con el partido, con el momento en que chocamos nuestras manos... no estoy seguro. Sentí algo... especial -Rukawa llevaba un buen rato ahí, pero era lo primero que le decía en voz alta.


Miró el reloj, las 8 de la mañana. Debía irse, el partido que jugaban ese día comenzaba a las 9. Él debería de estar ya en el gimnasio, seguramente se estaban preguntando donde estaba -como si me importara- se dijo.


Mentalmente se sonrió. Estaba haciendo por este Torpe lo que no hacía por nadie. Con este último pensamiento y con una última mirada hacia el torpe muchacho pelirrojo que dormía, se marchó.


-Zorrito... -en la habitación se escuchó un suave murmullo y se hizo el silencio nuevamente.

Notas finales:

Por favor sigan dejando sus Review. Gracias a las personas que ya lo han hecho. Me gusta leer sus comentarios.


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